Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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Oct 04 2012

EL ESPÍRITU SANTO, EL SANTIFICADOR

EL Beato Papa
Juan XXIII declaró, «Los santos son las obras maestras del Espíritu
Santo».  El don de los dones, el vínculo de amor entre el Padre, el
Hijo, el Consolador y Consejero, el Dedo de Dios, Dulce Huésped del alma, el
SANTIFICADOR—todos estos son títulos descriptivos del Espíritu Santo, la
Tercera Persona de la Santísima Trinidad.

 

 

Jesús nos
manda ser santos con estas palabras: «Sed santos como vuestro Padre
celestial es Santo.»  El tiempo gramatical utilizado no es el
imperfecto, ni el condicional, ni presente, ni futuro, sino más bien es el modo
«Imperativo».   Por supuesto, ¡el modo imperativo es un modo
gramatical empleado para expresar mandatos u órdenes! Dicho eso, debemos usar el modo más eficaz
para alcanzar este imperativo, este mandato, ¡esta meta máxima de nuestra vida!

EL ESPÍRITU
SANTO.   Es indispensable tener una devoción al Espíritu Santo para llevar
a cabo esta hermosa y necesaria tarea. 
En el momento de nuestro Bautismo nos convertimos en templos del
Espíritu Santo.  El sacramento de la
Confirmación fortalece la presencia del Espíritu Santo, al igual que lo siete
dones del Espíritu Santo.  Por lo tanto,
le incumbe a todo discípulo de Cristo quien es «templo del Espíritu
Santo» aprovechar el depósito infinito de gracia y poder, quien es Dios
mismo en la Persona del Espíritu Santo.

En su breve
obra maestra sobre el Espíritu Santo, titulado En la escuela del Espíritu Santo, Jacques Philippe ofrece diez
breve consejos (Capítulo 2) para fomentar y estar abierto a las
«inspiraciones» del Espíritu Santo.  Por consiguiente, daré un
breve resumen de estos excelentes consejos, que peden conducir a una unión
profunda con el Espíritu Santo y dar verdaderos frutos de santidad si se
practican.  En las palabras del Beato Papa Juan XXIII, todos somos
llamados a ser «La obra maestra del Espíritu Santo— SANTOS».

1. PRACTIQUE
LA ALABANZA Y ACCIÓN DE GRACIAS.   ¡Dios se complace con un corazón
agradecido, y con un corazón deseante de alabar Su bondad infinita!   Los
Salmos abundan en himnos de alabanza. 
San Ignacio en Principio y
Fundamento
señala que nuestro propósito en la vida es primeramente
«alabar» a Dios.  De los diez leprosos que Jesús sanó, sólo uno
volvió a darle gracias por el don recibido, el don de la salud.   La
puerta de nuestro corazón está abierta a este «don de los dones» del
Espíritu Santo cuando alabamos y damos gracias a Dios.  «Dad gracias
al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia».

2. DESEARLAS
Y PEDIRLAS.   Cuando verdaderamente deseamos algo, hacemos enormes
sacrificios para lograrlo.   Un niño que está deseoso de ir al circo, a
Disnilandia o al Mundo Marino (Sea World), no deja de recordarle a sus padres
de lo prometido hasta el punto de agotarlos.  El anhelo más ferviente de
nuestro corazón debe ser Dios. «Como el ciervo brama por las corrientes de
las aguas, así clama por Tí, oh Dios, el alma mía.»   «Pedid y
se os dará; Buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.» (Mt. 7:7).
 Pidan el «don de los dones», el Espíritu Santo.

3.  ESTAR DECIDIDOS A NO NEGAR A DIOS COSA
ALGUNANA.   En la espiritualidad Ignaciana, la palabra clave es  “magnanimidad”, que significa una disposición
total a la gracia de Dios.  Santa Teresa de Lisieux tomo la decisión de no
rechazarle a Dios nada, y por esto Dios le dio abundantemente su Espíritu Santo
y la colmo de sus inspiraciones transformándola en una de las más grandes
«obras maestras del Espíritu Santo».
4.  VIVIR UNA OBEDIENCIA FILIAL Y CONFIADA.
 Los niños deben obedecer a sus padres, los religiosos a sus superiores y
los católicos las enseñanzas del Papa y del Magisterio de la Iglesia.  
Una disposición del corazón humilde, dócil y mansa, atrae al Espíritu Santo y
sus inspiraciones celestiales.

5. VIVIR EL
ABANDONO.   El Padre Phillipe le llama a esto «La obediencia a los
acontecimientos».  San Ignacio le
llama «la Santa Indiferencia».  En palabras de Ignacio no
queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor
que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás
solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos
criados — para alabar a Dios en esta vida y en el cielo por toda la
eternidad.

6. VIVIR EL
DESPRENDIMIENTO. Un apego desordenado a personas, lugares, cosas,
incluso tener una forma de pensar rígida puede ser un obstáculo para las
inspiraciones del Espíritu Santo.  Manos aferradas al fango, puños llenos
de aserrín, imposibilita el depositar diamantes dentro de ellas.  Si
nuestro corazón tienen algún apego desordenado—especialmente a cualquier
forma de pecado — ¡entonces retrocede el Espíritu Santo con sus inspiraciones
y busca un corazón más receptivo!   El Catecismo de la Iglesia Católica,
comentando sobre la oración, señala que a menudo nuestras distracciones en la
oración pueden ser ese apego desordenado que el Espíritu Santo nos señala que
debemos de dejar ir.

