Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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Dic 11 2012

VAYAN Y PRENDAN FUEGO A TODOS LOS CORAZONES



“¡ID, INFLAMAD TODAS LAS COSAS!”, estas fueron las últimas palabras de san Ignacio a san Francisco Xavier cuando lo envió a misionar – san Francisco Xavier fue el segundo más grande misionero después de san Pablo.  Al embarcar, primero se dirigió a la India, después fue a Japón y más tarde murió en la orilla del mar que daba vista a China.  En sólo 11 años completó su trabajo misionero y murió de agotamiento a los 46 años de edad.

Igual que Francisco Xavier, todo seguidor de Cristo es llamado a ser profeta, evangelizador y misionero.  Ambos el Beato Papa Juan Pablo II y el Papa actual, Benedicto XVI, insisten que todo seguidor de Cristo debe tener un encuentro con Jesús como Amigo y Señor y de esta forma salir a compartir a Jesús con el mundo. Sería una contradicción si como seguidores de Cristo guardamos este tesoro de valor infinito (la amistad con Jesús) para nosotros mismos.   San Andrés nos da el ejemplo.  Después de que Jesús lo llamó, Andrés lleno de júbilo corre para compartir las buenas noticias («Evangelio») con su hermano Pedro.

¿Cómo fue que en tan poco tiempo san Francisco Xavier convirtió, bautizó y enseñó la fe católica a miles de personas? ¿A qué se debió su éxito?

 

  1. EJERCICIOS ESPIRITUALES.  San Ignacio dirigió a san Francisco Xavier en los Ejercicios Espirituales y fue así que se convirtió.  Ignacio desafió a Xavier con esta cita bíblica:  «¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?»   Los Ejercicios Espirituales cuando hechos bien–iluminan, transforman y convierten en celosos apóstoles a quienes los hacen.
  2. OBEDIENCIA.   El Santo Padre pidió a Ignacio que enviara algunos de sus seguidores de la Compañía de Jesús a la India y el extremo Oriente: Francisco Xavier obedeció.  La obediencia a Dios, al Papa y a la Iglesia siempre es una señal infalible de santidad, por la cual Dios bendice con gracias abundantes.  «¡No se haga mi voluntad, sino la tuya!»  (Esta fue la oración de Jesús al Padre en el huerto de los Olivos).
  3. EL AMOR A LA POBREZA.  Al llegar a la India, el corazón de Xavier se desbordó de amor por los pobres de ese país.  Su amor no conoció límites.  ¿Cómo se manifestó?  En lugar de buscar la comodidad en un albergue cómodo, Xavier vivió con los pobres, durmió como los pobres, comió y bebió con los pobres y él mismo se hizo pobre.  La primera Bienaventuranza de Jesús describe esta actitud del corazón: «Dichos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.» (MT. 5:3).
  4. AMOR POR LOS NIÑOS.   Jesús predicó el amor por los niños.  «Dejad que los niños vengan a mí porque de los que son como ellos es el reino de los cielos».  Francisco Xavier amaba a los niños y ellos lo amaban a él.  Les enseñaba el catecismo y a rezar.  Tanto fue el amor que los niños le tenían a él que ¡apenas le daban tiempo de hacer sus oraciones e incluso comer!
  5. CREATIVIDAD APOSTÓLICA.  Como maestro y misionero, Xavier fue un genio.  Para ayudarles a memorizar el Catecismo, hacía uso del canto.  Xavier enseñaba a los niños conceptos básicos del Catecismo con rima y versos sencillos.  ¡Y esto tuvo un efecto de dominó!  Los niños regresaban a casa y cantaban el Catecismo enseñándoles así a sus propios padres.  El Papa Juan Pablo II exhorta a todo seguidor de Cristo dejarse guiar por el Espíritu Santo con creatividad apostólica y nuevas iniciativas.  Jesús dijo a Nicodemo que el Espíritu sopla donde quiere.  ¡Igual que Xavier debemos dejar que el viento del Espíritu Santo nos lleve en a donde Él desea que vayamos!
  6. ¡EL BAUTISMO!  Todo comienza con el sacramento del Bautismo.  Después de instruirlos, ¡Francisco Xavier bautizaba a cientos de miles!  Pasaba a veces que al final del día ya no podría alzar su brazo debido al gran número de personas que bautizaba.
  7. PONER ORDEN AL DESORDEN / LA ORGANIZACIÓN.  Este gran Santo después de terminar su tiempo en un lugar, dejaba catequistas bien formados para que ellos siguieran con la misión de formar a la comunidad.  ¡AYUDANTES Y LÍDERES LAICOS!  Hoy más que nunca sacerdotes con celo apostólico necesitan líderes seglares para ayudar en la tarea de la evangelización.   «La mies es mucha pero los obreros son pocos».
  8. INCULTURACIÓN.  Cuando viajó a Japón, Xavier tuvo que aprender las costumbres sociales de ese país.  Pero tal fue el caso que el emperador japonés rechazó a Xavier al verlo vestido en harapos. Como dice san Pablo, «Me he hecho esclavo de todos para ganar los más que pueda para Cristo».  Xavier se vistió con la ropa de moda más elegante y obsequió regalos al emperador, así ganándose la amistad del emperador quien abrió la puerta a la predicación del Evangelio en Japón.
  9. ORACIÓN Y PENITENCIA.  Es imposible encontrar a un santo que no haya tomado en serio la ORACIÓN y la PENITENCIA.  Al final de un día agotador, Xavier pasaba horas ante el Santísimo Sacramento, alabando al Señor, agradeciendo al Señor e implorando por la santificación y la salvación de las personas que Dios le había puesto en su camino.  Fue intensísimo el consuelo que Dios dio a Francisco Xavier en su tiempo de oración (muy parecido a su contemporáneo san Felipe Neri) que Francisco Xavier rogaba al Señor «basta»—«¡Basta, Señor porque sino moriré de la intensidad!»  ¡Que san Francisco Xavier nos alcance un fuego intenso en nuestra oración!  ¿Y la penitencia?  Con el fin de acompañar al Señor y ofrecerse como víctima, Francisco Xavier dormía muy poco, todo por la salvación de las almas.
  10. CELO APOSTÓLICO.  La oración predilecta de Francisco Xavier fue «¡DAME ALMAS!»  Juan Bosco es otro Santo cuyo lema era muy parecido y en cuya oficina estaba escrito sobre la pared: «Dame almas y toma todo lo demás».  San Juan de la Cruz afirma: «la caridad autentica se manifiesta en el celo apostólico».  Si en verdad amamos a Dios, debemos amar lo que Dios ama—la salvación de las almas inmortales.   En el Oficio de Lecturas del Breviario de la fiesta de san Francisco Xavier, leemos la carta escrita a san Ignacio, es un llamado apasionado pidiendo más obreros para trabajar la cosecha, en particular reprochando a los soberbios y eruditos en las universidades de Europa (especialmente de París).  Las palabras de Francisco Xavier estallan con celo apostólico e intenso sufrimiento por la salvación de las almas inmortales.  Meditemos con atención las palabras de san Francisco Xavier.  

