Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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Sep 14 2012

ACTITUD DE GRATITUD

Un gran escritor espiritual, Meister Eckhart, expresó
con estas palabras consoladoras respecto a 
la actitud fundamental de la oración: «Si en nuestra vida la única
oración que hacemos es la de acción de gracias, en efecto eso sería
suficiente».

 

Shakespeare se expresó con palabras fuertes para ellos
que son desagradecidos! «Más doloroso que el diente de la serpiente
es, el niño desagradecido».

El salmista nos recuerda una y otra vez de dar
gracias: «Den gracias al Señor porque él es bueno, su amor perdura para
siempre.»   ¡Cuente el número de veces que el salmista nos recuerda y
anima de dar gracias a Dios!  ¡Le
sorprenderá el número de veces!

El apóstol Pablo no olvida esta «actitud de
gratitud» que debe caracterizar la vida del seguidor de Cristo.   El
fervoroso apóstol de los Gentiles nos reta a «dar gracias en todo
momento».   Dios ama un corazón que se desborda de agradecimiento y
él anhela colmarla de gracias.

En otro pasaje Pablo nos reta a ser humildes y
agradecidos: «¿Qué tienes que no has recibido?»   Es una lección
de humildad, ¡lo único que realmente tenemos que no nos ha dado Dios son
nuestros pecados, pecados que libremente elegimos cometer contra el amor y la
bondad de Dios!

Jesús por supuesto es el modelo de gratitud
por-excelencia.   Vemos a Jesús dar gracias al Padre Celestial antes de
hacer el estupendo milagro de la multiplicación de los panes y peces.  Lleno
de compasión, Jesús sanó a los diez leprosos de esa terrible e incurable
enfermedad, pero después expresó asombro y tristeza cuando sólo uno de los diez
regresó alabando y agradeciendo a Jesús por el don de haber sido sanado.  
¡Los otros nueve, siguieron felizmente su camino sin una palabra de
agradecimiento a Jesús!  Por cierto, el leproso que fue sanado que volvió
era samaritano—¡perteneciente a una clase de personas que los judíos
despreciaban!

El pasaje de la última cena en el Evangelio es el que
mejor manifiesta una «actitud de gratitud», Jesús se dirige al Padre unas
horas antes de su amarga pasión.

En la última cena, Jesús tomó pan lo partió y lo dio a
sus discípulos, diciendo «Hagan esto en memoria de mía».  Por
los últimos 2000 años los sacerdotes han estado realizando este mandato de
Jesús cada vez que celebran la Santa Misa, «La Eucaristía»—¡la
palabra Eucaristía realmente significa acción de gracias!
 Jesús le agradeció al Padre el poder celebrar la
primera Misa de Jueves Santo y por dejar un memorial de su pasión, muerte y
resurrección cada vez que se celebra la Santa Misa.  ¡Deberíamos estar infinitamente agradecidos
cada vez que participamos en la Santa Misa!
A partir de hoy, debemos fomentar y cultivar una
«actitud de gratitud» hacia Dios de quien procede todo lo bueno.
 ¿Que tenemos que no hemos recibido de Él, excepto nuestro propio pecado?
  ¿Por qué no empezar con estas cinco categorías de «Regalos»
que Dios nos ha concedido gratuitamente y enseñemos a otros a ser
agradecidos—¡especialmente padres enseñen sus hijos!
En primer lugar, ¡la VIDA!  A dos niveles: natural y sobrenatural.
 El hecho que Dios (quien es autor, origen y sustento de la vida) por
medio de la gracia nos ha dado la vida humana y vida sobrenatural, nos debe
motivar a cantar el cántico de alabanza que cantó el corazón poético, sensible
y místico de San Francisco de Asís!  Nuestra vida pudo haber sido
destruida en el horrible acto del aborto, o apagada por una bomba, o en trágico
accidente automovilístico. Pero no fue así, Dios nos ha dado vida y la ha
protegido. ¡ Aún más digno de nuestra gratitud es el regalo de la fe, de creer
en Dios!

Segundo, ¡el ALIMENTO!   Cuando contemplamos a
niños con el estómago hinchado, ojos hundidos y bracitos flaquitos como
palillos, ¡cómo no elevar nuestros corazones en gratitud a Dios e igual hacer
un esfuerzo para aliviar el dolor de aquellos que no tienen prácticamente nada!
 Espiritualmente, ¡Dios nos alimenta con su Palabra y por el Sacramento de
la Santísima Eucaristía, su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad!   ¡Eternamente te damos gracias Señor!  

Tercero, ¡SANACION!  Gracias a Dios por la
pericia y dedicación de aquellos en la profesión médica, que nos han guardado
de una enfermedad grave y tal vez de la muerte.  Y con más razón,  ¡infinitamente te damos gracias Señor por
sanar nuestra alma a través de tu suave toque y unción, por medio del sacerdote
en el Sacramento de la confesión!  Jesús es el sanador herido que ha
venido a sanar nuestras heridas, para que nosotros también aunque heridos
podamos sanar a otros en este mundo roto.
Cuarta, ¡la AMISTAD!  Haz memoria de los muchos
amigos que Jesús te ha enviado. Consuelo, compasión, la presencia,
asesoramiento, a veces corrección fraterna, una sonrisa oportuna y una oración
ferviente—estos son sellos distintivos de un auténtico amigo.  Pero aún
más importante, Jesús expresó a sus apóstoles y a ti y a mi, el más íntimo
deseo de su Sagrado Corazón: «Yo no les llamo esclavos sino AMIGOS!  Ciertamente Jesús es el amigo y el más fiel
de los amigos.  A veces nuestros mejores
amigos nos fallan.  ¡Pero Jesús es
nuestro amigo verdadero que nunca nos
fallará!

