Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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Oct 28 2013

BENDITO SEA DIOS POR LAS BENDICIONES DEL BAUTISMO

Meister Eckhart dijo: «Si la única oración que brota del corazón es una oración de gratitud, en verdad esto bastaría.»  ¿Por qué debemos dar gracias a Dios? Por la simple razón que Dios es la esencia de toda bondad, belleza y generosidad.  ¿Qué nos ha dado Dios?  Absolutamente todo, ¡todo!  Con excepción de una cosa: ¡nuestros pecados!  Tristemente, ¡nuestros pecados los escogemos nosotros mismos!

Debemos estar infinitamente agradecidos a Dios por el don de Si mismo.  Este don es la vida sobrenatural que nos fue concedida en el momento de nuestro bautismo, cuando el sacerdote pronuncia estas palabras: «Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».  Todo comenzó en ese momento — nuestro segundo nacimiento, nuestro nacimiento sobrenatural que Jesús explica a Nicodemo: «El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.» (Jn. 3)

Conforme llega a su fin la temporada Navideña y celebramos el bautismo de Jesús, debemos recordar nuestro propio bautismo y con agradecimiento elevar el corazón a Dios por todos los  dones recibidos.

Estas son las gracias sobrenaturales que Dios nos concedió en el momento de nuestro bautismo.  Por qué no hacemos de estas gracias recibidas, una LETANÍA DE GRATITUD al Señor.  Al mismo tiempo debemos suplicar que nuestro Señor nos conceda la gracia de ser responsables, de utilizar a la mayor medida posible, estas gracias y privilegios recibidos, sin olvidar que cada don recibido es acompañado por una correspondiente responsabilidad, un responsabilidad de responder a este regalo.
Letanía de Acción de Gracias.
1. PURIFICADOS DEL PECADO ORIGINAL —  En el momento del bautismo, nuestra alma es purificada de la mancha del pecado original.  Hay una hermosa expresión poética «la inocencia bautismal», ¡y es cierto!  Escribe el poeta John Milton: Paraíso perdido y paraíso recuperado.  De cierta forma en el bautismo el alma recupera el paraíso.

2. HIJOS E HIJAS DE DIOS  — El bautismo transforma nuestra relación con Dios.  Al nacer somos criaturas, creadas a imagen y semejanza de Dios, pero no es hasta el momento que somos bautizados que nos transformamos en hijos e hijas de Dios.  ¡Qué dignidad tan extraordinaria! — ¡Hijos del Dios eterno, infinito y todopoderoso!

3. HERMANO/HERMANA DE JESUCRISTO —  Si alguna vez le preguntan si tiene un hermano mayor, debe responderle de forma afirmativamente: «Sí, ¡Jesucristo!»   Nuestro deber en la vida es llegar a conocer más a Jesús, amarlo con más fervor y seguirle más de cerca. (Ejercicios Espirituales de San Ignacio)

4. EL AMIGO ÍNTIMO: EL ESPÍRITU SANTO —  En esta sociedad muchos sufren de depresión, soledad y abandono, pero ésta no debe ser nuestra situación porque nunca estamos solos.  Jesús dijo: »No os dejaré huérfanos, mandaré el Espíritu Santo.»  El Consolador, Consejero, Paráclito, Maestro Interior, Dulce Huésped del alma, «El don de dones» (CIC)—todos estos son títulos del Espíritu Santo.  El Espíritu Santo desea ser vuestro amigo íntimo.  Jesús dijo que estaría siempre con nosotros hasta el fin de los tiempos; Dios está presente con nosotros en la Persona del Espíritu Santo. 





5. LA SANTÍSIMA TRINIDAD — En Dios no hay separación o división.  En donde está el Padre, está el Hijo, y en donde está el Hijo está el Espíritu Santo.  Dicho esto, en cada persona bautizada habitan las tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad.  Uno de los sellos distintivos de la espiritualidad Carmelita es una mayor concienciación de la inhabitación en nuestra alma de la Santísima Trinidad – esta inhabitación es una gracia que recibimos en el momento del bautismo.  ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo que habita en mi alma desde el momento que fui bautizado! 

6. LA FE —  Con el bautismo recibimos las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad.  La fe es una virtud intelectual por la cual creemos en Dios, un Dios a quien no vemos con los ojos, pero sí con los ojos del alma.  Este Año de la fe roguemos que el Señor nos conceda un fe más profunda, y pidámoslo con estas palabras bíblicas: «Señor, fortalecer mi fe…»  Igual recemos como santo Tomás: ¡»Señor mío y Dios mío»!!!