«Muchos, en estos lugares, no son cristianos, simplemente porque no hay quien los haga cristianos.  Muchas veces me vienen ganas de correr a las universidades de Europa, principalmente la de Paris, y de ponerme a gritar por doquiera, como quien ha perdido el juicio, para impulsar a los que poseen más ciencia que caridad, con estas palabras:  »¡Ay, cuántas almas, por vuestra desidia, quedan excluidas del cielo y se precipitan en el infierno, gracias a vosotros!»  ¡Ojalá pusieran en este asunto el mismo interés que ponen en sus estudios!  Con ello podrían dar cuenta a Dios de su ciencia y de los talentos que les han confiado. (Oficio de Lecturas, 3 de diciembre, fiesta de san Francisco Xavier)

Que en este año de gracia y año de fe las últimas palabras de san Ignacio de Loyola a san Francisco Xavier inflamen nuestro corazón para que en nuestro mundo moderno seamos misioneros —¡ID, INFLAMAD TODAS LAS COSAS!

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Dic 07 2012

ADVIENTO

 ¡Feliz año nuevo!  Este saludo se puede hacer dos veces al año:
el 1 de enero cuando comienza el nuevo año civil, y el primer domingo de
Adviento — que es cuando la Iglesia comienza su Nuevo Año Litúrgico.  ¡Año nuevo, nuevo comienzo, futuro brillante!

El Adviento es un tiempo de preparación para
la venida de Jesús, nuestro Señor y Salvador. 
La palabra »Adviento» es del latín »Advenir» y se traduce como
»venida»; esperamos la llegada del Mesías.

Normalmente, el éxito de cualquier empresa o
proyecto depende de la preparación previa. 
Para que una fiesta sorpresa de cumple años sea todo un éxito, es
necesario una buena preparación.  Siendo
esto la norma, ¿acaso nuestra preparación para el nacimiento de Jesús no
debería ser con más esmero, más dedicación y más anhelo?   Jamás ha habido una Persona que ha dejado
cambios tan impactantes en sólo 33 años como lo hizo Jesús.  Entonces ¿qué cosas prácticas podemos hacer
nosotros, al igual que nuestra familia para prepararnos para la venida de
Jesucristo nuestro Señor?  ¡Emprendamos
vuelo!
1. ¡EL TIEMPO APREMIA!   Vivamos este Adviento intensamente y
espiritualmente, como si fuera el último Adviento de nuestra vida; en verdad
podría ser porque no sabemos ni el día ni la hora en que el Señor nos
llamará.  Él dijo que su llegada vendrá
como ladrón en la noche, ¡a la hora menos esperada!  El despertador ha sonado:  ¡Despertemos a la llamada del Señor!  Tenemos solo una vida por vivir; ¡por qué no
vivirla intensamente!  Como dijo san
Pedro Canisio cuando se le aconsejó que no se apresurara que descansara, su
respuesta fue: «En el cielo tendré toda la eternidad para descansar; Ahora
es tiempo de trabajar».  Recuerde el
lema de san Benito: «Ora et labora». (Reza y trabaja)
2. SILENCIO. En el silencio, Elías se encontró con el
Señor.  La voz del Señor no se encontró
en el terremoto ni en la tormenta sino en la suave brisa.   Se lee en el diario de santa Faustina, Diario de la Misericordia en mi Alma,
que para vivir el Adviento plenamente, santa Faustina se propuso guardar
silencio y recogimiento.  El Santo Padre
Benedicto XVI en su visita a Estados Unidos visitó a los seminaristas en Nueva
York y les exhortó al silencio para escuchar la suave voz de Dios.  Hoy nos bombardean tantos ruidos ajenos, nos
aturden y nos distraen de tal forma que nos impiden escuchar la voz del
Espíritu Santo.

