El reloj marca su tictac, el tiempo avanza y no hay marcha atrás. Todos tienen un año más de edad. Cada segundo que pasa es un segundo que nos acercamos más y más a la muerte y al día del juicio. ¡Nadie puede evitarlo!
La encuesta Gallup americana ha dado un nuevo giro a la forma de hacer encuestas, dicen: »Toda persona que vive en este momento, dejará de vivir algún día, algún minuto, algún segundo.» El famoso novelista americano Ernest Hemingway lo expresó con esta precisión: »La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad: por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti.» Otro poeta lo expresó así: »El tiempo apremia»
Este ensayo tocará el tema las personas que viven la época de oro, las personas de la tercera edad. El mensaje es simple – ¿cómo podemos ser una fuente de apoyo para ellos conforme avanzan en edad, sabiduría, gracia y santidad?
LA CULTURA DE LA MUERTE Y EL EVANGELIO DE VIDA. El beato papa Juan Pablo II en su encíclica »El Evangelio de la vida» divide el mundo en dos: los que viven »El Evangelio de la vida» aquellos que están a favor y promueven la vida; y la »cultura de la muerte» que promueve el mal y la muerte. A esto también se le podría denominar modernamente como las dos banderas de san Ignacio – Cristo contra Satanás.
Actualmente, hay un movimiento que tenazmente conspira contra la vida humana y se dedica a arrasar con ella de costa a costa. Con la decisión del al Corte Suprema Roe v. Wade el 22 de enero de 1973, se institucionalizó el aborto en nuestra sociedad y se han matado a bebés inocentes con el apoyo de la ley. En el otro extremo del espectro hay un movimiento popular que también quiere eliminar a los ancianos y enfermos.
EL UTILITARISMO EL utilitarismo es una ideología filosófica y socio económica que mantiene que el valor de la vida humana va en proporción con su capacidad de aportación a la economía. Es más, mantiene que entre más ingresos genere la persona, entre más posee y más acumule, más vale. Tristemente, ¡este falso sistema de valores ha infiltrado y contaminado las mentes de muchos en nuestro país! Por lo tanto la sociedad que acepta esta filosofía quiere deshacerse de los ancianos y enfermos porque considera que son una carga para la sociedad. La cultura norte americana, antepone la belleza, la inteligencia, la fuerza física y la fortuna sobre cualquier otra cosa.
La vida y la enseñanza de Jesús es diametralmente opuesta a esta filosofía. Jesús nació de padres humildes, trabajó como carpintero por muchos años, no tuvo un hogar fijo — »Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» Jesús enseño: ‘‘Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos.»
Dado que esta visión mundial de Jesús es la más noble ¿qué podemos hacer para fomentar el evangelio de vida, en particular en nuestro trato con los ancianos y enfermos? He aquí algunas sugerencias para vivir el Evangelio.
1. ¡VISITE A LOS ANCIANOS! Pida al Espíritu Santo que le de luces para ver quién beneficiaria de su visita. ¡El llamado es en este momento! Visite a un enfermo o anciano, quizás alguien que padezca de alzheimer o parkinson. Quizás esta persona no lo reconozca o le platique la misma historia dos docenas de veces en 20 minutos. Tendrá que dar generosamente de sí mismo, sonría, sea amable, escuche atentamente, sea compasivo y manifieste un interés genuino. Para que su labor sea fructífero, debe tener una visión sobrenatural. Lea y medite Mateo 25:31-46 que es el esquema para las obras de misericordia corporales. »Tuve hambre, sed, estaba desnudo, enfermo…cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.» Este enfermo, este anciano no es cualquiera, ¡es Jesús mismo! La beata madre Teresa de Calcuta una y otra vez decía al mundo: »Debemos ver el rostro de Jesús en el sufriente disfraz de los pobres.»
2. REZE CON Y POR LOS ANCIANOS. No suponga que es ancianito sabe rezar o que reza siempre. La realidad muchas veces lo contrario. En una sociedad materialista, pagana y secular, muchos no saben ni lo básico sobre la oración. Cuán gran obra de caridad es enseñarle a un anciano el arte de la oración, y cómo, simplemente rezando con ellos. Regálele un Rosario, o un manual para rezar el Rosario o la coronilla de la Divina Misericordia. Sea usted el que dirija las oraciones y meditaciones. Este pequeño gesto podría ser el punto que marca el camino a la salvación eterna del alma inmortal de esa persona. En el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos las palabras de san Alfonso María Ligorio que habla de la importancia de la oración: »Quién reza bien se salvará; quién no reza bien se condenará.» ¡Profundas palabras de sabiduría!
3. ¡ENSEÑELES A OFRECER SU SUFRIMIENTO A DIOS Y A NO QUEJARSE! Los ancianos tienen dos características en común, a la enfermedad y la soledad. Tan la enfermedad como la soledad son motivo de sufrimiento, y muchas veces es un sufrimiento fuerte y prolongado. El sufrimiento humano puede hacer a la persona una persona mejor o dejar un amargo rencor. Todo depende en la actitud hacia esta realidad. Una persona que maldice y se queja se transforma fácilmente en una persona amargada, refunfuñona y venenosa! Todos nos hemos topado con una persona así, pero cuidado, ¡porque nosotros también podemos llegar a ser ese viejecito refunfuñón! Porque el refunfuñón es esa persona que no entiende el sufrimiento, no tiene una perspectiva sobrenatural o conoce el valor del sufrimiento. ¡Ve el sufrimiento como una maldición! Pero veamos la otra cara de la moneda. La persona que ha sido instruida en la escuela del Espíritu Santo sabe reconocer que el sufrimiento puede ser fuente infinita frutos. Si el sufrimiento se puede ver a la luz del la pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, si el sufrimiento se une al sufrimiento de Cristo, si el sufrimiento se ofrece y se coloca sobre el altar en el Santo Sacrificio de la Misa, si el sufrimiento se acepta, el sufrimiento tendrá valor positivo y redentor. El sufrimiento les hará una persona mejor y no les dejara un amargo rencor.
CONCLUSIÓN. El »evangelio de la vida» incluye al niño no nacido en el vientre de la madre y al ancianito de 95 años que sufre de alzheimer o parkinson (o quizás ambas) En verdad podemos hacer una gran diferencia en la vida de estas preciosas personas. El tiempo que les queda, ya sean años, meses, días o incluso horas, podría ser el momento cuando ven la gran dignidad que tienen. Es el momento preciso para acercarlos a Dios por medio de la oración. Seamos entonces instrumentos para que vean y reconozcan el valor salvífico que tiene el sufrimiento cuando se une a la cruz de Cristo. ¡Ayudemos para que no sólo crezcan en edad sino también en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres!
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