Todos fuimos creados para el cielo; es nuestro destino, deberíamos añorarlo con todas nuestras fuerzas. Para llegar al cielo podemos hacer pequeños o heroicos sacrificios, podemos hacer novenas, podemos hacer un peregrinaje a un santuario o lugar sagrado – un viaje a veces arduo y peligroso -podemos ayunar, dejar de comer carne los días viernes o incluso los miércoles, podemos privarnos de caramelos, panecillos o dejar de ver nuestro programa de favorito, o, podemos tomar duchas de agua fría. Todas estas prácticas hechas por amor a Dios claro que nos ayudan en nuestra búsqueda de la santidad y son un paso en nuestro camino al cielo. Pero hay algo más grande que todos estos nobles esfuerzos. Este ‘algo’ es una Persona! ¡El camino recto y seguro a la santidad, a la verdadera felicidad y a la dicha celestial es el encuentro con Jesús Eucaristía! La finalidad de esta reflexión es prender fuego a nuestros corazones; para que cuando recibamos a Jesús Eucaristía, lo recibamos con ¡fervor, viva fe y amor!
No cabe la menor duda, el gesto más grande que podemos hacer en esta vida es recibir a Jesús el Hijo de Dios y el Pan de Vida en el Sacramento de la Santa Eucaristía. Podemos, sin embargo, recibirlo con variadas disposiciones del corazón; podemos recibirlo pobremente, distraídos, con poco amor y poco fervor, sin disponer nuestro corazón antes de comulgar, sin hacer nuestro acción de gracias después de comulgar, de forma mediocre y con tibieza, o peor aún, podríamos hacer una comunión sacrílega, que significa recibir a Jesús estando en pecado mortal.
El objetivo de este breve ensayo es evitar precisamente lo antedicho, y suscitar en nosotros fuego y amor por Jesús Eucaristía. Nuestro mayor anhelo debería ser recibir a Jesús cada vez hasta llegar al cielo.
Dicho esto, ofreceremos diez sugerencias prácticas para que podamos mejorar nuestras comuniones, de esta manera tomaremos grandes pasos en el camino de la santidad para un día llegar a la patria celestial – el CIELO!
Fe. Primeramente, fortalezcamos y reafirmemos nuestra fe en la verdadera presencia de Cristo en la Eucaristía; si no cultivamos y cuidamos nuestra fe en el misterio más grande de nuestra fe, la podemos perder. Por lo tanto, hagamos esta nuestra oración: ¡SEÑOR, FORTALECE MI FE!
Confesión sacramental como medio para alcanzar la pureza. Nuestra alma es como un cristal que fácilmente se empaña; el pecado mancha nuestra alma. Los santos y la Iglesia nos enseñan que mientras más limpia y pura esté el alma, más abundantes son las gracias que se reciben con la Santa Comunión. Jesús es el Dulce Huésped del alma! Así como ordenamos y limpiamos nuestra casa antes de recibir a un huésped, debemos “limpiar” la morada donde Jesús se alojará – nuestra ALMA! Hagamos una buena confesión!
Llega temprano a Misa. Dudo que vayamos tarde a ver una película, o al último juego de la Serie Mundial, o a nuestra ceremonia de graduación o a una cara y exquisita cena en un costoso restaurante. ¿No deberíamos entonces llegar temprano para recibir al Rey de Reyes y Señor de Señores? ¿Qué piensa? Llegar tarde a Misa perturba a los demás, perturba al sacerdote y disminuye nuestra propia participación en la Misa. Lleguemos por lo menos 10 minutos antes que comience la Misa, para sacudir el polvo de nuestro corazón y nuestra mente y para entrar en recogimiento y en un clima espiritual
Vestir modestamente. Nuestra manera de vestir demuestra la compresión que tenemos del evangelio! debemos vestir según nuestra dignidad: ¡somos hijos e hijas de Dios, embajadores de Cristo! Esto tiene que decirse claramente porque el mundo actual en el que vivimos lo ha olvidado y lo ignora por la ola del paganismo que la azota. Jesús te invita a prepararte para entrar a su casa; vístete de manera recatada, que reflejes modestia y pudor, recuerda, estas entrando a la casa de Dios, un Dios tres veces santo. Nuestro vestir dice quienes somos, a quién representamos y a quién recibimos en la Santa Comunión.
