Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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Ene 02 2017

«AMEN A SUS ENEMIGOS» | MISA | HOMILIA

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Padre Ed Broom, Oblato de la Virgen María, es vice-párroco en la parroquia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens, California. Para leer artículos o escuchar audios en inglés o español, por favor vaya a www.fatherbroom.com

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Ene 01 2017

LA PACIENCIA DE SIMEON | MISA

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Dic 30 2016

BELEN | MISA | HOMILIA

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Dic 30 2016

VIVIR LA NAVIDAD

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VIvir la Navidad
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Dic 29 2016

VALOR SALVIFICO DEL SUFRIMIENTO UNIDO A CRISTO

A nadie le gusta sufrir. Cuando el dolor nos visita y tenemos que enfrentarlo cara a cara, estremecemos, huimos de él, o nos escondemos en un rincón para ver si pasa y no nos alcanza. ¿Es posible escapar? Gústenos o no, el sufrimiento es parte de la condición humana, es inevitable, no hay ningún hombre que se escapa, debido a nuestra naturaleza caída – el pecado original – todos lo experimentaremos en algún momento de nuestra vida.

Frente a esta realidad, debemos hacerle frente y asimilar la idea que el sufrimiento es parte de la vida y porque sólo así lograremos ser una persona mejor y no simplemente nos quede un con un   amargo dolor. De todas las religiones del mundo, la visión católica es la única que nos permite encontrar una razón clara y positiva a la realidad del sufrimiento. La naturaleza del sufrimiento no es ni buena ni mala; es simplemente neutra; depende de la persona, y la forma en que responde ante el dolor.

Medios para santificar nuestras penas, dolor y sufrimiento.

La verdad es que la única forma para santificar nuestro sufrimiento es unirlo a la vida y sufrimiento de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, para que no sea esteril. Jesús pudiese haber salvado el mundo de diversas formas, una sola gota de su sangre hubiera bastado para salvar el mundo, pero el escogió hacerlo por medio de su Encarnación, su vida, sus enseñanzas, su Palabra, sus milagros, y de forma singular, por el sufrimiento que libremente aceptó por toda la humanidad. El sufrimiento de Nuestro Señor se hizo visible patentemente el Viernes Santo, cuando condentando a muerte, al llevar la cruz, en su crucifixion y las horas en agonía en la cruz que sufrió por nuestra salvación. Jesús nos enseña el significado del sufrimiento y nos enseñó cómo sufrir por medio de sus propio sufrimiento.

Unir nuestro sufrimiento al sufrimiento de Cristo. El sufrimiento es una oportunidad para unirnos a Cristo. Depende de nosotros, no desperdiciarlo quejándose o huillendo de él; lo que vale es la entrega amorosa y union con Cristo en su pasión doloros y su agonía en la cruz; el quejarse. 
La cara del sufrimiento. Nos incumbe reconocer las muchas formas de sufrimiento que Dios nos puede mandar y que nos afectan; dolor de cuerpo pero el mayor es el dolor del corazón. La clave es reconocer que Dios a veces manda sufrimientos, como leemos en el Libro de Job, quien fue afligido por sufrimiento. ¿Cuáles fueron? ¡Muchas! El más obvio es el sufrimiento físico; nuestro cuerpo sufre de una forma u otra, dolor de cabeza, de muela, recuperación después de una cirugía, dolor de espalda, etc. Dolor social – la sociedad y su entorno sufre, el ámbito social se distancia de Dios y toda norma moral Cristiana; y por consecuencia sufrimos. El sufrimiento en la familia – un miembro de la familia, alguien muy allegado que ha tomado malas decisiones y está viendo graves secuelas; intentamos orientarlos, aportar a la solución, pero se rehusan. ¡Esto nos provoca dolor! Sufrimiento emocional – temores, inseguridades, tristezas e incertidumbres: nos provoca un profundo dolor. Dolor de tipo espiritual – en ocasiones, Dios parece muy distante, de estar muy lejano a pesar de nuestra incesante oración. Santa Teresa de Calcuta, experiment una oscuridad interior que duró más de 40 años; los misticos le llaman la noche oscura del alma; en esta oscuridad, el alma depende únicamente de Dios.

