Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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Ene 26 2022

LECTURAS DEL DIA | 26 DE ENERO 2022

Memoria de Santos Timoteo y Tito, obispos

«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)

MIÉRCOLES 26 DE ENERO Lc 10, 1-9 EVANGELIO DE LOS SANTOS TIMOTEO Y TITO «La mies es abundante, pero los obreros son pocos; pedid, pues, al dueño de la mies que envíe obreros para su cosecha».

Este día en el que se honra a los santos Timoteo y Tito, compañeros de viaje de San Pablo y primeros obispos de la Iglesia, nos recuerda las palabras de Jesús: «La mies es abundante, pero los obreros son pocos». Apreciemos a los sacerdotes y recemos por más sacerdotes. ¡Hoy, el P. Ed abre nuestras mentes y nuestros corazones para contemplar la riqueza de la llamada del sacerdote! 

SAN JUAN EVANGELISTA Y EL SACERDOCIO por el P. Ed Broom, OMV

En la portada del libro In Sinu Jesu, se representa a Nuestro Señor y Salvador Jesús en la Última Cena. Con el pan en una mano y el signo de la bendición en la otra se puede ver también a un Apóstol apoyado en su hombro: la persona de San Juan Evangelista. En la mesa, delante de Jesús y de San Juan, hay un cáliz.

Esta escena artística bíblica retrata en versión gráfica dos Sacramentos que fueron instituidos en el contexto de la Última Cena: el Sacramento de la Santísima Eucaristía, así como el Sacramento del Orden. Ambos están íntimamente interconectados. Sin el Sacramento del Orden, la Sagrada Eucaristía no puede existir. El Cura de Ars expresó esta verdad más o menos con estas palabras: «Sin sacerdote, no hay Misa; sin Misa, no hay Consagración; sin Consagración, no hay Presencia Real de Jesús; sin Presencia Real de Jesús, no hay Santa Comunión, y nos convertimos en huérfanos espirituales».

Para que la Iglesia exista y funcione plenamente, el Sacerdocio no es secundario o accesorio u ornamental, sino que el Sacerdocio es esencial. Por tanto, corresponde a todos, tanto a los laicos como a los que están dotados de las Órdenes Sagradas, rezar por más sacerdotes, pero no simplemente por la cantidad, sino por sacerdotes santos, aquellos dotados del Sacramento de las Órdenes Sagradas que se esfuerzan sinceramente por alcanzar la santidad de vida.

Las personas dependen directamente de la gracia de Dios, pero la gracia de Dios emana y se derrama a través del vaso del Sacerdocio. Dios puede actuar incluso a través de un sacerdote pobre o mediocre. Sin embargo, normalmente la gracia de Dios manifiesta su fuerza y su vigor más abundantemente a través del sacerdote que se esfuerza honestamente cada día por la auténtica santidad de vida.

¿Cómo es posible que un lugar de mala muerte, saqueado y devastado por la Revolución Francesa, se transforme en una comunidad de gente ferviente y santa, siendo este lugar la pequeña ciudad de Ars? La respuesta es sencilla y directa: la santidad de aquel sacerdote que rogó al Señor que le enviara cualquier sufrimiento para salvar su parroquia y sus feligreses. Ese sacerdote fue San Juan María Vianney, conocido comúnmente como el Cura de Ars.

Volviendo a San Juan Evangelista, ¿por qué este santo cuya imagen aparece en la portada del libro In Sinu Jesu se convierte en la puerta de entrada a lo que se está convirtiendo en un clásico espiritual moderno?

En este libro, escrito por un monje benedictino irlandés, la persona de San Juan Evangelista vuelve una y otra vez. La razón fundamental de la frecuente presencia de San Juan Evangelista es esta sencilla razón: San Juan, también apodado por Jesús con su hermano Santiago como Boanerges -que significa «hijos del trueno»-, es un modelo para todos los sacerdotes, así como para los obispos. 

Por lo tanto, recemos fervientemente por todos los sacerdotes a Jesús el Sumo Sacerdote, a María la Madre de los sacerdotes, pero también a San Juan Evangelista para que los sacerdotes contemplen y recen a este santo para que les ayude a crecer en santidad en su vocación y estado-el del santo sacerdocio.

