Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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Feb 03 2014

LA OBEDIENCIA EN LA FE ES LA VERDADERA LIBERTAD.

¡Desde antes de la creación del mundo y cuando Dios creo el mundo la desobediencia causó estragos!  Quizás se pregunte usted ¿cómo?  Hubieron una multitud de espíritus celestiales – espíritus puros que llamamos ángeles – que de forma deliberada desobedecieron el mandato de Dios.  Fue Lucifer quién con toque de corneta alzó su voz desafiante y dijo: »¡non serviam!» – »no serviré».  En otras palabras:  ¡NO OBEDECERÉ!

Se desató una batalla en el cielo y los ejércitos celestiales encabezados por san Miguel arcángel lucharon contra Satanás. Ganaron san Miguel y sus ángeles con el poder y la gracia de Dios.

ADÁN Y EVA.  Nuestros primeros padres, Adán y Eva, igual que los ángeles también fueron probados. Fue la prueba de la obedienica.  Dios les mandó a no tocar el árbol ni el fruto del árbol que se encontraban en el centro del jardín, el árbol de la ciencia del bien y del mal.  Igual que Satanás y sus compinches, Adán y Eva accedieron a sus antojos y caprichos, desobedeciendo a Dios y comieron el fruto prohibido.  A esto le llamamos el Pecado Original, el primer pecado de la raza humana.

Las repercusiones devastadoras de esta desobediencia, como un maremoto moral, se han sentido y han dejado su huella devastadora y permanente a través de todos los tiempos, los lugares, las culturas, las naciones, los continentes y en todo el mundo hasta el fin del mundo y el día del Juicio Final.  A raíz de esto, la concupiscencia se insinúa en nosotros insistentemente para arrastrarnos y estancarnos en el fango de la pecaminosidad.  ¡Un día llegará la muerte y nuestro cuerpo se descompondrá!

SAUL.  Veamos cómo se desató la desobediencia de Saul.  Este guerrero poderoso, desobedeció los mandatos del profeta Samuel al no destruir todo el botín de los amalecitas tras su triunfo militar.  Con la fuerza de su palabra, el profeta Samuel reprime a Saul y le amonesta ¡que Dios se había apartado de él!  Qué aterrador – ¡el abonado de Dios!  Pero fue Saul el que en verdad se alejó de Dios con su desobediencia deliberada. (Lea 1 S 15,16-23) 

EL CUARTO MANDAMIENTO Y LA OBEDIENCIA.   Este concepto de la obediencia está incorporado en el 4o mandamiento del Decálogo:  »Honrarás a tu padre y a tu madre.»  En la Misa de niños, les hago esta pregunta a los niños y a sus padres:  »¿Alguna vez han escuchado la voz de Dios?» Enseguida sigue un silencio de asombro.  ¡Nunca se les ha hecho esta pregunta a los niños! ¡Entonces empiezo con una letanía de palabras tan conocidas! »Hijo, ya levántate, ¡es hora de ir a la escuela!»  »Apaga la televisión.»  »Apaga la computadora.»  »Es hora de comer.»  »Vamos a rezar el Rosario.»  »Saca la basura.» »Para de pelear con tu hermana.»  »Tiende tu cama.»  »Limpia tu cuarto.»  »Súbete al carro, ya es hora de ir a Misa.»  »Prepara la mesa, recoge la mesa.»  »Haz tu tarea.»  Todas estas cosas y muchas más que escuchamos de la boca de mamá y papá son claras manifestaciones de la voz de Dios quien habla a los niños.  ¡Los niños deben obedecer inmediatamente y sin reclamar!

En verdad, ¡Dios nos habla por medio de la autoridad legítima y por medio de sus mandamientos!  Dios habla por medio de su Iglesia, el magisterio y el Santo Padre que es el Vicario de Cristo. La voz de Dios se escucha con claridad al escuchar las palabras de nuestro director espiritual y confesor.  Además, la voz de Dios se escucha en nuestros catequistas, maestros y sacerdotes quienes ejercen su ministerio y legítima autoridad.  La voz de estas personas representa la voz de Dios, a quien debemos escuchar y obedecer con humildad.

