Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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May 07 2013

¿Quién es el Espíritu Santo?

Se acercaba el día del la Confirmación en nuestra parroquia. 
Después de haber dado instrucción a los jóvenes por dos años, decidí poner a prueba su conocimiento sobre la Persona del Espíritu Santo. 

Lancé la pregunta: ¿Quién es el Espíritu
Santo?  De los veinte muchachos, ni uno
solo contestó la pregunta. 
Pensando que tal vez no me habían escuchado o estaban distraídos, les pregunté por segunda vez: ¿Quién es el Espíritu Santo?  ¡Había un silencio sepulcral!  Por tercera vez y con mis altas expectativas
rápido disminuyendo y forzando la pregunta pregunté: ¿Quién es el Espíritu Santo?!! 

Después de una pausa larga, un joven en la
parte de atrás de la clase alza la mano y grita dos palabras:  ¡UN PÁJARO!!! 
Con esta respuesta se rompió el hielo. 

¿Estaba totalmente equivocado el joven?  En realidad, no.  Su respuesta no fue exacta, pero por lo menos
acertó parcialmente sobre uno de los símbolos del Espíritu Santo — un pájaro, o
más bien la paloma que descendió sobre Jesús en el Jordán.   La Paloma («el pájaro») es uno de
los varios símbolos que la Iglesia usa para darnos una idea de
quién es el Espíritu Santo.  

Esta anécdota ilustra la realidad que para muchos el Espíritu Santo es el »Gran Desconocido» de la
Santísima Trinidad.  El Espíritu Santo es
ignorado o malinterpretado.   

Por consiguiente, se presentarán unos puntos
de reflexión sobre la Persona del Espíritu Santo.  Esto nos ayudará a estar más conscientes de la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, para así amarlo más y recurrir más a Él. 
1. Dios mismo —  ¡El Espíritu Santo es Dios!  El es la tercera Persona de la Santísima
Trinidad.  El Padre es la primera
Persona; el Hijo (Jesús) es la segunda Persona; y el Espíritu Santo es la
tercera Persona de la Santísima Trinidad. 
Él es igual al Padre y al Hijo; Él es digno de alabanza, gloria y
adoración.  ¡Él es eterno e
infinito!   El Padre ama al Hijo y el
Hijo ama al Padre.  El vínculo mutuo de
amor entre el Padre y el Hijo es el Espíritu Santo.  San Bernardo, el Doctor melifluo de la
Iglesia, dice que el Espíritu Santo es el abrazo mutuo entre el Padre y el
Hijo. 

2.  El
alma de la Iglesia
— En el contexto de la Iglesia, que es el Cuerpo
Místico de Cristo, el Espíritu Santo es el ALMA de la Iglesia.  En su definición, el «alma» es la
fuente de vida; ¡el alma vivifica, fortalece y mantiene la vida!

3. El alma de los bautizados —  Una vez que se vierten las aguas bautismales
sobre la frente y se pronuncian las palabras: «Yo te bautizo en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo», ¡ocurre un milagro!  No sólo se lava el Pecado Original sino esa
persona  se convierte en un icono
viviente de la Santísima Trinidad.  En
relación al Espíritu Santo, se convierte en un TEMPLO vivo del Espíritu
Santo.  ¡Se convierte en un noble y
majestuoso albergue de Dios mismo!  Qué
extraordinaria dignidad tiene el alma bautizada; y a la misma vez, ¡qué gran
responsabilidad!

4. El Santificador — Deseoso de obrar
sin cesar  en la vida de la persona
bautizada, el Espíritu Santo obra como el »Santificador».  Concretamente, la palabra  «santificar» significa hacer santo;
¡transformar a la persona en santo!   Es
por esto que el beato Papa Juan XXIII afirmó: «Los santos son las obras
maestras del Espíritu Santo».  Da
Vinci pintó grandes obras maestras; Dante y Shakespeare escribieron grandes
obras maestras literarias; y Beethoven, Mozart y Chopin fueron grandes
compositores de muchas obras de arte en cambio la obra del Espíritu Santo es
¡la transformación de pecadores en santos! 
5. Íntimo Amigo/Dulce Huésped del
alma
— En este mundo moderno en el que tantas personas sufren de una
soledad abrumadora, hay una solución rápida y segura!   La Persona, la presencia y el poder del
Paráclito — es decir, ¡el Espíritu Santo! 
Dios Padre es nuestro Padre amoroso y podemos llamarlo, «Abba»
— Papá.   Dios Hijo, Jesús Nuestro
Señor, es nuestro Hermano mayor y el mejor de los Hermanos, siempre presente,
paso a paso con nosotros, igual que con los discípulos en el camino de Emaús.  Sin embargo, hay otra poderosa presencia en
nuestra vida, si tan sólo estamos más conscientes, y es el Espíritu Santo,
nuestro AMIGO ÍNTIMO.  Todos necesitamos
amigos. Wordsworth dijo: «Nadie es una isla, completo en si
mismo».  Aristóteles afirmó,
«El hombre es un animal social». 
Jesús mismo reiteró esto en la Última Cena cuando a sus apóstoles llamó
«Amigos».  Las amistades
humanas son frágiles, precarias y propensos a la infidelidad y el
abandono.  Pero no es así con el Espíritu
Santo.  El Espíritu Santo es «el
Dulce Huésped del alma» (Secuencia del Espíritu Santo, Pentecostés).  Como Amigo, está siempre presente, es un
Caballero al grado más alto, siempre alienta, apoya, consuela y asesora,
incluso en momentos de fracaso, con insistencia suave pidiéndonos el arrepentimiento.
En verdad, es tu mejor Amigo.  Con el
mutuo conocimiento y compartimiento, crece la amistad  ¿Por qué no invitar al Espíritu Santo en este
preciso momento, a una amistad profunda, creciente y permanente.  Esa soledad que quizás usted ha experimentado
desaparecerá, ¡y reinará la paz y la alegría en lo más profundo de su corazón! 

