¡Viva el Papa!!! ¡Viva el Papa Francisco!
Poco después de un día de votaciones — 5
balotas en total — sale el humo blanco de la chimenea más famosa del mundo,
anunciando que los cardenales en el cónclave han elegido a un nuevo Papa. Después de aproximadamente una hora de
suspenso, llega el gran momento — se abren las ventanas del Vaticano y al
asombro de muchos, aparece el nuevo Papa, el Vicario de Cristo, el Sumo
Pontífice ¡Nuestro Dios es un Dios de misterio y sorpresas!
¡Sorpresas!
Hubieron muchas »primera vez que…».
El primer papa latinoamericano, el primer papa argentino, el primer papa
Jesuita, el primer papa que inicia su pontificado con sólo un pulmón, el primer
papa elegido el día 13 (el 13 de Marzo de 2013) y por último, el primer papa
que escoge un nombre nuevo – Papa Francisco!!!!! Nuestro Dios es un Dios que nos sorprende;
nuestro Dios es un Dios de misterio y nos sorprende con misterios!
¿Francisco? ¿Por qué? ¿Cuál? De hecho, el nombre «Francisco» es
común en inglés, y en todas las lenguas que derivan del latín. ¿Qué santos tienen el nombre de «Francisco»? Hay muchos: San Francisco Xavier (amigo de
san Ignacio, considerado por muchos el co-fundador de los Jesuitas, el
misionero más grande después de san Pablo), san Francisco Solano (uno de los
santos patronos de la Argentina), san Francisco Paoli y el pequeño beato
Francisco Marto (uno de los videntes de Fátima) y por último, san Francisco
de Asís.
De los muchos »Franciscos», uno parece acoger el carisma, la espiritualidad y el impulso apostólico del nuevo Papa Francisco– ¡y es san Francisco de Asís!!! ¿Por qué? El Papa explica cómo fue que escogió el nombre de san Francisco de Asís en su discurso a los representantes de los medios de comunicación el día 16 de marzo de 2013 en la Sala Pablo VI. Leamos, meditemos y oremos sobre estas palabras.
«Algunos no
sabían por qué el Obispo de Roma ha querido llamarse Francisco. Les contaré la historia. Durante las elecciones, tenía al lado al
arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación
para el clero, el cardenal Claudio Hummes: un gran amigo, un gran amigo. Y cuando los votos subieron a los dos
tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: «No te
olvides de los pobres». Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los
pobres. De inmediato, en relación con
los pobres, he pensado en Francisco de Asís.
Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que
ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la
creación una relación no tan buena, ¿no?
Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre… ¡Ah,
cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!» (Encuentro con los
Representantes de los Medios de Comunicación, Discurso del Santo Padre
Francisco, Sábado 16 de marzo de 2013)
San Francisco en verdad es ejemplo y es
inspiración para el Papa y para todo verdadero seguidor de Cristo, nos inspira
a que acojamos una actitud auténtica de vida, llena del espíritu de pobreza del
Evangelio. En la primer Bienaventuranza
en el Sermón de la Montaña, Jesús dice sobre el espíritu de pobreza,
»dichosos», en verdad es una bendición:
»Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.» (Mt 5:3)
Poco después de exaltar la pobreza y al
»Poverello de Asís» (el Pobre de Asís), con una afirmación concisa y
inequívoca, el Papa destaca el fundamento de su ministerio Petrino: ¡Jesucristo es el centro!
«Cristo es el Pastor de la Iglesia, pero su presencia en la historia pasa a través de la libertad de los hombres; uno de ellos es elegido para servir como su Vicario, Sucesor del apóstol Pedro; pero Cristo es el centro, no el Sucesor de Pedro. Cristo es el centro. Cristo es la referencia fundamental, el corazón de la Iglesia. Sin Él, ni Pedro ni la Iglesia existirían ni tendrían razón de ser. Como ha repetido tantas veces Benedicto XVI, Cristo está presente y guía a su Iglesia…»
Como arzobispo de Buenos Aires, el cardenal
Jorge Mario Bergoglio manifestó una verdadera pobreza evangélica franciscana. Vivió en un departamento sencillo; preparaba
sus propios alimentos; y más, optó por no tener un auto de lujo propio,
prefirió tomar el transporte publico, el autobús argentino (llamado
«colectivo»), ¡para así estar con y entre los pobres de su país y del
mundo!