Sucedió en una ocasión que alguien estaba de visita en los Estados Unidos e hizo esta observación tan acertada:  »Qué curioso, en los Estados Unidos, ¡los padres obedecen a sus hijos!»  ¡Que fuerte y acertada observación y delicada reprimenda a los padres e hijos de este país!

TRES PEQUEÑOS PENSAMIENTOS, EXHORTACIONES Y PRÁCTICAS para niños, adolescentes y adultos.

1.  ¡OBEDIENCIA A LOS PADRES!  Los jóvenes con humildad deben reconocer que Dios les dio la vida por medio des sus padres.  Con ojos de fe y un corazón humilde deben reconocer la voz de Dios en la voz de sus padres.  Sin la obediencia, toda la vida espiritual se detiene, ¡se paraliza!  El ejemplo por excelencia es ¡Jesús!  El evangelista resalta en las Sagradas Escrituras que cuando sus padres lo encontraron en el templo después de tres tristes días de búsqueda, Jesús les fue obediente y creció en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los hombres.  Aun en en huerto de los Olivos, cuando Jesús estaba en su agonía, Jesús dijo tres veces: »¡Padre, hágase Tú voluntad y no la mía!»  Y también en el Padre Nuestro, la más conocida oración, rezamos: »… venga Tú reino, hágase Tú voluntad, en la tierra como en el cielo…»

2.  SIRÁCIDES (Eclesiastés 3, 1-16) (Léalo)  Este pasaje es uno de los mejores sobre el tema del deber que tienen los hijos hacia sus padres, concretamente el respeto, el amor y la obediencia!  ¡Lea y medite este pasaje clave!

¡Hijos, oíganme, les habla su padre! Sigan mis consejos y se salvarán.  Porque el Señor quiso que los hijos respetaran a su padre, estableció la autoridad de la madre sobre sus hijos.  El que respeta a su padre obtiene el perdón de sus pecados; el que honra a su madre se prepara un tesoro.  Sus propios hijos serán la alegría del que respeta a su padre; el día en que le implore, el Señor lo atenderá.  El que respeta a su padre tendrá larga vida; el que obedece al Señor será el consuelo de su madre. (Ec 3, 1-6)  ¡Lea y medite los diez versículos que siguen y guárdelos en el corazón!

Después de meditar estos cuantos versículos fuertes no habrá sombra de duda, ambos niños y adolescentes tendrán la convicción que es su deber moral de ver la presencia de Dios en sus padres, y de someterse en obediencia y humildad de corazón, mente, voluntad y obras!

3.  UNA OBEDIENCIA ALEGRE.  Hay diversas formas de llevar acabo una obra por obediencia.  Una es la obediencia obligada.  Quizás el niño para obedecer diga »sí», pero lo hace con la actitud de un terrorista.  Quizás lo haga con el ceño fruncido, amenazas entre dientes, con palabrotas a espaldas de sus padres, o ¡aventando y tirando platos cuando se le pide que recoja la meza! Esta actitud rebelde y desafiante destruye la obediencia.  Entonces, ¿cómo se debe obrar?  Por amor a Dios, se debe hacer con prontitud, rapidez, alegremente, ordenadamente, con amabilidad y buenos modos.  Dios todo lo ve, hasta las intenciones más secretas del corazón.  Por lo tanto, ¡la obediencia y una disposición noble es lo que agrada a Dios!  ¡Porque Dios es amor!  

Que la Maria Santisima, quién plenamente aceptó la voluntad de Dios – »He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra»- inspire a los niños, jóvenes y adolescentes para que comprendan que la obediencia no es esclavitud sino la verdadera libertad de los hijos de Dios. 

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Ene 29 2014

ID, !Y PRENDE FUEGO A TODOS LOS CORAZONES!

Cuentan las crónicas que, cuando san Ignacio envió a san Francisco Javier al Oriente, le dijo: »Id, inflamad todas las cosas».   San Francisco Javier emprendió la más grande labor misionera en la historia de la cristiandad cuando iba en rumbo a la India.  (Lea la obra clásica de Louis de Wohl sobre la vida de san Francisco Javier titulada El oriente en llamas: Biografía novelada de San Francisco Xavier)

El celoso apóstol y predicador dominico san Vicente Ferrer, O.P. acertó:  De un corazón de hielo no pueden brotar flechas ardientes. Jesús mismo dio fe de esto cuando dijo: ‘‘De la abundancia del corazón habla la boca.»