7. VIVIR EL
SILENCIO Y LA PAZ.  Un corazón que está absorto en un ruido constante,
movimiento y confusión no puede sintonizar su oído espiritual a la voz del
Espíritu Santo.  Jesús, hablando como el
buen pastor, dice que las ovejas escuchan su voz y lo siguen.  El silencio exterior e interior del corazón
es una condición necesaria.  Recemos como el joven Samuel, «Habla
Señor a tu siervo escucha.»

8. PERSEVERAR
FIELMENTE EN LA ORACIÓN.   El gran entrenador de fútbol americano Vince
Lombardi acuñó este proverbio inmortal: «Cuando las cosas se ponen fuertes
(difíciles), sólo los fuertes dan frente».   ¿Por qué no aplicar esta
«sabiduría de deportes» a las exigencias de la disciplina espiritual.
 Los tiempos difíciles no deben apagar el fuego y dejar solo cenizas en
nuestra disciplina de oración, sino más bien nuestra vida de oración debería
elevarse a un nivel superior.  El mejor ejemplo es nuestro Señor y
Salvador Jesucristo en el Huerto de los Olivos, cuando se hundió en un mar de dolor
y en un abismo de desolación.  El
Evangelista hace hincapié que Jesús oró aún más INTENSAMENTE…  Con
inspiraciones celestiales, el Espíritu Santo nos ayudará a orar.  
«No sabemos cómo orar como debiéramos, pero el Espíritu Santo intercede
con gemidos inefables, por lo que podemos decir Abba, Padre»…(Romanos 8)
9. EXAMINAR
LOS MOVIMIENTOS DE NUESTROS CORAZONES.  A menudo el Espíritu Santo nos
atrae a sí mismo por los mociones interiores de nuestro corazón.  A través del silencio, la Confesión frecuente
y dirección espiritual adecuada se puede discernir, entender y recibir estos
movimientos.  La paz y la alegría
interior —frutos del Espíritu Santo — manifiestan la presencia del Buen
Espíritu y de su inspiración celestial.

10. ABRIR EL
CORAZÓN A NUESTRO DIRECTOR ESPIRITUAL.   Conforme uno sube la montaña de
la santidad el diablo y sus tentaciones son más sutiles. Tal es el caso que a
veces el espíritu malo puede sugerir un buen pensamiento para que más tarde nos
aleje de nuestra máxima finalidad que es Dios. (Reglas de Discernimiento de San
Ignacio, segunda semana).  Por lo tanto, tener un buen director
espiritual, periódicamente reunirse con él, sinceridad verdadera, transparencia
en la conversación y una verdadera apertura del corazón permite la acción del
Espíritu Santo.  Finalmente, María, que
es la «Esposa mística del Espíritu Santo», quien concibió a Jesús por
el poder y la gracia del Espíritu Santo puede ser de ayuda inestimable para
fomentar la inspiración del Espíritu Santo para poder ser esa «obra
maestra del Espíritu Santo» que todos estamos llamados a ser.
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Oct 01 2012

COMO VENCER LAS TENTACIONES

¡La vida es
una lucha constante!   La Palabra de Dios nos advierte que si hemos
decidido seguir al Señor entonces debemos prepararnos para la batalla.
 ¡El mejor modelo por supuesto es nuestro Señor y Salvador Jesucristo!
 Después de 40 días y noches de ayuno en el desierto, el diablo viene y lo
tienta de tres maneras: a que convierta las piedras en pan, a que se postre
ante el diablo en homenaje y a que se arroje desde el pináculo del templo.  ¡Jesús no accede!
¿Qué es la
tentación?  ¿De dónde provienen las tentaciones? ¿Cómo podemos vencer la
tentación?
DEFINICIÓN.
  «¡La tentación es una incitación del diablo para hacer el
mal!»  El diablo nos invita, nos atrae, intenta seducirnos a caer en
la tentación.  El diablo no puede forzar nuestra voluntad, pero nos puede
presentar imágenes indecentes en nuestra imaginación, ¡pero depende de nosotros
rechazarlas!   Una vez un sacerdote-confesor le hace esta pregunta al
penitente: «¿Entretiene pensamientos malos?» Después de prolongada
reflexión el penitente respondió irónicamente: «¡Yo no entretengo malos
pensamientos, pero ellos me entretienen a mí!»   ¡En este caso los
malos pensamientos lo llevaron a pecar porque el joven deliberadamente quiso y
entretuvo malos pensamientos!

ORIGEN.
  La tentación nunca viene de Dios, pero Dios la puede permitir. ¿Por qué?
¡Dios puede permitir el mal para sacar un bien mayor!   ¡Dios envía
pruebas pero Dios nunca manda tentaciones!   Entonces, ¿dónde tienen su
origen?   ¡EL DIABLO!  Estos son
unos nombres comunes para el diablo tomados de la Biblia y de los Santos.