Quinta, ¡ESPERANZA, FE, VERDADERA
FELICIDAD!  Como seguidores de Jesús
podemos empezar y acabar nuestro día con una esperanza renovada – a pesar de
las pruebas, luchas, y también las faltas. 
Despiadados son los sistemas políticos, las dictaduras y aquellos que
calculadamente solo buscan ganar dinero. 
Pero con Dios no es así.  En Él
podemos poner toda nuestra esperanza, Él es digno de toda confianza, porque en Él
se encuentra la verdadera felicidad.  ¡Así
como sale el sol cada mañana, igual es el amor de Dios para cada uno de
nosotros!  Dios es nuestra Roca,
Fortaleza, sostén, Principio y Fundamento y la fuente de nuestra felicidad aquí
en la tierra y en el cielo por toda eternidad. 
Por esto, «Demos gracias al Señor porque su amor es eterno”.
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Sep 13 2012

LUCHAR POR LA PUREZA DE CORAZON

 
Jesús dijo, «Bienaventurados los puros de corazón
porque verán a Dios». (Mt. 5:8). San Pablo nos recuerda de nuestra
dignidad, «Tu cuerpo es templo del Espíritu Santo; glorifiquen a Dios en
sus cuerpos».  Nuestra Señora de Fátima en 1917 habló sobre la virtud
de la pureza de tres maneras diferentes: la modestia, la perdición eterna y la
institución de la familia.  La madre de Dios, quien se apareció seis veces
a los pastorcitos, Lucía, Jacinta y Francisco,¡les reveló un mensaje que
impactaría al mundo entero!

1. El 13 de julio de 1917, Nuestra Señora mostró a los
niños una visión gráfica del infierno.  Ella imploró a los niños que
rezaran el Rosario y que ofrecieran sacrificios – muchas almas se pierden
porque no hay nadie que ofrezca sacrificios por ellas. Luego tristemente dijo
que la mayoría de las almas se pierden por toda la eternidad a causa de los
pecados contra los sexto y noveno mandamiento — es decir, los pecados cometidos
contra la virtud de la pureza.

2. MODESTIA.   María también dijo que muchas
modas inmodestas entrarían al mundo que ofenden gravemente al Señor.   Si
María dijo esto al principio del siglo pasado, ¿qué se puede decir de hoy día? ¡La
inmodestia se ha esparcido ampliamente en todo el mundo: desde la televisión,
el cine, la internet, los anuncios, hasta el vestir en general!

3. MATRIMONIOS.  Además, nuestra Señora dijo que
muchos matrimonios no eran buenos, no agradaban a Dios.  Ella no da la
razón expresamente, pero nos podemos suponer que una de las razones principales
es el pecado de la impureza antes del matrimonio, en el matrimonio— a detrimento
de los niños y la protección de la familia.

La lujuria es uno de los pecados capitales a
consecuencia del pecado original.  Primero, una breve definición de la
lujuria.   Es el deseo desordenado
de el placer sexual.  La sexualidad tiene su lugar apropiado, su propósito
y bendición.  ¿Dónde, cuándo y con qué
intención?   La sexualidad es bendecida por Dios, sólo en el contexto del
sacramento del matrimonio entre hombre y mujer, con el fin de una entrega mutua
(El Don de Si Mismo, del Papa JPII) y
con la intención de estar abierto a la vida o la procreación de hijos.  ¡La definición no es nada complicada!  Sin embargo, sin la gracia de Dios, ¡es imposible
vivir!

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la
pureza se puede lograr con auto-maestria o autocontrol.  No es una virtud
que se logra de la noche a la mañana, pero debe lograrse sobre todo con la
gracia de Dios y la nuestra colaboración con su ayuda!

¿Cuáles son algunos medios concretos ascéticos
místicos y prácticos que se deben emplear para alcanzar la virtud de la pureza
y vivir la bienaventuranza: «Bienaventurados los puros de corazón, porque
verán a Dios».  (Mt 5:8).

1. ¡LA ORACIÓN!   La pureza, tal como la humildad
y el perdón, son virtudes sobrenaturales — es decir, la pureza es una virtud
que trasciende nuestra fuerza natural. 
En otras palabras, necesitamos la ayuda de Dios a través de la
gracia.  Por lo tanto, debemos pedir la
virtud de la pureza humildemente y constantemente.  «Pide y se te
dará; busca y encontrarás; llama y se te abrirá la puerta.» (Mt.7:7)  Agustín dice que todos somos mendigos ante
Dios.  ¡Por qué no pedir pureza de
corazón, de mente, de alma, de cuerpo e incluso de intención!

2. ¡PENITENCIA!  Nuestra Señora de Fátima nos hace
un llamado a la oración — en cada una de las seis apariciones ella insiste en
el Rosario.  También exhortó a los tres
pastorcitos que ofrecieran sacrificios que eran de mucho agrado a Dios.
Penitencia, mortificación, abnegación, a veces ayunos  – todos sirven para frenar nuestra naturaleza
sensual y animal.  Si no frenamos y
vencemos la carne, entonces nos convertiremos en esclavos de ella.

3. ¡EL TRABAJO!  «El ocio es la madre de
todos los vicios!»  ¡Si no tenemos nada que hacer entonces el diablo
nos dará mucho que hacer y nos lo pintará color de rosa!  Analizando nuestra vida, podemos ver un
denominador común: ¡si no tenemos nada que hacer, llega la tentación y después
la caída! Una clara ilustración bíblica es la caída del rey David.
 David lo tenía todo – ¡increíble talento, era poeta, místico, escribió
los salmos, músico, guerrero exitoso y era rey de Israel!  Pero tenía una debilidad: hay que llamarlo su
«Kryptonita»!   Él no salió a la batalla por pereza.  Con mucho tiempo libre, una larga siesta y la
indiscreción de sus ojos, el rey David codicia a Betsabé, comete adulterio con
ella y acaba asesinando a su marido Urías!   Para evitar cualquier
problema nuestro lema debería ser el lema benedictino: «Ora y
Labora!»— es decir, «Ora y Trabaja!»