Por lo tanto el Papa Francisco señala hacia
san Francisco de Asís, quien señala hacia Jesucristo como el punto de
referencia esencial para la Iglesia – porque Él es para todos el Camino, la
Verdad, la Vida y el Modelo para seguir!
¿Por qué no pasar unos momentos meditando y contemplando la pobreza de
Jesús? Esta meditación puede llevarnos a
que examinemos seriamente nuestra vida para ver si efectivamente hemos acogido
y aceptado, con firme propósito y una determinación de voluntad, vivir la
pobreza evangélica, ¡que es la verdadera libertad de los hijos de Dios!
El Brillante Ejemplo de la
Pobreza de Jesús
Jesús fue rechazado aún antes de nacer —«¡No hubo lugar para Él en el mesón!» ¿El lugar de su nacimiento? No un castillo, ni palacio, ¡ni una espléndida mansión real! Por el contrario, nació en una pobreza extrema, en un establo donde se refugiaban en esa temporada del año, los animales contra las inclemencias del tiempo! El venerable Fulton J. Sheen lo expresa con estas palabras conmovedoras: «¡El creador de todo el universo no tuvo donde nacer en su propia creación!»
Padres humildes y pobres — San José y la Santísima Virgen María, »los anawim»- ¡los
pobres de Yahvé! ¿Y su morada? Un hogar
pobre, sencillo y humilde en la ciudad de Nazaret. Como expresa Natanael con sorpresa, »¿Algo
bueno puede salir de Nazaret?»
¿Su trabajo?– No un profesor universitario, ni un rico millonario, ni un director ejecutivo de una empresa exitosa; más bien, fue un simple artesano, un «carpintero». Jesús, como aprendiz, tuvo que aprender el arte de la carpintería viendo y escuchando a san José: serrar, moldear, montar, ajustar y clavar ¡Tres clavos que años después atravesaría sus Sagrados pies y manos!
¿Sus seguidores? Ninguno de ellos tenía una educación superior; ninguno era un genio; todos manifestaban defectos humanos muy notables; muchos de ellos eran simples pescadores, llamados por Jesús para ser «¡pescadores de hombres! Hombres pobres para llevar a cabo la misión más sublime — ¡la misión de salvar almas!
¿Su alojamiento/morada en los tres años de
su ministerio público? — ¿Dónde estaba su sede? ¿Dónde vivía? ¿Cuál era su
lugar de descanso al final sus días de intenso trabajo, que a veces ni Él ni
sus apóstoles tenían suficiente tiempo para tan solo comer? ¿Dónde acostaba su
cabeza de noche? ¡El Evangelio nos dice
en pocas palabras! No tenía ningún
hogar permanente, un predicador itinerante, que confiaba en Dios en cada
momento. La prueba está en estas pocas
palabras de Jesús: «Los zorros
tienen sus cuevas y las aves sus nidos, pero el hijo del hombre no tiene donde
asentar la cabeza». Qué extrema pobreza. Imagínese vagar de lugar a lugar, sin dinero
en el cinturón y sin lugar en donde quedarse — y no por un día, ni una
semana, ¡sino por tres largos años! ¡Pobreza y confianza absoluta en Dios en
su máxima expresión! ¡He aquí la vida
de Nuestro Señor, Dios y Salvador!
Su pasión y muerte — Para verdaderamente sondear las profundidades
de la pobreza total y extrema de Jesús, debemos levantar la mirada y contemplar
al Siervo Sufriente y su pobreza, ¡contemplando la pasión y muerte de
Jesús! Meditemos y contemplemos su
pasión y muerte con el más profundo sentimiento de gratitud y amor — porque
como señala san Ignacio, ¡Jesús sufrió todo por amor a ti y a mí!