En lo antedicho, hemos identificado los distintos sufrimiento del ser humano; pero la clave no está en abolirlo sino en identificarlo, y darle sentido uniéndolo al sufrimiento de Cristo. Para el católico, el sufrimeitno es una forma de seguir al Maestro caminando por todos los pasos de su vida, incluso por la Cruz; esta unión nos santifica, santifica a nuestras familias y a nuestra Iglesia que es el Cuerpo Místico de Cuerpo de Cristo y santifica nuestro mundo. Por este motivo, santa Teresita del Niño Jesús, conocida cariñosamente como la Pequeña Flor, afirmó: “Cuando hacemos el mal, el mundo entero se reduce; Cuando hacemos el bien, elevamos al mundo entero más cerca del cielo.”.

Unión con la pasión, muerte y resurrección de Cristo en la santa Misa.

Tomemos un paso más para asimilar más profundamente nuestra unión con la pasión y muerte de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Verdaderamente, Jesús vivió y murió hace 2000 años, pero, Jesús nos promete unión con su Pasión, muerte y resurrección en la SANTA MISA!

Jesús dice: “Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. ¿Cómo lo consigue? ¿Dónde está? Jesús está en su Iglesia; la Iglesia recibe el título honorífico de Cuerpo Místico de Cristo. Cristo se hace realmente presente en la Eucaristía en el Santo Sacrificio de la Misa por un sacerdote validamente ordenado; el concilio de Trento aclara: …en el santísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el cupero y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo. ¡Cristo está todo entero en todas y cada una de las partes de las sagradas especies eucarísticas! Hay una conversion de toda la sustancia de pan y de vino, permaneciendo sólo las especies de pan y vino. Jesús es la Víctima sin mancha, el Cordero de Dios, el Salvador – Jesús está en cada Misa. La Misa hace presente el sacrificio de la Cruz, no se le añade y no lo multiplica, el acontecimiento central de salvación se hace realmente presente. La Eucaristía es don por excelencia; el Don de su Persona; su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad – el Don de Si mismo al Eterno Padre por nuestra salvación.

Nuestro sufrimiento y la llave que abre para nosotros un manantial de gracias. Bien, para que nuestro sufrimiento no sea esteril, debemos unirlo al sufrimiento de Jesús, ¡esta es la clave! Unamoslo al sufrimiento de Jesús, la Víctima en el santo sacrificio de la Misa. Todas nuestras penas: nuestro dolor de cabeza, el conflict con nuestro esposo o esposa, las pesares emocionales, nuestra propia noche oscura del alma: ofrezcamoslo y coloquémoslo sobre la patena sobre el altar. Cuando el sacerdote celebrante, que representa a Cristo, consagra la hostia y el vino, y se convierten en el Cuerpo y Sangre de Cristo, eleva también todas nuestras penas y sufrimientos al trono de Dios por nuestra santificación y la santificación del mundo entero.


Un paso más para que nuestro sufrimiento sea eficaz.Pero un paso más es esencial para que nuestras penas y sufrimientos sean eficaz, y es esto: la recepción de la santa Comunión. Es importante participar en la Misa y en la consagración; sin embargo, es mucho más complete si recibimos el fruto de la consagración – la Sagrada Comunión – el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo nuestro Señor y Salvador. Al recibir a Jesús con fe, fervor, amor y devoción, nuestras penas y sufrimientos son santificados al grado máximo, y es más, Jesús nos da la gracia, la paz y la fortaleza para llevar nuestra cruz, e incluso aliviará el dolor. Escuchemos sus palabras consoladoras: “Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo les daré descanso. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera.” (Mt 11, 28-30)

¡Empecemos hoy! Ofrezcamos nuestras penas y cruces de cada día.¿Por qué no empezar ahora? Recordemos estas palabras claves: “Ofrécelo”. Hagamos nuestra oración de la mañana ofreciendo todo al Sagrado Corazón de María y al Inmaculado Corazón de María. De esta forma, cuando el sufrimiento nos visita, ya sea físico, moral, psicológico, emocional, social o familiar, unámoslo a la Cruz de Cristo y al santo sacrificio de la Misa; nuestras penas adquirirán un valor infinito porque lo estamos uniendo a los de Jesús – ¡verdadero Dios y verdadero Hombre! Que Nuestra Señora que sufrió bajo la Cruz, Nuestra Señora de los Dolores, nos alcance la gracia de no malgastar nuestras penas y sufrimientos; para que nos santifiquemos por unirlos a la ¡Pasión, muerte y Resurrección de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo!
El padre Ed Broom, OMV (Oblato de la Virgen María), conocido también como Padre Escobita, fue ordenado sacerdote por san Juan Pablo II en 1986. Es asistente del párroco en la Iglesia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens (California). Allí imparte retiros, da los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, organiza y dirige su propio programa de radio y televisión en Guadalupe Radio –Barriendo Conciencias.

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