Ofrece tus propias intenciones. En las parroquias donde se celebra el Santo Sacrifio de la Misa, el sacerdote celebrante ofrece la celebración de la Santa Misa por intenciones particulares: tanto por los vivos, como por la salvación eterna de los difuntos. Sin embargo, este hecho no impide que ofrezcamos nosotros nuestras intenciones personales. Estas intenciones pueden ser inumerables. ¿Por qué o por quienes podemos ofrecer intenciones? Sugiero que hagan tres:
- Por las animas del purgatorio. El que ofrece sacrificios, oraciones o limosna por las ánimas del purgatorio no se equivoca, especialmente si ofrece una Misa por ellas, incluso por las animas más necesitadas. La alma que está en el purgatorio se ha salvado, pero todo rastro de pecado que no se expió en vida debe ser purificado antes de su entrada al cielo. Dios en la economía de la salvación, hace uso de nuestras oraciones, Misas, intenciones y Santa Comunión aprovechan a las almas para que lleguen a una amor perfecto y llegar al cielo.
- La conversión de los pecadores. En el aparición de Fátima y Lourdes, Nuestra Señora da un angustioso llamamiento a la conversión; Nuestra Señora pide que hagamos sacrificios por la conversión de los pecadores. No cabe la menor duda, el sacrificio más grande que podemos ofrecer es el Santo Sacrificio de la Misa y la Santa Comunión por la salvación eterna de los pecadores.
- Nuestra propia conversión. La primera persona en nuestra lista de pecadores debe ser – nosotros mismos! Cada uno de nosotros tenemos la extrema necesidad de conversión. En cierto sentido, cada vez que recibimos la Sagrada Coumunión – el Cuerpo, Sangre Alma y Divinidad de Jesús – podemos verdaderamente recibir un TRANSPLANTE DE CORAZON. En cada Santa Comunión recibimos el Cristo total, y esto incluye su Santísimo Corazón! Que cada vez que recibamos la Santa Eucaristía nuestro corazón se transforme al Sagrado Corazón de Jesús.
Recepción de la Santa Comunión. ¡Qué importante es la manera en que recibimos el Sacramento de la Santa Eucaristía! Exteriormente, nuestro cuerpo debe reflejar la más grande reverencia: las manos juntas, antes de comulgar hacer un acto de reverencia. Pero aun más importante y clave para recibir a Jesús Eucaristía con fuego y fervor es implorar a Nuestra Señora que nos dé su Inmaculado Corazón para que recibamos a su Hijo Jesucristo con gran fe, amor, fervor y devoción. Porque ¡nadie recibió a Jesús con mayor amor que su Santísima Madre!
Por último, pero no menos importante, una palabra sobre la importancia de la ACCION DE GRACIAS después de recibir la Santa Comunión. Los momentos, los minutos después de recibir a Jesús Eucaristía son los momentos más importantes de nuestras vidas! Es el momento cuando tenemos al Creador de todo el universo en lo más hondo de nuestro corazón y alma! Debemos aprovechar estos más íntimos momentos para dar gracias Jesús por la Eucaristía. Cerremos los ojos y digamos a Jesús cuanto lo amamos. Implorémosle y pidamos lo que necesitamos. O podemos pedirle perdón por las veces que le hemos fallado. Finalmente, podíamos con sencillez decirle al Señor todo lo que está en nuestra mente: nuestros temores e inseguridades, nuestros planes y proyectos e implorar su bendición. El Beato Papa Pablo VI, en su Exhortación Apostólica – Marialus Cultus – afirmó que una excelente manera de expresar nuestro agradecimiento a Dios es rezar el Santo Rosario.
El padre Ed Broom, OMV (Oblato de la Virgen María), conocido también como Padre Escobita, fue ordenado sacerdote por san Juan Pablo II en 1986. Es asistente del párroco en la Iglesia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens (California). Allí imparte retiros, da los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, organiza y dirige su propio programa de radio y televisión en Guadalupe Radio –Barriendo Conciencias, y da un curso de preparación a los fieles en diversas parroquias de la archidiócesis de Los Ángeles para la Consagración total a Jesús mediante María. Para leer artículos o escuchar audios en inglés o en español, por favor vaya a www.fatherbroom.com