Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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Nov 20 2021

LECTURAS DEL DIA | 20 DE NOVIEMBRE 2021

Sábado de la XXXIII semana del Tiempo ordinario

«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)    

SÁBADO 20 DE NOVIEMBRE Lc. 20, 27-40 «Los que son considerados dignos de llegar a la edad venidera y a la resurrección de los muertos no se casan ni se dan en matrimonio. Ya no pueden morir, porque son como ángeles, y son los hijos de Dios porque son los que resucitarán».

Jesús dice: «Los que son considerados dignos de llegar a la edad venidera y a la resurrección de los muertos ni se casan ni se dan en matrimonio.» En el cielo no habrá matrimonio. Prometemos en nuestros votos matrimoniales «…hasta que la muerte nos separe». 

Por tanto, esforcémonos en ser dignos para «alcanzar la edad venidera» que es el cielo, donde todos seremos los hijos amados de Dios.

En esta meditación, el P. Ed comienza con las cinco «M» para alcanzar la santidad y termina con una exposición sobre cómo nuestra Santísima Madre María las vivió al máximo y cómo puede ayudarnos en nuestros esfuerzos por vivirlas bien.

MEDITACIÓN, MISA, MISIÓN, MARÍA! por el P. Ed Broom, OMV

Si puedes esforzarte por vivir estas cinco «Ms» en tu vida, sin duda, estás en el camino de la santidad. Las cinco «Ms»: Meditación, Misa, Misericordia, Misión y María.

En nuestra breve exposición nos esforzaremos por ofrecer una breve explicación de todas y cada una de las letras que empiezan por M, ¡un acrónimo de cinco letras! Fácil de recordar: Meditación, Misa, Misericordia, Misión y María. Preparados, listos, ¡Vamos!

1. MEDITACIÓN… 

Como seguidores de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, una cualidad o aspecto indispensable de nuestro seguimiento del Señor es el de la MEDITACIÓN diaria. En el Padre Nuestro, rezamos: «Danos hoy nuestro pan de cada día…»  Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, el demonio tentó a Jesús, que tenía hambre, a convertir las piedras en pan. Jesús respondió a esta tentación citando el Antiguo Testamento: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». (Deut. 8:3) 

Jesús hizo hincapié en las prioridades adecuadas o en la jerarquía de valores que debemos adoptar. El pan de la Palabra de Dios que alimenta la mente prevalece sobre el pan físico que sostiene el cuerpo. El pan físico termina en el estómago para ser digerido; el Pan de la Palabra de Dios en la mente para ser absorbido en la Verdad. Hagamos un esfuerzo concertado y una determinación decidida de encontrar tiempo diariamente para meditar en la Palabra de Dios. Si es posible, sigamos la invitación del Venerable Arzobispo Fulton J. Sheen: «¡Hacer la Hora del Poder!». La meditación diaria de la Palabra de Dios comunicará a tu persona luz, paz, alegría y una aguda conciencia de que el Señor camina contigo en el transcurso del día. «El Señor es mi Pastor, nada me faltará». (Salmo 23:1)

2. MISA…                                                                                            

Bajo el firmamento del cielo, mientras viajamos como peregrinos hacia nuestra patria eterna que es el Cielo, no hay mayor oración en la tierra que el Santo Sacrificio de la Misa. Es el arco iris divino que conecta el Cielo con la tierra. Es la cruz de Cristo que nos conecta con el Padre Celestial. Es la renovación del Sacrificio del Calvario. Jesús ofrece su Preciosa Sangre y sus cinco llagas al Padre Eterno para la salvación del mundo entero. En cada Santo Sacrificio de la Misa se realiza todo el Misterio Pascual. Es decir, en cada Santa Misa lo que sucede, de manera mística e invisible pero muy real, es el Sacrificio del Calvario, la Pasión y la muerte, pero también la Resurrección de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

En la medida de lo posible y según las circunstancias de nuestra vida y nuestra vocación específica, debemos esforzarnos por asistir y participar en la Santa Misa, de forma plena, activa y consciente. Si estamos en estado de gracia santificante, debemos tener hambre de la Eucaristía, el Pan de la vida. «Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así mi alma te anhela a ti, Señor». (Salmo 41:1) La recepción ferviente, frecuente y llena de fe de la Sagrada Comunión es el acto más grande que una persona humana puede llevar a cabo a este lado del Cielo. Nuestra santificación y salvación, así como la del mundo en general, depende de la Santa Misa y de las santas comuniones fervorosas. ¡Aprovechemos ahora mismo esta reserva infinita de gracia!

3. MISERICORDIA… ¿Qué es la MISERICORDIA? 

Es nada menos que el Amor Infinito de Dios que perdona al pecador. Según Santa Faustina, el Papa Juan Pablo II y el Doctor Angélico, Santo Tomás de Aquino, la Misericordia es el mayor atributo o virtud del Sagrado Corazón de Jesús. A menudo, un gran obstáculo en nuestro camino hacia la santidad es un cierto orgullo o resentimiento, disfrazado de falta de perdón. A menudo, casi sin darnos cuenta, nos aferramos a resentimientos en los que no hemos perdonado plenamente a alguien. Esto sirve como una verdadera barrera y obstáculo en nuestro itinerario hacia la santidad. Incluso puede ser que nos aferremos a un resentimiento o rencor contra Dios por algo que Él ha permitido que ocurra en nuestras vidas. O tal vez alguna persona nos hirió, y no hemos perdonado plenamente a esa persona. Tal vez hemos fallado de una manera u otra y no estamos dispuestos a perdonarnos a nosotros mismos y a buscar el perdón de Dios a través del Sacramento de la Confesión. Cuando realmente aprendemos a perdonar, liberamos al cautivo; ¡y ese cautivo es nuestro propio y miserable yo!

