QUINTO DÍA: INFIERNO. Lc. 16, 19-31. Lázaro y el Hombre Rico.
GRACIAS A PEDIR: ¡Pidamos la gracia de ver el pecado bajo la óptica de Dios! ¡Cuánto debo aborrecer el pecado, pues tanta ojeriza y aborrecimiento le tiene Dios!
LEA La Visión del Infierno de Santa Faustina #741…
1. INFIERNO: DOGMA DE FE. Al igual que el Purgatorio y el Cielo, el Infierno es un Dogma (una verdad revelada) de nuestra Fe Católica. No podemos negar que el infierno existe y decir que somos ‘buenos Católicos’. No podemos ser “Católicos de Cafetería” para tomar y elegir de acuerdo a nuestras preferencias espirituales. ¡Debemos aceptar la totalidad de nuestra Fe Católica!
Meditemos la enseñanza oficial de la Iglesia Católica tomada de la fuente más auténtica – el Catecismo de la Iglesia Católica #s 1033-1037…
“No podemos estar unidos con Dios a menos que elijamos amarlo libremente. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos.: “El que no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino, y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en Él, Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él, si no somos capaces de satisfacer las necesidades primordiales de los pobres y de los más pequeños que son nuestros hermanos. Morir en pecado mortal sin estar arrepentidos y no aceptar el amor Misericordioso de Dios significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de la autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados se llama “el infierno”
2. Trate ahora de imaginar la realidad el infierno. San Ignacio nos sugiere una forma de oración llamada: “Aplicación de los sentidos” en la que se nos desafía a imaginar que estamos realmente en el infierno y que lo experimentemos vivamente con nuestros sentidos.
3. OJOS. Visualice el infierno con el sentido de la vista. Vea el fuego, el humo y la obscuridad entremezclada con la luz que dan las llamas. Vea a esos animales espantosos, son monstruosos, son los demonios. También vea las almas transparentes, véalas, son reales, son las almas condenadas. Los demonios las torturan con el fuego. Vea a Satanás – es grotesco por su odio a Dios y a nosotros.
4. OIDOS. Escuche lo que se puede oír en el infierno: El crujido de las llamas, el lamento de las almas condenadas, la desesperación absoluta, las almas condenadas maldicen a Dios y a sus padres por haberlos traído a la existencia; se maldicen a sí mismos y a los demás. ¡Es una desesperanza y desesperación absoluta!
5. NARIZ/OLFATO. ¡Imagine el olor! ¡Es un olor repugnante, como de azufre o huevos podridos! Este hedor sofocante impregna todo, ¡es un lugar terrible! Peor aún, el medio ambiente es tan fétido, húmedo, y asfixiante que es casi imposible respirar. ¡Imagine que usted también está ahí y sienta que se ahoga y se asfixia!
6. BOCA/GUSTO. ¡Sienta la amargura de sus lágrimas, la agonía, la angustia, la desesperación. ¡No hay fin o salida a este terrible sufrimiento, no hay retorno! ¡Imagine el sabor amargo de haber perdido a Dios por toda la eternidad!
7. TACTO. Ahora ármese de valor, toque las llamas y permita que estas llamas le envuelvan. ¡Piense en las veces que ha sufrido alguna quemadura, recuerde el intenso dolor que la quemadura provocó! Tal vez tuvo que ir al doctor o le aplicaron un poco de bálsamo o medicamento para aliviar el dolor. ¡En el infierno no hay alivio, el fuego arde y quema de la forma más dolorosa, el dolor es constante, intenso e insoportable – ¡este dolor nunca acaba!
8. ETERNIDAD. A todo lo antedicho, agréguele la realidad de la eternidad. El fuego inextinguible, los demonios, la desesperación y la pérdida de Dios no es temporal, es ETERNA. Durará para siempre, ¡por los siglos sin fin!
9. GRATITUD A DIOS. ¡Demos gracias a Dios que estamos vivos y tenemos los medios y la oportunidad para evitar el infierno! La oración, la Eucaristía, la Confesión, el Santísimo Sacramento, la Santa Comunión, la gracia actual y la misericordia de Dios están a nuestro alcance, sin mencionar los Ejercicios Espirituales y nuestra Hora Santa cotidiana. ¡Si en verdad somos fieles a una vida de oración podremos evitar el INFIERNO!