Del fondo de su Sagrado Corazón Jesús exclamó;  »He venido a prender FUEGO sobre la tierra y no estoy en paz hasta que este fuego prenda.» (Lc 12,49)  Una de las oraciones que encontramos en la letanía del Sagrado Corazón es »Sagrado Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.»

En la Sagrada Escritura encontramos que después de nueve días de ayuno y oración en el cenáculo con la Santísima Virgen, el Espíritu Santo desciendó como lenguas de fuego sombre los apóstoles.   Este fuego transformó a quienes eran débiles, irresolutos, y desorientados, a valientes soldados de Cristo, listos para ir a todos los rincones de la tierra a predicar el Evangelio de Jesucristo (Hechos 2).  Todos con excepción del apóstol san Juan, sellaron su amor a Cristo con el sacrificio de sus vidas muriendo mártires.  ¡El FUEGO de Dios les transformó radicalmente y para siempre!

San Felipe Neri tuvo su propio Pentecostés.  Tras ayunar y rezar por nueve días en una de las catacumbas de Roma, el Espíritu Santo descendió sobre el como una bola de FUEGO, esta bola de fuego que refulgía sobre el entró a su boca y a su corazón.  Desde ese día, su corazón latía fuertemente, le consumía el excesivo fuego del amor a Dios.  Después de su muerte, notaron que tenía dos costillas arqueadas, ¡dos costillas rotas!  ¡Cómo es eso? El violento latido de su corazón acabó rompiéndole las costillas.  ¡EL FUEGO DE DIOS!

¡LA INDIFERENCIA!  La indiferencia religiosa es el pernicioso signo de nuestros tiempos.  Esta fuerza hostil hacia Jesús y su Iglesia es real, y siempre lo ha sido y siempre lo será.  El mal que ha invadido la sociedad es el mal de la indiferencia, la frialdad, la tibieza, y una actitud de »¿y qué?  El fuego del amor a Dios se extingue, sólo queda una mezcla de carbones cenizados que se apagan a fuego lento, una mezcla de seguidores mediocres.

En 1980, el arzobispo cardenal de Buenos Aires (Juan Carlos Aramburu) lo expresó sin rodeos: »¡La Iglesia es un gigante durmiente!»  ¡El número de católicos por todo el mundo supera un billón!  Y cuántos de ellos están dormidos, tomándose una siesta o quizás ¡en estado de coma!  ¿En dónde está el fuego?

¿Cuál es la óptica de Dios respecto a esta falta de fuego?  ¿Cómo se verá esta indiferencia desde el cielo?  Veamos lo que dice el último libro de la Biblia (el libro del Apocalipsis) sobre esto.  En verdad nos debería llegar hasta el tuétano, nos debería llegar hasta el fondo de nuestro corazón.  Veamos estas fuertes exhortación y llamada.  Primero: »Cuidado, has dejado tu primer amor.  Recuerda por tanto de donde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras: pues si no, vendré presto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.»  ¿Recuerdas el fervor del día de tu Primera Comunión?  ¿Acaso es fuego, es amor, ese fervor se ha extinguido?

Escuchemos estas palabras:  »Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios: Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ­Ojalá fueses frío, ó caliente!  Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.’‘ (Ap  3,14-16)

REMEDIO CONTRA LA MEDIOCRIDAD, LA TIBIEZA Y LA FRIALDAD. COMO UNA MECHA QUE HUMEA, EL CRISTIANO SE APAGA.  ¡Con urgencia damos una sugerencia!

Para mantener viva una fogata, debemos avivar las brasas con más leña.  Y en nuestra vida espiritual debemos mantener vivo el fuego del amor a Dios, ¡avivando siempre las llamas!