7. LA ESPERANZA —  También en el bautismo, Dios infunde en el alma la virtud teologal de la esperanza.  La esperanza tiene que ver con la confianza, confianza en el misterio de un Dios amoroso y providencial.  ¿Qué es la esperanza?  La virtud de la esperanza es confiar en Dios y saber que Dios está conmigo en las dificultades y tribulaciones, en el sufrimiento y los momentos oscuros en mi vida.  Recuerde las palabras del salmista: «El Señor es mi Pastor, nada me falta… aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo, con tu vara y tu cayado…» (Salmo 23, El Buen Pastor).

8. LA CARIDAD —  San Pablo dice, «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones…»  La mayor de las virtudes es la caridad.  La caridad es amor sobrenatural en el cual amamos a Dios con todo el corazón, toda la mente, todo el alma y todas las fuerzas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Lc 10).  San Pablo escribe en su himno sublime sobre el amor, que de todas las virtudes, el amor es el mayor (I Cor 13).  San Juan de la Cruz dice, «En el ocaso de nuestra existencia seremos juzgados sobre el amor».  San Francisco de Sales quien escribió la obra maestra espiritual titulada, «Tratado del Amor de Dios», lo afirma con estas palabras: «La medida del amor a Dios es amarlo sin medida».   Estas tres virtudes teologales que nos unen a Dios, son regalos gratuitos que Dios nos concedió desde el momento de nuestro bautismo.  ¡Demos gracias y alabemos al Señor por su bondad! 

9. LA JUSTICIA —  La justicia es otra virtud moral que recibimos en el momento del bautismo.  Según santo Tomás de Aquino, esta virtud, vinculada a la religión, nos enseña a dar a cada persona lo que le corresponde.  Cuando enseñamos a los niños les decimos, «Sé justo»

10.  LA TEMPLANZA —  En el bautismo recibimos también la virtud moral o cardinal que modera la atracción de los placeres y nos enseña a procurar el equilibrio adecuado, ordenado y moderado de los bienes creados.  Por lo tanto, la templanza nos ayuda a poner en orden los hábitos de los apetitos sensibles como son el comer, ejercicio, dormir y el dominio del imperioso y exigente de los impulsos sexuales.  Una de dos, se dominan estas tendencias por medio de la virtud de la templanza y se experimenta la verdadera libertad de los hijos e hijas de Dios o ellos nos dominarán y ¡nos convertimos en esclavos de nuestras pasiones! 

11.  LA PRUDENCIA —  La prudencia es una más de las virtudes morales o cardinales, es el uso del razonamiento adecuado que conduce a obrar correctamente.  El don del Espíritu Santo que perfecciona la prudencia es el consejo.  Según el Doctor Angélico, santo Tomás de Aquino, es necesario tomar tres pasos para actuar prudentemente: 1.) Deliberación – Considerar y reflexionar detenidamente el tema.  2.)  Decisión –  Una deliberación seria  debe conducir a la acción.  Por que de lo contrario nos convertimos en desidiosos informales y ¡nunca lograremos nada!  3.)  Ejecución – Esto significa que, después que se haya hecho la decisión,  por el «Poder de gobierno» (Imperium según S. Tomás de Aquino), se hace una firme determinación y se lleva a cabo la acción.  Lo importante es saber razonar debidamente y tomar decisiones rectas.  ¡Una decisión equivocada podría ser catastrófica!  ¡La prudencia nos ayuda a tomar decisiones importantes!

12. LA FORTALEZA —  La última de las virtudes morales es la fortaleza.  En todos los tiempos y lugares, ésta es la virtud de los mártires.  El Espíritu Santo sopla su poderoso respiro sobre nosotros y nos da la gracia para tener paciencia en las pruebas, para defender la verdad, para denunciar los errores, para aceptar contradicciones y persecuciones y para estar dispuestos a derramar sangre e incluso morir mártir—¡todo esto es posible por el don de la fortaleza!

13.  LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU SANTO… Sabiduría, Conocimiento, Consejo, Ciencia, Fortaleza, Piedad y Temor de Dios… —   Estos siete dones se reciben no en el momento de la Confirmación, sino en el momento del Bautismo.  Como pequeñas semillas sembradas en el jardín del alma, requieren de un cultivo y cuidado constante para actúen en nosotros.  Cuando estos dones se cultivan y obran activamente en nuestra vida, ¡nos ayudan de forma extraordinaria en el camino de santidad!  Los Patriarcas de la Iglesia comparan nuestra alma a un velero con siete velas.  En esta comparación dicen que el marinero o capitán debe conocer la dirección del viento.  El barco es nuestra alma, las tempestad es el mundo que nos rodea, las 7 velas son los siete dones del Espíritu Santo, el viento es el soplo del Espíritu Santo y el capitán del alma somos tú y yo.  Y nuestro destino es: ¡la patria celestial!  El día de nuestro bautismo fuimos bendecidos con estos siete dones del Espíritu Santo.

14.  NUEVO MIEMBRO DE LA FAMILIA: La Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo —  Con el bautismo, somos incorporados a una nueva familia, la Iglesia.  Llegamos a formar parte de una familia compuesta de 1,3 billones de Católicos por todo el mundo, los santos del cielo y las almas del purgatorio — ¡Todos formamos una sola familia!