¡Nombres que
la Biblia da para el diablo!   «El príncipe de este mundo»,
Satanás, Lucifer, Belcebú, diablo, demonio, la serpiente antigua (Gen 3),
asesino y mentiroso desde el principio (Jn. 8), el dragón (Rev. 12).

Los Santos
describen al diablo con diferentes nombres.  San Ignacio le llama el
enemigo de nuestra naturaleza humana.   San Agustín nos advierte que el
diablo es como un perro rabioso y furioso amarrado a una cadena.  Si
guardamos la distancia y lo mantenemos a raya entonces estamos seguros, pero
nunca debemos provocar a esta bestia furiosa.   Santo Tomás de Aquino
define el diablo en términos de su función: «¡Él es el tentador!»
   San Pedro en una de sus cartas dice que el diablo es como ¡un león
rugiente listo para devorarnos!   San Martín de Tours pinta al diablo como
¡una bestia sedienta de sangre!
 
 San Ignacio
de Loyola insiste que aquellos que hacen los Ejercicios Espirituales por un mes
realicen una meditación llamada «Las Dos Banderas».   La primera
bandera es la bandera de Cristo y la segunda bandera es la de Satanás.  
En este ejercicio espiritual el ejercitante ruega por el fruto o la gracia de
conocer intelectualmente las formas en que el demonio le tienta
individualmente.  Este ejercicio se hace
cuatro veces.  Es decir, todos tenemos un
punto débil, nuestra «Kryptonita», un «talón de Aquiles,»
¡y es ahí donde el diablo pretende disparar para matar!   Como soldados de Cristo debemos estar
conscientes de la táctica y las acechanzas del demonio,  en las palabras de San Ignacio, «el
enemigo de nuestra naturaleza humana».   Por lo tanto, como soldados
de Cristo debemos tener una estrategia de juego contra los engaños y acechanzas
del demonio en esta batalla feroz por la salvación de nuestra alma inmortal y
las almas de tantos otros que están caminando cerca del barranco del
infierno|  

1. ¡EL
SUPREMO PODER DE DIOS!  En verdad el diablo en su propósito es astuto,
hábil, insidioso y malintencionado.  Sin embargo, nunca debemos olvidar
que Dios es Todopoderoso.  ¡El diablo es una simple criatura y su poder se
limita a la voluntad permisiva de Dios!  ¡Dios no es subordinante al
Diablo!

2. ¡TIEMPO DE
COMBATE!  ¡Mientras estemos en la tierra, estamos perpetuamente en un
estado de combate!   El diablo, la carne y el mundo nos pueden llevar al
pecado en todo momento y toda circunstancia.  Soldados soñolientos,
indolentes, ingenuos, son presa fácil para los ataques del diablo.

 3.
¡VIGILANCIA!  Esto significa que nuestro estado permanente de conciencia
debe ser de vigilancia y precaución.  Jesús nos exhorta:
«¡Permanezcan despiertos y oren, porque no saben la hora!  El
espíritu está dispuesto pero la carne es débil».  Los Apóstoles le fallaron a nuestro Señor
Jesucristo debido a la falta de vigilancia. 
El sueño, la tristeza y la desolación se apoderó de ellos — ¡al igual
que la falta de vigilancia!  ¡La tentación les venció!
4. ¡LA
ORACIÓN!  ¡Una oración constante, ferviente y llena de fe!  Aunque Jesús les dijo a los Apóstoles que
oraran, ellos prefirieron la comodidad y el sueño. ¡Cuántas veces hemos caído
en el «complejo de la comodidad del jardín» al igual que los
Apóstoles, y nos hemos quedado dormidos durante nuestro tiempo de oración!
 Somos presa fácil para el diablo si ha sido así!

5.
¡PENITENCIA!   Jesús claramente dijo que algunos demonios solo pueden ser
expulsados a través de la oración y el ayuno (o penitencia).  Los Hechos
de los Apóstoles narran que Jesús primero actuó (hizo algo) y luego predicó.
  Jesús predicó sobre el ayuno, pero primero dio elocuente testimonio
ayunando por cuarenta días y cuarenta noches.  ¡Luego derrotó al diablo y
todas sus tentaciones!   ¡El diable
ácilmente puede tumbar y derrotar a un seguidor de Cristo que es perezoso,
sensual, somnoliento y distraído!

6.
¡AUTOCONOCIMIENTO! San Ignacio de Loyola dio a la Iglesia las
Reglas de Discernimiento en donde enseña como aceptar las inspiraciones del
espíritu bueno y rechazar las malas inspiraciones — tentaciones — del diablo.
 En la regla número 14 de la primera semana de discernimiento, Ignacio
presenta al diablo dando esta imagen — ¡un soldado que circunda un castillo
buscando una pequeña apertura, una grieta, para poder entrar, saquear y fugarse
con las posesiones!  

El castillo es representativo de nuestra alma, el
diablo nos estudia para descubrir nuestra «Kryptonita» (nuestra
debilidad o punto débil) para después de la emboscada matar!   En otras
palabras, debemos implorar a Dios que nos conceda la gracia de conocernos a
nosotros mismos para realmente saber como y donde somos más vulnerables y de
esta forma poner las barreras y protección contra las flechas de fuego del
enemigo.