¡EL FUEGO DEL ESPIRITU SANTO!!  Por qué no caer de rodillas en este preciso momento y pedir a Dios vuestro propio PENTECOSTÉS.  ¡Nunca es tarde!  Dios está siempre presto y con paciencia espera a quién con corazón dócil y humilde acude a Él.

Si los Apóstoles recibieron el FUEGO del Espíritu Santo, si san Francisco Javier fue comisionado a prender fuego a todas las cosas, si el FUEGO de Pentecostés consumió el corazón de san Felipe Neri, ¡por qué no podemos nosotros abrir el corazón aquí y ahora para recibir este mismo FUEGO!

¡DIOS DA!  Dios es dador, Dios es toda bondad, esta es su naturaleza.  Dios desea dar.  Dios nos dio a su único Hijo por nuestra salvación eterna.  Dios anhela seguir dándonos.  Somos nosotros los que nos cansamos de recibir los dones de Dios y no Dios el que se cansa de dárnoslo!

Este mismo don del Espíritu Santo fue el que Jesús les dio a sus Apóstoles la noche de su resurrección.  Jesús resucitado pasó por la puerta, los saludó y les dijo: »Recibid el ESPIRITU SANTO…» (Jn 20,21-23)

Que el Espíritu Santo se precipite sobre nosotros como se precipitó sobre David después de ser ungido por Samuel (1 S 16,13)  Que Jesús sople sobre nosotros como sopló su Espíritu Sobre los Apóstoles.  Y como el día de Pentecostés descendió el Espíritu Santo sobre los Apóstoles como lenguas de fuego, que Dios nos conceda una chispa de ese mismo Espíritu Santo!  El antídoto al mal de »coma espiritual», a la tibieza, a la mediocridad y frialdad es el FUEGO del Espíritu Santo.

¡Que Nuestra Señora acuda a nuestro auxilio!  María es la Hija del Padre Eterno, Madre del Divino Hijo, y Esposa Mística del Espíritu Santo.  Pidámosle su intercesión: »Ven Espíritu Santo,  ven por el Inmaculado Corazón de María…»

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Ene 24 2014

CONVIÉRTANSE, EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA


Estas fueron las primeras palabras que escuchamos de nuestro Salvador al iniciar su ministerio público.  En griego, la palabra que significa conversión o un cambio de corazón es »metanoia».   Igual el mensaje central de san Juan Bautista, el precursor de Jesús, fue — »convertíos, que el reino de Dios está cerca»  Es más, san Pedro, el primer papa, quien fue llamado a continuar el trabajo de Jesús como cabeza de la Iglesia, después de la venida del Espíritu Santo, también predicó el llamado a la conversión.  Por lo tanto, san Juan el más grande de los profetas, san Pedro el primer papa y Jesús predicaron la urgencia de la conversión, ¡debe ser que en verdad es importante!

La Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Cristo, reitera este mismo mensaje en diversas formas y    en las diversas temporadas.  Lo escuchamos al inicio de la Santa Misa después de el saludo inicial cuando el sacerdote invita a los presentes y a si mismo, a detenerse por un momento y a hacer un examen de consciencia.  Quizás se pregunte usted:  ¿examen de qué?  Es un examen en comunidad y en forma individual, en done identificamos y reconocemos de qué forma hemos pecado, y con humildad invocamos piedad de Dios, pedimos que Dios obre en nosotros una metanoia – una conversión de vida. 

LA CONFESIÓN.  Existe un sacramento diseñado a la conversión: y es el sacramento del la Confesión.  En la confesión recibimos la misericordia y el perdón de Dios como respuesta a nuestro deseo de conversión.  La gracia recibida fortalece la voluntad del penitente para poder renunciar al pecado y aceptar el suave yugo de Jesus.

LA CUARESMA.  Cada año en la temporada sagrada de la cuaresma da una oportunidad de cooperar de forma profunda en una conversión de vida.  En la temporada de cuaresma, acompañamos a nuestro Senor al desierto por cuarenta días y cuarenta noches para guardar silencio, orar, ayunar y hacer de forma profunda un examen de consciencia – todo con la finalidad de tener una conversión de vida!