4. ¡LA CONFESIÓN! 
En el sacramento de la es confesión, la especifica gracia sacramental
que se recibe es la sanación.  Jesús es el «médico
divino», él puede sanar toda la persona, cuerpo y alma.  La práctica
de la confesión frecuente es de valor infinito.  Sirve como medicina para el alma;  ¡medicina curativa o medicina preventiva!  ¡Inténtelo y ve los resultados!

5. ¡CONTROL DE LA VISTA!  Sin duda alguna, hoy
nos vemos bombardeados con muchas  imágenes impuras e indecentes: la televisión,
el internet, las películas, carteleras, periódicos y revistas, inmodestia en el
vestir, etc..  «Los ojos son el espejo del alma».  Hoy más que nunca,¡debemos de guardar recato
de los ojos!  Recuerde el pecado de
David.  ¡El santo, Job, hizo un pacto!  El pacto fue: ¡él no vería
mal a una doncella!  ¿Por qué no hacer lo que hizo el piadoso Job, ¡hacer
un pacto para que los ojos solamente contemplen la belleza de la creación de
Dios!  «Bienaventurados los limpios
de corazón porque verán a Dios!»  (Mt 5:8)
6. ¡LA CONVERSACIÓN!  Nuestra conversación no
debe ser de nada que trate con la impureza. 
En un escrito sobre la vida de San Juan Bosco se comenta que cuando él
fue joven, algunos hombres mayores habían dicho algo impuro.  ¡Muchos años después el Santo lamentaba que él
no podría borrar lo dicho de su memoria! 
Recuerde la advertencia de Jesús: «el día del juicio tendremos que
dar cuenta por todas y cada una de las palabra que pronunciamos.»
7. ¡AUTOCONOCIMIENTO!  San Ignacio de Loyola
insiste en el autoconocimiento. 
Uno de los motivos principales del examen diario es para ver la
presencia de Dios en nuestras vidas, y también para descubrir nuestras
debilidades que conducen a la caída.  En
el transcurso del día, hay momentos de debilidad.  Haga en este momento un rápido examen, vea la
hora, el lugar y las circunstancias en las que — en el pasado — ha caído en
la impureza.  ¡Utilice este
autoconocimiento como una valiosa herramienta para evitar futuras caídas!
 Un famoso historiador escribió una vez: «Quien no conoce la
historia, está condenado a repetir los mismos errores».  De igual modo, podemos decir lo mismo de la ausencia
del autoanálisis en el área de la pureza, el no conocerse puede causar una
caída el día de mañana!  El filósofo griego dijo, ¡una vida que no se
examina es una vida que no vale vivir! 

8. ¡EQUILIBRIO! 
El no dormir, la falta de ejercicio, malos hábitos alimenticios y la
tensión y la frustración de la vida cotidiana, a menudo agrava el apetito
sexual y ¡fácilmente puede causar una caída!  El cuerpo se debe de
respetar porque es templo del Espíritu Santo, especialmente en la pureza, salud
e higiene!

9. EL CUERPO DE CRISTO EN NUESTRO CUERPO, EL TEMPLO DE
CRISTO. Es de suma importancia recibir el Cuerpo y Sangre de Cristo en el
sacramento de la Eucaristía, con fervor, frecuencia y fe, para alcanzar la
virtud de la pureza.  ¡Reflexione sobre
esta profunda verdad!  Al recibir la
Santa Comunión, la Sangre Preciosa y Pura de Cristo entra en tu cuerpo, tu
mente, tu corazón, incluso circula por tus mismas venas. ¡Qué mejor manera de alcanzar
la pureza que Jesús mismo tome posesión de todo su ser!

10.¡INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA!  En el
Diario de Misericordia en Mi Alma
de Santa Faustina Kowalska, hay una
anécdota de cierre que queda perfectamente en nuestro tema sobre la pureza.
 Jesús se le aparece en toda su gloria y le pone en su cintura un cinturón
dorado.  Desde ese momento le da el don
de perfecta castidad.  Ya no experimentó
inquietudes de la carne (la concupiscencia); aún más, ¡de allí en adelante ella
nunca experimentó impureza de pensamiento!  Faustina dijo que ella le
había estado pidiendo a la Santísima Virgen esta gracia de perfecta castidad
por mucho tiempo.  Que la Inmaculada Concepción, el Inmaculado Corazón de
María, la Virgen de vírgenes, María nuestra madre y reina, nos alcance pureza
de mente, corazón, cuerpo, alma e intención para que podamos vivir la
bienaventuranza, «Bienaventurados los limpios de corazón porque verán a
Dios.» (Mt
5:8)
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Sep 12 2012

AŇO DE LA FE, AŇO DE GRACIA, AŇO DE BENDICIONES

¡Dios es bueno, bondadoso, misericordioso,
compasivo y generoso mucho más de lo que nos podamos imaginar!  Dios nos
habla a través de la Iglesia, su Cuerpo Místico y especialmente a través de su
«Dulce Vicario en la tierra» (Santa Catalina de Siena) el Santo
Padre, el Papa — actualmente, el Papa Benedicto XVI.