7. ¡CONOCE TU
ESTADO FÍSICO!   Cuando estamos cansados, frustrados, desganados,
agotados, ¡es cuando le abrimos la puerta de par en par a los ataques del
enemigo!  Trata de dormir bien de noche y así, ¡estarás listo al siguiente
día para otro día de combate espiritual!

8.
¡DESOLACIÓN!  Esta realidad es igual para todos, es universal: ¡cuando
estás en un estado de desolación es justo el momento cuando eres el blanco del
Diablo!   ¿Qué es un estado de desolación?  Según san Ignacio la
desolación se puede describir como oscuridad del alma, la confusión de espíritu
y una inclinación a lo que es terrenal y bajo, una inquietud creciente debido a
muchas distracciones y tentaciones que conducen a la falta de fe, esperanza y
amor.  El alma está en un completo estado de pereza.  Tibio, triste y separado, por así decirlo, de
su Creador y Señor… (Regla número 4 de las Reglas de Discernimiento,
Ejercicios Espirituales de San Ignacio). 
Por lo tanto, se debe estar doblemente alerta cuando en un estado de
desolación.  Ignacio dice que debemos
orar, meditar, examinar nuestra conciencia más a fondo y hacer alguna forma de
penitencia adecuada con el fin de vencer al enemigo.   (Número 6).
 9. AGERE
CONTRA /  Luchar para hacer lo contrario
a la tentación.  ¡Ignacio nos da más
consejos para seguir cuando nos encontramos en medio de la tempestad de tentaciones!
 Haga lo contrario de lo que el diablo le está diciendo en la
tentación.  Si la tentación es de comer
en exceso, practique la mortificación. 
Si la tentación es de pereza, levántese cinco minutos antes.  Si la tentación es de ser hiriente con la
lengua, entonces sea amable en su discurso. 
Si la tentación es de acortar su tiempo de oración, rece dos minutos
más.  ¡De hecho esta es la mejor forma de combate espiritual!
 
 10 ¡NUESTRA
SEÑORA AUXILIADORA DE LOS CRISTIANOS / NUESTRA SEÑORA DE LA VICTORIA!   El
diablo tiene un miedo mortal de dos nombres de dos personas: ¡el Santo Nombre
de Jesús y María!!!  Después de la caída de Adán y Eva, el Señor prometió
la victoria a través de la semilla de la mujer y dijo que el talón de la mujer
aplastaría la cabeza fea de la serpiente (el Diablo).  Todo el infierno tiembla de miedo al simple
pronunciar el Santo Nombre de María!  Por lo tanto, nunca olvide invocar
el Santo y poderoso nombre de María en el fragor de la batalla contra las
tentaciones.  
«Acordaos,
Oh piadosa Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que
han acudido a Ti, implorado tu asistencia y reclamado tu socorro, haya sido
abandonado de Ti….»  (Acordaos
Oración de San Bernardo – Memorare)
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Sep 26 2012

DEJAD QUE LOS NIÑOS VENGAN A MI

Una vez
mientras Jesús disfrutaba de la presencia de los niños, los Apóstoles trataron de impedir que los
más pequeños se acercaran a él.  El Señor les reprende diciendo,
«dejad que los niños vengan a mí.  A menos que sean como un
niño pequeño no entrarán al reino de Dios.»  Hay muchas formas en que podemos
traer a los niños al Sagrado Corazón de Jesús.
  
1. ¡ANTICONCEPCIÓN NO!   El usar medios artificiales de
anticoncepción bloquea la posibilidad que un niño entre al mundo.  Antes las parejas se casaban y cuando Dios
les daba un hijo se regocijaban.  Ahora las parejas se casan y hacen
todo lo posible para evitar que un niño nazca.  ¡El materialismo!   Un coche nuevo, una casa nueva,
una gran piscina, vacaciones largas y de lujo, fiestas interminables — todo esto se pone por encima de
la concepción y el nacimiento de un niño.   ¡Esto va tan en contra de la
Biblia!  En la Biblia, un hijo siempre es
una «bendición».  Cuando una madre estérile logra concebir un hijo, es
causa de gran alegria—¡Hanna la madre de Samuel, Isabel, santa Ana y san Joaquin, los
padres de María son ejemplos claros!  ¡El concebir un hijo en una edad
tan avanzada fue visto como una bendición extraordinaria!