3. LA ORACIÓN.   La oración es un corolario necesario que
nace del silencio.  En el tiempo de
Adviento debemos formar el hábito de oración, fijando un lugar de oración y una
hora.  Nuestra vida de oración debe
intensificar y prolongarse porque las gracias abundan en este tiempo de
Adviento como en la Cuaresma.
4. RENUNCIAR Y AYUNAR DEL PECADO.  Solo con la gracia de Dios y el esfuerzo de
voluntad de nuestra parte es que podemos vencer el pecado, vencer los malos
hábitos que arrastramos por años y librarnos de vicios empedernidos.  Es tan fácil caer en las garras del pecado y
convertirnos en esclavos; sólo déjate llevar por la dictada de tus pasiones.  Jesús le llama al pecado: esclavitud.  La oración es el antídoto indispensable para
contrarrestar cualquier pecado y en cualquier momento, lugar o circunstancia.
Meditemos lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre el poder
liberador y la fuerza de la oración.

«Orar
es una necesidad vital.  Igual de convincente
es viéndolo del punto de vista negativa: 
Si no nos dejamos llevar por el Espíritu caemos en la esclavitud del
pecado. ¿Cómo puede el Espíritu Santo ser »vida nuestra», si nuestro corazón
está lejos de Él?

Nada vale
como la oración:  hace posible lo
imposible, fácil lo que es difícil… Porque es imposible, absolutamente
imposible que el hombre que ora con fervor e insistencia y que incesantemente
invoca a Dios pueda pecar.
»Quien ora
se salva ciertamente, quien no ora se condena ciertamente»
(CIC #2744)
 5. SACRIFICIOS Y ACTOS DE PENITENCIA.   Jesús dijo que algunos demonios sólo se
expulsan con la oración y el ayuno. 
Jesús dio testimonio elocuente de esto orando y ayunando en el desierto
por 40 días.  En 1917, nuestra Señora de
Fátima le dijo a los tres niños, Jacinta, Francisco y Lucía, la importancia de
la oración y de ofrecer sacrificios por la conversión de los pobres
pecadores.  Cuando usted esté sentado a
la mesa, ¿por qué no hacer un pequeño sacrificio por amor a Dios y por la
conversión de los pecadores?  Renuncie a
esa galleta, tome agua en vez de refresco gaseoso, no ponga condimentos a la
comida, o incluso trate de comer un poco menos—todos estos sacrificios
ofrecidos a Dios con gran amor pueden ser instrumentos para salvar almas.  Santo Tomás de Aquino nos recuerda que ¡la
salvación de una sola alma vale más que todo el universo creado!

6. LA SANTA MISA Y LA COMUNIÓN EN
ADVIENTO.  Asistir al Santo Sacrificio de
la Misa y comulgar con devoción es la máxima expresión de oración. ¿Por qué no
se  propone este Adviento ir a Misa y
comulgar y traer a Jesús al máximo número de familiares: Jesús es Emmanuel,
¡Dios con nosotros!  En verdad,
sacramentalmente todos los días puede ser Navidad, por que Navidad es el
nacimiento de Jesús y en la Sagrada Comunión ¡Jesús también nace en el fondo de
un alma piadosa!  »¡Venid adoremos, a
Cristo nuestro Señor!»

7. LIMPIAR EL ESTABLO DE TU PROPIA ALMA.  Jesús nació en un establo frío, sucio, maloliente,
mohoso y duro que era un refugio de animales. Podemos comparar nuestra alma con
este establo.  Que tan agradable sería
para Jesús nacer en el establo limpio de tu corazón.   ¿Por qué no limpiar las telarañas, el barro,
la tierra y el mal olor de tu »establo interior de Belen» —tu corazón y tu
alma — aplicadamente prepárate para hacer la mejor confesión de tu vida.  Las palabras del profeta Isaías pueden en
verdad motivarnos: «Aunque sus pecados sean como la escarlata, se volverán
blancos como la nieve.»  San
Jerónimo con gusto le ofreció al niño Jesús muchos regalos para el día de su
nacimiento—libros escritos por él, oraciones y penitencias— todo era de
agrado a Jesús pero Jesús le respondió que le faltaba una cosa: ¡Dame tus
pecados!  El nombre Jesús significa
«Salvador»; Él vino para salvarnos de nuestros pecados.

8. RECONCILIACIÓN Y PAZ.  Uno de los muchos títulos de Jesús es
«Príncipe de  Paz».  San Francisco de Asís compuso la oración inmortal,
«Hazme un instrumento de tu paz». 
En una de los 8 Bienaventuranzas Jesús dice «Bienaventurados los
que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.» (MT.
5:8). Si no has perdonado a alguien o guardas algún resentimiento o amargura,
hoy es el momento de practicar la virtud de la humildad y buscar la
reconciliación y paz con esa persona. 
Jesús nos advierte que si estamos haciendo la ofrenda en el altar y
recordamos que tenemos algo en contra alguien, debemos dejar la ofrenda y
reconciliarnos primero y luego volver con nuestra ofrenda.  «Señor, Hazme un instrumento de tu
paz.»

