Al recibir el sacramento del Bautismo, nuestra alma recibe dones extraordinarios, entre ellos, las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. Estas virtudes, semillas sembradas en el terreno de nuestra alma, deben cultivarse con esmero, porque de lo contrario, la cizaña empieza a crecer y a sofocar la semilla y acaba por matarla.
La esperanza es una de las virtudes más atacadas en la sociedad moderna. El Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una magnífica descripción de esta virtud teologal:
La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hb 10, 23) “El Espíritu Santo que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna” (CIC #1817)
Meditemos estas palabras inspiradas, fuente de riqueza y de aliento, imbuidas de esperanza y ungidas por el Espíritu Santo. Presentaremos diez temas para su meditación…
- DIOS CON NOSOTROS. Dios está con nosotros; Dios nos ha dado la victoria. San Pablo dice con elocuencia alentadora: “Si Dios con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?; el salmista dice “Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra” y el salmo más conocido, salmo 23, igual nos consuela: “El Señor es mi pastor, nada me falta.”
- EL PODER DE LA ORACIÓN; LA ORACIÓN FUENTE DE ESPERANZA Y FUERZA. Cuando los israelitas lucharon contra los amalecitas, Moisés subió a la cima de la montaña para ver la batalla, y desde lo alto del monte, oraba con sus manos en alto. El ejército ganaba la batalla mientras Moisés mantenía sus brazaos en alto, pero cuando las bajaba por su cansancio, dominaban los amelecitas. Dice la Palabra de Dios: “Y como a Moisés se le cansaban los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo; Moisés se sentó en ella, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. De esta manera los brazos de Moisés permanecieron levantados hasta la puesta del sol, y Josué derrotó al ejército de los amalecitas a filo de espada. (Ex 17, 11-13) Esta acción lograron su meta, la victoria de de los Isrealitas! ¿A qué conclusión podemos llegar? ¡Nuestra esperanza y nuestra fuerza está en una ferviente y dinámica vida de oración!
- SI CAES, NO TE QUEDES POSTRADO… ¡LEVÁNTATE! Solo Dios es perfecto; las Sagradas Escrituras dicen: “Siete veces cae el justo.” El mayor problema no es tanto la caída del hombre, sino en su resistencia, su falta de voluntad para levantarse. San Junípero Serra, fiel y celoso misionero que evangelizó incansablemente y fue canonizado recientemente dijo: “Siempre adelante, siempre adelante, y nunca atrás…”
- ¡PASAJE BÍBLICO POR EXCELENCIA! Lucas 15 es el que mejor expresa el sentido de lo que esa idea y lo hace en palabras muy sencillas de comprender; es la parábola del Hijo Prodigo, o si prefiere, la parábola del Padre Misericordioso. Esta parábola nos deja ver que a pesar de nuestras fallas, ahí están los brazos amorosos de Nuestro Padre Celestial para abrazarnos y levantarnos. San Pablo nos esclarece esta verdad con estas palabras alentadoras: “Donde abunda el pecado, sobreabunda la misericordia de Dios.”
- LOS SANTOS, NUESTROS ANIMADORES ESPIRITUALES. El mundo actual se caracteriza por por una soledad aplastante. Aunqe millones viven en las grandes ciudades, el número de ellos sufre de soledad, carecen de amigos o de alguien que les tienda la mano. Pero no estamos solos, porque pertenecemos a la Iglesia, a una gran familia. La Iglesia se compone de tres partes, la Iglesia Purgante, las benditas almas del purgatorio; la Iglesia Militante, la componen los que luchan en su camino al cielo; y la Iglesia Triunfante de Cristo en el Cielo a quien llamamos – los santos. Es este tercer grupo, los santos, quienes son nuestros animadores, nos alientan y animan; su intercesión, su ejemplo y su amor a Dios son siempre un constante recordatorio de que no estamos solos en la batalla, tenemos la compañía de los poderosos amigos de Dios. Esta realidad debería llenarnos de esperanza y añoranza de llegar al cielo!
- DIVINA MISERICORDIA. Otro rayo luminoso que rompe las tinieblas y es abrigo de esperanza es la doctrina dada y enseñada por Jesús a santa Faustina Kowalska. Dios la escogió para transmitir el mensaje de la Divina Misericordia a todo el mundo. Santa Faustina fue la primera santa canonizada en el nuevo milenio por san Juan Pablo II en el año 2000. El mensaje es consolador y se dirige a todo hombre: La misericordia es el atributo principal, supremo y más calificativo de Dios. ¿Qué es la misericordia? Es el amor ilimitado y desbordante de Dios perdonando al pecador; hasta el más grande pecador puede llegar a ser el más grande santo si tan solo CONFÍA en la misericordia infinita de Dios. Roguemos sin cesar, ¡JESÚS EN TI CONFIO!