 2. ABORTAR: ¡MATAR A UN NIÑO!  Otra forma clara de frustrar la
exhortación de Jesús de dejar que los niños vengan a Él es por la cruel realidad del
aborto.  En Estados Unidos el aborto es
la operación más común.  Desde la decisión del caso Roe vs Wade, cerca de
52 millones de bebés han sido asesinados por el aborto quirúrgico; 5000 cada día, 3 cada minuto, uno cada 20
segundos, ¡infanticidio!  
 3. ¡BAUTIZEN!  Muchos padres posponen el bautismo
del niño por razones insignificantes y tontas.  ¡No tenemos dinero!  ¡No hemos ahorrado suficiente para
la fiesta!  ¡Los padrinos están demasiado lejos!   La Santa Madre Iglesia insiste en
el bautismo infantil y dentro de las primeras semanas.  Retrasar el bautismo sin razón suficiente puede ser un pecado
grave, porque los padres están evitando que al niño venga a Jesús, ¡y es también evitar que Jesús, el Padre y el Espíritu Santo habiten en el alma
inmortal de ese niño! 
4. ¡PEREZA EN LA ORACIÓN!  El niño es como una «esponja».
 La naturaleza de la esponja es tal
que absorbe agua sucia o agua limpia y cristalina.  Ponga a un niño de 3 o 4 años frente al televisor y puede
repetir lo que oye, a menudo palabras vulgares o escenas malas que ha visto.  ¿Por qué no enseñar al niño que tiene su mente fresca, fértil y virgen — tan pronto como sea posible — las oraciones, «Ángel de Mi Guarda…»  «Padre Nuestro…»  «Ave María…»  «Gloria …» «¡Jesús te amo!!!!!!»  ¡Los padres son los principales
educadores del niño, especialmente en el ámbito de la fe y la oración! 
¡Padres sean responsables! 
Es su deber proporcionar los medios más eficaces para la salvación de sus hijos.  Recuerden las palabras de San Agustín: «Quien ora bien vive bien; quien
vive bien muere bien, quien muere bien todo está bien».
  
5. ¡EL PAN DE LOS ÁNGELES / EL PAN DE VIDA!  Gracias al santo Papa Pio X, los
niños que llegan a la edad de la razón pueden prepararse para hacer su
Primera Comunión.  Tan pronto sea posible
los padres deben apuntar a sus pequeños en la clase de Primera Comunión y así podrán recibir a Jesús, el «Pan de vida» y
«El Pan de los Ángeles»!   Los padres responsables no
demorarán en esto.  Recuerden las
palabras de Jesús: «Dejad que los niños vengan a mí.. «
6. ¡LIBROS DE ORACIÓN!   Recuerdo el día de mi Primera Comunión, uno de los más preciados regalos que recibí fue un hermoso libro de Oraciones
de Primera Comunión.  Tenía oraciones inolvidables: Acto de
Fe, Esperanza y Caridad, Acto de Contrición, oraciones en preparación para la Misa y oraciones de acción de gracias e innumerables
oraciones a los santos.  ¡Este libro de oración sirvió como una excelente base para enseñarme cómo orar!
7. ¡CONFESIÓN!   ¡Los niños dependen totalmente de sus
padres!  Sin duda alguna, la práctica más eficaz en la formación de la conciencia es la práctica frecuente de la confesión sacramental.  En los muchos años que tengo enseñando catecismo y enseñando a los maestros de catecismo
me he dado cuenta que: entre más les facilitamos el sacramento de la confesión a los niños, más les gusta venir.  Pero cuando se descuida la confesión con los niños,  el niño tiene temores, dudas y confusión y una resistencia total a este
sacramento de la misericordia de Dios.  ¡Padres, llévenlos por lo menos una vez al
mes; vayan ustedes mismos y den buen ejemplo!
8. ¡IMÁGENES DE CUADROS SANTOS Y EL
CRUCIFIJO!   Una imagen vale más que mil palabras.  ¿Por qué no colocar en las paredes del
dormitorio de su hijo hermosos recordatorios de la presencia de Dios por medio
de imágenes de cuadros santos.  La Divina Misericordia, el Sagrado
Corazón de Jesús, una imagen de la Santísima Virgen María, el buen San José y el ángel de la guarda—todo esto
sirve como recordatorio para el niño que nunca está solo, sino siempre en compañía de Dios y los amigos de Dios.  Por supuesto, nunca debe faltar el
crucifijo en la pared.  «No hay más grande amor que dar la vida por
sus amigos».

9. MISA
DIARIA Y SANTA COMUNIÓN.  Una vez que el niño ha hecho su Primera Comunión, no hay nada mejor en el mundo
que llevarlo a Misa diariamente y que reciba la Santa Comunión.  Una sola Santa Comunión vale más que el universo entero.
Recuerden las palabras de Jesús: «Dejen que los niños vengan a mí; de los niños es el reino de los
cielos».  ¿Por qué no animar a su niño a que se prepare para ser
monaguillo.  El Papa Juan Pablo II claramente
afirmó que para un niño, el servir en la Santa Misa es un peldaño en el camino al sacerdocio.  «La cosecha es abundante,
pero los obreros son pocos.  Pedir al Señor de la mies que envíe más obreros a trabajar en la viña».
 
10.
CONSAGRACIÓN A MARÍA.  Una mujer embarazada debe
consagrar a su bebé al Corazón Inmaculado de María.  El día del su bautismo, el bebé debe ser consagrado a María.  En oraciones de familia los padres
deben renovar la consagración de su familia a María, ¡al igual que todos y cada uno de
sus hijos!  La consagración a María es el camino más corto, más seguro y más rápido al Sagrado Corazón de Jesús. 
Por lo tanto, a partir de hoy debemos prestar atención a las palabras de nuestro Señor y Salvador Jesucristo:
«Dejad que los niños vengan a Mí porque de ellos es el Reino de Dios!»