4. MISIÓN… 

Desde el Bautismo, todos estamos llamados a ser verdaderos misioneros. Ungidos como sacerdote, profeta y rey, el sacramento del Bautismo nos dota de una triple misión. Como personas sacerdotales ofrecemos sacrificios por nuestros pecados y los del mundo entero. Como reyes aprendemos a servir como nos enseña Jesús: «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos». (Mt. 20: 28) Luego, como profetas, todos estamos llamados a predicar y difundir la Palabra de Dios con la palabra y el ejemplo. Además, las últimas palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo son: «Id al mundo entero y enseñadles todo lo que yo os he enseñado. Bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y he aquí que yo estoy con vosotros siempre, hasta el fin del mundo».  (Mt. 28: 19-20) 

En la quietud de la oración, ruega al Espíritu Santo que ilumine tu mente para discernir y dar seguimiento a la forma o formas específicas en que puedes difundir la Palabra de Dios y proclamar el Reino. Todos nosotros estamos llamados a ser misioneros apasionados y ardientes. Si amamos a Jesús, debemos amar lo que Él más ama: la salvación de las almas inmortales. Con un Corazón dolorido, Jesús proclamó: «He venido a echar fuego en la tierra, y no estaré tranquilo hasta que ese fuego se encienda». (Lc. 12:49) Como misionero, ¡que eches fuego y enciendas una conflagración!

5. MARÍA: LA MADRE DE DIOS, LA MADRE DE LA IGLESIA Y NUESTRA MADRE AMOROSA 

Es interesante el orden o la yuxtaposición de esta exposición. En efecto, María vivió al máximo estas cuatro primeras Ms: Meditación, Misa, Misericordia y Misión. De ahí que pueda ayudarnos a vivirlas con la mayor eficacia.

a) MEDITACIÓN: Dos veces en el Evangelio de San Lucas, en el capítulo segundo, se presenta a María como modelo de meditación. Después de la visita de los pastores, el evangelista afirma que María meditaba estas cosas en su corazón. La palabra ponderar significa meditar, rumiar (como una vaca mastica el bolo alimenticio), reflexionar seriamente sobre estos acontecimientos relacionados con Jesús. Luego, unos doce años más tarde, cuando el Niño Jesús fue encontrado en el Templo después de tres días de dolorosa búsqueda, una vez más María ponderó estos acontecimientos en su Corazón Inmaculado. De ahí que María sirva de modelo contemplativo de meditación para todos nosotros.

b) MISA.  Cuando Nuestra Señora se apareció en México (Guadalupe), Francia (Lourdes) y Portugal (Fátima), pidió inequívocamente que se construyera una Iglesia. ¿Por qué? Para que la gente acudiera con frecuencia a este lugar sagrado donde Jesús se ofrece a Dios Padre en el Santo Sacrificio de la Misa por la salvación de las almas inmortales. San Juan Pablo II afirmó que en cada celebración del Santo Sacrificio de la Misa, María está presente, como lo estuvo al pie de la cruz en el Calvario cuando Jesús se ofreció como Víctima sacrificial para la salvación del mundo. (Jn. 19: 25-27)

c) MISERICORDIA.  Entre los muchos títulos místicos y poéticos que se dan a la Santísima Virgen María está el de Madre de la Misericordia. De hecho, una de las mayores obras maestras de la literatura espiritual que se han escrito sobre María, exaltando su sublime virtud de la misericordia, es «Las Glorias de María» de San Alfonso de Ligorio. Esta obra maestra espiritual, única en su género, comenta una oración: el Avemaría. En esta hermosa oración que se recita al final del Santo Rosario, rezamos:  «Salve Santa Reina, Madre de la Misericordia, nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza…»  San Alfonso afirma que nadie debe temer acercarse a María, porque María es pura MISERICORDIA. Ella es el puente más rápido hacia el Corazón misericordioso de Jesús. En nuestras batallas para vencer nuestro orgullo y resentimientos, la Virgen es un medio e intercesor eficacísimo.

d) MISIÓN.  La devoción a la Santísima Virgen María motiva nuestros corazones, llenándolos con el fuego del Espíritu Santo para llevar a Cristo a los demás y llevar a los demás a Cristo. Por eso, una de las más grandes Misioneras de la historia de la Iglesia, la Santa Madre Teresa de Calcuta, señaló con certera precisión «María fue la primera Misionera de la Caridad». ¿Por qué? Porque en el Misterio de la Visitación, María se apresuró a llevar a Jesús a Santa Isabel y a San Juan Bautista en su seno. Por eso, imploremos humildemente a María Misionera que, a través de sus poderosísimas oraciones, encienda en nuestros corazones el deseo ardiente y apasionado de incendiar todo el mundo con el amor a Cristo.

En conclusión, amigos en Jesús y María, esforcémonos por vivir el acrónimo espiritual de las 5 Ms: 1) MEDITACIÓN, 2) MISA, 3) MISERICORDIA, 4) MISIÓN y 5) MARÍA. Si se llevan a cabo con energía de voluntad, inteligencia y perseverancia, habremos entrado en la supercarretera del Cielo. ¡Pisemos el pedal para alcanzar nuestra meta eterna!

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: LECTURAS DEL DIA

Nov 19 2021

LECTURAS DEL DIA | 19 DE NOVIEMBRE 2021

Jueves de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario

«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)    

VIERNES, 19 de noviembre Lc. 19, 45-48 «Mi casa será una casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones».

«La oración es el lugar de refugio para toda preocupación, un fundamento para la alegría, una fuente de felicidad constante, una protección contra la tristeza».-San Juan Crisóstomo

«Nos demos cuenta o no, la oración es el encuentro de la sed de Dios con la nuestra. Dios tiene sed para que nosotros tengamos sed de él». 

– San Agustín

«La oración no es otra cosa que estar en términos de amistad con Dios».-Teresa de Ávila

«La oración agranda el corazón hasta que es capaz de Contener el don de Dios». – Madre Teresa

«Orar es vivir en unión constante, tranquila, fuerte y duradera con Dios, mirar todo desde el punto de vista de Dios, y estar tan tranquilamente anclado en la eternidad que las molestias, las luchas inevitables y la actividad continua no tienen capacidad para perturbarnos ni arrastrarnos».