He aquí algunas formas para lograr una verdadera conversión de vida.  Entremos en lo profundo de nuestra alma, y con sinceridad, esforcémonos por una profunda conversión de vida.  Pero tengamos siempre presente que la verdadera conversión es más Dios obrando en nuestra alma que nuestro propio hacer.  ¡Colaboremos con la gracia de Dios!

1.  LA MEMORIA.   La memoria se debe de purificar constantemente.  San Pablo nos exhorta a que nos revistamos con la mente de Cristo, pero continua y dice, »ustedes tienen la mente de Cristo.»  Ya sean heridas de la juventud, fuertes adiciones que esclavizan (pornografía), abusos físicos, emocionales, sociales o morales — estas heridas se pueden traer a nuestro Señor para que Él las sane y logre la conversión de la memoria.  Les sugerimos este medio poderoso:  ¡LA PALABRA DE DIOS!  La Palabra de Dios es poderosa, ¡es como espada de doble filo que separa hueso de médula!  La lectura y meditación diaria de la Palabra de Dios puede lograr una conversión de la memoria.  Pero tomemos un paso más, aprendamos de memoria un pasaje de las Sagradas Escrituras.  Lo que el cloro hace al agua de una alberca (la limpia y la purifica), la Palabra de Dios hace con la mente!  Señor, ¡que tu Palabra se lámpara para mi camino y luz para mis pasos!

2.  LOS OJOS.   Es necesario mantener vigilancia continua sobre los ojos.  Lamentablemente, la adicción más poderosa en los Estados Unidos es la adicción a la pornografía.  Con frecuencia los niños están expuestos desde muy temprana edad a este lobo voraz y despiadado.  Los estudios afirman que esta adicción puede ser más fuerte que la adicción a las drogas. En una ocasión contaba un ex-pandillero, quien también había tenido una adicción a las drogas y al alcohol, que había logrado liberarse de la adicción a las drogas y alcohol pero lamentaba que su adicción a la pornografía era más fuerte y no había podido superar ese vicio.  Les ofrecemos tres sugerencias para lograr una metanoia, una conversión.  Al amanecer, conságrese totalmente – especialmente sus ojos – al Inmaculado Corazón de María.  Segundo, cuando el enemigo lo tiente, invoque a la Preciosa Sangre de Jesús como escudo contra los ígneos dardos del maligno.  La tercera sugerencia:  visite a Jesús Sacramentado y contemple el Sagrado Corazón de Jesús en el ostensorio.  El salmista dice: »Mirad a tu Señor y quedarás radiante de gozo.» 

3.  LA LENGUA.   Es necesario frenar nuestra lengua constantemente. Santiago nos dice que debemos ser lentos para hablar y prontos para escuchar.  Jesús nos dice que seremos juzgados sobre cada palabra que pronunciamos y que de la abundancia del corazón habla la boca.  Ofrecemos tres cosas concretas para lograr la conversión y la transformación de nuestras palabras.  Primero, formemos el hábito de hablar más con Dios que con otros.  Dos, controlemos nuestra impulsividad y pensemos antes de hablar.  Finalmente, apliquemos la regla de oro al habla.  La regla de oro es:  hagamos a otros lo que queramos que nos hagan; ¡digamos de otros lo que queramos que digan de nosotros!  Si seguimos este consejo, hemos emprendido el camino a una conversión de nuestra lengua!