El Santo Padre ha proclamado para la Iglesia Católica
«El Año de la fe» que inicia el 11 de octubre de 2012 y termina el 24
de noviembre, 2013 (la solemnidad de Cristo Rey).  Este año de fe será un año de gracia y un año
de bendiciones extraordinarias.  Por supuesto las bendiciones de Dios no
tiene limite, pero nuestra capacidad puede ser magnánima, generosa o mediocre.
 Por lo tanto, las gracias y bendiciones dependen en gran parte de la
disposición de nuestros corazones.   El
mensaje es este: ¿cómo podemos darle al Señor un corazón totalmente abierto para que Él pueda dejar caer una lluvia torrencial de
gracias en nuestra mente, nuestro corazón, nuestra alma y nuestras familias!
 ¡Permítanos ofrecerle algunas formas concretas para vivir intensamente
este «Año de la fe»

1. ¡EL TIEMPO APREMIA!  ¡Nadie tiene la vida
comprada!  Jesús constantemente nos exhorta a que permanezcamos
despiertos, alerta y atentos.   No sabemos ni el día ni la hora en que el
Señor vendrá y pedirá cuenta de nuestra vida. 
¡La vida es corta, precaria e incierta!  Recuerde el Tsunami, las
torres gemelas el 11 de septiembre de 2001 y terremotos repentinos.  Todos estos eventos tienen algo en común: ¡todo
sucedió inesperadamente!  No quiero ser
apocalíptico sino realista — debemos imitar a los santos — debemos vivir cada
día como si fuera el último.  Por esta razón debemos vivir este «Año
de la Fe» como si fuera el último año de nuestra vida, ¡por el que seremos
juzgados por toda la eternidad!  Recuerda
la expresión poética del salmista: «nuestra vida en la tierra es como la
flor del campo que se abre en la mañana y marchita y muere en la
noche».  Somos la flor del campo,
llamados a florecer, dar fruto y emanar la hermosa fragancia de santidad.  Pablo nos recuerda que somos llamados a ser
la fragancia de Cristo!

  
2. ¡LA ORACIÓN!   El Padre John Hardon, S.J. hizo
una profunda observación sobre la fe y la oración.  ¡El piadoso Jesuita hizo esta conexión!
 ¡Cuando una persona pierde su fe, a menudo es a causa del descuido de la
oración o el abandono total de la oración! ¡Que pensamiento tan profundo!
 ¿Por qué?  En verdad, la oración es
un acto de fe.  La naturaleza de la fe es creer en un Dios que no
vemos.  La oración es rezar a un
Dios que no vemos, pero creemos que él escucha nuestras oraciones, está atento
a nuestras súplicas y nos ama intensamente. 
Como una lámpara desenchufada, si dejamos la oración, ¡la corriente
espiritual de la fe muere!  ¡Que este Año de la Fe se caracterice por una
oración más ferviente, fiel, intensa y segura!

3. ¡ESTUDIO!   Sabemos por sentido común que no
podemos amar a alguien que no conocemos.  Este mismo principio se aplica a
nuestra relación con Dios.  Si no conocemos a Dios nos hemos creado un
gran obstáculo para amarlo.  El
conocimiento y el amor se cruzan y se relacionan.  A Jesús se le preguntó una vez cuál era el
mandamiento más grande y el Señor respondió inmediatamente, citando la gran
«Shema» del Antiguo Testamento: «Amarás al Señor tu Dios, con
todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente y a
tu prójimo como a ti mismo». (LC.  10:27).  ¿Qué debemos estudiar?   El Santo Padre
en su carta apostólica, «Porta Fidei», «La Puerta de la
Fe», explica el propósito y el objetivo principal de este año de fe.  El claramente señala que debemos repasar los
documentos del Concilio Vaticano Segundo (Vaticano II), pero más
específicamente nos anima a ver de nuevo, leer, estudiar y aprender los
fundamentos de nuestra fe, presentado por el Catecismo de la Iglesia Católica
(Números 11 y 12 Porta Fidei). 

En su
sabiduría y conocimiento, el Santo Padre comienza el año de fe simultáneamente
con el 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, al igual que el
vigésimo aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica,
que el Papa Juan Pablo II ofreció como un «regalo maravilloso» al
mundo moderno; ¡un mundo en la oscuridad, con ignorancia y esparcida
desorientación!  Por lo tanto, si no tiene el Catecismo de la Iglesia
Católica, ¡cómprelo!  Si lo tiene,
regrese a esta mina de oro espiritual. ¡Tráigalo a la oración, léalo, medítelo,
forme grupos de discusión, apréndalo y vívalo!

4. ¡ENCUENTRO CON CRISTO!   El mensaje central y
objetivo principal del «Año de la Fe», proclamado por el Papa
Benedicto XVI, es que todos y cada uno de nosotros lleguemos a una relación
profunda, personal, íntima y creciente con Jesucristo.  Jesús tiene que cobrar vida en nuestra vida,
como nuestro Dios y Salvador, y ¡también como nuestro mejor AMIGO!!!  Desde el comienzo de su pontificado, el
Sucesor de Cristo, el Papa Benedicto XVI ha insistido que descubramos a
Jesucristo como AMIGO.   Santa Teresa de Ávila
claramente enseñó que meditar sobre la humanidad de Cristo es uno de los medios
más seguros y eficaces para sondear las profundidades de la oración y llegar a
unión con Dios.  Aceptemos entonces la invitación del Papa y— por medio
de nuestro estudio y meditación del Catecismo de la Iglesia
Católica—lleguemos a una profunda «amistad» con Jesús.  En ocasiones, ¡nuestros mejores amigos nos
fallan!  ¡No es así con Jesús!  Él
es el «amigo» siempre fiel en el tiempo y la eternidad.   Jesús
en la última cena describe su relación con sus apóstoles (y con nosotros),
desde lo más profundo de su Sagrado y Amoroso Corazón: ¡»No les llamo
siervos porque el siervo no sabe lo que hace su maestro, sino les llamo AMIGOS!