15.  GRACIA ACTUAL — ¡Cuán bueno es Dios!  ¡Dios derrama sobre nosotros una lluvia de  gracias y bendiciones!   Una vez bautizados, poseemos el derecho de recibir  «gracia actual».  Las gracias actuales son impulsos divinos e inspiraciones que obran maravillas en nuestro corazón y nuestra mente.  Luz celestial llena nuestra mente y nos impulsa a hacer el bien y promover la gloria de Dios.  Y para fortalecer nuestra voluntad, Dios nos da paz, alegría y entusiasmo en su servicio.  Cuando somos tentados, la gracia nos ayuda a resistir el mal y hacer el bien.

16. DERECHO A RECIBIR LOS OTROS SACRAMENTOS — El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que el Sacramento del Bautismo es la «puerta» de la Iglesia — es la puerta mediante la cual entramos en la vida de la Iglesia.  Una vez bautizados la puerta  se nos abre para recibir los otros sacramentos.  El más grande de los sacramentos es la Santa Eucaristía – el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús.  Según santo Tomás de Aquino, ¡todos los sacramentos se dirigen a un mismo punto y convergen en la Eucaristía!

17. EXORCISMO — En la tierra, el hombre está en un estado constante de guerra mortal.  Los tres enemigos principales de nuestra salvación son el diablo, la carne y el mundo.  En el contexto del sacramento del bautismo el ministro realiza el rito de exorcismo.  Es un «exorcismo menor» (no un exorcismo mayor). ¿Qué significa esto?  El sacramento del bautismo es la primera derrota del enemigo.  La unción con el óleo de los catecúmenos nos recuerda de las intrigas insidiosas del enemigo.  Sin embargo, ¡Dios, María, sus ángeles y santos son mucho más poderosos!

18. CIRIO PASCUAL — Una vez que se administra el sacramento del bautismo, los padres y padrinos encienden la vela tomando la luz del Cirio Pascual; el Cirio Pascual simboliza Cristo resucitado.  El Señor verdaderamente ha resucitado, ¡Aleluya!  Los padrinos de la persona bautizada son llamados a dar el buen ejemplo y a rezar por su ahijado. (¡Esto es lo ideal!)  Más aún, el niño tiene las oraciones, sacrificios, buen ejemplo y enseñanza de sus padres.  Los padres de hecho son llamados a ser luz radiante ante los ojos del niño por su ejemplo de santidad.  La tendencia del hombre es – ¡imitar lo que ve!

19. EL CIELO —  Por el bautismo, ¡tenemos derecho a heredar la vida eterna!  ¿Qué podría ser más consolador que saber que un día estaremos con el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, los ángeles y los santos por toda la eternidad.  ¡Y todo comienza con la pequeña semilla sembrada en el alma en el momento del bautismo!

20. MARÍA — Si por el bautismo Dios es nuestro Padre, Jesús nuestro hermano mayor y el Espíritu Santo nuestro íntimo amigo, entonces María también ocupa un lugar especial.  María es la hija del Padre, madre del Hijo y esposa del Espíritu Santo.  Eso significa que María verdaderamente llega a ser, ¡nuestra Madre Espiritual!

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Oct 24 2013

LOS DOS MOMENTOS MAS IMPORTANTES DE NUESTRA VIDA

Santa Catalina de Sena, mística italiana, guerrera de la oración, estigmatizada, Doctora de la Iglesia, dijo que los dos momentos más importantes de nuestra vida son:  ahora y la hora de nuestra muerte. ¿Se le hacen conocidas estas palabras?  ¡El Ave María!  En la última parte de esta hermosa oración tan agradable a Nuestra Madre Santísima, decimos las mismas palabras: …ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.  Amén.

Dado lo importante que son estos dos momentos, pidamos a Dios que nos conceda la gracia de vivir de forma que agrademos a Jesús, Jesús quien vendrá a juzgar a vivos y muertos. Presentaremos cinco formas de prepararnos para una muerte santa para así poder vivir para siempre con la Santísima Trinidad, María, los ángeles y los santos.

¡PREPARACIÓN!  Todo en la vida requiere de algún tipo de preparación.  Nos preparamos antes de un evento deportivo, antes de una fiesta sorpresa, antes de acudir a una cita, antes de tomar un examen.  ¿No deberíamos prepararnos para el momento más importante, para el momento de nuestra muerte, para tener una muerte santa y llegar al cielo y estar con Dios???

