El Don de dones, el Paráclito, el Consejero, el Consolador, el Dulce Huésped del alma, el Maestro Interior, el Dedo de Dios, el Arquitecto Divino, el Amigo, el Santificador, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad – todos estos hermosos títulos se le han dado a la persona del Espíritu Santo. El artículo anterior expuso el poder transformador del Espíritu Santo. El Espiritu Santo hace de grandes pecadores grandes santos – en particular lo vimos en la transformación de los Apóstoles y en Simón Pedro. San Juan XXIII dijo: »Los santos son las obras maestras del Espíritu Santo.» ¡Esos futuros santos podemos ser tú y yo!
Presentaremos a continuación diez formas de aumentar y profundizar en nuestro conocimiento, amor, intimidad y unión con la tercera Persona de la Santisima Trinidad para que asi haga su obra transformadora en nosotros. Esta transformación se logrará si somos dócil instrumentos en sus manos. »¡Ven Espíritu Santo, ven por medio del Corazón Inmaculado de María!»
1. LA ORACIÓN. Forme el habito de rezarle al Espíritu Santo con gran regularidad. Ya sea la oración tradicional: »Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra…» O podría entonar en latín »Veni Creator Spiritus»; o rezar la secuencia de Pentecostés »Veni, Sancte Spiritus.» También podría ser rezar la letanía al Espíritu Santo. Y por supuesto, podria simplemente hablar con el Espíritu Santo como hablar con un amigo, de corazón a corazón.
2. LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES. Lea los Hechos de los Apóstoles escrito por el evangelista san Lucas. Este libro del Nuevo Testamento revela de forma patente, la poderosa presencia y obras del Espíritu Santo en los Apóstoles en la formacion de la Igelsia primitiva. Conforme vaya leyendo, esté atento a Su presencia y sus obras e implórele que obre poderosamente en su vida. »Ven Espíritu Santo ven… »
3. LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. Conozca cuáles son los dones del Espíritu Santo que recibió el día de su bautismo y fueron fortalecidos el día de su confirmación. En inglés hay un dicho que dice: »If you do not use it, you lose it!» – que quiere decir »se usa o se pierde.» Si no los ponemos en práctica, se oxidan, se adormecen y permanecen inactivos. Aprendaselos: Sabiduría, Entendimiento, Ciencia, Consejo, Piedad, Fortaleza y Temor de Dios. Según santo Tomás de Aquino, estos dones perfeccionan las potencias del alma, entre ellas, la voluntad – para así conocer más a Dios y para amarlo ardientemente.
4. SILENCIO. Debemos cultivar zonas de silencio, aunque a diario tenemos cultivar algo de Marta y María de forma armoniosa (la vida activa y la vida contemplativa). Siempre existe el peligro de que queramos lanzarnos a un activismo frenético, dejando así poco tiempo para la oración y el silencio. El Espíritu Santo suele hablarle al corazón que esté atento para escucharle en el silencio. Recemos como Samuel quien oraba en el templo: »Habla Señor que tu siervo escucha.»
5. DOCILIDAD. El silencio es premisa para adelantar al siguiente paso – docilidad al Espíritu Santo. Quien vive en estado de gracia, y busca seriamente vivir una vida de santidad y perfección, recibirá inspiraciones de lo alto, inspiraciones del Espíritu Santo. La clave está en saber escuchar estas suaves e insistentes inspiraciones, discernir que vienen de Dios y obedecerlas aunque la obediencia es lo más difícil. El Espíritu Santo, podríamos decir, es un »caballero», no se forzará o nos obligará a seguirlo. Mas bien, el Espíritu Santo espera pacientemente a que respondamos y luego obra de forma muy poderosamente en nosotros si somos humildes, obedientes y escuchamos en silencio.
6. LECTURA ESPIRITUAL. Para aprender a ser dócil al Espíritu Santo, recomiendo altamente que lean la obra maestra espiritual del escritor francés, Jacques Philippe »En la escuela del Espíritu Santo.» De forma muy clara y sencilla, este libro trata de lo siguiente: si queremos lograr una santidad de vida, debemos conocer más y más el Espíritu Santo y amar al Espíritu Santo. Nuestro amor y conocimiento lo manifestamos siendo dóciles a sus inspiraciones celestiales. ¡Cómprelo y léalo! Se alegrará de haberlo hecho.
7. ¡ESTE PENDIENTE Y ALERTA! Una de las maniobras del diablo es desanimarnos, entristecernos y llevarnos a la desesperación y desolación. Esté pendiente y atento a las obras del Espíritu Santo en su vida. El »Dulce Huésped del alma» obra de una forma completamente opuesta a la forma que obra el diablo. ¿Cómo obra el Espíritu Santo? San Ignacio de Loyola en sus reglas de discernimiento enumera cómo obra el Espíritu Bueno. El bueno fortalece nuestra determinación de seguir a Jesús y fortalece nuestra fe, nuestra esperanza y caridad. Nos infunde paz y gozo para seguir al Señor con ánimo. Nos anima para que elevemos nuestros pensamientos hacia el cielo. Nos consuela con pensamientos respecto a la eterna salvación de nuestra alma. Por tanto, no permitamos que el diablo nos desanime, ¡dejemos que el Espíritu nos fortalezca y nos anime!
8. PODER DE ORACIÓN, PENITENCIA, PODER, PERSEVERANCIA Y PERFECCIÓN. Relacione estas cinco palabras que comienzan con la letra »P» para vivir en unión con el Espíritu Santo. Porque todo esto es necesario para una continua y creciente unión con el Espíritu Santo. Recemos al Espíritu Santo. Imitemos a María y los Apóstoles quien en el cenáculo hicieron una poderosa novena y ayunaron. El ayuno fortalece nuestra fuerza de voluntad a hacer el bien. Sepa que el camino es largo y laborioso, y sin caemos, pongámonos de pie y sigamos adelante. Si somos fieles en la oración, el Espíritu Santo nos conducirá en el camino de perfección siguiendo a Jesús.
9. ¿SOLEDAD? ¿DIFICULTADES? Si se siente solo y agobiado por un sinnúmero de problemas, hable con el Espíritu Santo quien habita en el fondo de su alma, el Espíritu Santo es el »Dulce Huésped del alma». Si lo hace, se dará cuenta que nunca ha estado solo y que sus problemas y sus cruces no le pesan tanto. El Espíritu Santo le puede ayudar a resolver sus dificultades o le ayudará a cargar con ellas.
10. LA VIRGEN MARÍA Y EL ESPÍRITU SANTO. María es la Hija de Dios Padre, la Madre de Dios Hijo y la Esposa Mística del Espíritu Santo. San Maximiliano Kolbe, escribió maravillosamente de la relación entre María y el Espíritu Santo. San Luis de Montfort llegó a decir: »El Espíritu Santo se lanza sobre él que ama a María.» Si queremos que el Espíritu Santo inunde poderosamente nuestro corazón y queremos tener nuestra propia vivencia de Pentecostés, recurramos a María. Tal como el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles el día de Pentecostés por la poderosa oración de María, igual puede descender en nuestra alma por medio de la intercesión de María. »Ven Espíritu Santo, ven por medio del Inmaculado Corazón de María.»