Los siguientes puntos acentúan y destacan las características de San Juan Evangelista como modelo, amigo, patrón e intercesor de los sacerdotes. Incluso el peor de los sacerdotes, viviendo en cualquier país, situación o medio social del mundo, puede llegar a ser un sacerdote superestrella. Esto depende de una condición primordial: confiar infinitamente en la misericordia de Dios y rogar al Señor Jesús, a María y a San Juan un corazón nuevo. ¡Nunca es demasiado tarde! San Pablo nos recuerda: «Donde abunda el pecado, sobreabunda la misericordia de Dios». (Romanos 5:20) Jesús le dijo a Santa Faustina que el peor pecador puede convertirse en el mayor santo con una condición CONFIANZA INFINITA EN LA INFINITA MISERICORDIA DE DIOS.

¿Cuáles son entonces las características de San Juan Evangelista como modelo y patrón para los sacerdotes? Son muchas. Que los sacerdotes lo utilicen para meditar; que los laicos lo utilicen en sus fervientes oraciones por los sacerdotes y futuros sacerdotes.

1. San Juan Evangelista fue elegido por Jesucristo para ser su seguidor como sacerdote: Jesucristo, el modelo de todos los sacerdotes y el propio Sumo Sacerdote, que elige a algunas personas para que le sigan en la vocación sacerdotal. Esta elección proviene simplemente de un amor puro y gratuito que Jesús tenía por San Juan, así como por todos los sacerdotes. Por supuesto, los elegidos deben decir SÍ a la llamada. El amor de Dios debe ser aceptado libremente y sin coacción.  

2. JUAN PASÓ TODA LA TARDE CON JESÚS. (Jn 1,38-39) En el Evangelio de San Juan, en el primer capítulo después del hermoso Prólogo, Juan el Bautista señala a Jesús como el Cordero de Dios a dos de sus discípulos -Juan y Andrés-. Ellos siguen a Jesús y Él se da la vuelta preguntándoles ¿qué buscan? Entonces Jesús les invita a pasar la tarde con Él. Todo empezó aquel día hacia las cuatro de la tarde -como se encarga de señalar San Juan-, una hora crítica que cambió radicalmente sus vidas. Al igual que Juan, el sacerdote debió experimentar ese día especial, esa hora, ese momento preciso en que Jesús se hizo real para él. Ese preciso momento fue aquel instante de gracia en el que, como Juan el Evangelista, el sacerdote se convenció del amor personal que Jesús le tiene.

3. DE PESCADORES EN EL LAGO DE GALILEA A PESCADORES DE HOMBRES  Jesús estaba predicando en la orilla del lago de Galilea, luego en la barca de Pedro a la multitud que estaba en la orilla. Terminada la predicación, Jesús le dijo a Pedro que se adentrara en las profundidades y echara las redes. Obediente a la orden del Maestro, Pedro echó las redes y pescó tantos peces que tuvo que llamar a Santiago y a Juan para que le ayudaran a arrastrar los peces hasta la orilla. Entonces Jesús hizo la llamada definitiva: «No tengáis miedo. Desde ahora seréis pescadores de hombres». En ese momento, Pedro, Santiago y Juan lo dejaron todo para seguir a Jesús. Como San Juan, en este momento también crítico el sacerdote debe aprender la verdadera libertad que supone dejarlo todo para seguir a Cristo. El dinero, las posesiones, el poder, la fama, los bienes materiales… todo se entrega libremente por algo mucho más grande: una dinámica y profunda Amistad con Jesús. En efecto, al tener a Jesús como centro de sus vidas, lo tienen todo. El sacerdote que se centra en Cristo como centro de toda su existencia experimentará un estado perpetuo de alegría en lo más profundo de su alma.

4. LA EXPERIENCIA DE LA TRANSFIGURACIÓN.  Pedro, Santiago y Juan tuvieron el privilegio de experimentar un anticipo del Cielo. En la cima del monte Tabor, bañado y transfigurado en luz, Jesús habló libremente con Moisés y Elías. Entonces se oyó claramente la voz de Dios Padre: «Este es mi Hijo amado: escuchadle». (Mt 17,5) Jesús estaba animando a sus tres mejores amigos con un anticipo de la gloria celestial. El sacerdote vive en la tierra, pero con la mente y el corazón dirigidos a la gloria del Cielo. La virtud de la esperanza animará al sacerdote por encima de las pruebas y cruces diarias que forman parte del seguimiento de Cristo.