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Sep 20 2012

LA CODICIA





El psicólogo moderno Erich Fromm
acuño este refrán inmortal: «Si eres lo que tienes y pierdes lo que tienes,
quién eres?»
  El mejor grupo de Rock N’ Roll, los Beatles compuso una
canción, «El dinero no puede comprar amor.»  Otras sabias palabras dicen:
«Tus posesiones te posean!»  

La Biblia, la Palabra de Dios,
expresa la misma verdad de una forma sucinta: «¡El amor al dinero es la
raíz de toda clase de males!»
  La codicia (la avaricia), es uno de los siete pecados capitales.  En
este breve ensayo se definirá la codicia, se dará su origen
y se darán pasos prácticos para superar esta actitud interior.  Porque todo aquel que
verdaderamente quiera vivir una vida cristiana plena debe superar la avaricia.





 








¡ORIGEN!   La codicia es uno de
los siete pecados capitales, y como los otros seis, su origen se remonta a
nuestros primeros padres cuando cometieron el primer pecado, conocido como el
pecado original.  Este pecado tuvo
repercusiones universales sobre toda la raza humana.  Es como un Tsunami moral, iniciado por dos
personas pero afecta a todos los miembros de la raza humana, excepto a Jesús y
María.   El Doctor Angelical, Santo Tomás de Aquino, lo llama
«Concupiscencia»—¡la tendencia interior, proclividad o inclinación
que nos jala o arrastra hacia el mal o el pecado!












¡DEFINICIÓN!  La codicia es el
deseo desordenado por las cosas materiales.   El libro del Génesis nos
recuerda constantemente que toda la creación es ‘Buena’.   El mal no se
encuentra en la realidad de la creación, ¡sino en el deseo desordenado del
corazón humano!









En verdad dos de los diez
mandamientos se refieren directamente a la codicia: el séptimo y el décimo:
«No robarás». (El séptimo mandamiento); «No codiciarás los
bienes de tu prójimo».(décimo mandamiento).








Un joven rico que conocía los 10
mandamientos y quien los había observado desde sus primeros años, se acercó a
Jesús y le preguntó al Señor cual era el camino a la vida eterna.  Jesús le dijo que obedeciera los diez
mandamientos; él orgullosamente admite que los había obedecido.   Entonces
Jesús le miró con amor y le retó: «¡Si quieres ser perfecto, ve y vende lo
que tienes; dáselo a los pobres y ven y sígueme!»  La cara del joven
cayó y se fue triste   ¿Por qué razón?   Tenía muchas posesiones,
estaba muy atado a ellas y las prefería por encima de la persona de
Jesucristo.  ¡Nunca más se sabe de él en
los Evangelios!



 En una sociedad con una
sobreabundancia de cosas puede pasar que uno se apegue excesivamente a las
cosas de una forma imperceptible, ¡como la rana que lentamente hierve en la
bañera, mientras el agua se calienta poco a poco hasta el punto de ebullición!




¡Judas Iscariote se enamoró del
dinero y se desenamoro de Jesus!   Ananías y Safira (marido y mujer) que
encontramos en los Hechos de los Apóstoles, contaminados por la avaricia,
cayeron muertos después de mentirle a San Pedro.  La causa de esto fue su codicia, su
insaciable deseo de tener «cosas».







Una parábola sorprendente,
relacionada con los peligros de la avaricia, es la parábola de Lázaro y el
hombre rico. (LC. 16)  El pobre Lázaro se encontraba afuera de la puerta
del hombre rico día y noche.  Él estaba lleno de llagas, muriéndose de
hambre, incluso los perros venían a lamer sus llagas.  ¡Qué estado tan lamentable!   Por el
contrario, el hombre rico, vestía de púrpura fina, se deleitaba con espléndidos
manjares todos los días.  Ni una sola vez
levantó la mano para ofrecerle a Lázaro ni tanto solo un trozo de pan.





Los dos mueren, el hombre rico se
encuentra en el fondo del infierno deseando tan solo una gota de agua para
refrescar su lengua de los tormentos de fuego infernal.  Lazaro, el hombre pobre, descansa en el cielo
en el seno del padre Abraham.





¿Cuál fue la razón principal por la
perdición eterna del hombre rico?  No fue
por algo que él hizo—un pecado de Comisión; más bien fue por lo que NO hizo —
el pecado de omisión.  Su avaricia lo
cegó totalmente al pobre hombre que estaba afuera de su puerta, Lázaro, quien
verdaderamente era Jesus disfrazado. Jesús dijo: «tuve hambre y no me
diste de comer; Tuve sed y no me diste de beber… Cada vez que dejasteis de
hacerlo con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo…
» (Mt 25).










Entonces, ¿cómo podemos vencer el
pecado de la avaricia que podría estar acechando o escondiéndose en lo más
íntimo de nuestra alma?  ¡Eh aquí algunos pasos o consejos concretos para
ganar la batalla!





1. ¡ADMÍTELO Y CONFIÉSALO!  Si
después de un minucioso examen de conciencia o después de haberlo consultado
con tu director espiritual o con tu confesor has detectado la
«Avaricia» como una lombriz comiéndose tu vida interior, admítelo,
confiésalo y pide sanación. Jesús es el «médico espiritual» de
nuestra alma.  ¡Ha venido a curar las
heridas de nuestros pecados!