Fue traicionado por un Apóstol a quien llamó
«amigo» y permitió que lo besara (Judas); fue negado tres veces por
Pedro — ¡qué pobreza y carencia de afecto tan extrema!
Dormidos cuando más los necesitaba — En su amarga agonía, sus mejores amigos lo abandonaron rindiéndose al sueño — ¡pobreza de amistad!
¡Atado a una columna y azotado! — Privado de sus vestiduras, privado de su dignidad humana, privado de su Preciosa Sangre en grandes cantidades, privado de amor con burlas sarcásticas (recuerde la película de Mel Gibson). ¡Pobreza en su máxima expresión!
La coronación de espinas — Atado como un vil criminal, vendado de los ojos, privado de la luz, abofeteado, golpeado y escupido y coronado con agudas espinas que penetraron el cráneo hasta el cerebro — ¡la pobreza de la mente!
La Crucifixión — La crucifixión de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo manifiesta el grado más alto, la pobreza total de Jesús nuestro Señor.
Clavos atravesando sus Sagradas manos y pies; privándolo de su
libertad, sin poder mover su cuerpo.
Sangre Preciosa — Su Preciosa Sangre derramándose de sus cinco
heridas, hasta la última gota. Su
Sagrado Corazón traspasado por una lanza, ¡aún después de su muerte! Su Sangre
Preciosa vaciada hasta la última gota, como una esponja seca!
¿Y sus amigos? Debido al
miedo, todos sus Apóstoles lo abandonaron con la excepción de su
«discípulo amado, san Juan.
La respiración– El inhalar
y exhalar le causó a Jesús insoportable dolor, a tal grado que que al final
apenas podía respirar, qué pobreza total de Aquel que nos dio todo, la
privación aún del aliento de vida.
«En Él vivimos, nos movemos y existimos.»
La visión y conocimiento de Dios Padre — Y como si el sufrimiento físico no fuera
suficiente, Jesús experimentó en el fondo de su alma el más intenso sufrimiento
— lo que san Juan de la Cruz llama, «La noche oscura del alma». Las palabras de Jesús, «Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?»
Como explica el venerable Fulton Sheen, hubo un »eclipse» en su
naturaleza humana, en donde por un corto tiempo en su pasión, ¡Jesús fue
privado de la cara de su Padre Celestial!
He aquí una pobreza máxima! ¡Aún
parecía que su Padre Celestial le había abandonado!!!
El entierro de Jesús. Nicodemo y José de Arimatea llevaron el cuerpo de Jesús y lo enterraron en un sepulcro prestado — ¡ni siquiera la tumba de Jesús!
10 RAZONES PARA CASARSE
amistad con Él. No hay nada más grande en el mundo que tener y cultivar una amistad con Jesús. “¡Jesús es el Amigo
que nunca falla!”
lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y pobreza hasta que la muerte nos
separe.”(Rito del Matrimonio).
Matrimonio — con la ayuda principalmente de Dios — es traer hijos al mundo.
La palabra técnica es “PROCREACIÓN” es decir, con Dios crear una
nueva vida. El hombre y la mujer proveen
la materia y Dios infunde el alma. Pero para formar y educar bien a los hijos es indispensable la ayuda de Dios y ¡esta ayuda proviene del sacramento del Matrimonio!
estaban presentes en las
Bodas de Caná (Jn 2, 1-12) compartiendo la alegría con los novios. ¡Jesús y María también quieren
sonreír el día de tu boda!
ALMA, EN LA CONCIENCIA Y EN EL CORAZÓN. Vivir en pecado produce confusión,
tristeza y depresión. Al casarse por la Iglesia regresa la paz interior y esa paz se transmitirá a sus
hijos.
y familias alegres. Dice san Pablo en la carta a los Filipenses: “¡Alégrense en
el Señor; se lo repito: alégrense en el Señor!” (Filipenses 4,4)
con el sacerdote quien representa a Cristo quien sanará sus heridas del alma. Jesús
vino para sanar a los enfermos de ¡cuerpo y alma! ¡Jesús sáname!