6.  Maria
y el Espíritu Santo
— Para facilitar esta profunda unión y amistad con el
Espíritu Santo, la devoción a Maria es indispensable!  En relación a la Santísima Trinidad, María es
la Hija de Dios Padre, la Madre de Dios Hijo, y Esposa Mística del Espíritu
Santo.  La Inmaculada Concepción fue obra
del Espíritu Santo; la Concepción Virginal fue obra del Espíritu Santo; el
nacimiento de la Iglesia en Pentecostés fue por la poderosa acción del Espíritu
Santo.  Por esta razón, san Louis de
Montfort, autor de «Tratado de la
Verdadera Devoción a María
«, hizo esta poderosa afirmación: «El
Espíritu Santo se derrama en el alma de aquellos que aman a Maria».  ¿Por qué no experimentar un renovado
Pentecostés en tu vida, una invasión divina del poder y la gracia por medio de
una relación más profunda con el Espíritu Santo, y por medio de la intercesión
de María!  Hágalo, ¡y estallará una
explosión espiritual en su vida! 

 

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

May 07 2013

La mies es abundante y los obreros pocos



De niño vivió en Bohemia, que ahora es la
República Checa.  Fue un alumno muy
estudioso, deseoso de ser misionero en América. 
A los veinticuatro años, había estudiado y dominaba seis idiomas y había terminado sus estudios para el sacerdocio.  Pero respecto a su ordenación sacerdotal,
había un problema: habían demasiados sacerdotes en su país y el obispo no quería
ordenarlo.

Este obstáculo no disuadió al
joven.  Se despidió de sus padres y
hermano, y embarcó hacia el nuevo mundo — a Estados Unidos de Norte
América.  Tenía sólo un cambio de ropa y
un dólar en el bolsillo.  En tres semanas
encontró un obispo que lo ordenó sacerdote. 
¿Y el nombre de este sacerdote? 
Él es el único obispo americano que ha sido canonizado hasta la
fecha.  Vivió desde el año 1811 hasta
1860 que es cuando cayó muerto de un infarto en Filadelfia, donde actualmente
se venera su cuerpo. Este gran héroe de Dios es:
¡SAN JUAN NEUMAN! 

¡Fomentar las vocaciones al sacerdocio y
su urgencia
!
Una vez Jesús viendo a su alrededor exclamó
con gran pesar: «La mies es mucha pero los obreros son pocos.  Rogad al Señor de la mies que envíe más
obreros a su mies
«.  Hace 2000 años
Jesús hizo un llamamiento urgente y su voz se escucha hoy.  Debemos esforzarnos con todas
nuestras fuerzas de voluntad por rezar por las vocaciones, buscar vocaciones,
cultivar las vocaciones y sostener las vocaciones al sacerdocio. 

En el momento del Bautismo, ¿quién está
presente?  ¡El sacerdote!  ¿En la Primera Confesión y las muchas que
siguen?  ¡El sacerdote!  ¿Quién consagra la Eucaristía y nos da el
Cuerpo y la Sangre de Cristo el día de la Primera Comunión y repetidas veces
hasta el día de nuestra muerte?  ¡El
sacerdote!  Para la Confirmación ¿quién
está ahí?  El obispo, que por supuesto
es un sacerdote.  ¿Quién prepara a la
pareja para el matrimonio y oficia la ceremonia?   Una vez más, ¡el sacerdote!   Vemos que en estos momentos claves y
difíciles, cuando un ser querido está muy enfermo, ¿quién está ahí para calmar
nuestros temores, absorber el dolor y administrar el sacramento de la Unción de
los enfermos?  El sacerdote.   Por último, en la Misa funebre y en el entierro,
¿quién está ahí para pedir por nosotros y ayudar en el entierro?  Una vez más, ¡es el sacerdote! 