– Sierva de Dios Elisabeth Leseur

«Debemos rezar sin cansarnos, porque la salvación de la humanidad no depende del éxito material… sino sólo de Jesús».-Santa Francisca Javier Cabrini

DIEZ HERRAMIENTAS PARA CONSTRUIR UNA VIDA DE ORACIÓN SÓLIDA por el P. Ed Broom, OMV

San Agustín nos ofrece estas palabras tan alentadoras sobre la importancia de la oración para nuestra vida y para la salvación eterna de nuestras almas inmortales: «Quien reza bien, vive bien; quien vive bien, muere bien; y quien muere bien, todo está bien».

En pocas palabras, el Doctor de la Gracia, San Agustín nos motiva con esta corta y rítmica frase a valorar al máximo, nuestra vida de oración como una herramienta indispensable para llegar a la meta y propósito de nuestra vida: ¡El Cielo!

Otra buena analogía podría ser la siguiente: Lo que el aire es para los pulmones; la oración es para el alma. Si no inhalamos aire constantemente en nuestros pulmones, ¡en muy poco tiempo el fantasma de la muerte nos roba la vida!

Por eso, profundamente convencidos de la indispensable y primordial importancia de la oración, en este breve ensayo ofreceremos diez herramientas básicas que podemos utilizar para construir un sólido y robusto edificio espiritual que nos eleve al cielo en esta vida y por toda la eternidad. En otras palabras, debemos estar firmemente convencidos de que nuestra conversión, nuestra santificación, nuestra perseverancia en la gracia y nuestra salvación eterna dependen en gran parte de nuestra íntima relación y amistad con Dios, que es nuestra vida de oración.

1. UN BUEN LIBRO DE ORACION

Uno de los mayores tesoros de mi infancia fue el regalo que me hicieron el día de mi Primera Comunión y que fue un libro de oraciones. Fue un verdadero tesoro.

Normalmente empezamos nuestro camino de oración aprendiendo oraciones vocales, oraciones que pronunciamos con los labios. Sin embargo, también tratamos de entender estas oraciones con nuestra mente y asimilarlas en nuestro corazón. Un buen libro de oraciones ofrece las oraciones básicas, las oraciones antes y después de la Santa Misa, las oraciones antes y después de la Confesión, las oraciones de la novena, las oraciones a los ángeles y a los santos, las letanías al Sagrado Corazón de Jesús y a la Santísima Virgen María, las oraciones escritas por grandes santos, y muchas más.

Por lo tanto, un gran regalo para dar a un niño para su primera comunión, pero también para dar a cualquier persona, es un buen libro de oraciones. ¡Compra uno hoy mismo!

2. LA BIBLIA: LA PALABRA DE DIOS

El alimento básico y la sustancia de cualquier cristiano guerrero de la oración debe ser siempre la Biblia, la Palabra de Dios. Debemos meditar diariamente en la Palabra de Dios y dar un lugar privilegiado a los Evangelios que nos enseñan la vida, las palabras y la Persona de Jesucristo, el Verbo hecho carne. (Jn 1,14)

Algunos pasos para meditar bien la Palabra de Dios:

Leer con atención…

Piensa profundamente en el significado del texto para ti…

Habla íntimamente desde tu corazón con Jesús.

Finalmente, con los pies, corre a poner en práctica la Palabra de Dios que has meditado en tu corazón; como la Santísima Virgen María, que tras el anuncio del Ángel de que iba a ser la Madre del Salvador, fue deprisa a visitar a su prima, Santa Isabel.

3. LOS SALMOS 

Un verdadero atajo para aprender a orar con rapidez y eficacia es rezar los Salmos. Los Salmos son el libro de oración inspirado de la Biblia. Con un total de 150 salmos, este libro, inspirado por el Espíritu Santo y compuesto en su mayoría por el rey David, puede enriquecer enormemente tu vida de oración.

En efecto, los Salmos son oraciones inspiradas por el Espíritu Santo que expresan todos los afectos, sentimientos y sensaciones en la gama de la experiencia humana. Alabanza, adoración, culto, acción de gracias, súplica y petición, contrición, dolor, y asombro ante la majestuosidad de Dios – son sólo algunos de los ricos panoramas de deleite que los Salmos te ofrecen libremente. ¡Sumérgete en ellos!

4. LITURGIA DE LAS HORAS

Muy relacionado con el rezo de los Salmos está el rezo de la Liturgia de las Horas.  

Los sacerdotes, los religiosos y las religiosas rezan esta oración de la Iglesia en realidad cinco veces al día: La oración de la mañana, la oración del mediodía, las vísperas o la oración de la tarde, las completas o la oración de la noche y el oficio de las lecturas.

¿El por qué (o la finalidad) de la Liturgia de las Horas? Precisamente para que podamos santificar las distintas horas en el transcurso del día. Un modelo que se suele tomar es el ejemplo de los Apóstoles, que subían al Templo a las distintas horas del día para adorar a Dios.

Aprende a rezar la Liturgia de las Horas solo o en comunidad. ¡Nunca te arrepentirás!

5. QUINCE MINUTOS CON JESÚS EN EL SAGRADO SACRAMENTO

Otra joya preciosa para mejorar tu vida de oración es el librito en español Los 15 Minutos, o los 15 minutos bilingües con Jesús en el Santísimo Sacramento (se puede pedir a la Catedral de Cristo, Garden Grove, CA). El librito está diseñado de tal manera que te atrae magnéticamente a una conversación íntima con Jesús realmente presente, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el Santísimo Sacramento. El librito te invita a percibir a Jesús como tu mejor Amigo y a abrirte y hablar con Él libre y totalmente. Reza con esta joya y adquiere algunos ejemplares para regalar. ¡Sé un apóstol de la oración!

6. ESTACIONES DEL VIACRUCIS

Desde hace siglos una oración muy recomendada es la del Vía Crucis. Jesús animó a Santa Faustina Kowalska en el Diario: La Divina Misericordia en mi Alma a meditar el Vía Crucis, todos los días (si es posible) a las 15:00 horas, que es también la Hora de la Misericordia. Si no todos los días, al menos todos los viernes, día en que conmemoramos la Pasión y muerte de Jesús en la Cruz, acompañada de algún pequeño acto de penitencia.