9. AYUDAR A LOS POBRES.  De alguna forma debemos sentir un deseo
ardiente de ayudar a los pobres del mundo, de nuestra comunidad, parroquia y
familia.  Recuerda las palabras de Jesús:
«Tuve hambre, sed, era forastero, estaba desnudo, enfermo y en la
cárcel… En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos
más pequeños, a Mí me lo hicisteis.» (Mt 25).  Hay innumerables formas de ayudar a los
pobres.  Pídale al Espíritu Santo que le
ilumine la mente para poder ver a Jesús en los pobres y para seguir su
inspiración.  ¿Por qué no ser un buen
samaritano en el camino de vida?

10. UN ADVIENTO PROFUNDAMENTE MARIANO.  Sin duda alguna, ¡Jesús es el motivo de la
navidad!  María es el medio que Jesús
escogió para venir al mundo y para llevar acabo nuestra salvación en el
misterio Pascual—su pasión, muerte y resurrección.  El Adviento es verdaderamente una temporada
Mariana.  Las fiestas y solemnidades
litúrgicas Marianas no faltan en este tiempo. 
El día 8 de diciembre, la Iglesia universal celebra la solemnidad de la
Inmaculada Concepción. «Oh María sin pecado concebida orar por nosotros
que recurrimos a vos.»  La
Inmaculada Concepción es la patrona de los Estados Unidos.  Además, 4 días después, la Iglesia celebra a
nuestra Señora de Guadalupe.  Nuestra
Señora se le apareció 4 veces a Juan Diego en 1531 en México y le aseguró tal y
como nos asegura a todos nosotros que se preocupa por todos y nos ama con amor
maternal. ¿Por qué no renovar nuestro amor, devoción y afecto por María que es
Madre de Dios, Madre de la Iglesia y Madre nuestra?  Sin duda, el rezo del Santo Rosario es una
práctica muy amada por la Santísima Virgen María.  En el tiempo de Adviento los Misterios
Gozosos toman un lugar de honor.  ¿Por
qué no reunir a la familia antes de la cena alrededor del santuario familiar y
rezar el Rosario?  «La familia que
reza unida permanece unida».

 En conclusión, que esta próxima Navidad, el
nacimiento de Jesucristo nuestro Señor y Salvador, esté llena de paz, júbilo y
santo, y que lo vivamos con gran fervor, devoción y celo ¡como si fuera la
última Navidad de nuestra vida!  ¡Venid,
venid Emmanuel!
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Dic 02 2012

¡VIVA CRISTO REY!

 
«¡Viva Cristo Rey!»  «¡Viva la Virgen de Guadalupe!»  Estas fueron las últimas palabras, la
aclamación de fe de muchos de los mártires mexicanos — el Beato Miguel Pro y
el Beato Jose Luis Sanchez del Rio.

Ponga atención al mensaje del Beato
Miguel Pro: «Deberíamos hablar, gritar contra las injusticias, con
confianza y sin miedo.  Proclamemos los
principios de la Iglesia, el reinado de amor, sin olvidar que también es un reino
de justicia.»
 En la beatificación del Beato Miguel
Pro el 25 de septiembre de 1988, el Beato Papa Juan Pablo II honró a este gran
héroe de Dios con estas palabras: «Ni el sufrimiento ni la enfermedad, ni
la agotadora actividad ministerial que frecuentemente se llevó acabo en circunstancias
difíciles, pudo ahogar o apagar la alegría contagiosa y radiante que él traía a
su vida, una vida dedicada a Cristo.  En
verdad, la entrega abnegada a a los pobres, arraigada profundamente en su amor
apasionado por Jesús, le dio un deseo ardiente de conformar su vida a Cristo,
aun hasta la muerte».

En su nobleza, estos hombres de Dios
establecieron un orden de prioridades colocando en primer lugar la salvación de
sus almas inmortales y dejando para último la comodidad, los bienes temporales
y la seguridad corporal.  Jesús dice:
«¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿Qué
se puede dar a cambio por la salvación del alma?»
En un mundo donde la comodidad, la
facilidad, el placer, el dinero, el poder, la vanidad y el prestigio se han
vuelto prácticamente «dioses», en todo tiempo, lugar y cultura, los
mártires nos han enseñado que el verdadero significado de nuestra vida es:
conocer a Dios, amar a Dios, obedecer a Dios, fidelidad a Dios (aun hasta el
grado del derramamiento de sangre) para ganar el premio de la eterna felicidad
en el cielo.

Pasó una vez que un amigo del gran
santo y erudito jesuita san Pedro Canisio, le aconsejó, que tomara las cosas
con más calma, que descansara más.  Este
discípulo fiel de san Ignacio de Loyola inmediatamente respondió: «¡En el
cielo tendré toda la eternidad para descansar! 
¡Ahora es el momento de trabajar!» San Pablo capta este movimiento del corazón
con estas palabras: «¡La caridad de Cristo nos mueve!»