No sacerdote.  No Misa. En efecto, relacionado con el Santo
Sacrificio de la Misa ¿qué sucedería sin el sacerdote?   Si no hay sacerdote, no hay Misa, y por
sucesión lógica, no habría Consagración, no tendríamos la Santa Comunión, no
Cuerpo ni Sangre de Cristo, ¡no Jesús Sacramentado!  En cierto sentido, seríamos «huérfanos
espirituales».  En verdad, ¡que vital
es el sacerdote para el bienestar espiritual del mundo y la salvación de las
almas!
Siendo esta la realidad, y lo esencial que es
el sacerdote en el plano espiritual, Sacramental y en la salvación de las
almas, ¿qué podemos hacer para fomentar vocaciones al sacerdocio? 

Primero, el promover y fomentar vocaciones no
es solamente deber y responsabilidad de los sacerdotes, monjas, obispos y
religiosos, aunque ellos sí tienen un papel clave.  Es el deber de todo discípulo de Cristo,
promover y concientizar sobre las vocaciones.
Segundo, ¡LA ORACION!  Jesús mismo, nos ordenó que oremos, porque
la cosecha es mucha, pero los obreros son pocos.  Debemos rogar al Señor de la mies que envíe más obreros a su mies. 

Tercero, ¡LOS JUEVES!   En varias parroquias, llevan acabo una
práctica muy noble y digna, y es, los días jueves pedir por las
vocaciones y para promoverlas y fomentarlas. 
El motivo de los días jueves es porque Jesús instituyó la
Eucaristía y el Sacerdocio el Jueves Santo en el cenáculo (en el Cuarto
Superior).  Cuando Jesús pronunció las
palabras solemnes: «Haced esto en memoria de mía», instituyó el sacramento del
Orden Sacerdotal.  El rezo del Santo Rosario
(en particular el quinto misterio luminoso, la Institución de la Eucaristía),
el hacer Horas Santas por las vocaciones y el ofrecer el Santo sacrificio de la
Misa, son formas concretas de pedir por las vocaciones al sacerdocio y
fomentarlas. 
Cuarto, LA FAMILIA.  El beato Papa Juan Pablo II dijo que el
primer seminario es la familia.  La
familia es la «iglesia doméstica» y el fundamento sobre el cual se
establece toda la sociedad.   Cuando la
familia reza unida, recibe la Eucaristía con frecuencia, reza el Santo Rosario
diario y cuando la paz, la alegría y amor fluyen espontáneamente — es tierra fértil para que la semilla de una futura vocación al sacerdocio, florezca y de fruto! 

Quinto, ¡UNA INVITACION!   Cuando san Andrés se encontró con Jesús,
quedó completamente fascinado.  Le fue imposible
quedarse con esta experiencia inolvidable para si solo, sintió el deseo
imperioso de compartir este tesoro con otra persona.  Y esta otra persona fue nada menos que su
hermano, Simón Pedro.   ¡Todos sabemos lo
que pasó!  Jesús le cambió su nombre de
Simón a «Pedro»; le desafió a que dejara su profesión de pescador y
se convirtiera en «pescador de hombres».  Y por supuesto, Jesús nombró a Pedro como la
«roca» sobre la cual edificó su Iglesia, nombrando a Pedro el
primer Papa de la Iglesia Católica.  ¿Qué
hubiese pasado si san Andrés no hubiese compartido este encuentro que tuvo con
Jesús?  ¡Nunca lo sabremos!  Pero lo que sí sabemos es que Pedro conoció a
Jesús por medio de su hermano Andrés. 

En conclusión, si llegará a conocer a joven
que esté considerando una vocación al sacerdocio, o si conoce a un
joven que como imán está atraido a la oración, de forma especial al Santísimo,
y tiene un deseo irresistible de asistir a la Santa Misa y recibir la Santa
Comunión, ¿por qué no animarlo a que considere el sacerdocio?  Aún mejor, déle el número de teléfono de un
sacerdote con quien se pueda poner en contacto, o un director de servicios
vocacionales, o proveerle información sobre seminarios vocacionales llamados
»Ven y conoce».  Muchas vocaciones
nunca se descubren, quizás por cobardía o por el temor de invitar o sugerir al
joven que considere el sacerdocio!

 

Yo, siendo sacerdote, por más de un cuarto de
siglo, puedo decir, que todos los días quedo maravillado sobre la realidad sublime,
que a pesar de lo pecador que soy y mi indignidad, Dios me ha escogido,
para que cambie un poco de pan y vino en su Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad.  Y después, para que le de a
Dios a los demás, y para que lo recibirán en el fondo de sus corazones!  Es por esta razón, que el santo cura de Ars,
con una efusión de amor al sacerdocio exclamó (san Juan María Vianney): «El sacerdote es como el Hijo de Dios
(Heb 7:3).  Sólo en el cielo podremos
apreciar la grandeza del sacerdocio.  Si
lo entendiéramos plenamente en la tierra, moriríamos, no de susto, sino de
amor.  Después de Dios, el sacerdote lo
es todo.»