1.  EL PECADO Y EL ARREPENTIMIENTO.   Todos somos pecadores.  La Biblia dice que el hombre justo cae siete veces al día.  Si caemos en la desdicha de cometer un pecado mortal, no nos desalentemos, mas bien confiemos en la misericordia de Dios.  Pero es necesario hacer inmediatamente un acto de contrición perfecto e ir al confesionario lo más pronto posible. Espiritualmente hablando, vivir en pecado mortal es jugar a la ruleta rusa con el alma.  Jesús nos advierte una y otra vez, que estemos preparados porque nos sabemos ni el día ni la hora de nuestra muerte.  »Llegará como ladrón de la noche.»


2.  IMITEMOS A LOS SANTOS:  VIVAMOS CADA DÍA COMO SI FUESE NUESTRO ÚLTIMO DÍA.  Una de las características que comparten los santos es que están perfectamente conscientes de la brevedad de la vida.  El salmista lo expresó así: »Nuestra vida es como la flor del campo que florece de día, la azota el viento y muere de noche.»  Los santos viven cada día como si fuese el último.  ¡Porque en verdad lo podría ser!  Tan inciertos son los días y las horas de nuestra vida, nuestra existencia es precaria.  Cada mañana al abrir los ojos, debemos arrodillarnos y consagrarnos a Jesús y María.  Hagamos el firme propósito, en imitación de los santos, de vivir este día con el más intensísimo amor a Jesús y María.  ¡Vivámoslo con un celo ardiente de salvar almas, con el firme propósito de cumplir los deberes de nuestro estado de vida con la mayor pureza de intención y la mayor perfección!

3.  COMULGAR CON GRAN FERVOR.  (Lea Juan 6, 22-71)  ElDiscurso del Pan de Vida.  Jesús nos enseña con gran claridad quién es Él, lo que Él desea y lo que Él promete a aquellos que le obedezcan.  ¿Quién es Jesús?  Jesús dice:  »Yo soy el pan de vida». Jesús está verdaderamente presente en la Santa Comunión, en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. ¿Qué quiere Jesús?  Jesús, el Pan de vida, quiere que cada uno de nosotros lo recibamos en la Santa Comunión con gran fe, gran amor y gran devoción lo más que sea posible.  ¿Acaso es posible que en la oración que Jesús nos pidió que rezáramos, el Padre Nuestro -»danos hoy nuestro pan de cada día» – que Jesús nos estaba exhortando a que lo recibamos en la Santa Comunión todos los días?  ¡Haga la prueba!  Si lo hace, ¡va en camino al cielo!  ¿Qué nos promete Jesús?  Jesús lo dice con gran claridad.  Y no sólo lo dice con gran claridad sino que lo repite una y otra vez el su discurso del Pan de vida — ¡nos promete el CIELO!  Pongamos atención a las palabras de nuestro Señor y Salvador.  Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.  El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.» (Jn 6, 53-54)  ¡Claro como el agua!  ¡La promesa es el cielo para aquellos que se alimenten con la Eucaristía, el Pan de Vida!

4.  VIVIR SIEMPRE EN LA PRESENCIA DE DIOS.  El Hermano Lorenzo alcanzó un gran santidad de vida llevando acabo un practica sencilla: ¡vivió en la presencia de Dios!  Otra Doctora de la Iglesia, santa Teresa de Ávila, señala que pecamos porque olvidamos o mas bien ignoramos la presencia de Dios.  También, no desaproveche el uso de sacramentales como recordatorios de la siempre presente presencia de Diosl.  Usemos estos sacramentales:  el escapulario, la medalla milagrosa, estampas con la imagen de Dios, imágenes de María, la Divina Misericordia, la medalla de san Benito, un crucifijo, rezar el Angelus a las 9:00, 12:00 y 6 de la tarde y por último decir pequeñas jaculaciones — todo esto nos puede ayudar a estar conscientes de la presencia de Dios.  San Pablo nos recuerda citando al poeta griego diciendo:  »En Él vivimos, nos movemos y somos.”

5.  MARÍA SANTÍSIMA:  EL AVE MARÍA Y EL ROSARIO.  El medio más poderoso para alcanzar una muerte santa y dichosa es por medio de la siempre presencia de María.  No desvaloremos el poder que María tiene en nuestra vida, especialmente en el momento crucial de nuestra muerte, cuando pasamos de esta vida al tribunal de Dios.  Si cultivamos el hábito de rezar el Ave María diario, o más bien dicho el santo Rosario, en el momento de nuestra muerte tendremos una poderosa aliada, una poderosa abogada. ¡María Santísima es Señora abogada nuestra, es Madre de Dios, Madre de la Iglesia y es nuestra Madre!  Si hemos rezado el santo Rosario con gran amor, fervor y fe todos los días de nuestra vida, »Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.  Amén», entonces María estará presente con nosotros en nuestra última agonía para recibir nuestro ultimo suspiro y pedir a Dios misericordia y perdón por nuestros pecados!

