Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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Jul 19 2017

MANERAS DE AYUDAR A LOS POBRES | PAPA FRANCISCO


Padre Ed Broom, Oblato de la Virgen María, es vice-párroco en la parroquia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens, California. Para leer artículos o escuchar audios en inglés o español, por favor vaya a www.fatherbroom.com

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Jul 02 2017

HAY QUE AYUDAR A LOS POBRES | PAPA FRANCISCO

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Jun 08 2017

PAPA FRANCISCO: COMUNIDAD Y CARIDAD

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Dic 05 2016

SAN MARTIN | MISA | HOMILIA

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San Martin

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Sep 08 2014

LA SANTIDAD ES LA CONSTANCIA EN EL AMOR Y EN LAS COSAS PEQUEÑAS

Desde la entrada del templo Jesús veía cómo depositaban monedas en la caja. Pero lo que le cautivó no fueron los ricos con sus grandes sumas de dinero. Ellos sólo deseaban ser vistos y alabados por su ostentosidad. Jesús mas bien vio con gran amor y aprobación a una viuda que depositó sólo unas cuantas monedas. ¿Por qué? No por el valor de la ofrenda, sino porque Jesús veía el corazón de esta viuda. Ella estaba dando todo lo que tenía para vivir. El mensaje es el siguiente: El hombre ve y juzga según las apariencias, pero Jesús ve los movimientos del corazón. Muchas veces lo que el mundo considera digno de alabanza, Jesús desprecia. Y lo que el mundo considera insignificante, Jesús aprueba y alaba.

Podemos tomar el ‟caminito” de santa Teresita para llegar a la santidad. Porque la santidad no depende en fenómenos extraordinarios sino en la intensidad del amor que acompaña la obra.

O sea, el secreto de la santidad se basa en «hacer de manera extraordinaria las cosas
más ordinarias.»  ¡Este es el secreto! Santa Teresita solía decir:‟Recoger una paja o un alfiler por amor a Dios y salvar un alma.”  Meramente, el acto de recoger un alfiler no es gran cosa. Pero si se hace con la intención de agradar a Dios y pureza de intención entonces ante los ojos de Dios tiene un valor infinito.

La mayoría de nosotros no estamos involucrados en empresas monumentales o iniciativas gigantescas que saldrán en la portada de los diarios. Mas bien, hacemos cosas ordinarias todos los días. Pero estas mismas cosas pueden tener un valor infinito si tan solo las ofrecemos a Dios.

UNA AMA DE CASA.  Generalmente no llegamos a saber de los quehaceres de una ama de casa en el noticiero de las 6:00.  Su rutina gloriosa y quehaceres cotidianos son: barrer, trapear, sacar la basura, ir por el mandado, preparar o servir los alimentos y limpiar la loza después la cena.  Pero para quién lo hace quejándose y con el ceño fruncido, su trabajo no tiene mérito ante Dios, más bien se reduce a nada.


Ahora, si al despertar ella hace su ofrecimiento del día y ofrece todo a Jesús por medio del Inmaculado Corazón de María entonces todo lo que hace será agradable a Dios. Su trabajo la santificará, santificará a su familia, se salvarán almas y su trabajo tendrá gran valor.

Dos cosas son necesarias para que el trabajo cotidiano tenga este valor infinito. Primero, hagamos todo por medio de la poderosa intercesión de María quien es la ‟Obra Maestra de la creación” y segundo, unamos nuestras obras al Santo Sacrificio de la Misa.

Primero, es importante llegar a Jesús por la intercesión de la Santísima Virgen María.  María es el camino más rápido, más fácil y más seguro para llegar al Sagrado Corazón de Jesús.  San Luis de Montfort nos pinta esta imagen.  Hay un hombre pobre que quiere darle al Rey una manzana magullada.  Pero no hay forma de acercarse al Rey; y el Rey nunca aceptará esa manzana, sabiendo en qué condiciones está.  Pero este hombre, conoce a la Reina y la Reina tiene un tierno afecto por él.  La Reina toma la manzana, la corre bajo el agua, la limpia, le saca brillo y la coloca sobre una bandeja de oro con una hermosa rosa roja.  El Rey, quien ama a la Reina, gustosamente recibe la manzana, no tanto por la manzana sino por quién se la da, su hermosa esposa, ¡la Reina!

Lo mismo sucede con nosotros. La manzana magullada son nuestros obras. Todo lo que hacemos por bueno que sea, lo contaminamos con nuestro orgullo, nuestro amor propio y nuestro egoísmo. Pero, si entregamos todo nuestro ser y nuestras obras a Jesús por manos de la Reina, entonces el Jesús el Rey de reyes y Señor de señores no lo rechazará.  María enoblece y santifica hasta las cosas más pequeñas.

Dos, debemos unir todo lo que hacemos y todas nuestras intenciones a Jesús en el Santo Sacrificio de la Misa.  Cada Santa Misa celebrada tiene un valor infinito.  ¿Por qué?  Porque Jesús se ofrece a Si mismo como Víctima como propiciación por nuestros pecados al Padre Eterno.  El Padre ve a su Hijo y dice: ‟Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”  ¡El Padre no podrá negar nada a su Hijo!

Ahora, ¿cómo podemos aplicar este principio de lo místico a lo práctico?  ¡No es difícil !  Cuando vayamos a Misa, lleguemos por lo menos 15 minutos antes de que comienzo.

Abramos nuestro corazón y confiemos en el amor de Jesus por el Padre, el amor de Jesús por mi y por ti y por el mundo entero.  Antes de que comience  la Misa, pongamos como ofrenda sobre el altar, todo lo que somos, absolutamente todo, sin quedarnos con nada: lo que hicimos este día, nuestro trabajo de casa, nuestro trabajo en la cocina, las discusiones con los hijos, las luchas con el marido o la esposa, los temores, las incertidumbres del presente, el dolor de cabeza y las lagunas mentales.  ¡Absolutamente TODO!

La clave es colocar todo sobre el altar antes de que comience la Santa Misa.  Ofrezcamos todo nuestro ser, todo lo que somos, todo lo que hacemos al Padre Eterno.  No desperdiciemos ni un solo instante, entreguemos a nuestra familia y a nuestros seres queridos porque Jesús así lo desea. Para Jesús todo es importante, nada pasa desapercibido. Él conoce cuantos cabellos tenemos en la cabeza. Es verdad, Jesús cuida de todo el mundo, ¡pero Jesús cuida especialmente de TI!

Así, en el Santo Sacrificio de la Misa, especialmente en la Consagración del Cuerpo y Sangre de Cristo, hemos colocado todo sobre el altar, y cuando el sacerdote eleva la Hostia al trono de Dios, nos eleva también a nosotros. El Padre Eterno nos ve por medio de su Hijo amado en quien tiene todas sus complacencias. ¡Y el Padre Eterno no negará nada a su HIJO!

Pero el momento en que recibimos la Santa Comunión es el momento más importante.  Es en ese momento que recibimos a Jesús en el fondo de nuestra alma.  Si comulgamos con la debida disposición interior y un corazón lleno de amor por Jesús recibiremos una abundancia de gracias.  Las cosas pequeñas que hacemos tendrán un valor infinito porque se las hemos ofrecido al Padre Eterno mediante el Corazón amoroso de Jesús.

Aprendamos el arte de la santidad. No se trata de grandes obras sino de la pureza de la intención que las acompaña.  Ofrezcamos a Dios todo nuestro ser mediante el puro e Inmaculado corazón de María y Jesús la Víctima sin mancha que se ofrece a Dios en el Santo Sacrificio de la Misa.



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