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

May 06 2013

El gran desconocido de la Santísima Trinidad: El Espíritu Santo.

Por muchos años he dado clases de
Confirmación, en particular a muchachos adolescentes.  Conforme se acerca el día de su Confirmación,
quiero estar seguro que los muchachos saben quién es el »Espíritu
Santo».  Porque últimamente, los
distintos escritos y reflexiones señalan que el Espíritu Santo es el Gran
Desconocido del Misterio de la Santísima Trinidad.

Por esta razón, en una de mis clases, lancé
la pregunta al grupo de muchachos, sobre algo que yo pensaba que en esos dos
años yo había enseñado y repasado bastante bien.  La pregunta: 
»¿Quién es el Espíritu Santo?» 
(Silencio)  Pensando que tal vez no me habían escuchado,
hice la pregunta por segunda vez: 
»¿Quién me puede decir quién es el Espíritu Santo?»  A mi pesar, ¡ni una sola persona alzó la
mano!  Persistente y perseverante como la
viuda del Evangelio (Lc 18:1-8) pregunté por tercera vez:  »¿Quién me puede decir quién es el Espíritu
Santo???» 

Después de lo que pareció un prolongado y
doloroso silencio, un joven sentado en la parte de atras alzó la mano y
exclamó:  ¡UN PÁJARO!!!  Estaba yo un poco sorprendido pero a la vez
aliviado de que alguien había respondido después de tres intentos fallidos —
¡UN PÁJARO!!!
 
¿Cuál es el propósito de esta anécdota?  Hoy más que nunca, hay una amplia ignorancia
sobre nuestra fe católica.  Es por esto,
que el Papa emérito Benedicto XVI, declaró el Año de la fe comenzando el 11 de
octubre de 2012 hasta el 24 de noviembre de 2013, ¡que es la Solemnidad de
Cristo Rey!

¿Estaba completamente equivocado este
estudiante de Confirmación?  ¡No!  Claro, ¡el Espíritu Santo no es un
pájaro!!  Sin embargo, este joven no
estaba completamente fuera del blanco o completamente equivocado.  Por lo menos pudo mencionar uno de los símbolos
del Espíritu Santo que es una PALOMA — y la paloma es un pájaro.

 
El Bautismo de Jesus —  Cuando Jesús fue
bautizado en el río Jordán a la edad de treinta años, hubo una teofanía
trinitaria — una manifestación y revelación de la Santísima Trinidad.  Se escucha la voz de cielo del Padre; Jesús,
el Hijo desciende en las aguas para ser bautizado por Juan el Bautista, y el
Espíritu Santo, en forma de PALOMA desciende sobre Jesús (Mt 3:13-17- El
Bautismo de Jesús).  

¡Propósito! — Durante la temporada de
Pascua, la Iglesia ofrece en la liturgia, un manjar exquisito para tomar,
probar y asimilar – la Palabra de Dios.  Jesús dijo: 
»No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios»
(Mt 4:4).  Durante la
temporada de Pascua y hasta la Solemnidad de Pentecostés, la Primer Lectura es
de los Hechos de los Apóstoles, también conocido como »el Evangelio del
Espíritu Santo».  Por qué no tomar una
hora en silencio para leerlo en forma orante o meditación.  Al leer los Hechos de los Apóstoles, notará
la revelación del Espíritu Santo.  Está
es una forma excelente de llegar a conocer al Espíritu Santo. 

Ubicación, Autor y Duración — Los Hechos de Los Apóstoles, se encuentra después del  Evangelio de san Juan que es el último
Evangelio, consiste de veintiocho capítulos y fue escrito por el Evangelista
san Lucas quien acompañó a san Pablo. 

Que Nuestra Señora — que es Hija de Dios
Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa Mística del Espíritu Santo — nos ayude con
su oración para que conozcamos más al Espíritu Santo, para que lo amemos más y
para que estemos siempre atentos a sus inspiraciones.  »Ven Espíritu Santo, ven por medio de la
poderosa intercesión del  Corazón
Inmaculado de María!»
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Abr 20 2013

¿QUE NOS ESPERA EN EL CIELO?

