FROM HUMDRUM TO HOLY
P. ED BROOM, OMV (P. Escobita)
PASAR DE ORDINARIO Y MONOTONO A SANTO EXTRAORDINARIO
“Barriendo” el polvo que nos impide ser santos.
La publicación de mi primer libro tuvo su gran debut – gracias a la editorial Sofia Press – con el titular llamativo: From Humdrum to Holy. La finalidad de esta pequeña y humilde obra fue, es, y será, motivar a todos a salir de una vida rutinaria de mediocridad, tibieza y anemia espiritual y vivir lo que Dios quiere de nosotros – que seamos santos – mejor dicho, ¡grandes santos!
El Libro de Apocalipsis contiene uno de los pasajes de carácter más desafiant, incluso podríamos decir, severo y aterrador. El leer y reflexionar sobre este pasaje debería motivarnos a salir del lodazal de la pereza y desidia, debería despertar en nosotros un gran anhelo de llegar a ser santos, como es santo nuestro Padre Celestial. Consideremos con espíritu de oración este pasaje que es una exhortación a la Iglesia de Laodicea:
“Esto es lo que dice el amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios. Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente. Pero porque eres tibio, y no eres ni frío ni caliente, te voy a vomitar de mi boca.” (Ap 3, 14-16)
En este ensayo, me gustaría abordar nuevamente el importante tema del llamado universal a la santidad y ofrecer cinco vías cortas, claras y prácticas para pasar de cristianos ordinarios a cristianos extraordinarios y santos, para pasar de una vida de tristeza y mediocridad y anémica a una vida imbuida de un ardiente deseo de implementar imperativo de Jesús el Santo de santos: “Sed santos como vuestro Padre celestial es santo” (Mt 5,48)
MENSAJE ESENCIAL. Con la mirada fija en Jesucristo nuestro Señor y Salvador, abordemos esta reflexion conociendo a los amigos de Jesús – los santos. Ellos son el prisma de su amor, ellos siguieron sus pasos y ahora son deslumbrantes ejemplos de virtud y estrellas luminosas en el firmamento del cielo.
1. LOS HOMBRES Y MUJERES SANTOS NO SIEMPRE FUERON SANTOS, PRIMERO PECADORES Y LUEGO SANTOS. Cuando era niño pensaba equivocadamente que los santos nacían santos, creía que no tenían pruebas ni tentaciones, ni pecaban como todos los demás, incluso pensaba que no tenían necesidad de ir al baño o hacer cosas cotidianas como ducharse. Esta noción errónea e infantil se disipó en el aire después de leer las vidas de los santos. Mencionaremos a algunos santos que eran notoriamente pecadores: María Magdalena, el buen ladrón, san Agustín, san Ignacio de Loyola, Margarita de Cortona (conocida como la segunda Magdalena), Camilo de Lelis, y san Pedro (su triple negación). Todos ejecutaron los efectos del pecado original al cometer cuantiosos pecados. No obstante, el amor de Dios llegó a su encuentro, los conquistó y los convirtió en grandes amigos – santos – de Dios. Estos hombres y mujeres fueron grandes pecadores, pero llegaron a ser santos y nos dan esperanza de que tu y yo lo podemos lograr! ¡Somos pecadores, llamados a ser santos! Jesús dijo a Santa Faustina Kowalska – Diario de la Divina Misericordia en mi alma – “Que los más grandes pecadores pongan su confianza en Mi…Los mayores pecadores podrían convertirse en grandes santos si confían en mi misericordia.” ¡Pongamos toda nuestra confianza en la infinita misericordia!