5. ¡IMPULSO MISIONERO!   Por último, el Santo
Padre insiste en su Carta Apostólica, «La Puerta de la Fe» que
debemos ser auténticos testigos de Cristo. 
El Papa insiste en una constante metanoia o conversión del corazón,
renunciando nuestro pasado pecaminoso y de centrarnos en Jesús que perfecciona
nuestra fe.  Con esta conversión, el Papa insiste en una ambición
misionera, el llamado de llevar la gozosa y Buena Nueva de Jesucristo a todo el
mundo: «Id, pues y hacer discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a observar todo lo que os he mandado.  Y he aquí que yo estoy con vosotros siempre,
hasta el fin del mundo. “(Mt. 28:19-20).  Estas fueron las últimas
palabras de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, antes de que él ascendiera a
los cielos—¡de hecho un mandato misionero que encargó a todos nosotros como
sus seguidores para ser tomado en serio y llevarlo a cabo!   El año de la fe, debe ser un año de crecimiento y enriquecimiento
personal, y también un año para compartir la fe con todo el mundo.  Sin duda, ¡una de las maneras más eficaces de
crecer en nuestra fe es compartirla con otros!

 Que María, quien meditó la palabra de Dios en su
Corazón Inmaculado y que fue de prisa para compartir la palabra de Dios a los
demás (su prima Isabel, Zacarías y Juan el Bautista) nos alcance a cada uno de
nosotros un corazón abierto, una plena disposición de voluntad y una confianza
sin limite en la gracia y la misericordia de Dios.  ¡Por la poderosa intercesión de María este
año de la fe, será un año de gracia y un año de bendiciones extraordinarias!
 
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Sep 10 2012

EL REMEDIO PARA VENCER LA ENVIDIA

Como consecuencia del Pecado Original, todos llevamos dentro el pecado capital de la envidia.  Si no la reconocemos, la frenamos, la rechazamos o vencemos, la envidia nos puede destruir y destruir a quienes nos rodean.  Pero para vencerla necesitamos la gracia de Dios
y nuestra propia determinación.  ¿Qué medidas podemos tomar para vencer
este pecado capital de la envidia?

 

1. ¡ADMITIRLO HONESTAMENTE!  Si no admitimos con honestidad y aceptamos que la envidia es una realidad en nuestro corazón,
nunca podremos desarraigarla.  ¡El que no
quiere ver sus defectos no los vence sino los agrava!   Hay una
expresión que dice: «No hay peor ciego que aquel que no quiere
ver; no hay peor sordo que aquel que no quiere oír”.  ¡Cuántos alcohólicos
no aceptan que tienen una adicción y acaban por mortir de alcoholismo!

2. ¡CONFIÉSELO!  Es pecado ceder de forma deliberada a la envidia.  Pero cuando acudimos al
sacramento de la Confesión y confesamos este pecado, el alma sana.  Porque la gracia sacramental específica que otorga el sacramento de la confesión es la sanación.
3.  «AGERE
CONTRA
»  IGNACIANA.   Esta es
una expresión Ignaciana que significa: “no cedas a ella, sino haz lo contrario”!  En vez de hacerle daño a la persona que
envidias, ¡hazle el bien  ya sea rezando
por él o haciendo una buena obra por él!

4. ¡REZA POR ÉL!   Cuando en la oración le
traemos a Dios nuestras malas inclinaciones — especialmente la envidia, es
entonces que Dios hace milagros; ¡Él puede mover la inmensa montaña de nuestro
orgullo, ira y envidia!   «Déjala ir y deja que Dios obre!»
 Solos, somos la personificación de la debilidad y la miseria.  Pero Dios es omnipotente.  «¡Dios
todo lo puede»!

5. ¡HALAGUE Y FELICITE! Cuando la envidia
se arraiga en el corazón, la tendencia en cuanto a la forma de expresión es de
criticar, chismear, denigrar y degradar a la persona. ¡ Vence la envidia alabando
o felicitando a esa persona por sus buenas cualidades!  ¡Hazlo en su presencia o en presencia de
otros!

6. ¡DA GRACIAS A DIOS!   Desde el fondo de tu
corazón da gracias a Dios por los maravillosos talentos que les ha dado a todas
las personas en el mundo, pero en especial la persona a quien más envidias.
 ¡Qué tontería es envidiar!  ¡Lo que
nosotros estamos envidiando es simplemente un talento que Dios ha dado a esa
persona y que nosotros reconocemos y que esa persona ha sabido cultivar!  ¿¡Por
qué envidiar los dones de Dios!

7. CULTIVAR UN ESPÍRITU DE CAMARADERÍA   En un
equipo de béisbol, si un jugador pega el cuadrangular ganador, no es el jugador
individual quien gana el partido, sino todo el equipo gana.   Cuando
rezamos el Padre Nuestro reconocemos que Dios es el padre de toda la humanidad
y de cada uno de nosotros muy particularmente. 
Concretamente, esto significa que todos somos hermanos de un mismo Padre
Celestial.  Por lo tanto, ¡tu victoria es
mi victoria; tu derrota es mi derrota!  Recuerden las palabras del Apóstol
San Pablo: «¡Alégrense con los que están alegres; lloren con los que
lloran!»   St Therese de Lisieux, conocida por su camino de la
perfección que era hacer las cosas ordinarias con extraordinario amor, dijo que
cuando se hace el mal todo el mundo desciende. 
Sin embargo, ¡cuando se hace el bien el mundo entero se eleva más cerca
del cielo!  ¿Por qué no celebrar las victorias espirituales de otros?
 ¡Así la tierra se elevará más cerca del cielo!