COMUNIÓN. Cuando se vive en unión libre, no puede recibir la confesión y la Santa Comunión. Si se casa, el día de la Boda puede
comulgar otra vez y comulgar todos los días de su vida. Además, ¡que buen ejemplo está dando a sus hijos!
Con la decisión de casarse por la Iglesia se está dando buen ejemplo a sus
hijos,a su familia, a la Iglesia y a todo el mundo. Jesús dijo: “Ustedes son la sal de la
tierra y la luz del mundo….. Hagan brillar su luz para que den gloria a tu Padre
que está en los cielos.”
Cuando se vive en la gracia de Dios y se vive como Dios manda, se reciben los Sacramentos,
se da el buen ejemplo a los hijos, se vive en con una conciencia bien
formada, ¡se muere bien y se va al cielo!
¡CASANSE POR LA IGLESIA PARA RECIBIR BENDICIONES ENORMES!
LA SANTA INDIFERENCIA DE SAN IGNACIO
¿Qué es tu filosofía de vida? ¡Todos tenemos una, aunque no estemos
conscientes de ello! Las siguientes
palabras expresan la »filosofía» de muchos: el materialismo, el hedonismo, el agnosticismo, el ateísmo y el relativismo moral.
Los Ejercicios Espirituales comienzan con lo
que san Ignacio llama »Principio y Fundamento» (número 23) y expresan con
claridad la filosofía de vida: «El
hombre es creado para alabar a Dios, hacer reverencia, servir a Dios y mediante
esto, salvar su alma…» En
términos concisos, el hombre en su existencia debe alabar y glorificar a su
Creador, culminando en la salvación de su alma inmortal por toda la
eternidad.
La última parte de Principio y Fundamento se
ha denominado clásicamente como la «santa indiferencia» de san
Ignacio. «Indiferencia» no en
el sentido de apatía, pereza o dejadez o «a quién le importa»,
«me importa poco», «¿y qué…?». Por el contrario, «santa
indiferencia» realmente significa una apertura total a la voluntad de
Dios. Es decir, es un despego de nuestro
propio ‘querer’, es querer lo que quiere Dios, es conformar mi voluntad a la
santa voluntad de Dios, es luchar con todas mis fuerzas y la disposición de mi
intelecto. Como lo expresa el poeta
Dante: «En su voluntad está nuestra paz».
Con respecto a santa indiferencia, san
Ignacio la divide en cuatro categorías distintas. «Por
lo tanto, es necesario hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo
lo que es concedido a nuestra libertad y no le está prohibido; en tal manera
que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza,
honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo
demás.» (Ejercicios Espirituales # 23)
espiritual, se requieren gracias extraordinarias, paciencia ilimitada, firme
propósito y determinación de voluntad.
Sin embargo, si esto se entiende, se desea y se asume como una
disposición interior de la mente y voluntad, los frutos que se producen por
esforzarse en vivir esta «santa indiferencia» son innumerables! Entre las bendiciones más importantes está la
paz interior, paz del corazón, paz del alma y una confianza ilimitada en la
siempre presente Divina Providencia amorosa de Dios que nos guía. Como nos recuerda san Pablo: »Si Dios con nosotros, ¿quién contra nosotros?»
Jesús nos llama a confiar con las consoladoras palabras: «Mi padre os tiene
en la palma de su mano y nadie puede arrebatar nada de su mano». Se darán algunos ejemplos de lo que es
»santa indiferencia» de aquellos que se han esforzado mejor por vivirla —
¡los santos!
parte más salud que enfermedad. Veamos
un santo moderno, un sacerdote chileno jesuita, san Alberto Hurtado. Él estaba envuelto en un torbellino de
actividades — La Acción Católica, retiros para jóvenes, presentaciones
vocacionales, ministerio de radio y un apostolado dirigido para ayudar a los
pobres de Chile — fue diagnosticado con cáncer del páncreas cuando tenía poco
más de 50 años. Cuando le llegó esta
noticia, por labios de su Superior el Vice-Provincial, yacía en cama de
hospital y respondió, «Contento Señor contento!!!» «Ahora tendré tiempo para prepararme
para encontrarme con mi Creador!» San
Alberto no despreciaba la vida; ¡más bien amaba la vida y la vivió al
máximo! Mediante la santa indiferencia,
conoció claramente la voluntad de Dios.