 


Fuimos creados por un solo propósito: ¡para llegar al cielo!  San Ignacio, en Principio y Fundamento, lo expresa con gran claridad:  El hombre es creado para alabar a Dios, hacer reverencia y servir a Dios, y mediante esto salvar su alma — otra forma de decir llegar al cielo.  El texto clásico catequético lo expresa de una forma muy parecida:  »Somos creados para conocer a Dios, amar a Dios, servir a Dios en esta vida, para así estar con Él en el cielo por toda la eternidad.»  Por consiguiente, como motivación en camino al cielo, se presentarán diez cosas maravillosas que nos esperan.  »Como la cierva sedienta busca las corrientes de agua, así mi alma suspira por ti, mi Dios,» así nosotros deberíamos anhelar y ansiar estar con Dios.  Que este anhelo nuestro, ¡se convierta en una realidad cuando Jesús nos acoja en el cielo!  Aun la más viva imaginación es incapaz de comprender o sondear las maravillas que nos esperan en el cielo.  Dice san Pablo: «Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman » (I Corintios 2,9).


DIEZ GRANDES BENDICIONES CELESTIALES



La ausencia de sufrimiento —  Mientras en la tierra la vida es una lucha constante, hay dolor, sufrimiento y muchas inseguridades.  En el cielo no habrá sufrimiento.   El sufrimiento que hoy voluntariamente aceptamos de Dios, en reparación por nuestros muchos pecados, será una joya en nuestra corona de gloria.  San Pablo nos recuerda: «El sufrimiento del tiempo presente no es nada en comparación con la gloria que le espera a los hijos e hijas de Dios.» 



Paz absoluta —  En el mundo acutal hay guerras y siempre ha sido así, vemos que en el principio Caín mató a Abel.  Nuestra Señora de Fátima dijo, que el motivo detrás de las guerras mundiales y toda guerra en general es el pecado.  Nuestra Madre Santisima dijo que si la gente no dejaba de pecar, una peor guerra mundial se desataría, y en verdad así sucedió,  hubo una segunda guerra mundial.  San Agustín define la paz como «la tranquilidad del orden».  En el cielo, el orden es total y la paz universal.  ¡Shalom!  ¡La paz sea con vosotros!



¡Un gozo inalterable! —  En este »valle de lagrimas» (Salve Regina) para muchos hoy en día, ¡su estado emocional se puede comparar a una montaña rusa!  Sucede en nuestra vida terrena, que un día estallamos de gozo; estamos en la cima de la montaña rusa; al día siguiente vamos  «de bajada» y nos ciega por completo una nube de desolación.  Pero en el cielo no será así.  En el cielo, nuestro gozo será completo.  Jesús dijo que Él vendrá a nosotros y nuestro gozo será completo!  Jesús es el motivo de este gozo, ¡porque estaremos siempre con Él!




¡Luz permanente! —  Esa primera noche de Jueves Santo, Judas dejó
a Jesús y entró en una noche de profunda oscuridad — ¡un símbolo muy claro
del pecado!  El pecado es dejar a Jesús,
y entrar en una espesa oscuridad!  En el
cielo el rostro de Jesús brillará sobre nosotros sin cesar y no tendremos
necesidad de alguna otra luz, el rostro de Dios será nuestra luz y nunca
desvanecerá o se extinguirá!  Jesús es la
«Luz del mundo» y será nuestra Luz en el cielo por toda la eternidad!  Señor, mientras esté yo en esta tierra, ¡esparce
toda oscuridad que tenga en el fondo de mi alma!






No habrá enfermedad  — No sólo estaremos
libres de cualquier tipo de sufrimiento, sino también libres de toda enfermedad
— emocional, física, moral, espiritual, social y psicológica —libres de
todo el espectro de enfermedades.  Una de
las consecuencia del Pecado Original es el efecto debilitador del cuerpo y esto
abre paso a la enfermedad.  En el
cielo no será así.  ¡Los médicos no
tendrán más pacientes!



Los santos —  Los santos serán
nuestros mejores amigos por toda la eternidad.  En este mundo aun las mejores relaciones
humanas pueden fracasar.  ¡Pero no es así
en el cielo!  Todos los santos serán
nuestros amigos y para siempre.  Ellos
son las «obras maestras del Espíritu Santo» (el beato Papa Juan
XXIII).  Son alegres, dinámicos, fuertes,
inteligentes, cariñosos, atentos, cautivadores y carismáticos — estas palabras
descriptivas nos dan una pequeña idea de las cualidades de los los santos.  Ellos serán tus mejores amigos y tu lo serás
de ellos.  Tu diálogo de amistad con
ellos puede ser en cualquier momento, ¡el tiempo que lo desees y con una total
transparencia!  Puedes entrar en diálogo
con uno de los santos, con dos, ¡o con muchos a la vez!  ¡Deberíamos anhelar estar en el cielo
para estar con estos entrañables amigos!



