olvidado por todos, a veces incluso miserable — todas estas son manifestaciones
claras, de lo que S. Ignacio describe,
como un Estado de desolación.
una forma u otra, de la tristeza, la neblina, la bruma, la depresión, la
oscuridad y a menudo, el miedoso estado
de la desolación. A menudo «el
enemigo de nuestra naturaleza humana» (el Diablo), como Ignacio le llama,
incluso, nos convence en creer, que este
estado es permanente. Estamos atrapados para siempre en él, como un túnel
oscuro e interminable, en que la luz no puede asomarse en ninguna dirección.
Desolación se evaporara y da lugar a la consolación; el túnel termina y el
brillo del sol de medio día, estalla en matriz brillante.
ese estado debemos orar más, ser fieles a nuestras meditaciones, examinar
nuestras conciencias fielmente, agregar a nuestra vida un poco de penitencia y
sobre todo, pacientemente esperar el Señor.
pequeña pero eficaz, en tiempos de desolación: recurrir a sus fieles amigos: la
comunión de los Santos en el cielo!
católicos creemos en la familia. Nuestra familia tiene tres niveles, como un
edificio de tres pisos: la Iglesia Sufriente, las Almas del Purgatorio; la
Iglesia Militante, valientes soldados en la tierra luchando la buena lucha y,
finalmente, la Iglesia Triunfante, los santos en el cielo.
decirlo pero, fácilmente con demasiada frecuencia, nos podemos olvidar que
tenemos cientos, miles, millones de hermanos y hermanas, «Los mejores de los
amigos» en el cielo que nos aman, piensan en nosotros, oran a Dios por
nosotros, añoran estar con nosotros para siempre en el cielo, entrañan caminar
con nosotros y hablar con nosotros, siempre que les demos el tiempo y la
oportunidad!
nacieron a santos, pero pecadores como toda la humanidad, excepto por Jesús, el
Hijo de Dios y María, mediante el privilegio de su Inmaculada Concepción. Los
santos cayeron, pero volvieron a confiar más en la misericordia de Dios, el poder
de perdonar y Su gracia, que en su propia miseria, que es el pecado.
la Iglesia Católica ofrece dos ideas concretas sobre los santos que nos pueden
consolar en momentos de desolación. De
hecho en el estado de desolación debemos invocar a nuestros amigos celestiales
y vendrán rápido a nuestro rescate!
los santos son otorgados por Dios mismo, tienen el poder de intercesión en
nuestro nombre. Esto significa que
podemos orarles a ellos y ellos toman nuestras oraciones y se las presentan a
Dios. Entonces Dios alcanza para nosotros gracias especiales. Los Santos nunca mantienen codiciosamente,
nuestras oraciones, pero las presentan al «Autor de todas gracia»,
Dios mismo. Entonces Dios alcanza para nosotros, las gracias que imploramos.
cuando oramos a El, pero Dios también se regocija cuando recurrimos a Sus
amigos y nuestros amigos, los santos! Papa Beato Juan XXIII, llamó a los
Santos, «las Obras Maestras del Espíritu Santo». Dios es glorificado en su obra y la mayor
obra de Dios en el mundo natural creado, es la persona humana, quien colabora
con la gracia, vive en la gracia, muere en la gracia y ha alcanzado el cielo!
Estos son los santos!
debemos hacer un frecuente hábito, para hablar con nuestros «Amigos Celestiales»,
los santos! Entre las muchas bendiciones
que fluyen de hablar a los santos, son las siguientes: paz interior, alegría de
su amistad, el sentimiento de soledad se evapora, tentaciones son vencidas, y
finalmente se renueva la esperanza, de nuestra futura unión con ellos, en el
cielo!
los santos sirven como excelente «Modelos» los cuales son patrón para
seguir, en nuestra vida. Todos nosotros necesitamos ejemplos a seguir! Ninguno
mejor que los santos para que nos muestren el camino, para allanar el camino,
para alentarnos en el camino, para que nos traigan de vuelta, al camino
estrecho que conduce al cielo!
para leer las vidas de los santos, incluso si se lee 5 minutos cada noche antes
de retirarse. Su ejemplo puede estimular
en nosotros superar obstáculos y
concentrarnos en el «Por qué» estamos aquí en la tierra:
«Para conocer a Dios, amar a Dios y servir a Dios en esta vida, para ser
feliz con El, los ángeles y los santos, en el cielo!»
cuales son los tres (o cinco) santos Favoritos? ¿Entonces, «por qué»
son sus santos preferidos? Probablemente porque se puede identificar con ellos,
o el poder de intercesión de ellos, en tu vida, o porque es, el o ella, su patrón (a)! Cultivar una amistad más
profunda con ellos, pero estar dispuestos y listos, para familiarizarse con más
amigos celestiales de Dios!
María, San José, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Ávila, Santa Faustina,
San Juan Bosco, San Juan Vianney, San Antonio María Claret, San Alfonso
Ligorio, Venerable Bruno Lanteri (fundador de los Oblatos de la Virgen María),
mi Ángel de la Guarda, así como los tres Arcángeles, Miguel, Gabriel y
Rafael—todos estos son mis patrones celestiales especiales, quienes yo amo,
imploro su intercesión con frecuencia y definitivamente siento, el poder de sus oraciones! ¿Y tú?
reflexión! La Constitución Dogmática
sobre la Iglesia, de los documentos del Concilio Vaticano II, «Lumen
Gentium», el capítulo v, es una obra maestra real, que se puede leer con
el mayor beneficio. Su título es
«La llamada Universal a la santidad».
Esto significa que, todos nosotros estamos llamados a ser santos, nadie es
excluido! Esta llamada/vocación, proviene de Jesús, «el Santo de los
Santos» en estas claras palabras, en la forma gramatical imperativa:
«Ser Santos como vuestro Padre Celestial es Santo».(MT 5:48). Además,
en una de las Bienaventuranzas, Jesús nos desafía al hambre para una cosa: Santidad! «Dichosos los que tienen hambre y sed
de santidad, ellos, serán saciados.»
(MT 5:6) Un santo moderno, Beata
Madre Teresa de Calcuta reiteró palabras de Jesús, diciendo: «La Santidad
(convertirse en un Santo), no es el privilegio de unos pocos, sino el deber de
todos».