En un mundo que está hundido en la
mediocridad y la tibieza, Jesús expresa pasión y urgencia: «Yo he venido a
encender fuego en la tierra y ¡cómo deseo que arda ya!  Jesús anhela apóstoles con celo y fuego, que
estén dispuestos a «prender fuego sobre la tierra».

San Vicente Ferrer OP, el celoso
predicador de la orden Dominicana, acertadamente afirmó: «De un corazón
frío y helado no pueden salir dardos ardientes de la boca.» Nadie puede
dar lo que no tiene.   Jesús mismo
reitera esta verdad diciendo, «¡De la abundancia del corazón habla la
boca!»

En este Año de la fe el Santo Padre
en unión con los obispos en todo el mundo, nos 
exhorta que imitemos a los santos y los mártires y que nos entreguemos
sin reservas a Cristo Rey.  ¿Cómo se
puede hacer esto?

La respuesta la encontramos en el
segundo capítulo de los Hechos de los Apóstoles.  Un auténtico seguidor de Cristo quien es
llamado a ser profeta, evangelizador, y misionero, debe volver a vivir la
primera y más poderosa novena jamás vivida (la novena que se vivió en el
Cenáculo).   Es decir, la iglesia debe
volver a vivir Pentecostés, y esto debe de comenzar a nivel personal.  En su carta apostólica »Porta Fidei», el
Papa Benedicto XVI insiste que el Año de la fe es momento preciso para tener un
encuentro personal con Jesús quien está vivo y activo.
¿Qué sucedió ese primer
Pentecostés?  Fue un poderoso retiro
espiritual que duró 9 días!  Los
Apóstoles  y la Santísima Virgen Maria
estuvieron presentes en la habitación del piso superior.

Los elementos de esta vivencia
fueron los siguientes:

1. EL SILENCIO.   El Papa al igual que los santos insisten una
y otra vez que para alcanzar unión con Dios, es indispensable el silencio.  A Dios no se le puede escuchar en la cacofonía
de protestas y ruidos que aturden!   Los
Apóstoles vivieron el silencio para que Dios les pudiese hablar en su corazón
en forma persona e íntima.

2. LA ORACIÓN.  El éxito y la eficacia del apostolado está en
proporción directa a la profundidad de la vida de oración.  La oración es:  comunicación y unión con Dios.   Un hombre de oración transmite a Dios a los
demás.  Fue en esos 9 días que los
apóstoles tuvieron una experiencia poderosa con Dios.

3. UNA NOVENA ES UNA ORACIÓN
PROLONGADA.   Cuando la oración es corta,
distraída o superficial, es insuficiente para formar a un verdadero apóstol de
Cristo. Son necesarios periodos de tiempo más largos para tener este encuentro
con Jesús.

4. LA PENITENCIA.   Además de la oración, los Apóstoles se
dedicaron a la penitencia, en forma de ayuno. 
Jesús inició su vida pública retirándose por 40 días para orar, ayunar y
derrotar al diablo.  Jesús dijo
claramente: «Algunos demonios solo pueden ser expulsados con oración y
ayuno.»  Uno debe vaciarse de todo, que
incluye vaciarse de uno mismo y de toda sensualidad para permitir la invasión
divina.
 
5. MARÍA.  María es Madre de Dios, Madre de la Iglesia,
Reina de los Apóstoles y la Nueva Estrella de la Evangelización.   Por experiencia sabemos que en los 2000 años
que tiene la Iglesia, los más grandes apóstoles han sido los que han
descubierto a María, los que tienen una devoción filial a ella, los que la
invocan constantemente y los que viven constantemente bajo su mirada
amorosa.  En el Cenáculo los Apóstoles
tuvieron a María en el centro de su experiencia de oración.  ¿Qué beneficio recibieron por la presencia de
María?  Primeramente, el silencio de
María habló elocuentemente de la unión entre ella y Dios.  Por las oraciones de Maria ellos recibieron
gracias singulares.  El ejemplo de María
fue de infinito valor.  El sólo
contemplarla los motivó a orar con mayor fe, devoción y fervor.

EL RESULTADO: ¡VIENTO PODEROSO Y
FUEGO!

Como en un terremoto, la sala se
sacudió y lenguas de fuego descendieron sobre los Apóstoles.  ¡HUBO UNA TRANSFORMACIÓN!!!   Estos mismos Apóstoles quienes días antes
habían estado paralizados por miedo a las posibles torturas o martirio en manos
de los judíos, ahora transformados y renovados, predicaban con firmeza, en obra
y palabra daban testimonio de su fe en Jesús, y sufrieron persecución y
encarcelamiento por el Señor.

 Más aún, todos los Apóstoles, con
excepción de san Juan el discípulo amado, sufrieron martirio por su convicción
y amor a Jesús.  Un Apóstol fue
decapitado, otro fue crucificado en forma de X; otro fue crucificado boca
abajo; otro fue desollado vivo (Bartolomé) que significa que le quitaron la
piel pero no murió hasta que fue decapitado.

Todo esto pasó después de la
experiencia de Pentecostés —el poderoso descenso y venida del Espíritu Santo
con la presencia de la Santísima Virgen María.