2. ¡MEDITA LA VIDA
DE CRISTO!  Una constante y profunda meditación sobre la vida de Jesús
puede ayudarnos a transformar nuestra perspectiva espiritual, nuestra visión de
la vida, nuestra realidad material y la actitud de nuestro corazón.  Sigue
este retrato en miniatura de la vida de Jesus.  Nació en un establo de
Belén de padres pobres, trabajó por años como carpintero, 40 días y noches en
el desierto ayunando, tres años sin residencia permanente, «las zorras tienen
sus guaridas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre tiene
donde recostar la cabeza», despojado de sus vestiduras y flagelado, clavado en
la Cruz y abandonado por casi todos, muriendo y derramando casi toda gota de su
Sangre Preciosa y finalmente enterrado en una tumba prestada—todo esto resume
la vida de nuestro Señor Jesucristo, ¡el hijo del Dios vivo!










3. ¡MEDITA LAS ÚLTIMAS COSAS!
 Un día moriré, seré juzgado por Jesús e incluso me espera el cielo o el
infierno.  ¿Viendo mis muchas posesiones,
serán acaso un escalón al cielo por toda la eternidad?   El hombre más
rico del mundo y el más pobre acabarán en el mismo lugar: ¡seis pies bajo
tierra!   St. Francis Borgia. S.J., quien había sido el Duque de Gandhi,
admiraba a la hermosa reina.  Esta reina
murió repentinamente.  Él iba caminando
detrás el ataúd cuando de repente se abre ¡y Francis ve que los gusanos se
comían el rostro!  Francis meditó la realidad de lo transitorio que es la
belleza y la riqueza, él dejó todo para ingresar la vida religiosa, ¡fue
Jesuita, sacerdote y luego un gran Santo!














4. 
¡APRENDE A DAR GENEROSAMENTE!  ¡San Pablo nos desafía a dar!
 «Hay más alegría en dar que en recibir!»   La Beata Madre
Teresa de Calcuta, quien dio todo para seguir a Jesús por medio del servicio a
los más pobres, afirmó: «¡Hay que dar hasta que duela!»  Una de
las grandes santas modernas, el anhelo de toda la vida de la Madre Teresa fue
de calmar la sed de Jesús sirviendo a los más pobres de los pobres. Para ella,
Jesús estaba verdaderamente presente en el «disfraz angustiante de los
pobres».








5. 
NO TE PREOCUPES, CONFÍA EN EL CUIDADO PROVIDENCIAL DE DIOS.   En el
Sermón de la Montaña Jesús nos dice que no nos preocupemos por las cosas
materiales, alimentos o ropa.  Mira a las aves del cielo y los lirios del
campo.  Dios cuida de ellos.  La clave está en las palabras de Jesús:
«Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se
dará por añadidura».  ¡Si recibes a
Jesús en la Sagrada Comunión, entonces eres verdaderamente el más rico de
todos!  ¡El tener a al Dios vivo dentro
de tu alma ya es vivir el Reino de Dios!   Recuerda, «Si Dios está
con nosotros quien contra nosotros!»  Recuerda el Salmo 23, «¡El
Señor es mi Pastor, nada me falta!»




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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Sep 19 2012

JESUCRISTO EL HIJO DEL DIOS

 Jesús le preguntó a los discípulos
quien era Él, Pedro respondió: «Tú eres el Cristo»  ¿Quién es Jesús para tí?  Si verdaderamente es Dios, el Hijo del Dios
vivo, el Salvador y Redentor, el Camino, la Verdad y la Vida, entonces el
objetivo y meta de toda nuestra vida debería ser acercarnos más a Él.  Si en este corto tiempo de nuestra vida lo
hacemos, ¡Él será nuestro por toda la eternidad!  Ofrecemos cinco formas claras para que
nuestra unión con Jesús crezca más y más cada día para que Él sea nuestro
¡premio en el cielo!

1. ¡EL PRIMER ENEMIGO MORTAL.   EVITAR EL PECADO!   El pecado es lo que
más daña nuestra relación con Jesús.  El pecado mortal rompe nuestra
relación con Jesús; la destroza.  Jesús dijo Yo soy la vid y vosotros las
ramas.  Las ramas separadas de la vid se marchitan y mueren y se arrojarán
al fuego.  Les he llamado para que den
fruto y fruto en abundancia. (Jn 15 Jesús enseña sobre la vid y las ramas).  El pecado venial enfría y debilita nuestra
amistad con Jesús.  ¡Hay buenas noticias!  ¡Si pides perdón por medio
del sacramento de la Confesión, Jesús siempre te perdonará, porque Jesús es
misericordioso, compasivo, lento a la ira y rápido al perdón!  ¡Confía en su misericordia!

2. ¡CONÓCELO!   San Jerónimo,
el sabio escritor bíblico, nos recuerda: «¡Ignorancia de la Sagrada
Escritura es ignorancia de Cristo!»  ¡No podemos amar a quien que no
conocemos!  Conoce al Señor con lectura cuidadosa de la palabra de Dios,
meditando, reflexionando cada día. 
Empieza con uno de los evangelios: Mateo, Marcos, Lucas o Juan.  
Cuando el demonio le insiste a Jesús que convierta las piedras en pan, Jesús le
responde: «El hombre no vive solo del pan, sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios.»  ¡Hazte un
tiempo, encuentra un lugar en silencio cada día para penetrar los tesoros
infinitos de la palabra de Dios!   ¡Nunca te arrepentirás!