Si de hecho su vida era un don de Dios, entonces Dios tenía derecho de
tomar su vida en el momento deseado.
¡Ahora él es san ALBERTO HURTADO quien por siempre vivirá con Dios en el
cielo!
Segunda categoría: «No querer más vida
larga que corta». Veamos al beato
Francisco Marto. Él fue uno de los tres
pastorcillos a quien se le apareció nuestra Señora de Fátima desde el 13 de
mayo de 1917 hasta el 13 de octubre de 1917.
Cuando nuestra Señora de Fátima le anunció que tanto él como su hermana
Jacinta morirían pronto, ¡el pequeño Francisco se lleno de gozo! La motivo de su regocijo fue por su actitud
interior de santa indiferencia. Su fe en
Dios y su anhelo de estar Jesús y Nuestra Señora de Fatima, fueron los motivos
de la inmensa alegría que se desbordaba de su corazoncito. Y de hecho, poco tiempo después de las
apariciones de Nuestra Señora de Fátima, tanto Francisco como su hermana
Jacinta murieron y fueron llevados al cielo.
Ambos fueron beatificados por el beato Papa Juan Pablo II, ¡y son entre
los santos más jóvenes del calendario de la Iglesia! Esta actitud de santa indiferencia enseña,
que lo importante no es una vida larga, sino una vida santa. (Imitación de Cristo, por Tomás Kempis).
riqueza que pobreza.» Una
característica común entre los santos es el desprendimiento de la riqueza y a
las posesiones materiales en general.
Los religiosos, tanto hombres como mujeres, hacen votos de pobreza. San Francisco de Asís fue uno entre los
muchos santos, que vivió de forma intensa y auténtica, esta actitud de la santa
indiferencia con respecto a la pobreza.
Como fue criado y educado por su padre, un rico comerciante de telas, de
joven a Francisco le atrajo la vanidad, vestir de lujo, la vida de roce y
fiestas sociales y las cosas mundanas.
Después de su conversión, Francisco renunció a todo, incluso tuvo que
cortar lazos con su padre, y con plena confianza en Dios dijo: «De ahora
en adelante sólo diré… Padre nuestro, que estás en el cielo…» La prueba final de su desprendimiento y el
acogimiento total de la santa indiferencia fue cuando Francisco vestido de
ropas finas se encuentra con un leproso vestido en harapos. Sobrellevándose a sí mismo, Francisco se
volvió al leproso, y cambió con él su ropa cara y elegante por los harapos. Desde ese momento en adelante, Francisco vivió
al grado extremo la santa indiferencia de san Ignacio. Renunció todo apego a riquezas para acoger lo
que él llamó, «su Dama la pobreza», ¡con quien se desposó por el
resto de sus días!
que deshonor. En verdad, la humildad es
una virtud muy difícil de adquirir.
Cuando pensamos que la tenemos, ¡las circunstancias de la vida
rápidamente nos demuestran lo contrario!
Sin embargo, el camino directo para llegar a la humildad es por el
sendero difícil y estrecho de las humillaciones. Porque las humillaciones nos hacen humildes. Una vez más nos encontramos con santa
indiferencia.
igual que santa Teresa de Ávila, fue llamado a la difícil tarea de reformar la
vida religiosa que estaba en un estado de decadencia, deterioro y donde los
religiosos vivían una vida muy mundana — en particular la orden Carmelita. Esto no agradó a ningún grupo religioso,
tanto hombres como mujeres. ¡No les
gustó que alguien llegara a hacer olas cuando dormían tan cómodamente en un
yate de autocomplacencia! ¡Dios escogió
a estos dos santos para que sacudieran un poco su conformismo!
fue tan intensa, que como tempestad interminable, ¡descendió de forma violenta
un persecución contra el santo! Juan
fue secuestrado y encerrado en una pequeña celda en un convento Carmelita. Fue azotado, privado de celebrar la Santa
Misa, dado apenas suficiente comida para sobrevivir y privado de tomar un baño,
ni siquiera por cuestión de higiene. Por
la intercesión de Nuestra Señora, san Juan escapó.