Hoy más que nunca necesitamos dentro
de la Iglesia una experiencia renovada de Pentecostés. Con una poderosa efusión
del Espíritu Santo se logrará la conquista del materialismo, la sensualidad, el
hedonismo, el agnosticismo y el ateísmo.

 
¡Oremos! 
»Ven Espíritu Santo, ven por medio del Inmaculado Corazon de María!»

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Nov 30 2012

DEMOS GRACIAS A DIOS EN TODO MOMENTO POR LA EUCARISTIA

 

«Den gracias al Señor porque Él
es bueno, porque es eterno su amor». 
Jesús tomó pan y dio gracias… Cuando el leproso fue curado, regresó y
dio gracias a Jesús…  Pablo exhorta a
los Tesalonicenses que den gracias a Dios en todo momento y en todo
lugar… El teólogo místico Meister
Eckhart dijo que si la única oración que hacemos es la oración dando gracias, eso bastaría.

La oración más sublime que nos une
con el cielo es la Misa.  A la Misa
también se le llama «Eucaristía» que significa «Acción de
gracias».  Cada día debemos esforzarnos
para crecer en amor y agradecimiento por la Eucaristía.  Se presentarán algunas pautas para fomentar
una actitud de agradecimiento a Jesús por el don de dones – la Santa Eucaristía.  »¡Den gracias al Señor porque Él es bueno,
porque es eterna su misericordia!»

1. DEMOS GRACIAS AL SEÑOR POR LA
EUCARISTÍA.   Tan a menudo no valoramos
las cosas, no apreciamos algún don recibido, no apreciamos a los que nos
rodean, a nuestros hijos e incluso a nuestro esposo(a).  Peor aún no valoramos la grandeza y la dignidad
de nuestro Señor en su »Presencia Real» 
– la Eucaristía.   Señor tu
prometiste que estarías siempre con nosotros hasta el fin de los tiempos.  Tú estás verdaderamente con nosotros en la
Misa, la Eucaristía, en el Santísimo Sacramento del altar.  Señor, por el don de la Eucaristía, te
alabamos y te damos gracias.

2. CONOCIMIENTO DE LAS ESCRITURAS
SOBRE LA EUCARISTÍA.  Lea lentamente y
medite Juan 6: 22-71.   En el capítulo 6
del Evangelio de san Juan, Jesús hace dos milagros extraordinarios—la multiplicación
de los panes y Jesús camina sobre el agua. 
Luego, mientras predicaba en la sinagoga de Cafarnaúm, Jesús da uno de
los discursos más grandes en la historia del mundo: «El discurso del pan
de vida».   Su mensaje fue una
preparación para lo que sucedería en la Ultima Cena – la institución del
Sacerdocio y la Santa Eucaristía.  Jesús
da su discurso del «Pan de vida». 
La esencia de su mensaje es: «Yo soy el pan de vida; quien coma mi
cuerpo y beba mi sangre tendrá vida eterna.»   ¡El significado!  El pan de vida se hace presente en la Misa en
el momento de la consagración — «Tomad y comed, este es mi Cuerpo; tomad
y bebed esta es mi Sangre.  Haced esto en
memoria mía.»   Jesús se une a un
alma sedienta en la Sagrada Comunión de una forma íntima y profunda.  La promesa de Jesús para quien reciba la
Comunión con fe, fervor y frecuencia es la vida eterna en el cielo.  Expresemos nuestra gratitud al Señor
anhelando y meditando el »Discurso del pan de vida».

3. COMUNIÓN ESPIRITUAL.   Incluso fuera del contexto de la Santa Misa
debemos anhelar unión con Jesús Sacramentado. 
Por medio de la Comunión Espiritual esta unión se puede hacer las veces
que el corazón lo desee. ¿Cómo? 
Sencillamente pidiéndolo en la oración de la siguiente manera: «Señor
Jesús, en este momento no puedo recibirte en la Santa Eucaristía, pero ven a mí
espiritualmente.»  Del fondo de su
alma, alabe y agradezca a nuestro Señor Jesús. 
Haciendo Comuniones Espirituales con frecuencia es un medio eficaz para
mantener el fuego del amor a Jesús ardiendo en nuestra alma!

4. VISITAS A JESÚS EUCARISTÍA.   En el sagrario, Jesús es el prisionero de
amor verdaderamente presente.  Él dijo:
«Estaba en la cárcel y vinisteis a visitarme.»  En muchos lugares Jesús está solo, abandonado
y con frío en el tabernáculo.  Igual
nosotros a veces sufrimos de soledad y nos agrada recibir una visita
jovial.  ¡Con Jesús es lo mismo!  ¿Por qué no formar el hábito de visitarlo con
frecuencia; el Sagrado Corazón de Jesús se alegrará.
5. 
GENUFLEXIÓN.  Los saludos
cordiales difieren según la cultura.  Un
abrazo, un beso o un apretón de manos cálido expresan distintas formas de
saludo entre amigos.   Con Jesús el
saludo es diferente. ¿La razón?  Él es
Rey de reyes y Señor de señores; Él es Dios. 
Cómo hacer la GENUFLEXIÓN:  La
rodilla derecha hasta el suelo cada vez que pase delante del Santísimo
Sacramento.  «Alabemos y demos
gracias en cada instante y momento / Al santísimo y divínisimo
sacramento.»