Hermanos en Cristo y María, reconozcamos quiénes somos, por qué estamos aquí, hacia dónde vamos y cómo llegar.  Por nuestro bautismo somos hijos e hijas de Dios.  Estamos aquí para llegar al cielo.  ¿Cómo llegamos?  Obedeciendo los mandamientos de Dios y amándolo con fervor en todo momento.  Si tenemos clara nuestra filosofía de vida entonces tendremos claro nuestro destino, el cielo.  Pongamos en práctica estos cinco consejos, confiando que un día con María Santísima contemplaremos el rostro de Dios por toda la eternidad!

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS · Tagged: muerte, santa

Oct 23 2013

PACIENCIA, PACIENCIA, PACIENCIA…

Nadie puede presumir que ha dominado a la perfección la virtud de la paciencia.  Cuando pensamos que hemos alcanzado un gran logro en cuando a esta virtud, ¡inesperadamente nos asalta una situación y explotamos!  ¡Si de hecho nos hemos creado esta ilusión que somos la paciencia andando, ¡en un abrir y cerrar de ojos se asienta la realidad!

Cuán importante es la paciencia que Jesús nos dice: »Por su paciencia salvarán sus almas».  En una ocasión un alma piadosa en desesperación pidió:  »Señor, dame paciencia, ¡per ya!  ¡Quizás ésta ha sido su oración los últimos años!

Numerosas son las formas, veces, momentos y circunstancias en que diremos »me colma la paciencia».  ¿Cuales son?  ¡Veamos algunas!

La salud decae, dificultades económicas, familiares que ponen a prueba hasta la paciencia de un santo, el clima extremoso, algún fracaso o aún la impaciencia con Dios.  A veces parece que Dios esta ausente, que no escucha nuestras suplicas, pensamos que es indiferente a nuestra plegaria.  Estas situaciones en verdad pueden ser la prueba de fuego para forjar nuestra paciencia.

De qué forma podemos entonces adquirir tan necesaria e importante virtud, porque Jesús nos dice que es necesaria para la salvación de nuestra alma inmortal.  Presentaremos cinco formas concretas de alcanzar la paciencia y la comprensión.

1.  LA ORACIÓN.  San Ignacio insiste en que pidamos a Dios esta gracia.  San Agustin humildemente nos recuerda que todos somos mendigos ante Dios.  Dios nos concederá la gracia, pero como la viuda insistente del evangelio, debemos pedir sin desanimarnos.  Esta viuda alcanzo el favor del juez cruel y despiadado por su insistencia. Jesús nos dice »Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta.» (Mt 7,7)

2.  LA VIDA DE JESÚS.  Jesús dice, »Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.  Nadie va al Padre sino por mí.»  Hay un dicho: »Dime con quién andas y te diré quién eres.»  Si pasamos tiempo en oración, meditando los Evangelios, meditando la Palabra de Dios, meditando los gestos y las obras de Jesús, algo se nos quedará.  Empezaremos por imitar más y más a Jesús, especialmente la virtud de la paciencia.

3.  LA PASIÓN DE CRISTO.  Leemos en la vida de los santos, que tenían un hambre insaciable, una atracción irresistible por meditar la más grande historia de amor.  »No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos.»   Meditar y tener siempre presente la pasión, el sufrimiento, la crucifixión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo es una fuente de gran bendiciones y el fuego que forja los corazones más endurecidos en la virtud de la paciencia.  Eh aquí algunas sugerencias de cómo meditar la pasión de Cristo:  1)  Lea y contemple los cuatro Evangelios; 2) Lea la obra de la beata Anne Catherine Emmerich La Dolorosa Pasión; 3) Vea la película de La Pasión de Cristo de Mel Gibson, pero véala no como una simple película sino contémplela como una oración.

4. PRUEBAS Y OPORTUNIDADES.  Cuando lleguen las pruebas como lluvia torrencial, tenga presente alguna escena del la Pasión de Cristo de algún pasaje de los Evangelios, de la película o del libro de Emmerich.  Si contempla la pasión de Cristo, verá las cosas de un punto de vista sobrenatural.  Esa prueba por la cual está usted pasando es difícil, pero cuando la vea a la luz de la pasión de Nuestro Señor, su prueba se hará liguera.  Debemos reconocer también que en cierto sentido, las pruebas pueden ser resultado de nuestro pasado y nuestros pecados.  Jesús en cambio, sufrió el dolor más intenso cuando Jesús es la esencia misma de la inocencia.  Cuando alguien ponga a prueba nuestra paciencia, pensemos en alguna escena de la pasión que más nos haya movido.  El amor de Jesús  nos llevará a cargar con humildad nuestra cruz cuan difícil que sea.  San Pablo dice:  »El amor de Cristo nos impulsa».  