verbal, abuso físico, abuso mental y espiritual, el gran Doctor místico de la
Iglesia, san Juan de la Cruz, ¡nunca pronunció una palabra áspera contra los
que formaron el complot y lo llevaron a cabo!
gustaría pasar los el resto de sus días—en un convento donde sería amado y
apreciado o en el convento donde vivía el Superior que lo detestaba. San Juan de la Cruz prefirió el segundo, para
así conformar su vida más y más a la pasión, el sufrimiento y a las
humillaciones de Jesucristo, su Señor y Maestro.
Para concluir, Principio y Fundamento nos
enseña – quién es Dios, de dónde venimos, a dónde vamos y cómo llegar. Una parte esencial de Principio y Fundamento
es la »santa indiferencia» de san Ignacio.
Una vida de oración constante y dinámica es clave, y nos conduce a la
santa indiferencia y una confianza total en Dios. Y esto a su vez se traduce y se manifiesta en
una disponibilidad total de darse a si mismo, como sacrificio, ofrenda y
oblación a Dios.
Por supuesto, Jesús es nuestro Camino, Verdad
y Vida, nuestro modelo por excelencia.
En el Huerto de los Olivos, Jesús en su naturaleza humana lucho con esta
santa indiferencia y las conquistó con las siguientes palabras inequívocas y
absoluta y total santa indiferencia, que es una perfecta conformidad a la
voluntad del Padre Celestial. »Padre,
si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como
quieras tú.» (Mt 26:39)
aceptación y consentimiento total a Dios) nos motive a que nos esforcemos por
entender y acoger la «santa indiferencia» en nuestra vida. «He aquí la esclava del Señor; hágase en
mí según tu palabra.»(Lc 1:38) En
la voluntad de Dios es nuestra paz. (Dante)
COMPLEJO NAAMAN
Situado en el quinto capítulo del
segundo libro de Reyes, entre los 27 versículos, aparece un personaje
fascinante llamado Naamán. Naamán, fue uno
de los comandantes militares del rey de Aram, era muy querido,
respetado y superdotado. Pero Naaman sufría un dolor inefable: ¡era leproso!
un leproso? ¡No! En la primera oportunidad, mire en el espejo
y descubrirá la cara de un leproso.
Muchos de ustedes están sorprendidos con esta afirmación. Sin embargo, ¡permítame defender mi
posición! Hay dos formas de lepra: la
lepra física, que es una horrible enfermedad de la piel—una de las peores
enfermedades en los tiempos de Jesús y en los días del Antiguo Testamento; y la
otra se contrae por el pecado! ¡El
pecado es lepra espiritual, lepra moral!
Nos guste o no, lo admitamos o
no, vivámoslo o no, neguémoslo o no, desde el momento de la concepción en el
vientre de nuestra madre, como herencia de nuestros primeros padres Adán y Eva,
contraemos la lepra, la mancha y el contagio del pecado original. Y a esta primera mancha de lepra le añadimos
muchos más pecados personales; algunos son veniales y otros lamentablemente son
mortales. Algunos pecados son pequeñas
manchas, ¡mientras que otras son llagas ulcerosas!
¿Cuándo es que contraemos lepra
en el alma? Recuerde que el pecado es
«lepra del alma». ¡Hagamos un
examen en forma personal de pies a cabeza!
Primero, ¡la mente! Cada
vez que voluntariamente permitimos que la suciedad de la inmundicia moral entre
a nuestra mente, ¡lepra! ¿Los malos
pensamientos son pecado? Si los
rechazamos, no son pecado, pero si les damos paso y pleno consentimiento, ¡si
lo son! Hoy, muchos leprosos
espirituales caminan por las calles con la inmundicia de la lepra
descomponiendo sus mentes!
gratitud recordemos todas las bendiciones que Él nos a dado. «Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia».
Si traemos a la mente cosas del pasado y nos aferramos a feos recuerdos,
recuerdos de pecado, a veces pensando demasiado en feas relaciones románticas,
entonces hemos contraído lepra de la memoria.