Los ángeles — Y como si fuera poco tener como mejor amigos a todos los
santos, hay más — ¡los ángeles!  Los
ángeles son superiores a los santos en el poder de su intelecto y en la
intensidad de su voluntad.  Igual que los
santos, los ángeles serán nuestros compañeros y amigos para toda la
eternidad.  Santo Tomás de Aquino los
divide en jerarquías llamadas coros: Serafines, Querubines, Virtudes, Tronos,
Dominaciones, Potestades, Principados, Arcángeles y Angeles.  Hay miríadas de ángeles y cada uno es una
especie a sí mismo.  Mientras que en la
tierra nuestro ángel de la guarda está siempre pendiente para protegernos de
los incontables enemigos y circunstancias que nos podrían hacer tropezar y caer
en pecado, ¡en el cielo ya no será necesario! 
Tanto nuestro ángel de la guarda y los ángeles, igual que la multitud de
los santos, ¡serán nuestros mejores amigos!


 



La Santísima Virgen María — «Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia,
vida y dulzura, esperanza nuestra…» 
En el cielo ya no estaremos en este valle de lágrimas…  La nube de tristeza y desesperación
causados por el pecado desaparecerán.  Un
sinnúmero de los mejores artistas han tratado de captar en pintura la
majestuosidad, grandeza y la belleza de la Santísima Virgen María, ¡pero se han
quedado muy cortos!  Pasó una vez que un
artista pintó una imagen sorprendentemente hermosa de Nuestra Señora de Lourdes
y se la presentó a la «vidente», santa Bernardita.  A pesar de la notable belleza de la pintura,
santa Bernardita sólo podía responder con aire de tristeza, «No, ella es
mucho más hermosa, más hermosa, mucho más hermosa…  Ningún pintor en el mundo, incluso el más
grande, puede pintar o sería capaz de captar en pintura, la gloriosa majestad y
belleza de María la Madre de Dios.  Por
ello san Juan Berchmans, S.J.  declaró:
«Quiero mantener mis ojos puros en este mundo, para así contemplar en el
cielo con mayor claridad la belleza de la rostro de María.»  En el cielo María será nuestra alegría,
¡nuestra esperanza y nuestra Madre por toda la eternidad!



 



Jesús nuestro hermano mayor y
nuestro mejor amigo
— Aún de mayor magnitud será la
presencia de Jesús.  En este campo de
batalla constante que es la tierra, tristemente podemos perder amistad con
Jesús debido al pecado mortal.  Una vez
que hayamos cruzado la línea de meta, que hayamos llegado a la meta final, y
cuando hayamos ganado el galardón de la «medalla de oro de gracia»,
¡Jesús será nuestro amigo, compañero, Señor, Dios, Salvador y Nuestro Rey por
toda la eternidad!  Todos nuestros más
profundos anhelos se cumplirán en la Persona y la presencia de Jesús nuestro
Señor. 



 



La Santísima Trinidad — La soledad, el aislamiento, la separación y el abandono —
estas realidades dolorosas son inexistentes en el cielo.  ¡El cielo es una familia!  Los santos, los ángeles, la Santísima Virgen
María y Jesús, pero hay más…  En su
naturaleza Dios es  familia; es la
Santísima Trinidad—el Padre, Hijo y Espíritu Santo.  Dios será nuestro Padre amoroso por toda la
eternidad; El Hijo (Jesús) será nuestro hermano mayor para siempre; el Espíritu
Santo será eternamente nuestro amigo íntimo. 
Les amaremos y nos amarán y seremos envueltos en este vínculo
interminable de amor.
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Abr 15 2013

DIEZ PASOS PARA ALCANZAR EL PERDON

Perdonar
a nuestros enemigos, rezar por la persona que nos ha ofendido, desearle el bien
a la persona que nos ha lastimado mortalmente — es
sin duda una de las acciones más difíciles.  De hecho no lo podemos hacer con nuestros
propios pobres esfuerzos humanos.  ¡Pero
Dios interviene con su gracia!  Este
ensayo presentará medios para poder perdonar.  En la vida,
siempre habrán personas que nos ofendan o hagan daño y habrán personas a quienes ofendemos o
haremos daño.  Tenemos dos opciones – perdonar o no perdonar o formar.  Si somos verdaderos discípulos de Jesús
debemos elegir el camino del perdón.  Porque sólo así ¡experimentaremos la
verdadera libertad de los hijos de Dios y liberaremos a los cautivos! 