8. CONOCE TUS PROPIOS TALENTOS. En el
vigésimo quinto capítulo del Evangelio de San Mateo hay una parábola muy
reveladora.   Se les da talentos a tres hombres.  Dos de ellos multiplican los talentos
trabajando arduamente.  El último, por
miedo y pereza, hace un agujero y entierra el talento.  A su regreso, el
maestro hace un examen de la cuenta.  Los
primeros dos siervos trabajadores y fieles son halagados y premiados por su
dedicación.  Sin embargo, ¡el siervo
perezoso fue reprendido porque escondió su talento por debajo de la tierra!
 ¡Todos tenemos talentos!  Arte,
música, deportes, estudio, comunicación, pintar, escribir, cocinar, oración,
espiritualidad—todos estos son talentos dados por Dios. 

Los talentos se pueden cultivar y así
prosperar y usarse para fomentar la «civilización del amor» o pueden
permanecer en un barbecho, oxidados, deteriorados y desintegrados.  De hecho nos incumbe a todos descubrir
nuestros talentos y luego cultivarlos a lo máximo.  Al hacer esto nos enfocaremos en nuestros talentos
y no en los talentos y éxito de nuestro «rival» y así, ¡no permitir
que la envidia nos posee y venza a nosotros!  En la famosa historia de la
malabarista de Notre Dame, un joven entra en el monasterio y no puede estudiar
o llegar a sublimes dones místicos, se sentía carente de talento.  Pero podía hacer una sola cosa: ¡hacer
malabares!  Así que a solas, ante de la
imagen de Nuestra Señora, hacía sus acrobacias malabares. ¡Nuestra Señora,
viendo esto sonrió con jubilo!  Este fue el regalo que podía ofrecer a
Dios y a su Santísima Madre.  ¿Qué tipo
de acto de malabarismo puede usted hacer por Dios y así evitar fijarse en los
talentos de otros y caer en la envidia?

9. LISTA DE ACCIÓN DE GRACIAS DE SAN JUAN BERCHMANS,
S.J.   En la vida del joven Jesuita, San Juan Berchmans, S.J., está
escrito algo relacionado y pertinente a nuestro tema de conquistar y aplastar
la horrible cara de envidia.  Juan vivía
en una comunidad de hermanos y sacerdotes.  Lleno de un auténtico espíritu
de caridad, Berchmans estaba plenamente consciente de los talentos y dones que
Dios habían dado a cada uno de ellos. 
Juan Berchmans escribió una lista con los nombres de todos los miembros
de la comunidad jesuita.  Luego al lado
del nombre de cada uno de ellos anotó una virtud o atributo positivo.   Luego compuso una letanía de acción de
gracias a Dios por esa virtud.   ¡Una
nota interesante!  Sólo el nombre de una persona no aparecía en esa lista.
¿Puede usted adivinar de quién?  ¿Por qué
no hacer una lista de los miembros de tu familia y junto a cada nombre escribe
un atributo positivo y dar gracias a Dios por ese regalo!  ¡Gran manera de vencer la envidia!

10. LA MAGNIFICAT DE MARÍA!  Acuda a María y pida su ayuda cuando esté en
la ocasión próxima de caer en la envidia. 
Rece sin demora un Avemaría cuando sienta la tentación de los celos!  Agradezca y alabe a Dios con el himno de
alabanza de María.  «Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi
espíritu se alegra en Dios mi Salvador…»
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Sep 09 2012

LA ENVIDIA MATA

La rivalidad entre hermanos, el pleito sobre quién
tiene derecho a la galleta más grande, el coraje porque el otro pegó el
cuadrangular ganador en el juego de béisbol y a yo me “ponche” (no llegue ni a
primera base), mirarse al espejo y oprimirse por no ser tan guapa como la
amiga, cuestionar tristemente por qué el vecino tiene muchos amigos y yo apenas
un perrito que me acompaña, comparar su coche pequeño, su pobre casa cuando el
compañero de clase tiene un Jaguar de último modelo, una casa multimillonaria
con piscina — estos individuos tienen la carga de la tristeza en común: ¡todos
ellos se han dejado llevar por el Pecado Capital de la ENVIDIA!  

 

 

 ¿Qué es la envidia?  ¿De dónde viene?
  ¿Quién la tiene?  ¿Que dice la Biblia sobre la envidia? ¿Como
afecta la envidia a la persona que sucumba a ella? Finalmente, ¿cómo podemos
vencer la envidia?

Primero, ¡la definición!   La envidia se define
como estar triste por no tener lo que otro tiene y ¡alegrarse cuando algo malo
le sucede!  Es verdaderamente un pecado muy feo que frustra la virtud más
importante: ¡la caridad fraterna, amar y desear el bien al prójimo!
¡Su origen!  La
envidia proviene del Pecado Original y es uno de los siete pecados capitales.
  Todos heredamos y fuimos concebidos con pecado original por ser hijos e
hijas de Adán y Eva.  Estas malas
tendencias de nuestra naturaleza son lo que se conoce como «los pecados
capitales».  Santo Tomás de Aquino le llama concupiscencia—la
tendencia innata, propensión o inclinación al mal y al pecado. Si estas
tendencias — pecados capitales—no se controlan, entonces sí se convierten en
pecados y si se da lugar a que aumenten, entonces se convierten en vicios, ¡y
un vicio es esclavitud!  ¡Jesús dice que el pecado es esclavitud!

Los pecados capitales pueden dividirse en dos
categorías: 1) los que se refieren más directamente a la naturaleza corporal —
la gula, la lujuria, la avaricia y la pereza; 
2) aquellos que se refieren más a la naturaleza espiritual e
intelectual—la ira, la envidia y el orgullo.

¡LA BIBLIA Y LA ENVIDIA!  En muchas partes de la
Biblia, tanto en pasajes del Antiguo como en el nuevo Testamento, la envidia,
esa serpiente fea que asoma la cabeza y se manifiesta claramente venenosa,
produce consecuencias letales cuando no se vence y domina. ¡Vamos a ver!