3. ¡VISITA A TU AMIGO!  
 Jesús está verdaderamente ¨presente¨ en cada Iglesia Católica en su casa
pequeña, el tabernáculo.  La palabra
«Belén» significa «Casa de pan».   Visita tu iglesia y
acércate a la «casa pequeña de Belén» (el tabernáculo).  Renueva tu fe en «Su Presencia
Real»—que Jesús está verdaderamente y sustancialmente presente en la
Hostia Consagrada en el tabernáculo en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
  Luego, de la manera más sencilla, humilde, reverencial y cordial, abre
tu corazón y habla con Él.  Jesús es tu Buen Pastor, tu Compañero, el
Médico y Sanador, tu Alimento como Pan de Vida, tu Camino, Verdad y Vida.
 ¡Es tu mejor amigo y tu amante! 

Comparte con Él absolutamente todo lo que guardas en tu mente y en tu corazón.  Tus temores, ansiedades, preocupaciones,
dolores y sufrimientos, inseguridades e incertidumbres, al igual que tus
alegrías y sueños, éxitos y momentos de gloria.  Jesús es el mejor de los
Amigos, y también es el mejor oyente.  Él
escucha atentamente cada palabra que tu dices como si fueras la única persona
en el mundo.  Incluso los movimientos más
secretos y ocultos de tu corazón, ¡Él los ve con la claridez del sol en el
cielo a las 12 del medio día!  ¡El Señor te espera — ven!
 «Vengan a Mí todos los que estén fatigados que yo le daré descanso;  Yo soy manso y humilde de corazón.  Mi yugo es suave y mi carga es ligera».
(Mt 11:28-30)

4. RECIBE A TU AMIGO EN TU CASA.
  Mejor que visitar a Jesús tu amigo, ¡ábrele las puertas de tu corazón y
recibe al «Divino Huésped» en tu casa interior, tu corazón y tu alma!
 ¿Cómo se hace esto?  Sencillamente
asistiendo al Santo Sacrificio de la Misa, participando plenamente,
conscientemente y activamente.  El momento culminante de la Santa Misa, el
momento de la unión con el mejores de los amantes, ¡en la Sagrada Comunión!
  ¡Recibe al Señor Jesús con la mejor disposición!  Fe, humildad, hambre y sed, amor ardiente y
fervor de espíritu—estas deben ser las disposiciones nobles del corazón y del
alma que caracterizan al verdadero amante de nuestro Señor y Salvador Jesucristo,
el Pan de Vida.  Recuerda lo que dijo la Beata Madre Teresa de Calcuta:
«¡Recibe a Jesús en la Sagrada Comunión como si fuera la primera vez, la
última vez y la única vez!»   ¡El «Mejor Amigo» te espera!
  «He aquí estoy a la puerta y llamo. 
Quien me abra la puerta; me sentaré a la mesa y cenaré con él y él
conmigo.»  (Rev. 3)  Si un Rey
viniera a tu casa, ¡qué extraordinario privilegio!  ¡Pero qué pasa con el
«Rey de Reyes y Señor de Señores que llama a la puerta de tu casa!!!!
  ¡Ábrele y recíbelo!

5. ¡COMPARTE TU TESORO CON OTROS!
  El Año de la Fe, proclamado por el Papa Benedicto XVI, comenzará el 11
de octubre de 2012 y concluirá en la Solemnidad de Cristo Rey, el 24 de
noviembre de 2013.  En la Carta Apostólica de Su Santidad, el Papa
Benedicto XVI, el Santo Padre reta a todo el mundo a que luchen por una
relación real, verdadera y personal con nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
 Jesús no es simplemente un personaje mítico y o una entidad abstracta
histórica que vivió hace 2000 años en un país extranjero y lejano.  ¡No es
una pieza de Museo; ni una simple estatua de yeso!  ¡Jesús vive y es real por el poder de su
resurrección!  

Después de este encuentro personal con este tesoro de la
Persona Real de Cristo Jesús, llenos de regocijo y consuelo por Su Amistad, el
Papa nos desafía a que salgamos de nosotros mismos y a todo el mundo y toda
criatura a llevar la Buena Nueva de Jesucristo.  «Ir a todas las
naciones y enseñadles todo lo que os he enseñado, bautizándolos en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y he aquí yo estoy con vosotros
siempre hasta el fin del mundo.» (Mt 28:19-20)  En otras palabras, el Santo Padre convoca a
todos los que han encontrado el tesoro de la amistad de Jesús, que conocemos en
forma personal, a que compartan a Jesús con otros.  De hecho una de las
mejores maneras de crecer en nuestra fe es de compartir nuestra fe con los
demás.  Que Nuestra Señora, cuya amistad
y unión con Jesús es firme y constante, nos alcance este «Año de la
Fe» una profunda unión con Jesús, ¡quien verdaderamente es el Camino, la
Verdad y la Vida!

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