2. LOS SANTOS, DESPUES DE CAER PONIAN MAYOR EMPEÑO EN VOLVER A DIOS. No es que los santos hayan vivido una vida libre de pecado, pero sí podríamos destacar un común denominador o podríamos llamarle, un sello distintivo entre ellos. Y es este, si caían en pecado, no se quedaban perdidos inmóviles en él, mas bien regresaban a Dios con mayor empeño, y esta es la clave para lograr la santidad: si caemos, no nos quedemos en el lodo revolcándonos en le fango, más bien humildemente reconozcamos que hemos caído, y volvamos a Dios; si le parece esta analogía, seamos como una pelota que cae y rebota inmediatamente. El Padre fundador de los Oblatos de la Virgen María nos anima con esta frase en latín – “Nunc Coepi” – que significa, “ahora comienzo”. En el sentido moral, después de una caída, el arrepentimiento y el regreso a Dios, este es el ejemplo que nos presenta la Sagrada Escritura en la parábola del Hijo Prodigo. Al regresar a la casa del Padre, comenzamos una nueva existencia, una nueva vida en la vida de gracia. Jesús comunicó a santa Faustina que el pecado más grande es no confiar en la misericordia de Dios. Aunque caigamos, podemos regresar a Dios, podemos confiar plenamente en el amor y la misericordia de nuestro Padre Celestial. San Pablo en la carta a los Romanos dice: “Donde abunda el pecado, sobreabunda la misericordia de Dios” (Ro 5, 20)
3. CON UNA PEQUEÑA AYUDA DE MIS AMIGOS. Estas palabras – con una pequeña ayuda de mis amigos – esta frase tiene su origen en una canción muy conocida de los Beatles, por qué aplicarlas a la ayuda que nos pueden brindar los santos que ahora están gozando del cielo. Los santos de verdad son nuestros amigos, y podemos contar con su poderosa intercesión ya que ahora están en el cielo con Dios, alabando y adorándolo por toda la eternidad, pero igual tienen una presencia activa y real en el mundo y nuestra vida. Es importante solicitar siempre la intercesión de los santos que ellos gozan cuando pedimos su intercesión y por así decirlo, los “mantenemos ocupados”. Formemos el buen habito de rezar a ellos habitual y constantemente y recurrir a los amigos de Dios en nuestras necesidades. ¿Acaso no sabemos que los santos nos aman y nos aman más cuando los recordamos y pedimos su ayuda? No demoremos más, ¡pidamos siempre a nuestros amigos su ayuda!
4. CONOCER, SEGUIR, IMITAR. – Debemos conocer quienes fueron estos nobles hombres y mujeres de Dios. ¿Quieres saber cómo? ¡Simplemente leyendo! Lee las vidas de los santos, podrías incluso preguntar a tu guía o director espiritual. Lo importante es conocer las vidas de los santos por medio de la lectura para conocerlos y emprender una entrañable amistad con ellos. Conforme leamos más, y conozcamos más, más los admiraremos y emprenderemos un dialogo con ellos, y más los amaremos como amigos e intercesores. El Catecismo de la Iglesia Católica dice que los santos nos pueden ayudar de dos formas, una, con su poder de intercesión ante el trono de Dios, y, dos, sus vidas nos sirven para motivarnos a querer imitar sus virtudes. Todos necesitamos modelos, ¡que mejor modelo que las vidas de los santos de Dios!
5. CELEBRAR CON ORACION, GOZO Y COMUNION. – Otra manera de celebra la vida de los santos es acudir a la santa Misa el día en que la iglesia celebra la fiesta de uno de los santos. Podrías incluso cada semana ver el almanaque y ver que santos se celebran esa semana, y luego, ir a Misa y participe plena, activa y conscientemente en la santa Misa. Recibirás muchas gracias al comulgar si tu alma está bien dispuesta y si comulgas en honor a los santos. ¡Ruega a Nuestro Señor y a su Madre Santísima que te hagan un gran santo! Que María santísima, Reina del cielo y de la tierra, Reina de los ángeles y de los santos, obtenga para todos nosotros un ardiente deseo de vivir cada día el imperativo divino: “Sean santos, como es es santo vuestro Padre celestial”. (Mt 5, 48) Sacudamos el polvo y barramos nuestra alma de todo escombro de tibieza y mediocridad, luchemos por mantener viva la llama de amor del Espíritu Santo que guardaban celosamente los santos para así prender este fuego divino en todo el mundo. Pongamos en practica las palabras de san Ignacio a san Francisco Xavier: “Ve y prende fuego al mundo entero”.
El padre Ed Broom, OMV (Oblato de la Virgen María), conocido también como Padre Escobita, fue ordenado sacerdote por san Juan Pablo II en 1986. Es asistente del párroco en la Iglesia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens (California). Allí imparte retiros, da los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, organiza y dirige su propio programa de radio y televisión en Guadalupe Radio –Barriendo Conciencias.