Sábado de la XXXIII semana del Tiempo ordinario
«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
SÁBADO 20 DE NOVIEMBRE Lc. 20, 27-40 «Los que son considerados dignos de llegar a la edad venidera y a la resurrección de los muertos no se casan ni se dan en matrimonio. Ya no pueden morir, porque son como ángeles, y son los hijos de Dios porque son los que resucitarán».
Jesús dice: «Los que son considerados dignos de llegar a la edad venidera y a la resurrección de los muertos ni se casan ni se dan en matrimonio.» En el cielo no habrá matrimonio. Prometemos en nuestros votos matrimoniales «…hasta que la muerte nos separe».
Por tanto, esforcémonos en ser dignos para «alcanzar la edad venidera» que es el cielo, donde todos seremos los hijos amados de Dios.
En esta meditación, el P. Ed comienza con las cinco «M» para alcanzar la santidad y termina con una exposición sobre cómo nuestra Santísima Madre María las vivió al máximo y cómo puede ayudarnos en nuestros esfuerzos por vivirlas bien.
MEDITACIÓN, MISA, MISIÓN, MARÍA! por el P. Ed Broom, OMV
Si puedes esforzarte por vivir estas cinco «Ms» en tu vida, sin duda, estás en el camino de la santidad. Las cinco «Ms»: Meditación, Misa, Misericordia, Misión y María.
En nuestra breve exposición nos esforzaremos por ofrecer una breve explicación de todas y cada una de las letras que empiezan por M, ¡un acrónimo de cinco letras! Fácil de recordar: Meditación, Misa, Misericordia, Misión y María. Preparados, listos, ¡Vamos!
1. MEDITACIÓN…
Como seguidores de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, una cualidad o aspecto indispensable de nuestro seguimiento del Señor es el de la MEDITACIÓN diaria. En el Padre Nuestro, rezamos: «Danos hoy nuestro pan de cada día…» Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, el demonio tentó a Jesús, que tenía hambre, a convertir las piedras en pan. Jesús respondió a esta tentación citando el Antiguo Testamento: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». (Deut. 8:3)
Jesús hizo hincapié en las prioridades adecuadas o en la jerarquía de valores que debemos adoptar. El pan de la Palabra de Dios que alimenta la mente prevalece sobre el pan físico que sostiene el cuerpo. El pan físico termina en el estómago para ser digerido; el Pan de la Palabra de Dios en la mente para ser absorbido en la Verdad. Hagamos un esfuerzo concertado y una determinación decidida de encontrar tiempo diariamente para meditar en la Palabra de Dios. Si es posible, sigamos la invitación del Venerable Arzobispo Fulton J. Sheen: «¡Hacer la Hora del Poder!». La meditación diaria de la Palabra de Dios comunicará a tu persona luz, paz, alegría y una aguda conciencia de que el Señor camina contigo en el transcurso del día. «El Señor es mi Pastor, nada me faltará». (Salmo 23:1)
2. MISA…
Bajo el firmamento del cielo, mientras viajamos como peregrinos hacia nuestra patria eterna que es el Cielo, no hay mayor oración en la tierra que el Santo Sacrificio de la Misa. Es el arco iris divino que conecta el Cielo con la tierra. Es la cruz de Cristo que nos conecta con el Padre Celestial. Es la renovación del Sacrificio del Calvario. Jesús ofrece su Preciosa Sangre y sus cinco llagas al Padre Eterno para la salvación del mundo entero. En cada Santo Sacrificio de la Misa se realiza todo el Misterio Pascual. Es decir, en cada Santa Misa lo que sucede, de manera mística e invisible pero muy real, es el Sacrificio del Calvario, la Pasión y la muerte, pero también la Resurrección de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
En la medida de lo posible y según las circunstancias de nuestra vida y nuestra vocación específica, debemos esforzarnos por asistir y participar en la Santa Misa, de forma plena, activa y consciente. Si estamos en estado de gracia santificante, debemos tener hambre de la Eucaristía, el Pan de la vida. «Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así mi alma te anhela a ti, Señor». (Salmo 41:1) La recepción ferviente, frecuente y llena de fe de la Sagrada Comunión es el acto más grande que una persona humana puede llevar a cabo a este lado del Cielo. Nuestra santificación y salvación, así como la del mundo en general, depende de la Santa Misa y de las santas comuniones fervorosas. ¡Aprovechemos ahora mismo esta reserva infinita de gracia!
3. MISERICORDIA… ¿Qué es la MISERICORDIA?
Es nada menos que el Amor Infinito de Dios que perdona al pecador. Según Santa Faustina, el Papa Juan Pablo II y el Doctor Angélico, Santo Tomás de Aquino, la Misericordia es el mayor atributo o virtud del Sagrado Corazón de Jesús. A menudo, un gran obstáculo en nuestro camino hacia la santidad es un cierto orgullo o resentimiento, disfrazado de falta de perdón. A menudo, casi sin darnos cuenta, nos aferramos a resentimientos en los que no hemos perdonado plenamente a alguien. Esto sirve como una verdadera barrera y obstáculo en nuestro itinerario hacia la santidad. Incluso puede ser que nos aferremos a un resentimiento o rencor contra Dios por algo que Él ha permitido que ocurra en nuestras vidas. O tal vez alguna persona nos hirió, y no hemos perdonado plenamente a esa persona. Tal vez hemos fallado de una manera u otra y no estamos dispuestos a perdonarnos a nosotros mismos y a buscar el perdón de Dios a través del Sacramento de la Confesión. Cuando realmente aprendemos a perdonar, liberamos al cautivo; ¡y ese cautivo es nuestro propio y miserable yo!
