No pide riquezas, fama o honores, sino pide sabiduría, pide un corazón que discierne para poder
gobernar a a su pueblo con justicia.
Por medio del sacramento del Bautismo, recibimos los siete
dones del Espíritu Santo: Sabiduría, Ciencia, Entendimiento, Consejo, Piedad, Fortaleza y
Temor de Dios. La Confirmación confiere la gracia que robustece estos siete dones. Según santo Tomás de Aquino, el Doctor angélico, la Sabiduría es el mayor de estos dones.
Imitando al rey Salomón, debemos también rogar por una efusión del Espíritu Santo y que en nuestra vida se manifieste en forma
plena, los siete dones, como lo ha sido en forma patente en las vida de los
santos. El beato Papa Juan XXIII dijo
que los santos son las «obras maestras del Espíritu Santo.»
Nosotros también somos llamados a ser
«obras maestras del Espíritu Santo.» Jesús así lo mandó con esta exhortación desafiante: «Sed santos como es santo vuestro Padre
Celestial» (Mt 5:48).
corazones de tus fieles, enciende en ellos el fuego de tu amor
divino». Señor, ¡sopla sobre nosotros tu Espíritu de sabiduría!
Entre los nombres más hermosos y sublimes dados a
la Santísima Virgen está »Trono de Sabiduría». Pidamos la poderosa intercesión de María para que ella nos alcance la
sabiduría celestial. Que la esposa mística del Espíritu Santo, ¡corra a nuestro auxilio!
Sabiduría es — »Saborear las cosas
de Dios». Igual que un niño, que entra a la nevería en un día caluroso, y se sienta y saborea lentamente su barquillo
de nieve de 3 sabores, los que están llenos y enamorados del este
don, gozan y se deleitan con todo lo relacionado a Dios.
Sabiduría…
Señor…» El Sermón en
la Montaña: »Buscad primero el Reino de Dios, y su
justicia divina, y todo lo demás se os dará por añadidura.» Y
vemos a los discípulos
en el camino a Emaús quienes dijeron, »¿Qué no ardían nuestros corazones mientras nos explicaba la
palabra de Dios..?» (Lc 24:13-35)
— Si poseemos los dones del Espíritu Santo, estos dones deben
operar, estar activos y manifestarse en nuestra vida. Jesús mismo dijo que el árbol se conoce por sus frutos. Entonces, ¿cuáles son algunos signos visibles que la Sabiduría rige en la vida de una persona? Por consiguiente, se presentarán manifestaciones de persona verdadera sabia. Una persona verdaderamente sabia, tiene el
deseo de rezar y no se cansa o se aburre con la oración, más bien tiene hambre y sed de
orar más. «Como el ciervo anhela las corrientes de
agua, así mi alma te anhela a ti Señor.» ¡CONOCER MÁS! La persona tiene un gran deseo de conocer y
crecer en su fe. En este Año de la fe (11 de octubre 2012 al 24 de noviembre de 2013)
tiene un fuerte anhelo de crecer en su fe.
Además, la persona manifiesta un
deseo insaciable de beber de la fuente de gracia más abundante:
asistir, participar y recibir el Santísimo Sacramento del Altar en
la Santa Misa. No tiene mayor deseo en
el corazón que recibir el Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. El asistir a eventos como congresos
espirituales, retiros, conferencias religiosas, sintonizar programas de radio y
televisión que enriquecen
espiritualmente y el escuchar una homilía, ¡le produce un gran consuelo, paz y alegría en el corazón!
LO OPUESTO DE LA SABIDURIA:
¡LA INSENSATEZ! En una de las parábolas cortas pero fuertes, Jesús enseña claramente lo que es la
falta de «sabiduría» (Lc 12: 16-21). ¡Es la parábola del Rico Insensato!
A causa de la abundante cosecha, se derribaron los graneros y se
construyeron unos más grandes. La actitud del «rico insensato»
fue: «Ahora ya tengo muchas cosas buenas almacenadas por muchos años, ahora descansaré, comeré, beberé y me daré buena vida.»
Pero Dios le dijo: «Insensato, esta misma noche vas a morir, ¿y para quién será lo que has amontonado?
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”. Jesús claramente dice que vivir sólo para los placeres pasajeros
de este mundo es el colmo de la insensatez.
Porque no sabemos ni el día ni la hora, ni la manera en
que el Señor nos llamará de esta vida para ser juzgados y entonces se determinará nuestro destino por toda la eternidad, ya sea la salvación o la condenación. San Ignacio retó a Francisco Xavier con las
mismas palabras sabias de Jesús: «¿De qué le sirve al hombre ganar el
mundo entero si pierde su alma en el proceso?
¿Qué puede dar el hombre a cambio de su alma inmortal?
eficaces de cultivar el don de sabiduría!
efímero y lo fugaz que es esta
vida para alcanzar la sabiduría. El salmista concisamente lo expresa así: Nuestra vida es como la flor del campo que se abre en la
mañana y se marchita y muere de
noche! Una persona sabia tiene sus pies
en la tierra, ¡pero su mirada fija en la
eternidad!
eternidad, una persona imbuida con el don de sabiduría, constantemente recuerda que su objetivo es el
cielo. Esto le motiva a usar todos los
medios a su disposición para alcanzar tan noble
objetivo — y este objetivo es nada menos que la unión con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Domingo Savio, que ni quince años de edad tenía cuando murió, estaba lleno de sabiduría a una tierna edad.
Para su Primer Comunión, antes de que cumpliera ocho
años, su lema era: ¡Morir antes que pecar!
La verdadera sabiduría es amar lo que Dios ama y
odiar lo que Dios aborrece. Dios odia sólo una cosa: ¡el pecado!
— Una persona verdaderamente sabia, no guarda para si misma esta «perla
de valor infinito». Más bien actúa según la exhortación de san Pablo, ¡lo que gratis has recibido, dadlo gratis ! El sabio comparte su tesoro ¡y ese tesoro es Dios y los tesoros de Dios! El compartir los tesoros celestiales y la
sabiduría, no lo empobrece sino lo
enriquecido aún más! Recuerde las
palabras de san Pablo: «Hay más alegría en dar que en recibir».
5. MARIA TRONO DE SABIDURIA — Acerquemos a otros a Jesús por medio de la Santísima Virgen María. ¡EL ENCUENTRO ENTRE DOS SANTOS! Después de la muerte de santo
Domingo Savio (a la edad de 14 años, 11 meses), el adolescente
se le apareció a san Juan Bosco. Santo Domingo Savio le dijo que la mayor
alegría que experimentó en su vida fue su amor y devoción a María, y el propagar esta devoción. Y le dijo, que ¡hiciera lo mismo! La
verdadera sabiduría se puede alcanzar cultivando
una profunda y tierna devoción a Nuestra Señora, «Trono de Sabiduría».
don. »Señor, concédenos sabiduría y un corazón que discierne.»
Fijemos siempre la mirada en el Señor y estemos radiantes de
alegría. ¡Esto es la verdadera Sabiduría!