nuestros sentidos para que los usemos siempre para dar gloria a Dios. Démosle nuestros ojos, para que con María podamos
contemplar la belleza de Dios en la naturaleza, en nuestro alrededor, en nuestro
prójimo y en las circunstancias de nuestra vida. Démosle nuestros oídos, para estar siempre
atentos a la Palabra de Dios que llega a nosotros en diversas formas. Nuestra lengua, para que proclamemos la
grandeza del Señor y lo alabemos. Para que también gustemos que bueno es
el Señor – para que tengamos hambre y sed por Jesús cada vez que recibimos la Santa Comunión. Por último, nuestro sentido del olfato, para
que sepamos detectar lo bueno y optemos por el bien, y en
imitación de María, seamos la dulce fragancia de Cristo.
María. El pasado: encomendemos nuestro
pasado a la misericordia de Dios y al misericordioso corazón de María; el
future, encomendemos los años, meses, días y horas a la Divina Providencia y al
cuidado y protección de Nuestra Señora. Nuestro presente, vivamos intensamente el momento presente – porque es lo único que tenemos. Santa Catalina
de Siena decía: ‟Los dos momentos más
importantes de nuestra vida son – ahora y la hora de nuestra muerte. Amén.”
lleno de temores, dudas, confusiones, tensiones, guerras y conflictos. ¿Dónde nos refugiamos? Depositemos todas nuestras inquietudes en el Inmaculado Corazón de María.
Recemos con fervor la oración de san Bernardo: ‟Acordaos, Oh piadosa Virgen María, que jamás
se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Ti, implorado tu
asistencia y reclamado tu socorro, haya sido abandonado de Ti.» Nuestra Señora resplandece como un faro de luz en
medio de un mar de confusión, ella es la ‟Estrella del Mar” que nos conduce
al puerto seguro del Cielo.
más. En medio de la tempestad de
tentaciones, refugiémonos en los brazos de María. ¡La vida es un campo de batalla! Si por desgracia caemos y pecamos, acudamos a
Nuestra Señora de la Merced quien nos dirigirá nuestra mirada a Jesús Rey de
Misericordia. Dios siempre está presto
para recibir a sus hijos pródigos (Lc 15 – La parábola del Hijo Pródigo) Qué madre no ama a su hijo, y más si ese hijo
la necesita porque se ha caído, se ha lastimado y la necesita. El amor de Jesús y María hacia nosotros no
disminuye cuando hemos pecado. Es tan
grande su amor que lo que más ahelan as envolvernos en su misericordia.
María más anhela son las oraciones de sus hijos. La oración es simplemente conversar con Dios,
los ángeles, los santos y con Nuestra Madre Santísima. Cuando María se aparecio en Fátima a Jacinta,
Francisco y Lucia, seis veces les dijo que rezaran el Rosario. San Juan Pablo II igual insistía en el rezo
del Santo Rosario, en particular por la familia y por la paz del mundo. Cada vez que rezamos un Ave María estamos
diciendo ‟María te amo” y María no se cansa de escucharnos decir que la amamos.
cerrar, demos a María para el día de su
cumpleaños estos regalos 1) Consagremos nuestras facultades 2)
Nuestro tiempo – nuestro pasado, presente y futuro 3) Depositemos nuestros temores y dudas en el refugio seguro de su Inmaculado Corazón 4) Nuestros fracasos morales y 5) Nuestras oraciones especialmente todas nuestras Ave
Marías. Felicidades Madre Santísima por
ser día de tu santo. ¡Recibe nuestros
humildes regalos!