5.  MARÍA — NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES.  En la película de Mel Gibson, La Pasión de Cristo, la presencia de la Santísima Virgen María es una dimensión esencial en toda la película.  Después de Jesús, quien sufrió el más intenso dolor es María.  La película nos muestra a Nuestra Señora de los Dolores acompañando a Jesús en la vía dolorosa.  Estuvo con Él cuando fue clavado en la cruz, mientras colgaba en la cruz y mientras derramaba hasta la última gota de su Preciosa Sangre. Nuestra Señora estaba presente, manifestando la más grande compasión — ¡compasión es sufrir con el ser amado!  »Stabat Mater» – María estuvo al pie de la cruz. ¡Qué manifestación heroica de paciencia!   En verdad, María Santísima practicó la paciencia toda su vida: cuando iba en camino hacia Belén, cuando huía a Egipto, cuando buscaba a su Hijo por tres largos días, cuando perdió a su esposo san José a quien amaba, cuando acompañó a su amado Hijo en el camino hacia el calvario, cuando vio a su Hijo crucificado y cuando estuvo con Él al pie la cruz hasta que dio su último suspiro diciendo:  »Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu.»   Cuando nuestra paciencia esté puesta a prueba, alcemos nuestros ojos, corazón y alma a Nuestra Señora, que ella nos alcanzara la paciencia heroica que necesitamos.

CONCLUSIÓN.  Todos los días luchamos por ser comprensivos, por ser pacientes con nosotros mismos, con las circunstancias de la vida e incluso con Dios.  La paciencia es tan esencial para nuestra vida.  Jesús dijo: »Por su paciencia salvarán su alma».  Usemos entonces todas las armas a nuestra disposición para lograr tan gran virtud.  Pidamos a Dios esta gracia, y acerquémonos a Jesús el »Santo de santos».  Meditemos también la pasión de Cristo y cuando surga la oportunidad de ejercer esta virtud, traigamos a la mente a Jesús quien sufrió pacientemente por amor mí.  Por último, que Nuestra Señora de los Dolores nos alcance ¡un corazón manso, humilde y comprensivo!

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Oct 18 2013

DEVOCIONES MARIANAS

   
María es el camino
más rápido, más seguro, más fácil y más eficaz que conduce a Jesús, dice san
Luis de Montfort.  Es el camino más directo a la santidad y al cielo.  Para cultivar una creciente relación con
nuestra Madre Santísima, debemos procurar tanto la devoción como la doctrina.  Debemos conocer los dogmas
Marianos y cultivar una tierna y
amorosa devoción a Maria.

La doctrina sin
devoción conduce a la aridez, mientras que devoción sin una base doctrinal
fácilmente se degenera en sentimentalismo.  Para
crecer en nuestro amor por María, necesitamos ambos:  doctrina y devoción.
Se presentarán diez devociones para encender el fuego del amor a María.  María siempre nos conducirá al Sagrado Corazón
de Jesús.

La auténtica
devoción mariana nunca obstaculizará el camino a Jesús, mas bien,
María es el camino más rápido y directo para llegar al Corazón de Jesús.  En las bodas de Cana encontramos las últimas palabras de María:  »Haced lo que Él os
diga»
.  ¡No hay mejor consejo!  Si tan solo el mundo lo siguiera,
¡reinaría la paz y el cielo sería nuestro!

DIEZ DEVOCIONES
MARIANAS

1.  CONSAGRACIÓN A MARÍA.  Lo primero que deberíamos hacer en la mañana
al despertar es nuestra oración de consagración total a Jesús por medio de
María.  El santo cura de Ars dijo:
»Quien empieza bien su día, lo acaba bien». 
Empecemos nuestro día con el pie derecho, ofreciéndonos totalmente a Dios por medio del Inmaculado Corazón de María. 

2.  ESCAPULARIO. 
Llevemos puesto el escapulario de Nuestra Señora del Monte Carmelo.  El escapulario color marrón, es un
sacramental aprobado y es la devoción más recomendada.  Se debe llevar puesto sobre los hombros con
gran amor.  Es »vestido de María»,
señal externa de nuestra pertenencia a María y a la familia de María, es señal de nuestro anhelo de vivir siempre en
su Inmaculado Corazón.  Incontables son
los milagros atribuidos a la protección y amor de Nuestra Señora por llevar
puesto su escapulario.  Lea Vestido de Gracia, el pequeño libro que
relata historias de los milagros concedidos por Dios por su intercesión.  Es tanta la aprobación, que la
Iglesia otorga una indulgencia parcial cuando se besa con amor el escapulario, la
cual se puede aplicar a las almas de purgatorio o a nosotros mismos. 

3.  EL ANGELUS. 
Forme el buen hábito de rezar el Angelus.  Esta oración tan agradable a María, es un
pequeño resumen de los dos grandes y principales misterios de la fe
católica:  la Encarnación del Hijo de
Dios y el misterio Pascual – la pasión, muerte y resurrección de Jesús.  El Santo Padre por años ha rezado el Angelus
el domingo a medio día en la plaza de san Pedro.  Por qué no empezar el buen hábito de rezar
el Angelus tres veces al día, a las 9 de la mañana para santificar la mañana, a
medio día para santificar la tarde y a las 6 de la tarde para santificar la
noche.  ¡Todo a Jesús por medio de María!