4.  LA INTENSIÓN.  Si somos honestos con nosotros mismos, debemos reconocer que nuestras intenciones no siempre son desinteresadas.  Es más, aun nuestras buenas obras tienen una especie de interés propio, amor propio y vanidad.  Esta verdad resaltará si hacemos un buen examen de consciencia.  Con frecuencia leemos en el diario de santa Faustina que Jesús le pide que tenga pureza de intención, que sus obras sean sólo por Él y la mayor gloria de Dios.  La Palabra de Dios dice, los hombres juzgan lo exterior pero Dios juzga el corazón.  En el sermón de la montaña, Jesús con claridad y firmeza dice que nuestras obras no deberán ser vistas y alabadas por los hombres.  Hagamos, entonces, todas nuestras obras, de tal manera que la mano derecha no sepa lo que hace la mano izquierda.  Porque nuestro Padre celestial que ve todo en secreto nos recompensará.  El lema de san Ignacio, el fundador de la compañía de Jesús (los Jesuitas) es Ad Maiorem Dei Gloriam, también conocida por su abreviatura AMDG, – que en latín significa «A la mayor gloria de Dios»  En verdad, buscar la mayor gloria de Dios debería ser la motivación principal de todo lo que hacemos.  En concreto, para lograr un conversión o metanoia de nuestra motivación, entreguemos todo a Jesús por manos de María Inmaculada.  San Luis de Montfort en su obra clásica Tratado de la verdadera devoción, presenta una escena en donde el mendigo quiere obsequiarle al rey una manzana.  La manzana no tenía la mejor cara y el mendigo igual no era objeto de gran admiración.  Pero sí había una forma de llegar al corazón del rey – podía llegar al rey por medio de la reina a quien él amaba.  El mendigo pensaba – si logro acercarme a la reina y entregarle la manzana, su majestad la tomará, la pulirá y la colocará sobre una bandeja dorada, la adornará con una flor y entonces se la entregará al rey.  El rey la aceptará.  ¿Por qué?  No por el mendigo sino por la fuerza persuasiva y encantadora de la reina.  Si colocamos nuestras intenciones en el Inmaculado Corazón de María, ella las purificará, adornará y corregirá toda motivación que está fuera de lugar!

5.  EL CORAZÓN.   Por último, pero no menos importante, el mero centro de nuestro ser debe pasar por una conversión – nuestro corazón.  Jesús dice que de la abundancia del corazón habla la boca.  El corazón humano es capaz de albergar las intenciones y sentimientos más nobles e igual puede guardar las motivaciones y deseos más detestables.  Es necesario procurar una conversión de corazón a diario.  ¿Cuál podría ser el medio más eficaz para lograr una verdadera conversión de corazón?  Simple y sin rodeos:  RECIBIENDO LA SANTA COMUNIÓN CON GRAN AMOR Y GRAN FERVOR.  Al comulgar recibimos el Cristo total:  Su Cuerpo, Su Sangre, Su Alma y Su Divinidad.  Entonces, si recibimos Su Cuerpo, recibimos su también Su Sagrado Corazón.  Y en el Sagrado Corazón de Jesús encontramos las virtudes más sublimes y el mayor grado de santidad y perfección.  En el Sagrado Corazón de Jesús están presentes las siguientes virtudes: la fe, la esperanza, la caridad, la paciencia, la pureza, la mansedumbre, la obediencia, la mortificación y la fortaleza — por mencionar sólo algunas.  Y estas virtudes están presentes en cada Hostia Consagrada que recibimos en la Santa Comunión todos los días.  En una forma muy real, a diario tenemos un TRANSPLANTE DE CORAZÓN cada vez que comulgamos con fe, devoción y amor.   Más allá de toda sombra de duda, el medio más eficaz para llegar a una verdadera conversión de corazón.  El Corazon de Nuestro Senor consume todo lo que es innoble de nuestro corazón para que podamos verdaderamente decir con el apóstol san Pablo:  »Ya no soy yo quien vive sino Cristo quién vive en mí.

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Ene 16 2014

LETANÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS POR LAS GRACIAS RECIBIDAS EN EL BAUTISMO…

«Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia.»  »Si la única oración que brota del corazón es una oración de agradecimiento, en verdad esto bastaría,» así lo expresó Meister Eckhart.  En si la palabra »Eucaristía» significa »acción de gracias».  Leemos en el evangelio que Jesús se entristeció cuando los nueve leprosos no regresaron después de haber sido sanados para darle gracias.  Fue uno solo, un forastero, un samaritano que regresó y le dio gracias.  San Pablo en su carta nos recuerda que demos siempre gracias a Dios.  Porque en verdad, todo lo bueno que hemos recibido viene de nuestro Padre bueno, amoroso y generoso.  La letanía que sigue, es una letanía de acción de gracias por todos los dones y gracias que recibimos el día de nuestro bautismo.  Esta letanía se puede rezar en cualquier momento, pero sería especialmente oportuno rezarla en ciertas ocasiones importantes como lo son: el día de la celebración litúrgica del bautismo de Jesús, cuando se bautiza un niño, cuando se nos pide que seamos padrinos, y de forma muy especial el día del aniversario de nuestro propio bautismo — todas estas son ocasiones para arrodillarnos y darle gracias a Dios por las gracias recibidas.  