Los ojos — ¿Tiene usted lepra de
los ojos? En un mundo que nos bombardea
de todos lados con imágenes impuras, el contagio de la lepra de los ojos pasa
casi desapercibido y sin nuestro consentimiento, pero en particular pasa por
nuestra falta de vigilancia. Recuerde
que seguir a Cristo, es estar en un constante estado de batalla
espiritual. Analice esta lista de
comprobación para ver si usted ha contaminado sus ojos con lepra
espiritual. Programas inmodestos de
televisión, en particular programas de cable, ver revistas o diarios que
muestran lo indecente, dejar vagar la mirada en la calle y tomando ese segundo
o tercer vistazo, entregarse a la lujuria de los ojos y el corazón en el
trabajo o en las tiendas, dejarse llevar por la amplia proliferación de
imágenes pornográficas en el internet, computadora y teléfonos, bajando
imágenes pornográficas — ¿le ha abierto paso a estas tentaciones? Si su respuesta es de forma afirmativa,
¡entonces acepte humildemente que usted tiene lepra de los ojos!!!!!
Los oídos — ¿Tiene usted lepra de
los oídos? ¿Qué ha permitido usted que
entre al pórtico de su mente y corazón por lo que oye? Pasó una vez que el gran san Juan Bosco,
cuando era niño, escuchó que un hombre dijo un chiste sucio. Años más tarde, el santo lamentaba no haber
alcanzado borrar de su memoria esa historia fea. Ah, cuánto tiempo perduran los recuerdos,
¡persisten por años! El conocido doctor
Adrian Rogers (el ya fallecido pastor bautista) sin reservas dijo: «¡Tus
oídos no son un cesto de basura en el cual tu vecino puede tirar
basura!» ¡Muy bien dicho! Ahora repasemos la lista de comprobación,
para ver si hay un posible contagio del lepra de los oídos. ¿He prestado oído al chismoso de la ciudad?,
¿a propósito he escuchado que se le calumnia o difama a mi prójimo?, ¿he
permitido que otros cuenten mentiras sin intentar corregirlos?, ¿he escuchado
malas palabras?, ¿he escuchando chistes groseros?, ¿le he escuchado a alguien
hablar mal de mi suegra? —si voluntariamente ha prestado oído en alguna
situación mencionada, responsabilícese, ¡usted ha contraído lepra de los oídos!
La lengua — ¿Tiene lepra de la lengua?
La carta de Santiago nos exhorta a que seamos lentos para hablar y
prontos para escuchar. Más adelante, en
el tercer capítulo de Santiago (un capítulo excelente que habla sobre los
pecados de la lengua), el Espíritu Santo nos advierte, que nos esforcemos por
controlar la lengua, porque de lo contrario, podemos causar un mal incalculable
— igual que la pequeña chispa prende fuego y causa un inmenso fuego
forestal! Recuerde también que Jesús
dice que de la abundancia del corazón habla la boca. Aún más, ¡Jesús nos advierte que seremos
juzgados sobre cada palabra que brota del de nuestros labios! ¡Ah!
¡Señor sálvame! Ahora repasemos
la lista para ver si hemos contraído lepra de la lengua. ¿Me he entregado a…. la mentira, el chisme, la maledicencia, la
calumnia, la difamación, la murmuración, habladurías, disfrazar la verdad,
gritar, criticar, culpar, insultar, maldiciones, vulgaridades, indecencias, he
abierto la boca impulsivamente y sin pensar?
Es muy probable que después de leer esta extensa lista, tendrá que
reconocer humildemente que su lengua está cubierta con capas gruesas de
lepra. En nuestra lucha por curar la
lengua, recuerde lo siguiente: Primero, el propósito del discurso es —
comunicar la verdad con amor; Dos,
recuerde que sobre la lengua se deposita, mejor dicho, se «entrona» al Señor de señores, el
Rey de reyes, Jesús Eucarístico, ¡cada vez que se recibe en la Sagrada
Comunión! Nada indigno debe salir de su
lengua, porque su lengua es el trono de tan noble Rey!