1. PIDAMOS LA GRACIA —  Para vivir la castidad, la humildad, para
perdonar a nuestros enemigos o a quienes nos han hecho daño, necesitamos gracia
sobrenatural.  Esta gracia proviene de la oración constante, humilde y perseverante. 
San Agustín lo expresa con esta gráfica imagen: «Todos somos
mendigos ante Dios»
.  Esto significa
que para rechazar el pecado, vivir una vida de santidad y para perdonar de
corazón, necesitamos la gracia y ayuda de Dios. 
«Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la
puerta»
(Mt 7:7).  ¿Por qué no
llamar con confianza y sin desvanecer al corazón de Dios, pidiendo la gracia para poder perdonar?
2. RECIBIR MISERICORDIA —  Si queremos recibir la misericordia
de Dios, debemos ser misericordiosos con los demás.  ¡Es una vía de dos sentidos!  Jesús expresa esta verdad inequívocamente:
«Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre
Celestial».  Esto
es un mandamiento,
¡un imperativo!  La oración más conocida
en todo el mundo, rezada por católicos, ortodoxos y todas las religiones
principales cristianas, es el «Padre Nuestro», también conocido como
«la Oración del Señor».  Que
tan fácil es ser selectivos,  o solo
escuchar lo que queremos escuchar, leer lo que queremos leer, o incluso un
«guerrero de oración»— es decir, vivir un «catolicismo de
cafetería», escogemos lo que más nos atrae, lo que más le gusta a nuestro
paladar espiritual.  Al rezar el Padre
Nuestro, tal vez optamos por saltarnos «perdona nuestras ofensas como
nosotros perdonamos a los que nos ofenden…» 
A esto se le llama »rezar de forma selectiva»: ¡escoger y rezar
sólo la parte de la oración que más nos gusta! 
¡No es posible!  ¡Eso está
mal!  Si quiero el perdón de Dios debo
también perdonar.  Una vez, escuché a un
sacerdote predicar sobre el »Padre Nuestro» y dijo: «Si no estás
dispuesto a perdonar a tu hermano, entonces no reces el «Padre
Nuestro» — es decir, estás rezando de labios hacia fuera, y no del
corazón.

3. RECIBE LA EUCARISTÍA:  TU OFRENDA– Nuestra santificación viene por medio de Jesucristo, «la
Fuente misma de Santidad».  Jesús
dijo que estaría siempre con nosotros, hasta el fin de los tiempos.  ¿Dónde es que está Jesús, si Jesús subió a
los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre?  Jesús está en la Iglesia y de forma especial
en los sacramentos.  Sin embargo, la
gracia recibida en la recepción del Sacramento va en proporción a la
disposición de la persona — este concepto en la teología es «disposición
a la gracia».  Jesús nos da este
escenario.  Si vienes a presentar tu
ofrenda al altar, y sabes que alguien tiene algo contra ti, deja tu ofrenda en
el altar, reconcíliate con tu hermano y vuelve a presentar tu ofrenda.  INTERPRETACIÓN:  Si estás en la Santa Misa y recuerdas que
alguien tiene algo contra ti, sal de la iglesia para primero hacer las paces
con esa persona y luego regresa para hacer tu ofrenda.  Es interesante, ¡Jesús no especifica de quién
es la culpa!  Es decir, no debemos
recibir la Sagrada Comunión, el Sacramento del amor de Cristo, si guardamos
algún resentimiento en el corazón contra alguien.  ¡Estaríamos crucificando a Nuestro Señor otra
vez.

4. PERDONA INMEDIATAMENTE / ¡NO DEJES QUE EL SOL SE PONGA SOBRE TU ENOJO!  
La clave para ganar la batalla, y perdonar, es perdonar de
inmediato.  La Biblia dice que nunca
debemos dejar que el sol se ponga sobre nuestro enojo.  ¿Por qué? 
¡La razón es clara!  Entre más
demoramos y postergamos perdonar, más difícil nos resulta.  Cuando el tiempo pasa, el diablo aviva las
llamas de las heridas del pasado, agravando el daño y haciendo una montaña de
un grano de arena.  Shakespeare lo
expresa así: «Errar es humano, perdonar es divino».  ¿Por qué no imitar a Dios, y como relámpago,
perdonar!  ¡Por qué no esforzarnos por
imitar a Dios!  El salmista describe a
Dios como lento a la ira y rápido para perdonar.  En cambio nuestra naturaleza es que somos,
rápidos a la ira, y lentos para perdonar. 
¡Imitemos a Nuestro Señor y Salvador!

5. CONTEMPLACIÓN DE LA PASIÓN DE JESÚS Y SUS PRIMERAS PALABRAS DESDE LA CRUZ —   Después de que Jesús fue azotado, coronado
de espinas, abofeteado, golpeado, escupido y clavado en la cruz entre dos
ladrones, mientras colgaba en la cruz en su amarga agonía, sus primeras
palabras desde la cruz fueron: «¡Padre perdónalos porque no saben lo que
hacen!»  Si nos parece extremadamente
difícil perdonar, debemos contemplar a Jesús colgado en la cruz y sus palabras
de perdón.  ¿Por qué no arrodillarse ante
el Señor crucificado y repetir «Padre perdona a ________________ (el
nombre de la persona que te ha ofendido) porque no sabe lo que hace…  Repite esta oración varias veces.  Esta oración hecha ante Jesús crucificado
puede derretir el hielo de resentimiento del corazón más endurecido.