4.  EL AVE MARÍA DE ORO.  Sucedió una vez que santa Gertrudis tuvo una
visión de Jesús en donde Él colocaba una moneda de oro encima de otras monedas
de oro.  La santa le preguntó cuál era el
significado de esta visión.  Jesús le
replicó, que cada vez que ella rezaba un Ave María con gran amor, Él le
guardaba una moneda de oro en el cielo para toda la eternidad.  Por qué no luchar por ser archimillonarios en
lo espiritual y rezar muchas Ave María. 
San Ignacio enseña qué debemos tomar una oración
que conocemos bien y resarla lentamente y ¡saborear cada palabra!

5.  CONSAGRACIÓN A MARÍA:  Tratado de la verdadera devoción a la
Santísima Virgen María
, 33 días hacia un glorioso amanecer, Consagración a la
Inmaculado de san Maximiliano Kolbe
.  Hay
distintas formas de hacer una donación total de nosotros mismos, una
consagración a María.  San Luis de
Montfort nos ofrece el Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen
María.
  Esta preparación toma un poco más de un mes y va por partes:  Primer parte – Adquirir conocimiento de nosotros mismos,  Segunda parte – conocimiento del
mundo y sus engaños y vaciarnos del mundo, Tercera parte – Conocimiento de Jesús
y María que culmina con la consagración total a Jesús por medio de
María.  El beato Papa Juan Pablo II amó y
vivió esta consagración.  Su emblema
papal fue »Totus tuus ego sum» – Soy todo tuyo Jesús por medio de María.  Si de hecho ya ha hecho su consagración,
renuévela.  Nuestra devoción a María es
vasta como el mar, porque la grandeza de nuestro amor por Jesús y María no
tiene fronteras. 

6.  ACORDAOS. 
Otra hermosa oración agradable al Inmaculado Corazón de María es el
Acordaos.  A san Francisco de Sales fue
asaltado por horrendas e insistentes tentaciones, casi hasta el punto de llevarlo
a la desesperación, cuando por último se arrodilló ante la imagen de Nuestra Señora de la
Victoria y rezó el Acordaos con gran fe y devoción y las tentaciones
desaparecieron.  El emblema sobre el logos
de los Oblatos de María son las palabras en latín: »Maria cogita, Maria
invoca.»
  – Piense en María, invoque a
María.  »Jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu
protección, implorando tu asistencia haya sido desamparado.»

7.  MEDALLA MILAGROSA.  La Medalla Milagrosa también es conocida como la Medalla de la
Inmaculada Concepción.   Se le llama Medalla Milagrosa debido a los numerosos milagros concedidos a quienes han llevado
puesto con amor, confianza y devoción, este sacramental Mariano.  San Maximiliano Kolbe amaba esta devoción con
un amor especial, tanto que  cargaba en
su bolsillo medallas para repartirlas.  Él
decía que la Medallas eran las »¡balas» de María!
8.  LA SANTA COMUNIÓN Y MARÍA.  El beato Papa Juan Pablo II recomendaba que
para recibir una lluvia de gracias al comulgar, que recibamos la Santa Comunión por
medio del Corazón de María.  Él hizo esta
analogía, el »sí» de María en el momento de la Anunciación resultó en la
Encarnación del Hijo de Dios.  María
recibió a Jesús en su corazón.  De forma
paralela, esto mismo sucede cuando decimos AMÉN y recibimos la Santa Comunión, es una Encarnación Eucarística en nuestra alma. 

9.  EL SANTO ROSARIO.  En las seis apariciones consecutivas de
Nuestra Señora en Fátima en 1917, María pidió que se rezara el Rosario.  Si la Madre de Dios insistentemente pidió que
se rezara el Rosario, ¡ha de ser importante! 
El Santo Padre, Juan Pablo II en su documento mariano, La Santísima
Virgen María y el Rosario
, también exhorta al mundo a que se rece el Rosario
por dos intenciones:  por la paz del
mundo y por la salvación de la familia. 
Recordemos las palabras inmortales del P. Patrick Peyton, quien fue
conocido como el sacerdote del Rosario: 
»La familia que reza unida, permanece unida», »Un mundo en oración es
un mundo en paz».
  Hoy más que nunca, la
familia está necesitada de oración y claro el mundo también.