1.  Por mi filiación de hijo adoptivo de Dios, ¡te doy gracias Señor!

2.  Por ser llamado a ser hermano de Cristo Jesús, ¡gracias Señor!

3.  Por la profunda amistad con el Espíritu Santo, ¡infinitamente te doy gracias Señor!

4.  Por que haz infundido en mi alma la virtud teologal de la fe para creer con firmeza en Ti, ¡te alabo Señor!

5.  Por la virtud de la esperanza, por esperar contra todo obstáculo, ¡Santísima Trinidad te alabo!

6.  Por derramar en mi alma la caridad/el amor, ¡cuánto te amo y te alabo Dios mío!

7.  Por adornar mi alma con justicia, prudencia, templanza y fortaleza (las cuatro virtudes cardinales), ¡eternamente de doy gracias Señor!

8.  Por acogerme dentro de una nueva familia, la familia de la Iglesia, el pueblo de Dios, ¡te agradezco Señor!

9.  Por imbuir e infundir en mi alma la gracia santificante (amistad con Dios), ¡mi corazón se desborda de agradecimiento Señor!

10.  Por liberarme de la cruel atadura del maligno y darme la verdadera libertad de los hijos e hijas de Dios, ¡gracias Señor!

11.  Por acogerme en la barca de Pedro que es la Iglesia Católica en medio de las tormentas del mundo (el arca de la salvación), ¡gloria a Tí Señor!

12.  Por abrir mi corazón para poder recibir tu gracia, con verdadera humildad y un corazón agradecido, ¡gracias Padre por todos tus dones!

13.  Por abrir el pórtico para recibir el más grande de los sacramentos – la Santísima Eucaristía- ¡gracias Padre por tu providencia!

14.  Por abrirme las puertas para un día alcanzar la vida verdadera en la patria celestial, ¡te doy infinitas gracias Señor!

15.  Por darme a mi Madre Celestial, María Santísima, que es nuestra vida, dulzura y esperanza – todo comenzó con el Sacramento del Bautismo, ¡gracias, gracias, gracias Padre, Hijo y Espíritu Santo!

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Ene 15 2014

EL BAUTISMO: EL PÓRTICO DE LA VIDA EN EL ESPÍRITU


»El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu («vitae spiritualis ianua») y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión. «El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra» (Catecismo de la Iglesia Católica, número 1213)

Este párrafo, corto pero profundo, tomado del Catecismo de la Iglesia Católica, nos ofrece abundante material para la reflexión en este tiempo que la Iglesia celebra el bautismo de Jesús.

La celebración litúrgica del bautismo de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos debe impulsar y motivar a renovar nuestras promesas bautismales y el significado de nuestro bautismo.

Presentaremos a continuación cinco puntos prácticos para renovar nuestras promesas bautismales conforme contemplamos el bautismo de Jesús por san Juan bautista en el río Jordán.  En el bautismo de Jesús se revela el misterio sublime de la Santísima Trinidad, una teofanía Trinitaria, en donde se hacen presentes las Tres Personas de la Santísima Trinidad; el Hijo se manifiesta visiblemente en su cuerpo mientras desciende en las aguas; el Espíritu Santo aparece como una paloma, y el Padre se deja oír en su voz. (Mt 3, 13-17)

1.  LA SEÑAL DE LA CRUZ.  Uno de los signos más notables de ser cristiano y de pertenecer a la fe Católica es la señal de la cruz.  Cada vez que hacemos la señal de la cruz, profesamos nuestra fe en el misterio de la Santísima Trinidad – Dios es uno solo y en Él hay tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.  Al hacer la señal de la cruz, debemos tener presente nuestro propio bautismo y la dignidad con que fuimos revestimos desde ese momento.  Conforme corría el agua bautismal en nuestra frente y el sacerdote o el diácono pronunciaba las palabras del bautismo, en nuestra alma Dios derramó grandes gracias y dones.  Nos hicimos hijos de Dios, hermanos de Jesucristo y amigos del Espíritu Santo.  Es por esto que el papa san León Magno dice: »Reconoce, oh cristiano tu dignidad.»  ¡Todo empezó  desde el momento de nuestro bautismo!