6. HORA SANTA DELANTE DEL
SANTÍSIMO.   «La hora de poder»
(Fulton Sheen).  El Arzobispo Fulton
Sheen atribuye su éxito como radio y telepredicador a una cosa—su unión con
Jesucristo en su hora santa diaria.  
Fulton Sheen, quien ya es «Venerable» no anduvo con rodeos.  Al final de su vida en los muchos retiros que
dio a sacerdotes y obispos, insistió que se hiciera un propósito de vida en el
retiro: la importancia de la hora santa diaria.   Este excelente comunicador comentó que en
sus 50 años de sacerdocio y luego como obispo, nunca descuido ni por un solo
día su hora santa— «La hora de poder»  ¡Si quieres tener más fuerza espiritual en tu
vida, visita a Jesús, presente en el Santísimo Sacramento y haz tu propia «hora
del poder»!

7. LA SANTA MISA.  Indiscutiblemente, la máxima expresión de
amor y gratitud a Jesús, presente en la Eucaristía, es asistir al Santo
Sacrificio de la Misa con la máxima frecuencia posible.  Deberíamos proponernos asistir a Misa diariamente.  Como el sol que brilla al mediodía e irradia
luz y calor, cada vez que asistimos a Misa y recibimos el Pan de vida con
fervor, Jesús da luz y calor a nuestros corazones.

8. ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA
SAGRADA COMUNIÓN.  Es inconcebible pensar
que algún invitado después de la cena el día de Acción de Gracias »¡coma y
corra»!  Lamentablemente, es muy común
que al comer el «Pan de vida» la persona sale corriendo de la iglesia
como si lo estuviesen persiguiendo.  El
momento más precioso de nuestra semana, de nuestro día o de nuestra vida debe
ser el momento después de haber recibido a Jesús en la Sagrada Comunión.  Este es el momento preciso para decirle a
Jesús con el amor más íntimo y tierno: gracias, te amo, te necesito, quédate
con migo en todo momento y por toda la eternidad.  Cuantas son las preciosícimas gracias que
perdemos porque estamos de prisa cuando deberíamos sumergirnos en Èl.  «Vengan a Mí todos… Descansen en Mí…
Soy manso y humilde de corazón… (MT. 11:28-230)  

9. ACERCAR A OTROS A JESUS ES UNA
FORMA DE ACCIÓN DE GRACIAS.   Hoy más que
nunca debemos ser misioneros.  El Papa
Benedicto XVI insiste en que la Misa debe transformarnos en misioneros. Esto
significa que debemos sentir la fuerza del Espíritu Santo que nos insiste en
traer a otros a Jesús Eucaristía presente en la Santa Misa. ¡Deberíamos sentir
la misma santa inquietud y necesidad que san Andrés sintió cuando acerco a su
hermano san Pedro a Jesús!
 10. NUESTRA SEÑORA Y LA
EUCARISTÍA.   En la Anunciación con el »sí»
de María al Arcángel Gabriel »El Verbo se hizo carne y habitó entre
nosotros».   En cierto sentido podemos
decir que la Anunciación fue la Primera Comunión de María porque en la Sagrada
Comunión se recibe a Jesús en el corazón, y María en verdad recibió a
Jesús.  Inmediatamente después de
recibirlo, impulsada por el espíritu de caridad, María va apresuradamente a
llevar a Jesús a los demás –en particular a su prima santa Isabel quien estaba
por dar a luz a san Juan Bautista.  Por
lo tanto, María es nuestro modelo.  María
es la fusión de acción y contemplación o «una contemplativa en
acción».  Su amor y gratitud hacia
Dios le impulsó a llevar a Jesús a otros. 
Sigamos el ejemplo de María y cultivemos a diario esta «actitud de
gratitud».   «Demos gracias al
Señor porque Él es bueno, porque su amor perdura para siempre». ¡Que
nuestra fe, amor y gratitud por la Eucaristía crezca cada día más hasta el fin
de nuestra vida y lleguemos a contemplar a Jesús cara a cara en el reino de los
cielos!
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Nov 27 2012

PREPARACION PARA UNA MUERTE SANTA Y DICHOSA

Santa Catalina de Siena, una de las
tres Doctoras de la Iglesia dice, «El presente y el momento de nuestra
muerte son los dos momentos más importantes de nuestra vida».  Esto esta en completa armonía con la oración
que nuestra Señora más ama, el Ave María: «Santa María, Madre de Dios
ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte».  Amén

Dado que este momento es tan
importante y nadie puede evitarlo — el momento de la muerte—debemos hacer todo
para prepararnos.  Una de dos, nos salvaremos
e iremos al cielo por toda la eternidad o nos perderemos e iremos al infierno
por toda la eternidad.  ¡No hay otra
posibilidad!   Por consiguiente, hagamos un plan o propósito para nosotros
mismos seguir y para nuestros seres queridos y de esta forma prepararnos para
este encuentro dichoso con Jesús.  ¡Que
Jesús sea nuestro redentor y no nuestro juez!  Reflexionemos seriamente
sobre lo siguiente:  la realidad de la muerte,
lo que sucede después de la muerte y la grandiosa y imponente realidad de la eternidad—que
es para siempre…
Puede ser muy saludable para nuestra
vida espiritual reflexionar sobre la realidad de la muerte.  La tendencia
en este mundo moderno y de los medios de comunicación (que solo se preocupan de
lo que este mundo puede ofrecer) es huir de toda reflexión sobre la
muerte.  El lema del mundo es «¡Solo
se vive una vez; la vida es para divertirse y pasarla bien!  ¡Comamos y
bebamos que mañana moriremos!» O tal vez has escuchado esto:
«¡Descansa, te lo mereces, no te mates, relájate!»