4. MISIÓN…
Desde el Bautismo, todos estamos llamados a ser verdaderos misioneros. Ungidos como sacerdote, profeta y rey, el sacramento del Bautismo nos dota de una triple misión. Como personas sacerdotales ofrecemos sacrificios por nuestros pecados y los del mundo entero. Como reyes aprendemos a servir como nos enseña Jesús: «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos». (Mt. 20: 28) Luego, como profetas, todos estamos llamados a predicar y difundir la Palabra de Dios con la palabra y el ejemplo. Además, las últimas palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo son: «Id al mundo entero y enseñadles todo lo que yo os he enseñado. Bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y he aquí que yo estoy con vosotros siempre, hasta el fin del mundo». (Mt. 28: 19-20)
En la quietud de la oración, ruega al Espíritu Santo que ilumine tu mente para discernir y dar seguimiento a la forma o formas específicas en que puedes difundir la Palabra de Dios y proclamar el Reino. Todos nosotros estamos llamados a ser misioneros apasionados y ardientes. Si amamos a Jesús, debemos amar lo que Él más ama: la salvación de las almas inmortales. Con un Corazón dolorido, Jesús proclamó: «He venido a echar fuego en la tierra, y no estaré tranquilo hasta que ese fuego se encienda». (Lc. 12:49) Como misionero, ¡que eches fuego y enciendas una conflagración!
5. MARÍA: LA MADRE DE DIOS, LA MADRE DE LA IGLESIA Y NUESTRA MADRE AMOROSA
Es interesante el orden o la yuxtaposición de esta exposición. En efecto, María vivió al máximo estas cuatro primeras Ms: Meditación, Misa, Misericordia y Misión. De ahí que pueda ayudarnos a vivirlas con la mayor eficacia.
a) MEDITACIÓN: Dos veces en el Evangelio de San Lucas, en el capítulo segundo, se presenta a María como modelo de meditación. Después de la visita de los pastores, el evangelista afirma que María meditaba estas cosas en su corazón. La palabra ponderar significa meditar, rumiar (como una vaca mastica el bolo alimenticio), reflexionar seriamente sobre estos acontecimientos relacionados con Jesús. Luego, unos doce años más tarde, cuando el Niño Jesús fue encontrado en el Templo después de tres días de dolorosa búsqueda, una vez más María ponderó estos acontecimientos en su Corazón Inmaculado. De ahí que María sirva de modelo contemplativo de meditación para todos nosotros.
b) MISA. Cuando Nuestra Señora se apareció en México (Guadalupe), Francia (Lourdes) y Portugal (Fátima), pidió inequívocamente que se construyera una Iglesia. ¿Por qué? Para que la gente acudiera con frecuencia a este lugar sagrado donde Jesús se ofrece a Dios Padre en el Santo Sacrificio de la Misa por la salvación de las almas inmortales. San Juan Pablo II afirmó que en cada celebración del Santo Sacrificio de la Misa, María está presente, como lo estuvo al pie de la cruz en el Calvario cuando Jesús se ofreció como Víctima sacrificial para la salvación del mundo. (Jn. 19: 25-27)
c) MISERICORDIA. Entre los muchos títulos místicos y poéticos que se dan a la Santísima Virgen María está el de Madre de la Misericordia. De hecho, una de las mayores obras maestras de la literatura espiritual que se han escrito sobre María, exaltando su sublime virtud de la misericordia, es «Las Glorias de María» de San Alfonso de Ligorio. Esta obra maestra espiritual, única en su género, comenta una oración: el Avemaría. En esta hermosa oración que se recita al final del Santo Rosario, rezamos: «Salve Santa Reina, Madre de la Misericordia, nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza…» San Alfonso afirma que nadie debe temer acercarse a María, porque María es pura MISERICORDIA. Ella es el puente más rápido hacia el Corazón misericordioso de Jesús. En nuestras batallas para vencer nuestro orgullo y resentimientos, la Virgen es un medio e intercesor eficacísimo.
d) MISIÓN. La devoción a la Santísima Virgen María motiva nuestros corazones, llenándolos con el fuego del Espíritu Santo para llevar a Cristo a los demás y llevar a los demás a Cristo. Por eso, una de las más grandes Misioneras de la historia de la Iglesia, la Santa Madre Teresa de Calcuta, señaló con certera precisión «María fue la primera Misionera de la Caridad». ¿Por qué? Porque en el Misterio de la Visitación, María se apresuró a llevar a Jesús a Santa Isabel y a San Juan Bautista en su seno. Por eso, imploremos humildemente a María Misionera que, a través de sus poderosísimas oraciones, encienda en nuestros corazones el deseo ardiente y apasionado de incendiar todo el mundo con el amor a Cristo.
En conclusión, amigos en Jesús y María, esforcémonos por vivir el acrónimo espiritual de las 5 Ms: 1) MEDITACIÓN, 2) MISA, 3) MISERICORDIA, 4) MISIÓN y 5) MARÍA. Si se llevan a cabo con energía de voluntad, inteligencia y perseverancia, habremos entrado en la supercarretera del Cielo. ¡Pisemos el pedal para alcanzar nuestra meta eterna!