Esta oración contemplativa nos enfrenta a 14 Estaciones o escenas de la Pasión del Señor, que conducen a la muerte en la cruz de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Las Estaciones se pueden hacer con un folleto como ayuda, uno de los mejores fue escrito por San Alfonso de Ligorio, o las Estaciones se pueden hacer de una manera espontánea en la que uno contempla cada escena y deja que el Espíritu Santo suscite una oración afectiva desde el manantial de tu corazón.

¿El resultado neto? Un gran amor y ternura por Jesús que sufrió todo esto por toda la humanidad, sí, pero por cada uno de nosotros individualmente. ¡Qué grande es el amor de Jesús!

7. IMÁGENES: ESTATUAS, CUADROS, VIDRIERAS

A menudo se acusa a los católicos de practicar la idolatría por utilizar imágenes, estatuas, estampas o incluso vidrieras de personas santas. Esto no puede estar más lejos de la realidad.

Tener una imagen de Jesús, de María, de San José, de un ángel o de un santo, ayuda mucho a la mente y a la imaginación a centrarnos en a quién estamos ofreciendo nuestras oraciones. 

No adoramos la imagen, sino que amamos y admiramos lo que la imagen representa.

Por ejemplo, rezar ante una bella imagen del Sacratísimo Corazón de Jesús hace que nuestro corazón conozca el gran amor de Jesús por nosotros, y cómo nosotros, a su vez, debemos amar a Jesús y a nuestros hermanos creados a imagen y semejanza de Dios. Rodéate de una nube de testigos: ¡los santos y sus imágenes y réplicas!

8. UNA IMAGEN DEL CRUCIFIJO

Muchos santos, especialmente San Francisco de Asís, sacaron un gran provecho en su vida de oración al arrodillarse o sentarse en contemplación ante una imagen gráfica de Jesús crucificado, Jesús colgado en la cruz. La representación más gráfica del amor es la de Jesús colgado en la cruz, chorreando sangre y muriendo una muerte lenta y dolorosa por nosotros y nuestra salvación. «Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos». (Jn 15,13)

El simple hecho de contemplar atentamente un crucifijo con Jesús colgado puede suscitar los más nobles sentimientos que brotan del corazón humano: dolor por el pecado, conversión de vida, verdadero amor a Jesús, compasión por los demás, y muchos otros buenos efectos que se derivan de la contemplación de Jesús en la cruz. Si te sientes inclinado, ¡besa sus manos, sus pies y su costado traspasado por amor a nosotros!

9. TRES LIBROS PRIMARIOS DE ORACIÓN

Hay tres fuentes primarias de las que podemos sacar mucho provecho para enriquecer nuestra experiencia de oración: 1) la palabra impresa en la Biblia y los Libros de Oración, 2) la Naturaleza, y 3) nuestras propias experiencias de Su presencia en nuestras vidas a lo largo del tiempo.

Con respecto a la Naturaleza, Dios mismo es el Autor y Creador de toda belleza. Los brillantes rayos del sol, la suave brisa, el arco iris multicolor, el colorido follaje de los árboles en el otoño de Nueva Inglaterra, las copas blancas que salpican el océano, las nubes blancas que se despliegan en el cielo, el inmenso y vasto firmamento en la noche resplandeciente de estrellas, la fragancia de las flores de primavera, la inmensa extensión del mar y todo lo que contiene, la innumerable variedad de pájaros, animales y criaturas vivas; todo esto y más puede ser un peldaño seguro para elevar nuestras mentes, corazones y almas a la belleza del Creador, Dios mismo.

10. EL SANTÍSIMO ROSARIO

Por supuesto, toda vida de oración seria debe estar impregnada y bendecida por la presencia de la Santísima Virgen María. La oración del Memorare nos recuerda: «Nunca se supo que alguien que huyera a tu protección quedara sin ayuda…».

Numerosos Papas, innumerables santos y la Iglesia católica en su conjunto recomiendan encarecidamente pensar en María, hablar con María, amar a María y consagrar nuestra vida a María. El Santísimo Rosario engloba varias formas de oración: oración vocal, oración mental o meditación, oración contemplativa, y oración del corazón. En una palabra, esta hermosa oración puede llevarnos a la más profunda de las oraciones.

Recomiendo encarecidamente mi propio libro: Consagración total a través de los misterios del Rosario: Meditaciones para preparar la consagración total a Jesús por medio de María. Es una manera hermosa y única de consagrarse a María: ¡a través de los misterios de la vida oculta de Jesús y María! Además, ¡es bueno renovar nuestra Consagración a María cada año! ¡Que María, el gran modelo de oración y contemplación, nos ayude a utilizar todas estas poderosas herramientas para construir una fuerte y robusta Escalera de Oración que nos lleve al cielo!

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: LECTURAS DEL DIA

Nov 18 2021

LECTURAS DEL DIA | 18 DE NOVIEMBRE 2021

«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)    

JUEVES 18 DE NOVIEMBRE Lc. 19, 41-44 «Al acercarse a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella, diciendo: «Si hoy supieras lo que hace la paz, pero ahora está oculto a tus ojos».

¿Sabemos lo que hace la paz en nuestro corazón, mente y alma? 

En el ojo (centro) del huracán hay calma; en el ojo del tornado hay calma. ¿Dónde encontramos la calma cuando los problemas, la angustia y la enfermedad hacen estragos en nuestras vidas? 

Jesús dijo: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. Si permanecéis en mí y yo en vosotros, daréis mucho fruto; separados de mí no podéis hacer nada». 

En la meditación de hoy encontrarás las respuestas. Lee y reza y verás si tu corazón no se eleva.

JESÚS EL CENTRO DE MI VIDA Por el Padre Ed Broom, OMV

Jesucristo es el centro de toda la historia humana, el alfa y la omega, el principio y el fundamento, el principio y el fin, la llave que abre la vida eterna a todos los que creen y ponen su confianza en Él. Por su encarnación, vida, muerte y resurrección, Jesús ha dividido la historia en dos bloques de tiempo: A.C. y D.C. Ninguna otra persona ha entrado en el escenario de la historia de la humanidad y ha tenido un impacto tan grande, y lo hizo todo en no más de 33 años.