10.  IMITEMOS A MARÍA.  Si verdaderamente amamos a Jesús y María,
este amor nos debe llevar a seguirlos e imitarlos.  San Luis de Montfort en su obra clásica,
Tratado de la Verdadera Devoción a María, nos enumera diez de las virtudes de
María: su profunda humildad, su viva fe, su obediencia ciega, su oración
continua, su mortificación universal, su pureza divina, su caridad ardiente, su
paciencia heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina
. (Tratado de
Verdadera Devoción
, S. Luis de Montfort, #108)

CONCLUSIÓN.  María Santísima es el camino más corto, más
rápido y más directo al Corazón de Jesús. 
Fue por medio de María Santísima que Jesús vino al mundo.  Y al pie de la cruz, Jesús nos dejó a su
Madre como nuestra Madre.  Por qué no
adherimos a María como nuestra verdadera Madre amorosa que es.  Si nos adherimos a Ella, ¡experimentaremos la
verdadera vida, dulzura y esperanza!

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Oct 11 2013

EL SECRETO PARA ALCANZAR PAZ EN EL ALMA, EN EL CORAZON Y EN LA MENTE

El día de la Resurrección, Jesús se presenta entre los apóstoles estando las puertas cerradas y sopló sobre ellos el Espíritu Santo diciéndoles: «Recibid el Espíritu
Santo.  A quienes perdonéis los pecados,
les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
(Jn
20, 21-23)
En ese momento Jesús
instituyó el sacramento de la Confesión y otorgó a sus apóstoles y a sus legítimos
sucesores, el sacerdote que ha recibido el orden sacerdotal, el poder de
perdonar los pecados en Su nombre.  Cuán
agradecidos debemos estar por este don dado a su Iglesia.
No desaprovechemos la misericordia de
Dios, acudamos al sacramento de la Confesión.  Hagamos una buena preparación y confiemos en
el océano infinito de la misericordia de Dios.
A continuación,
presentaremos cinco efectos maravillosos que produce la confesión en el alma de
la persona que frecuenta este sacramento. 
Jesús te hace esta invitación a ti lector:  »Vengan a mí todos los que
están afligidos y agobiados y yo los alivié. Carguen sobre ustedes mi yugo y
aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón y así encontrarán
alivio, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
(Mt 11, 25-30)

1.  GRACIA SANTIFICANTE.  Cuando hacemos una buena confesión
sacramental, Jesús perdona nuestros pecados mortales por medio de la persona
del sacerdote y se restaura la gracia santificante en nuestra alma.  ¡El alma vuelve a la vida!

2.  HUMILDAD. 
Toma valentía y humildad examinar la conciencia, aceptar nuestras sombras y
miserias, arrepentirnos, presentarnos ante el sacerdote y abrirle nuestro
corazón con sinceridad.  ¡Dios ama un
corazón humilde!
3.  AUTO CONOCIMIENTO.  Cuando hacemos un buen examen de conciencia,
nos acercamos al sacramento de la misericordia de Dios, confesamos humildemente
nuestros pecados al sacerdote – crecemos en auto conocimiento.  Conocemos más nuestra realidad; nuestros
puntos fuertes y débiles.  Y es así que
podemos evitar futuras caídas.  Los
historiadores bien conocen el dicho: 
»Quien no conoce la historia, se condena a repetir sus errores.»  Ahora, respecto a nuestra vida espiritual, si
desconocemos por qué pecamos, cómo pecamos o cuándo pecamos, ¡volveremos a
caer!  ¡Es un ciclo vicioso ad-infinitum!
4.  ¡HACER MEJORES COMUNIONES!  San Ignacio de Loyola, quien nos exhorta a que hagamos una Confesión General también hace la siguiente observación.  Después de hacer una confesión general, el alma de la persona está en mejor disposición para hacer una mejor comunión.  Veamos esta analogía.  Después de limpiar los cristales de la casa, los rayos del sol pasan e inundan el interior de la habitación con mayor resplandor.  ¿Por qué?  Simple y sencillamente porque el cristal está libre de suciedad, nada impide que el sol penetre e inunde la habitación al mayor grado posible.  Entre mayor sea la pureza del alma, mayor la luz de la gracia divina. 
5.  PAZ EN EL ALMA, EN EL CORAZÓN Y EN LA
MENTE.  En la tragedia de William
Shakespeare, encontramos el personaje de Lady Macbeth que no estaba en paz y se
lavaba las manos sin cesar, símbolo de que quería limpiar su consciencia.  Hoy muchos viven con nerviosismo, tensión,
estrés, desánimo y depresión.  Y peor
aún, desconocen por qué su alma está en este estado de angustia.  La razón se resume con estas pocas palabras:  por el PECADO. 
El pecado no confesado se estanca en el corazón e inquieta y atormenta la
conciencia.  Por qué no conseguir la paz
interior, haga una buena confesión HOY! 
Cuán hermosas y alentadoras palabras pronuncia el sacerdote después de la confesión:  

«Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al
mundo por la Muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo
para la remisión de los pecados, te conceda, por el misterio de la Iglesia, el
perdón y la paz.  Y YO TE ABSUELVO DE TUS
PECADOS EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO, + Y DEL ESPÍRITU SANTO».  — «Amén».


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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

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