Si solo existe los placeres de este
mundo transitorio, entonces esta filosofía tendría lugar y se comprende.  Pero como seguidores de Cristo, creemos que
hay mucho más de lo que este mundo nos ofrece. 
Jesús nos ofrece mucho más, nos ofrece su amistad en esta vida y si
morimos en su amistad nos ofrece el mayor de los dones, ¡el don de la vida
eterna en el cielo!

Jesús habla claramente sobre la
realidad de la muerte.  Nos dice que en este mundo transitorio debemos estar
alerta, preparados y vivir sobriamente.   El Señor dice que la muerte
vendrá como ladrón en la noche, en el momento menos esperado.  También nos recuerda de los tiempos de Noé,
cuando se casaban, comían y bebían y llegó el diluvio y casi todos quedaron enterrados
menos unas cuantas personas y unos cuanto animales.

Jesús nos enseña en forma de
parábola con «El hombre rico insensato».  Este hombre tuvo una cosecha abundante y
derribó sus graneros porque no había espacio suficiente para contenerla.  Para después de la cosecha, ¡él ya tenía todo
planeado con lujo de detalle!   Él dijo: «Ahora tengo abundancia y
una vida larga por delante.  Por tal,
comeré, beberé y descansaré.»  Jesús rápidamente y severamente le
reprime y su modo de pensar (su filosofía), le llama al hombre ¡tonto!  
Porque esta misma noche se te tomará tu vida y ¿dónde irán a dar todas tus
riquezas?

Como seguidores de Cristo debemos
cultivar una perspectiva de profunda espiritualidad en cuanto a nuestra vida y
nuestro fin, y la realidad de la eternidad. 
Por cierto, la eternidad es para siempre…..
La muy conocida Regla de San Benito
dice que debemos pensar sobre la muerte dos veces al día.  ¡Eso es sabiduría!   Igual, san Alfonso Liguori, entre sus muchas
obras escribió un clásico titulado «Preparación para la muerte».   Él mismo meditaba su propia muerte semanalmente.  Y ahora él está en el cielo alabando al Señor
por toda la eternidad.   El libro clásico
de Tomás Kempis, «Imitación de Cristo» dice que lo importante no es
una vida larga sino una vida santa.  Este
mismo autor nos recuerda que si meditamos con frecuencia sobre la muerte
entonces cambiaremos nuestra vida sin demora.

 San Ignacio de Loyola en su clásico
«Ejercicios Espirituales», (en la sección que trata sobre el pecado)
insiste que los ejercitantes hagan una meditación sobre las «Últimas
cosas»—que son la muerte, el juicio, el cielo e  el infierno.  
Esta poderosa meditación sobre la brevedad de la vida y la realidad de
las dos opciones cielo e infierno, puede ser un medio eficaz para alejarnos del
pecado y acercarnos a la vida verdadera en Cristo.  San Ignacio desafió a san Francisco Xavier a
que hiciera los ejercicios citando a Jesús, «¿De qué le sirve al hombre
ganar el mundo entero si pierde su alma?»


Deberíamos recordar nuestra
mortalidad—que nuestro hogar permanente no está aquí en la tierra, sino somos
peregrinos y viajeros en camino a la patria que no tiene fin—¡a la patria
celestial!

Debemos formar el hábito de rezar
por todos los difuntos cada vez que pasemos por un cementerio para que por
medio de nuestras oraciones lleguen al cielo si es todavía no han llegado.  Debemos recordar que un día igual estaremos
bajo tierra al lado de ellos –¡y ese día no está muy lejano!   No debemos aferrarnos a ninguna persona,
lugar o cosa y en particular no aferrarnos al pecado—sino sólo a nuestro
Señor Jesús.
Cuando asistamos a una Misa de
funeral debemos orar con fervor por el difunto y no apresurarnos a canonizarlo
antes de tiempo.  Pero igual debe ser un
recordatorio para nosotros que un día el ataúd, la Misa de funeral y el
entierro ¡será nuestro!  La vida es corta
en comparación con la eternidad.  El gran
san Agustín dice que nuestra vida en comparación con la eternidad es sólo un
parpadeo del ojo. San Pedro lo expresa con estas palabras: «Para Dios mil
años es solo un día…»  Nuestro
corazón es como el ritmo de una marcha andando hacia la muerte y la
eternidad— la eternidad durará por los siglos de los siglos…

Intensifiquemos nuestra vida de
oración para así estar preparados en el momento de la muerte para el encuentro
con Jesucristo nuestro Señor.  Pidamos a
María la gracia de una muerte santa y dichosa rezando llenos de fe y fervor y
de modo regular el Ave María.  »Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de
nuestra muerte.  Amén.»
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

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