La siguiente exposición, en su esencia, es una oración a Jesús. Las breves expresiones de oración o gemas de oración están tomadas de la Sagrada Escritura, la mayoría de ellas de los textos de los Evangelios. Si se quiere, son títulos cristológicos transformados en oraciones cortas. Es nuestra intención y deseo que recojas muy despacio estos títulos a imitación de María, la Madre de Jesús, que meditaba la Palabra de Dios en su Corazón Inmaculado.

TÍTULOS CRISTOLÓGICOS TRANSFORMADOS EN ORACIÓN…

Los títulos de Jesús son muchos y muy ricos.  Aprendamos a orar, a hablar realmente con Jesús a través de los muchos y variados títulos inspirados por el Espíritu Santo.

Jesús, tú eres el Pan de Vida, dame un hambre creciente y una sed insaciable de ti. (Jn 6,25-59)

Jesús, tú eres el Buen Pastor, concédeme la profunda seguridad interior de que nunca estoy realmente solo porque caminas junto a mí, y me guías con tu vara y tu cayado. (Salmo 23/Jn 10,1-18)

Jesús, tú eres verdaderamente La Resurrección y La Vida, consigue para mí un ardiente anhelo de vivir contigo por toda la eternidad en el cielo. (Jn 11,1-44)

Jesús, tu nombre significa Salvador, te ruego que extiendas tu mano suave pero fuerte para salvarme. Señor Jesús, sálvame de la duda, de mis miedos y ansiedades interiores, de mi falta de confianza en tu Divina Providencia. Señor Jesús, en medio de las tormentas de la vida, cuando parece que mi vida está a punto de zozobrar y hundirse, desciende sobre mí con tu calma. Condúceme a un puerto seguro. (Mt 14,22-33)

Jesús, tú eres verdaderamente el Médico Divino, el Doctor Divino, te imploro que me toques con tu mano y me sanes. (Mt capítulos 8 y 9) Señor Jesús, admito mis dolencias. Sana mi mente con tu luz. Sana mi alma con tu gracia. Sana mi memoria con tu paz. Sana mi cuerpo con tu fuerza.

Jesús, tú eres el mejor de todos los maestros. (Jn. 20:16) Mientras me siento ante ti, te pido tu luz, que te conviertas realmente en mi Maestro. Te agradezco los Evangelios, (la Buena Nueva) en los que puedo sentarme a tus pies y absorber y beber tus Palabras de Verdad. 

Jesús, tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Alláname el camino en la autopista hacia el cielo. Inúndame con los rayos de tu verdad. Alcanza para mí la vida eterna en el cielo. (Jn 14,6)

Jesús, tú eres el Alfa y la Omega, el principio y el fundamento de mi vida. Alcanza para mí la plenitud de vida teniéndote en el centro de mi vida, de todos mis pensamientos, palabras, decisiones y acciones. (Ap 22:13)

Jesús, tú lo has dicho: Yo soy la Luz del mundo. Expulsa las regiones oscuras presentes en mi mente, en mi memoria, en mi entendimiento, incluso en mis intenciones más secretas. Brilla sobre mí y en mí, para que tu Presencia en mi vida ilumine a muchos otros. (Jn 8,12)

Jesús, tú eres verdaderamente el Logos, la Palabra de Dios que sale del Padre Eterno. Que tus Palabras se graben profundamente en todo mi ser para que yo sea una expresión viva de tu verdad en el mundo. (Jn 1,1)

Jesús, tú eres el Emmanuel, Dios con nosotros. Que en este viaje de la vida hacia nuestro destino eterno -el cielo- sea constantemente consciente de tu presencia suave y consoladora. Que mi oración sea la de los discípulos de Emaús: Quédate con nosotros, Señor, porque el día está muy avanzado. (Lc 24,29)

Jesús, tú eres el Cristo-Mesías, el Ungido. Por el Bautismo y la Confirmación, he recibido una doble unción. Te imploro que unjas mis pensamientos y palabras para que sea una presencia ungida para mis hermanos y hermanas. (1Jn 5:1-2)

Jesús, tú eres el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Por tu Preciosa Sangre, que recibo a través de los Sacramentos de la Confesión y de la Comunión, sea limpiado y purificado de todos mis pecados pasados y sea yo fortalecido para vivir en la libertad de los hijos e hijas de Dios. (Jn 1,29)

Jesús, tú eres la Mano Sanadora que salva. Extiende tu mano para tocar mis heridas supurantes y sanarme a mí y a toda la humanidad que sufre. (Mt 8,1-4)

Jesús, tú eres el Sanador de las heridas. En efecto, es por tus heridas que somos curados. Que busque refugio en tus heridas, especialmente en tu Sagrado Corazón herido. En efecto, éste es mi verdadero y eterno refugio. (Is 53,5)

Jesús, tú eres el Amigo siempre fiel. Que te experimente como un verdadero Amigo, siempre dispuesto a caminar conmigo, a hablar conmigo, a acogerme y a estar presente para mí. Tú eres mi verdadero Amigo que nunca me fallará. (Jn 15,15)

Jesús, tú eres el Hijo de Dios hecho hombre. Te estoy eternamente agradecido por haberte hecho semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado. Te alabo y agradezco que hayas asumido tu humanidad de la Santísima Virgen María. (Lc 1, 26-35)

Jesús, tú eres el Rey de Reyes y el Señor de Señores. Como tal te adoro y te rindo homenaje como Rey. Jesús, como Rey te pido que reines sobre todo mi ser. Reina sobre mi mente, mis pensamientos, mi imaginación, mis sentimientos, mis intenciones, mis acciones, mi cuerpo y mi alma en el tiempo y por toda la eternidad. (Ap 19:16)