¡Lepra del Paladar o de la
Barriga!
Relacionado con la lepra de la
lengua se puede incluir el pecado de la gula en sus diversas
manifestaciones. Repasemos la lista
nuevamente. ¿Come usted demasiado?, ¿bebe demasiado?, ¿fuma al grado de hacerse
daño?, ¿usa marihuana u otras drogas?, ¿consume drogas para escapar de los problemas
de la vida? Si usted ha cedido al pecado
de la gula, admítalo. ¡Usted ha se ha
contagiado con la enfermedad de la lepra! Recuerde lo que san Pablo escribió
bajo la inspiración del Espíritu Santo, «Recordad que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo; glorificad a Dios en vuestros cuerpos…», «Si
comes o bebes, hacer todo para la gloria de Dios…» ¡Pablo nos recuerda que no demos culto al
dios barriga!
génesis en el corazón humano. ¡Es del
corazón, del centro de la persona humana, que la lepra se debe detectar,
reconocer, confesar y extraer! ¡Hagamos
la lista de verificación una vez más! Motivos e intenciones impuras,
pensamientos adúlteros, ira voluntaria, amargura, venganza, envidia, celos,
rivalidad, afectos y deseos lascivos y lujuriosos, arrogancia, altanería, una
actitud altiva, egoísmo y el deseo desenfrenado del placer. Si estos frutos de la carne no son frenados y
asfixiados, como gran conflagración pueden consumirnos y transformarnos en
monstruos, ¡leprosos de primera categoría!
¡Buenas noticias! ¡Hay un médico en casa! El remedio para todas estas formas de lepra
— del corazón, de los ojos, de los oídos, la lengua y la mente — es el mejor
de «Médicos», este médico es Jesucristo, el Médico Divino. Jesús vino a este mundo como nuestro hermano
mayor, ¡y también para sanarnos y salvarnos!
Jesús ascendió al los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre,
prometió mandarnos su Espíritu y prometió estar con nosotros siempre, hasta el
final de los tiempos. ¿Cómo y dónde? Respuesta—En la Iglesia, su Cuerpo Místico, específicamente en los Sacramentos.
Si de pies a cabeza estamos
infectados de lepra, si somos sólo una llaga abierta, si todo nuestro ser es
una úlcera repulsiva supurando, la especialidad de Jesús es precisamente esa,
ayudar al más agudo, infeccioso y aparentemente desagradable caso de lepra (el
leproso es el pecador/el leproso espiritual).
San Pablo nos consuela con estas palabras: «Dónde abunda el pecado,
sobreabunda la misericordia de Dios.»
Concretamente, el hospital para
la curación es la Iglesia (en particular, el confesionario). El que sana es
Jesús mismo, el Médico Divino. Jesús
está presente en la persona del sacerdote católico, que de hecho obra en
«persona Christi» o «alter christus» (San Agustín). Igual como Jesús sanó a muchos leprosos en su
ministerio público ya sea tocándolos o solo por su Palabra, Jesús sigue curando
la lepra del pecado por el Sacramento de sanación, la confesión.
¡Regresamos a Naamán! Naamán se bañó siete veces en el río Jordán y
su carne leprosa se volvió como la piel de un niño pequeño. (II Reyes 5:14).
Usted no tiene que ir al río más cercano y bañarse siete veces. Sumérgase en el confesionario más cercano y
lleve toda su lepra al Señor Jesús por medio del sacerdote, hágalo con fe,
verdadero arrepentimiento y confianza ilimitada en su misericordia. «Y aunque sus pecados sean como
escarlata, se hará tan blancos como la nieve.»
recorrer el mundo con nuestra lepra y contagiar a otros — ¡porque es una
enfermedad altamente contagiosa! Por el
contrario, Jesús es el Sanador-Herido, el Médico Divino, de hecho nuestro amante
y Amigo. Jesús nos sanará, salvará y
llevará a nuestro eterno hogar, el cielo, ¡dónde con María lo alabaremos con un
corazón puro e inocente por toda la eternidad!
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