2.  LA FECHA DE SU BAUTISMO  Si no conoce la fecha exacta en que fue bautizado, o las fechas en que fueron bautizados sus hijos, averígüelo esta semana.  ¡Celebre el día de su bautismo!  Está en nuestra naturaleza celebrar acontecimientos como un aniversario de bodas, cumpleaños, días feriados, porque son ocasiones de celebración.  Por qué no celebrar algo más, algo verdaderamente grande.  ¡La fecha de su bautismo!  Padres de familia aprovechen la ocasión para catequizar e instruir a sus hijos sobre lo que es el bautismo y su importancia.  Compre un pastel, pero no solo disfrute del pastel y del canto, explíquele al niño el motivo de la celebración.  ¡Es el día de su segundo nacimiento!  Es el día en que nacimos del agua en el espíritu, el día en que nos hicimos hijos de Dios, el día en que llegamos a formar parte de una nueva familia, ¡la familia del pueblo de Dios!

3.  AGUA BENDITA. Use el agua bendita con seguido.  Al entrar a la iglesia es persignarse con agua bendita. Igual en casa, antes de retirarse cada noche, los padres de familia deben bendecir a sus hijos con agua bendita en el nombre de la Santísima Trinidad.  Cada vez que se persigne con agua bendita, traiga a la mente su propio bautismo.  Santa Teresa de Ávila dice que el uso del agua bendita es un medio poderoso para ¡expulsar al demonio de su presencia!  Porque en verdad, el día de nuestro bautismo, el sacerdote o diácono ¡hicieron un exorcismo menor!  ¡La gracia del bautismo supera el poder del maligno!

4.  BAUTISMOS.  Cuando asista a un bautizo, tenga presente su propio bautismo.  En el bautismo renunciamos a Satanás, todas sus obras y todas sus pompas.  Si se le ha llamado a ser padrino, con más razón debe renovar sus promesas bautismales.  Tanto los padres como los padrinos son llamados a vivir lo que simboliza el Cirio Pascual y la vela que prenden ese día.  Jesús es la LUZ principal, pero nosotros igual somos llamados a tomar de la luz de Cristo y a darla al mundo, en particular a los ahijados que Dios le ha confiado.  Dejemos entonces que las palabras de san León Magno resuenen en su corazón: »Reconoce, oh cristiano tu dignidad.» 

5.  EL LLAMADO MISIONERO Y EL ENVÍO.  Antes de ascender a los cielos, Jesus envió a sus Apóstoles y les dio su misión pero también nos envía a nosotros.  Leamos y meditemos las últimas palabras de Jesús: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.  Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.» (Mt 28,18-20)  El mensaje de Jesús no podría ser más claro.  Jesús llama a todos los bautizados a llevar la gracia de su propio bautismo a todo el mundo.  La gracia de Dios y la presencia de la Santísima Trinidad no es para esconderse debajo de una canasta sino para que brille y se comparta con el mundo entero.

Para concluir, escuchemos las palabras consoladoras del papa Benedicto XVI:  

»Mediante el Bautismo cada niño es admitido en un círculo de amigos que nunca le abandonará, ni el la vida ni en la muerte.  El círculo de amigos, es la familia de Dios, en la que El Niño se integra desde este momento , le acompaña continuamente, también en los días de dolor, en las noches oscuras de la vida; le dará consuelo, tranquilidad y luz.» (Papa Benedicto XVI, 8 de enero de 2006, YOUCAT:  Catecismo Joven de la Iglesia Católica, número 193)

Con estas palabras del Santo Padre y los puntos prácticos, esforcémonos por vivir nuestro bautismo a la mayor medida posible, que por nuestra santidad de vida seamos luces brillantes que reflejan la luz de Cristo.

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

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