Jesús, tú eres realmente el Salvador Crucificado. Que mi amor y mi devoción por ti se traduzcan en la crucifixión y la muerte de todo lo que en mí es indigno de ti, es decir, el pecado y todos sus efectos negativos. Te adoramos, oh Cristo, y te alabamos, porque por tu santa cruz has redimido al mundo. (Mt 27,32-56)

Jesús, tu Sacratísimo Corazón es un horno ardiente de caridad. Enciende mi corazón de amor por ti y de amor por las almas. Tú lo has dicho: He venido a echar fuego en la tierra y no estaré tranquilo hasta que ese fuego se encienda. Señor Jesús, ¡dame ese fuego! (Lc 12,49)

Jesús, tú eres el Hijo de Dios, el Hijo del hombre y el Hijo de María. Por la intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu amorosa Madre, haz que llegue a un conocimiento más profundo de ti, a una comprensión más profunda de ti, a un amor más profundo por ti y a un anhelo más ferviente de seguirte todos los días de mi vida. Jesús, Hijo de la Santísima Virgen María, que seas el centro de mi vida, ahora y por toda la eternidad. Amén. (Mc 6,3)

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: LECTURAS DEL DIA

Nov 17 2021

LECTURAS DEL DIA | 17 DE NOVIEMBRE 2021

«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)    

MIÉRCOLES 17 DE NOVIEMBRE Lc. 19, 11-28 Verso de aleluya: «Te elegí del mundo, para que fueras y dieras un fruto que perdurara, dice el Señor». 

Hoy, el P. Ed Broom nos da un buen consejo sobre cómo dar un fruto que perdure.

CONSTRUIR CON LAS PALABRAS por el P. Ed Broom, OMV

Todos podemos recordar haber sido heridos por alguien que habló sin pensar y picó nuestro corazón, dejando un mal recuerdo duradero. También, todos recordamos haber abierto la boca sin suficiente reflexión y haber herido a nuestro hermano, hermana o amigo. Inmediatamente después de que la palabra salió de nuestra boca, quisimos volver a pescarla, pero no, ¡demasiado tarde! Una vez que la palabra ha sido pronunciada, no se puede «silenciar», cancelar o posponer su llegada al oído y al corazón del oyente.

Jesús habla muy claramente de nuestras palabras: «Toda palabra que sale de la boca será sometida a juicio». (Mt. 12: 36) Santiago dedica casi todo su capítulo 3 a los pecados de la lengua. En resumen, el Apóstol subraya la importancia de aprender el arte de la palabra, recordándonos que debemos ser rápidos para escuchar y lentos para hablar. Nos recuerda que el hombre puede controlar casi todo tipo de animales, pero no su propia lengua. Además, dice que la misma lengua que se utiliza para alabar a Dios, acaba maldiciendo al prójimo. Esto es un error.

Por lo tanto, nos gustaría ofrecer cinco breves sugerencias para ayudarnos a utilizar nuestra lengua, nuestras palabras, nuestra forma de hablar y conversar como un medio para edificar verdaderamente a nuestro prójimo.

¡PRIMER CONSEJO! Deberíamos tener la costumbre de hablar primero con Dios y luego con el prójimo. Se decía del gran Santo Domingo, fundador de la Orden de Predicadores -dos de los más famosos son San Alberto Magno y su alumno Santo Tomás de Aquino- que Domingo hablaba primero con Dios, y luego hablaba de Dios a los demás. ¡Magnífico! Idealmente ese debería ser nuestro lema y objetivo en la vida con respecto a la palabra: ¡que nuestras palabras de alguna manera comuniquen la presencia de Dios a los demás!

¡SEGUNDO CONSEJO! ¡Piensa antes de hablar! San Ignacio observa que un alma agitada es un alma en estado de desolación, en cuyo caso no es el buen espíritu el que nos guía, sino el mal espíritu. Debemos aprender a hablar sólo después de la reflexión, y con una mente tranquila y pacífica. Las palabras apresuradas e impetuosas forman ideas poco claras o confusas que a menudo causan confusión y daño. ¡Evítalo!

¡TERCER CONSEJO! ¡El silencio! ¡El Papa emérito Benedicto XVI insistió en la importancia capital de cultivar el silencio en nuestra vida cotidiana! ¡Hoy sufrimos la contaminación acústica! Las tertulias radiofónicas, la música pop, los programas de televisión que no paran, los ladridos de los perros hasta altas horas de la noche y, además, las charlas inútiles que no paran, a menudo llenas de cotilleos… ¡todos hemos experimentado estos escenarios y con demasiada frecuencia! El Papa Benedicto llegó a decir que si no tenemos momentos de silencio en nuestras vidas, ¡entonces no podemos entender a la persona que quiere hablar con nosotros! El silencio crea un espacio interior para la escucha, y la escucha nos dispone a la unión con el Espíritu Santo, que nos enseña a rezar, pero también a escuchar con atención y caridad a nuestros hermanos.

¡CUARTO CONSEJO! Un consejo bíblico de gran importancia: ¡LA REGLA DE ORO! La «regla de oro» enunciada por el propio Jesús es tan sencilla que todo el mundo la entiende: «Haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti». ¿Por qué no llevar la Regla de Oro un paso más allá y aplicarla específicamente a nuestra forma de hablar? Es decir, «Haz a los demás lo que quieres que te hagan a ti», pero sobre todo, «¡Di a los demás lo que quieres que te digan!». ¡Pruébalo!

¡QUINTO CONSEJO! No siempre está claro si lo que decimos es perjudicial para los demás o beneficioso. ¡No siempre está claro como el cristal! Lo que podría ser de gran ayuda en este asunto es imaginar que durante tus conversaciones con los demás, en tu elección de palabras, tono de voz e incluso expresiones faciales, tres personas muy importantes están presentes escuchando tu conversación. Estas tres personas son Jesús, María y San José. Entonces, hazte esta pregunta: «Si Jesús, María y San José estuvieran presentes durante esta conversación y escucharan mis palabras, ¿asentirían con una sonrisa de aprobación?». ¡Esta es la prueba de fuego para los seguidores de Jesús! ¿Son nuestras palabras agradables a Dios, a su Santa Madre y al buen San José -que nunca dijo una palabra en toda la Sagrada Escritura-?