Primeramente, la palabra de Dios dice que el pecado
entró al mundo por la envidia del diablo.  Adán y Eva fueron tentados por
la serpiente en el jardín y sucumbieron, dándole entrada al pecado en el
mundo.  Sin embargo, ¡detrás el pecado de
nuestros primeros padres estaba la presencia insidiosa y envidiosa del maligno!
 
 
¡CAIN Y ABEL!  Inmediatamente después del pecado
de nuestros primeros padres, Adán y Eva, el efecto social del pecado saca su
cabeza fea en los hijos de Adán y Eva, los hermanos Caín y Abel.  Movido
por los celos y la envidia porque Dios había preferido la ofrenda de Abel sobre
la de Caín, Caín permitió que la envidia se convirtiese en coraje, de coraje a
rencor, y de rencor a una amarga ira, esto causó que él llevara a su hermano al
campo y ahí lo asesina — ¡fratricidio, la muerte de su hermano!  Este es el resultado de la envidia
desenfrenada — ¡el asesinato de su propio hermano!  
  
 ¡SAÚL Y DAVID!   ¡Seguimos!   David se
ofrece para luchar contra Goliat, el filisteo feroz, despiadado y victorioso — ¡en
tamaño y peso era un verdadero gigante! La historia es bien
conocida.  David con resortera y piedra contra Goliat quien tenían espada,
escudo y portaba armadura (como una hormiga contra un elefante), David lanzó un
cohete que se clavo en la cabeza de Goliat, Goliat se viene abajo, como las
torres gemelas de Nueva York.  Extrayendo
la espada de la vaina, David decapitó fácilmente al gigante Goliat.  ¡Que
victoria!  ¡Saúl presencio todo con
asombro!  David  demuestra una extraordinaria destreza militar
ganando batalla tras batalla, y Saúl también pero en menor grado.  ¡Entonces sucedió!  

¡Después de las
victorias de David y triunfo tras triunfo, llega el momento culminante cuando
comienza el perecimiento de Saúl, el rey y general del pueblo de Israel!  
Esto pasó en la procesión triunfal en Jerusalén.  El rey Saúl caminaba
lado a lado con David por las calles de Jerusalén, las doncellas judías
cantaban en coro cantos de gozo y victoria, con estas palabras: «¡Saúl ha
matado a sus miles y David a decenas de miles»!   ¡Esto fue la gota
que derramó el vaso!  Sin resistir los celos que surgieron de su corazón,
Saúl le da lugar a la envidia, se deja transformar por la ira y el odio, y
decide acabar con David matándolo.  ¡Saúl
y Caín se convierten en hermanos en un complot de asesinato!

 

Con lanza afilada, Saúl la lanza al corazón de David,
pero David la esquiva y la lanza queda en la pared detrás de él.   Saúl no
hace ningún esfuerzo para dominar o vencer la envidia que le consume.  El fin de la vida de Saúl llega cuando Saúl
se siente abrumado y está en una batalla contra sus enemigos.  Él consulta a una bruja (la bruja de Endor),
también consulta al profeta muerto Samuel quien prevé la derrota de Saúl — el
Señor había dejado a Saúl debido a la envidia.   A media batalla, cuando
Saúl iba perdiendo, él acaba con su propia vida cayendo sobre su espada — ¡suicidándose!

¡JESÚS Y LOS JUDÍOS!   Por último, la
manifestación más clara lo malévolo que son los celos y la envidia es la muerte
de Jesús.  Jesús nació en Belén, creció y se crio en Nazaret un pueblo
pequeño —«algo bueno puede salir de Nazaret?»—Jesús el hijo de un
humilde carpintero, hablaba con elocuencia y poder, sanó a innumerables
enfermos y la gente acudía a él, ponían atención a cada palabra que él
pronunciaba.   Muchos de los fariseos, maestros de la ley, no podían
aceptar que alguien tan desconocido y sin estudio pudiese hacer tan profunda
impresión en el pueblo.   Por esa razón, se burlaban de él, le agredían,
le ridiculizaban, le contradecían y por último le crucificaron.   ¡La
razón principal detrás de la crucifixión y muerte de Jesús fue la envidia y los
celos, que los llevo al odio, amargura y asesinato!

II.  LOS MALOS
EFECTOS  DE LA ENVIDIA EN EL CORAZON

Ceder al pecado capital de la envidia puede causar
estragos en el alma, ¡por no decir más! 
Al darse cuenta que esta serpiente fea (la envidia) asoma la cabeza
dentro de nuestra alma, nos incumbe rechazarla de inmediato.  Si no se hace, ¡estas son algunas de las horribles
consecuencias que se producen en nuestra persona!

1. ¡LAS COMPARACIONES!
  La envidia causa que los ojos divaguen respecto a la persona envidiada y
que se hagan comparaciones.  ¡»Las comparaciones son odiosas”!  
La envidia roba la paz del alma.  ¡La persona envidiosa es como un mar
agitado, nunca en paz!