- LA SANTA MISA Y LA SAGRADA COMUNION. Dios deja brillar sobre nosotros sus dones y bendiciones como rayos del sol del medio día. Entre ellos, el Don de dones es Jesús mismo en la Sagrada Eucaristía. Jesús está presente en la Misa y en la Eucaristía “verdadera, real y sustancialmente”. ¡Qué don! Cada día, en cada misa Jesús el Hijo de Dios nace en las manos del sacerdote como sol de la mañana; Jesús el “Pan de vida” baja al fondo de nuestro corazón cuando recibimos la santa Comunión. Teniendo esta realidad ante los ojos debería llenarnos de gozo y esperanza en esta vida y el la vida por venir con Jesús. La promesa de Cristo está llena de esperanza: “Yo soy el Pan de vida, el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. (Jn 6) La misa diaria y la comunión es la fuente de nuestra esperanza de la vida eterna!
- LOS BUENOS SAMARITANOS EN EL SENDERO DE LA VIDA. Dios en su infinita bondad nos manda a buenos samaritanos, ¡que poderosa fuente de esperanza! Vuelva a fijarse en momentos anteriores de su vida en espíritu de oración, y reconozca las veces que Dios en su divina providencia le mandó un buen samaritano justo cuando la barca de su vida está por sumergirse. Nuestro Dios no es un dios lejano, impersonal o ajeno a nosotros, el caso es nuestro Dios se encarnó, se hizo hombre justamente para salvarnos, para estar con nosotros, para que pudiésemos sentir su cercanía. Dios nos manda incesantemente, pequeños recordatorios de su presencia a través de los Buenos Samaritanos que nos ayudan a llevar nuestra carga y nos conducen a un lugar seguro. Reconociendo el bien que nos han hecho, debemos también ser buenos samaritanos para otros y hacer el bien.
- EL TENUE REFLEJO DEL CIELO ANTE NUESTROS OJOS. Para robustecer la virtud de la esperanza, debemos comprender más profundamente y no perder jamás de vista que nuestro destino eterno es ante todo es el cielo! Jesús promete: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros (Jn 14, 2-3) ¡En la casa de Dios hay un lugar especial preparado para ti y para mi! La vida es muy corta, así nos lo recuerda el salmista: “El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más. (Salmo 103, 15) “Tengamos por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro 8, 18) Pidamos a Dios que logremos entender esta recompensa, así nos dice San Pablo: “Ni ojo vio, ni oído oyó, ni pasó al hombre por pensamiento cuales cosas tiene Dios preparadas para aquellos que le aman.” (1 Cor 2: 9) Examina dice san Agustín lo que es la eternidad; la vida en comparación con la eternidad es un abrir y cerrar de ojos; qué efímera es nuestra la vida!
- LA VIRGEN MARÍA: NUESTRA VIDA, DULZURA Y ESPERANZA. San Bernardo, el doctor melífluo, gran enamorado de la Virgen María le dedicó a una hermosa poesía, Stella Maris, en donde maravillosamente presenta nuestra vida una barca pequeña y frágil en medio del mar tempuestuoso de la vida; el capitán está en le timón de la nave con la mirada fija el la estrella que brilla en el firmamento que le conducirá a la orilla del mar en medio de la oscuridad; la Estrella del mar conducirá a todos al puerto de salvación. El llamado es para todos, fijemos nuestra mirada en Nuestra Señora, Stella Maris, que por medio de su poderosa presencia llegaremos salvos al puerto de salvación. Por lo tanto, queridos amigos de Jesús y María, aferrémonos a la virtud de la ESPERANZA. Dios está con nosotros, la vida es dura, pero dura poco, y el cielo es para siempre. Imploremos a Nuestra Señora que nos colme de esperanza: “Dios te salve, Reina y Madre, madre de misericordia, vida y dulzura, esperanza nuestra…”
El padre Ed Broom, OMV (Oblato de la Virgen María), conocido también como Padre Escobita, fue ordenado sacerdote por san Juan Pablo II en 1986. Es asistente del párroco en la Iglesia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens (California). Allí imparte retiros, da los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, organiza y dirige su propio programa de radio y televisión en Guadalupe Radio –Barriendo Conciencias.