Conclusión. Jesús dijo que de la abundancia del corazón habla la boca. También Jesús nos advirtió que seremos juzgados por cada palabra que salga de nuestra boca. Santiago nos advierte que debemos ser rápidos para escuchar y lentos para hablar.

En el Diario de Santa Faustina, ella admitió que sus tres principales faltas eran 1) El orgullo de no abrirse a su Superiora, Irene. 2) ¡¡¡HABLAR DEMASIADO!!! Admitió honestamente que Jesús le reveló que a veces prefería que se callara en lugar de hablar por dos razones: la persona no sacaría provecho de sus palabras, y sería mucho más beneficioso para las almas del purgatorio tener sus oraciones (en esos momentos), en lugar de su conversación. Por último, 3) no siempre observaba fielmente la Regla.

Recordemos la desafiante exhortación del Doctor franciscano de la Iglesia, San Buenaventura: «Debemos abrir la boca en tres ocasiones: para alabar a Dios, para acusarnos a nosotros mismos y para edificar al prójimo». Fieles a esta exhortación, seguramente evitaremos muchos deslices de la lengua, hablaremos con palabras ungidas por el Espíritu Santo y acumularemos una herencia eterna en el cielo.

Que la Virgen, que meditaba en su Corazón Inmaculado antes de hablar, nos enseñe a magnificar al Señor en nuestras palabras y a edificar verdaderamente al prójimo. «Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador.

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: LECTURAS DEL DIA

Nov 16 2021

LECTURAS DEL DIA | 16 DE NOVIEMBRE 2021

Martes de la XXXIII semana del Tiempo ordinario

«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)    

MARTES, 16 de noviembre Lc. 19, 1-10 «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también este hombre es descendiente de Abraham. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Jesús ha venido a buscar y a salvar lo que se ha perdido. ¿Quién de nosotros no se siente perdido a veces en su vida? ¡Jesús sigue encontrándonos ahí y salvándonos!

SOMOS GENTE DE ALEGRÍA Y ESPERANZA por el P. Ed Broom, OMV

En su visita al sector más pobre de la ciudad de Nueva York -Harlem- el Papa San Juan Pablo II predicó estas palabras alentadoras: «¡Somos un pueblo pascual!» Con estas palabras predicadas en un sector muy desfavorecido de Nueva York, el santo pontífice acentuaba el hecho de que Jesucristo realmente resucitó de entre los muertos y abrió las puertas del Cielo para todos nosotros. Este es, en efecto, un mensaje de gran esperanza para todos los que desean abrir su corazón al Señor Jesús resucitado.   

En muchos corazones, incluso en los de los católicos, la virtud de la esperanza parece arder, tambalearse, vacilar, incluso extinguirse. Sin embargo, el Señor Jesús Resucitado es tan bondadoso, compasivo, cariñoso, misericordioso y paciente, que de buen grado infundirá en nosotros una renovada alegría y esperanza si abrimos nuestro corazón a su llamada.

Tal vez tengas el corazón asaltado por dudas, ansiedades, miedos, inseguridades y confusión. Si es así, la Palabra de Dios se dirige a ti ahora mismo: «He aquí que estoy a la puerta y llamo. El que abra la puerta, yo entraré y cenaré con él, y él conmigo». (Ap. 3:19)

Que todos nos regocijemos, nos alegremos, y nos llenemos de una esperanza renovada. La esperanza no es un sentimiento anhelante, caprichoso y sentimental, como en la expresión «¡Bueno, eso espero!». Todo lo contrario.

¿Qué es entonces la esperanza? La esperanza es una de las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad. Estas tres virtudes teologales fueron inculcadas en nuestras almas cuando fuimos bautizados. Por supuesto, como las semillas plantadas en la tierra, estas virtudes deben ser cultivadas. Como expresan los jóvenes de hoy: «Si no la usas, la pierdes». Así pues, usemos y cultivemos la esperanza para no perderla.

Quizá la mejor manera de entender la virtud teologal de la esperanza se resume en la obra maestra espiritual de Santa Faustina como secretaria de Jesús, y su Diario: La Divina Misericordia en mi alma. Se puede resumir en cinco simples palabras: JESÚS, ¡CONFÍO EN TI! Estas palabras, escritas al pie de la imagen de la Divina Misericordia, resumen la esencia de nuestro mensaje sobre la virtud de la esperanza. Debemos depositar una CONFIANZA total, constante, sin reservas y sólida en Jesús en todo momento, lugar y circunstancia. Debemos abandonar nuestras vidas al cuidado amoroso de Jesús y confiar en que Él nos ama y siempre actuará en nuestro beneficio, aunque a veces no entendamos los caminos de la Divina Providencia. Como señala el salmista, sus caminos no son los nuestros, y como los cielos están por encima de la tierra, los caminos de Dios están por encima de los nuestros. (cf. Is. 55:9)

Nosotros vivimos en el tiempo, pero Dios vive en la eternidad. El pasado, el presente y el futuro convergen en Dios. Él ve todo el panorama y nosotros sólo vemos una parte muy limitada del mismo.

¿Cuáles son entonces algunas formas concretas en las que podemos fomentar, reforzar y fortificar la virtud de la Esperanza en nuestras vidas para que podamos llenar a otros de alegría y esperanza? Ofreceremos algunos puntos de fuerza sencillos; agarrémonos a ellos y dejémonos sostener por la sólida ancla de la esperanza.

1. EL AMOR DE DIOS POR MÍ.  Ante todo, debemos estar firmemente convencidos y convencidas de que nuestro Dios no es un tirano, un dictador o un jefe mezquino que busca castigarnos. Al contrario, nuestro Dios es un Padre amoroso que nos ama a todos y cada uno de nosotros con un amor eterno, un amor que es inmutable, nunca sujeto a cambios. Es más, cuanto más débiles, vulnerables y miserables nos encontramos, más nos abraza Dios con su amor. Esto lo vemos ejemplificado en la Parábola del Hijo Pródigo, que puede llamarse con razón, «La Parábola del Padre Misericordioso».  (Lc. 15:11-15) ¡Vuelve a leer esta historia bíblica prestando especial atención a las acciones del padre!