2. LOS PECADOS DE LA LENGUA — EL CHISME Y LA CALUMNIA.
  A raíz de la envidia a menudo brotan palabras duras y perjudiciales, ya
sea el chisme, o algo más grave como la calumnia o difamación «asesinato
de carácter o reputación de otro».  Jesús
dice, «De la abundancia del corazón habla la boca».  ¡La envidia es síntoma de un corazón enfermo!
 ¡Las palabras odiosas lo demuestran!
3. ¡INSOMNIO! La persona envidiosa, está
tan preocupada por el progreso y el éxito de su «rival» (a menudo el
rival no tiene ni idea de esto) que de noche no puede dormir.  Noches de insomnio obviamente le cobraran su
precio caro al cuerpo.  La ira, la
impaciencia, la agresividad, ser excesivamente exigente, ser duro y amargo con
los demás—¡todo esto es el resultado de noches de insomnio provocadas por la
envidia!
4. ¡ÚLCERAS!  ¡Un aumento de la producción de
ácidos líquidos en los intestinos causa la perforación en el intestino y una
úlcera!  ¡El pecado es nuestro peor enemigo!  El pecado puede provocar dolencias físicas,
que a veces aumentan en gravedad e incluso ¡causan la muerte!
5. ¡PELEAS DE FAMILIA!   La rivalidad entre
hermanos tiene su raíz en que los hermanos y hermanas se celan, ellos piensan
que sus padres prestan poca atención a ellos y demasiada atención a su hermano
o hermana.  Surgen riñas, peleas y
sospechas que roban la paz y la armonía de la familia, la paz y la harmonía que
son tan necesarias para vivir una vida familiar sana.

6. SABOTAJE.   Una persona envidiosa está empeñada
en ver la caída de su supuesto «rival» — como vimos con Caín y Abel,
David y Saúl y algunos de los judíos con Jesús. Por lo tanto, la persona envidiosa
busca oportunidades para poner piedras de tropiezo en el
camino de su rival y así destruirlo, pero en realidad él está destruyéndose a
sí mismo.

7. ¡ASESINATO!  Como he explicado anteriormente
más de una vez en los ejemplos bíblicos, la envidia es como una bola de nieve
que está en la cima de una montaña, una vez que avanza, la fuerza del impulso
puede acelerar la bola de nieve a tal grado que  las repercusiones son desastrosas e
incalculables.   Los celos abren el
camino a la envidia,  la envidia a la
coraje, el coraje al resentimiento, el resentimiento al rencor, rencor al odio,
y el odio completamente asentado culmina en asesinato — todo comienza  primero en el corazón y luego se manifiesta
externamente en los hechos.  ¡Traigan a
la memoria lo que sucedió con Caín y rey Saúl!

8. ¡ACABA CON LA CARIDAD!   La envidia desea el
mal y el fracaso del prójimo;  la caridad
desea el bien del otro.  La caridad es la virtud más importante y al final
de nuestra vida seremos juzgados por nuestra caridad.   San Juan de la
Cruz claramente expresó: «En el ocaso de nuestra existencia seremos
juzgados sobre el amor.»

 
9. OBSTRUYE EL DESARROLLO HUMANO E INTELECTUAL.  A menudo un «macho» sufre de
inseguridad; su aparente valentonería masculina es realmente un disfraz de su
propia inseguridad.   Por lo tanto,
para engrandecer su propio orgullo, ego y autoestima e inseguridad–¡si acaso
está casado, impide que su esposa avance en sus estudios, trabajo o que cultive
otros talentos, todo por temor a que el éxito de su esposa lo empequeñezca a él!
¿Que feo es esto, pero tan común!

10. LA ENVIDIA ESPIRITUAL FRUSTA EL PROGRESO
ESPIRITUAL San Juan de la Cruz, el doctor místico
presenta dos imágenes los pecados capitales: físicamente (materialmente) y
espiritualmente.  La envidia espiritual
se manifiesta a menudo en personas que sinceramente buscan una vida de gran
profundidad espiritual.   Sin embargo, el
diablo nunca duerme, especialmente cuando ve un alma generosa que verdadera
busca una vida de santidad.  El diablo
puede tentar a esa persona para que empiece a comparar su vida espiritual con
la de otra persona que también está en la misma búsqueda o camino de
santidad.   Las comparaciones son cosas
de odio, sobre todo en la vida espiritual! 
La envidia espiritual puede ser devastadora si no se resiste esta
tentación! En lugar de fijar
sus ojos en Dios como el centro de su vida, esa persona está mas bien observando
y comparándose con su «rival espiritual», esperando que su
«rival» ore menos, disminuya la intensidad de su propósito espiritual
y así ocupar un lugar subordinado en la búsqueda de la santidad.  La envidia espiritual va tan en contra de la
caridad y desagrada a Jesús, cuyo último y más grande mandamiento fue, ¡»Améis
unos a otros como Yo os he amado»!

En conclusión, a raíz del Pecado Original todos
tenemos la semilla de la muerte germinando dentro del jardín de nuestra
alma.  A esto se le llama, los Pecados
Capitales.  Si estos pecados no se detectan, resisten y dominan con la gracia
de Dios y como dice Santa Teresa de Ávila, con una determinada determinación de
nuestra parte, entonces podemos sucumbir fácilmente a ellos, ser víctimas de
ellos y peor aún convertirnos en esclavos de ellos.  Por eso Jesús dice que el pecado es verdaderamente
esclavitud.  ¡Él vino como Salvador para
liberar a los cautivos! 

Examine su vida, sus acciones e de igual importancia,
examine sus intenciones.  Es tan fácil
padecer de un ceguera espiritual debido al orgullo innato — el orgullo es la
causa principal de todos nuestros pecados — que ni siquiera se puede ver o
estar consciente de los celos, la envidia o envidia espiritual que acecha en
los recovecos más profundos de nuestra alma.
 
El primer paso para sanar cualquier dolencia física y
espiritual aunque a veces sea doloroso, es reconocer el mal y admitirlo.
 Un ciego no puede guiar a otro ciego; irían directamente y caerían al
foso.  Por medio de adecuada dirección
espiritual y la confesión, la luz puede iluminar nuestra alma para poder ver la
herida interior y de esta forma, ¡Jesús el médico divino puede tocar la herida
y sanarla!   En un artículo posterior de blogito, ¡señalaré la estrategia
y el remedio para vencer los celos y la envidia en nuestra vida!
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

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