6. ¡RECORDAR VUESTROS PROPIOS PECADOS ANTE LA MISERICORDIA DE DIOS! — 
Otro medio muy eficaz para lograr pedonar es recordar nuestros muchos pecados, y la gravedad de
ellos.  (Hagamos memoria de nuestro pecado
más grave o penoso).  Luego recordemos que
Jesús ha perdonado todos nuestros pecados, de forma inmediata y más de una vez.  ¡Ahora comparemos el perdón de Jesús de nuestros pecados con la falta de perdón de algo mucho menos grave!
 

7.  DAÑOS QUE CAUSA EL RENCOR — El no perdonar conduce a la
ira, la ira al resentimiento, el resentimiento a la amargura, y la amargura al
odio.  Tal vez no llegue a algo físico
como sucedió con Cain que mató a Abel, ¡pero sí estamos matando a la persona en nuestro
corazón!  ¡Los efectos nocivos que se
producen en nosotros mismos no se pueden medir! 
De forma física, el no perdonar puede causar úlceras, insomnio, temores,
inseguridades, tristeza, depresión crónica y conducir al uso de medicamentos
para combatir estos males.  Este estado
de alma también se desbordará en las relaciones familiares y sociales.  Este aferro al rencor y el coraje hacia
la persona, igual puede producir una pobre concentración en el trabajo a tal
grado que cause la perdida de empleo. 

Peor aún, el no perdonar pone en peligro nuestra relación con Dios.  Jesús claramente dijo: «En verdad os digo
que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo
dejasteis de hacerlo…»,  «Ámense
los unos a los otros como yo los he amado…»
  Leemos en las cartas de san Juan: «¿Cómo
pueden decir que aman a Dios a quien no ven si aborrecen a su hermano a quien
sí ven?»  El no perdonar puede
causar estragos a nivel físico, psicológico, emocional, social, moral y
espiritual.  ¡Retener el perdón es un
lento auto suicidio!

8.  RECE POR SUS ENEMIGOS  —  Si de forma física no se puede
acercar a la persona, entonces rece por la persona que le ha ofendido.  Al hacer esto, usted ha emprendido el buen
camino.  Las heridas profundas toman
tiempo para sanar.  La oración es el
primer remedio para sanar estas heridas. 
Jesús dice que es fácil pedir por aquellos que nos quieren, aun los
paganos hacen eso.  ¡Recemos por nuestros enemigos!

9.  LOS SANTOS Y SU ACTITUD SOBRE EL PERDÓN  —
Todos necesitamos modelos que admirar y seguir. 
Claro como cristianos católicos, nuestro modelo es Jesús.  Él es el Camino, la Verdad y la Vida.  Pero debemos también conocer la vida de los santos y la forma en que practicaron heroicamente las
virtudes, en particular cómo lucharon y vencieron la tentación de buscar la
venganza.  ¡No siempre fue fácil!  Algunos de estos santos son:  san
Esteban, santa María Gorreti, Santa Josefina Bakhita, el beato Papa Juan Pablo
II, el beato Miguel Pro, S.J.  Muchos de
los mártires pedían por sus perseguidores y les perdonaban.  Que este poderoso ejemplo
de los santos nos ayude a alcanzar la victoria sobre el orgullo y
resentimiento que nos encadenan para no perdonar.    

10. MEDITACIÓN SOBRE LAS COSAS ÚLTIMAS -Es de alto valor meditar sobre la cruda realidad de las cosas últimas, que son: la muerte, el juicio, el cielo y el infierno.  Imaginémonos esto, ¿acaso nos gustaría estar en el lecho de
muerte y estar aferrados al coraje, resentimiento y odio hacia
alguien?  Tomemos un paso más, ¡que tal si fallecemos en ese estado!  Porque no sabemos
cuándo el Señor nos va a llamar.  Ahora, pensemos en que inmediatamente después de morir, estaremos ante el tribunal de Dios, delante de nuestro Señor Jesús.  Morir en este estado y tener que presentarnos ante el Juez del universo, el Juez de todas nuestros actos, pensamientos, deseos,
intenciones, actitudes y disposiciones del corazón es algo serio.  ¿Cuál podría ser el destino del alma que muere en este estado?  Recordemos las palabras de san
Juan de la Cruz, el místico español: «En el ocaso de nuestra existencia,
seremos juzgados sobre el amor.»
REFLEXIÓN FINAL: NUESTRA SEÑORA DE MISERICORDIA —  Aparte de Jesús, nunca ha habido alguien que
ha sufrido como Nuestra Señora. 
Cuando todo el odio del mundo se descargaba sobre su Hijo amado, Nuestra
Señora estuvo horas parada debajo de la cruz. 
María ni por un instante se dejo llevar por el coraje o resentimiento
contra aquellos que despiadadamente habían matado a su Hijo.  Al contrario, rezó por ellos con más
fervor.  En momentos difíciles y oscuros,
acude a María y ella te alcanzará el poder para que  perdones a quienes te han lastimado, para que
Dios te perdone a ti y te reciba un día en el cielo.
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

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