2. ENVIÓ A SU HIJO PARA SALVARME.  Dios Padre manifestó su infinito amor por nosotros al enviarnos a su único Hijo en la persona de Jesucristo en su encarnación. Jesús fue concebido en el vientre de la Virgen María por obra del Espíritu Santo, nació, vivió, fue crucificado sufriendo dolores atroces derramando Su Preciosa Sangre, y murió y resucitó de entre los muertos; todo ello por amor a cada uno de nosotros. Qué precioso eres a los ojos de Dios. 

3.  JESÚS ME DEJÓ LA IGLESIA: EL CUERPO MÍSTICO DE CRISTO.  Otra razón para alegrarse en la esperanza es que, aunque después de la muerte y resurrección de Jesús, Él ascendió al cielo, no nos dejó huérfanos. Más bien, Jesús dejó su presencia entre nosotros en la Iglesia, que es su Cuerpo Místico.

4. JESÚS PRESENTE EN LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA.  El mismo Corazón y centro de la Iglesia es Jesús verdaderamente presente en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el Santo Sacrificio de la Misa y más específicamente en la Sagrada Eucaristía. Los que creen y están en estado de gracia están invitados a recibir a Jesús en lo más profundo de sus almas y a experimentar la vida en abundancia.

5. LA AMISTAD CON JESÚS.  En la Última Cena, Jesús llamó a sus Apóstoles amigos. Él también quiere que seamos sus Amigos íntimos. ¿Por qué no empezar hoy mismo a cultivar un vínculo de amistad profundo, dinámico y fuerte con Jesús? Habla con Él ahora de todo lo que te preocupa. ¡Él es el AMIGO FIEL! ¡¡¡EL AMIGO QUE NUNCA FALLA!!!

6. EL CIELO NOS ESPERA.  Una realidad que con demasiada frecuencia se descuida en nuestros pensamientos es la realidad del Cielo. A menudo rezamos el Padre Nuestro, comenzando con estas palabras: «Padre nuestro, que estás en el cielo…». Pero con demasiada frecuencia nos olvidamos de meditar sobre la realidad del Cielo. El Cielo existe de verdad. Jesús ha preparado un lugar para todos nosotros en el Cielo. Este pensamiento debería inundarnos de alegría y esperanza, y estimularnos a alcanzar este preciado premio.

7. EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTARÁ. (PS. 23) En cualquier momento y lugar podemos cerrar los ojos e imaginar que estamos caminando por los prados tranquilos, pacíficos y refrescantes donde Jesús, el Buen Pastor, quiere caminar con nosotros, hablarnos, escucharnos, animarnos, apoyarnos y amarnos. ¿Por qué no lees hoy este salmo despacio y con atención? Y luego dar un largo y tranquilo paseo con Jesús, el Buen Pastor de tu alma. Él te espera pacientemente.

8. DIARIO DE LA MISERICORDIA DIVINA EN MI ALMA.  Uno de los clásicos espirituales que ha dejado una huella indeleble en mi vida en los últimos años es DIARIO DE LA DIVINA MISERICORDIA EN MI ALMA. Jesús eligió a la humilde y santa monja Santa Faustina Kowalska, conocida como La Secretaria de la Divina Misericordia, para comunicar al mundo uno de los mensajes más importantes y urgentes de todos los tiempos: Dios es rico en misericordia, Dios nos ama, Dios está dispuesto a perdonarnos y a abrazarnos en sus brazos amorosos. No puedo alentar con mayor énfasis la compra y lectura diaria y la meditación de esta obra maestra espiritual, ¡incluso un número por día! Uno de los frutos más exquisitos de la lectura constante, asidua y diaria del Diario será una esperanza renovada que brotará en tu corazón y una alegría expansiva y desbordante.

9. COMPARTE TU ALEGRÍA Y TU ESPERANZA CON LOS DEMÁS.  Si realmente seguimos estas sugerencias, el resultado neto será un aumento de la alegría y la esperanza. Sin embargo, hay que entender que esta alegría y esperanza no puede ser guardada para nosotros mismos, debe ser compartida con los demás. Al compartir nuestra alegría y esperanza con los demás, ellos serán iluminados y sacados del pozo del desánimo, y al mismo tiempo nuestra propia alegría y esperanza se fortalecerá y crecerá aún más. «Que vuestra luz brille ante los hombres para que deis gloria a vuestro Padre Celestial». (Mt. 5:16)

10. MARÍA: NUESTRA VIDA, NUESTRA DULZURA Y NUESTRA ESPERANZA.  La hermosa oración que rezamos con tanta alegría al final del Santo Rosario, la Salve Reina, comienza con estas palabras: «Dios te Salve, Santa Reina, Madre de la Misericordia, nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza….». Son palabras de gran aliento. María es, en efecto, un manantial y una fuente de abundante esperanza. Invitamos a todos a leer y meditar el clásico mariano y obra maestra, «Las Glorias de María», de San Alfonso de Ligorio. De hecho, esta joya espiritual es un comentario a la oración «Dios te salve, Reina». Al leer, meditar y asimilar estas verdades, sin duda, nos llenaremos de alegría y esperanza y nos convertiremos en un manantial desbordante de esperanza y alegría para los demás. De nuevo, el libro está dividido en secciones de pocas páginas. Resuélvete a leer al menos una sección al día. Así, tu día se verá animado por la Divina Misericordia de Jesús y el amor de María, nuestra Madre de la Misericordia.

Amigos míos, todos somos gente de Pascua. Somos hombres y mujeres imbuidos de la virtud de la esperanza. Que la Virgen, que es verdaderamente nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza, nos inspire a confiar plenamente en el amor de Dios por nosotros, en su cuidado y amor maternal, y en la profunda Amistad de Jesús con nosotros. Entonces seremos realmente una luz brillante que brilla en la oscuridad y una estrella resplandeciente que apunta a nuestra recompensa celestial.

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: LECTURAS DEL DIA

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