5. BOANERGES-HIJOS DEL TRUENO.  De una manera muy cariñosa, amable y encantadora, Jesús dio a dos de sus mejores amigos, Santiago y Juan, un apodo: ¡¡¡Boanerges, que significa Hijos del trueno!!! ¡El sacerdote debe ser un hijo del trueno en el sentido de que debe tronar contra el pecado, y tener un rugido de trueno y fuego en su corazón por amor a Jesús! El mismo Señor Jesús declaró: «He venido a echar fuego en la tierra y no estaré tranquilo hasta que ese fuego se encienda». (Lc 12,49)

6. LA ÚLTIMA CENA: JUAN DESCANSA EN EL CORAZÓN DE JESÚS  Uno de los santos patronos del Sagrado Corazón de Jesús no es otro que San Juan Evangelista. ¿Por qué? Una de las principales razones es que allí, en la Última Cena, San Juan se inclinó para apoyar su cabeza en el Sagrado Corazón de Jesús. Juan escuchó los latidos de amor de Jesús. Todo sacerdote está llamado a acercarse a Cristo y a descansar en su Sagrado Corazón. Jesús invita: «Venid todos a mí y os haré descansar, porque soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga es ligera». (Mt 11,28-30) Al igual que 

Juan, que el sacerdote encuentre descanso en el Sagrado Corazón de Jesús, su verdadero refugio y cobijo contra las tormentas de la vida.

7. EN LA ORACIÓN, JUAN SE DUERME  Es una verdad bíblica-evangélica: Juan se durmió cuando Jesús realmente necesitaba su oración y su amistad. Juan no era perfecto. Existe el peligro perenne para todos los católicos -y esto incluye al sacerdote- de dormirse en la oración cuando deberíamos estar bien despiertos y vigilantes. La razón principal de la caída de un sacerdote es precisamente ésta: la falta de oración y la falta de oración ferviente. En efecto, la oración es verdaderamente la amistad con Jesús. Que los sacerdotes aprendan el arte de orar incluso en los momentos difíciles de desolación. En efecto, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.

8. AL PIE DE LA CRUZ  Allí, al pie de la cruz del Calvario, aquel primer Viernes Santo, estaban presentes tres de los mejores amigos de Jesús: La Magdalena, Juan el Evangelista y la Madre de Jesús, Nuestra Señora de los Dolores. El venerable arzobispo Fulton J. Sheen describe a los tres como representantes de tres estilos de vida diferentes: María Magdalena representa al verdadero Penitente-el pecador arrepentido y apenado por los pecados de su pasado.  Nuestra Señora representa la Inocencia total-la Inmaculada. San Juan, según Sheen, representa el Sacerdocio. Bastante comprensible dado que Juan está bajo la cruz, como si ofreciera a Jesús, la Víctima Inocente, a Dios Padre por la salvación del mundo. Cada misa que se ofrece, en cualquier tiempo o lugar, el sacerdote transporta al Calvario con Jesús colgado en la cruz. ¡Los frutos del Calvario y de la Misa son intemporales e infinitos!

9. JESÚS: MARÍA Y SAN JUAN.  Desde el púlpito de la cruz, Jesús pronuncia su último y más grande sermón. Estas serían sus famosas «Siete últimas palabras…». Una de estas palabras o frases cortas fue dirigida a Su Madre María y a Su Discípulo Amado, San Juan. Jesús dijo: «Mujer, he aquí a tu hijo; hijo, he aquí a tu Madre; entonces el discípulo amado tomó a María en su casa». (Jn 19,26-27) Como San Juan, el Discípulo Amado y Apóstol, todo sacerdote debe invitar a María a su casa. Por casa, en un sentido espiritual pero muy profundo, se entiende su propio corazón. Juan invitó a María a su corazón para que fuera su Madre amorosa para siempre. Todo hombre de éxito debe tener una mujer detrás de él. En el caso del sacerdote esa mujer es la Santísima Virgen María-su amorosa y tierna Madre Celestial.

10. SU CORAZÓN FUE ATRAVESADO POR LA LANZA: LA SANGRE Y EL AGUA SALIERON A BORBOTONES.  Después de que Jesús exhaló su último aliento, el soldado se acercó y le atravesó el costado con la lanza; entonces salieron sangre y agua a borbotones. San Juan fue testigo presencial de este desgarrador acontecimiento. La Iglesia enseña que la sangre y el agua simbolizan la Iglesia y su vida sacramental. Más concretamente, la Sangre y el agua simbolizan el Bautismo y la Confesión (el agua), y la Santísima Eucaristía (la Sangre).  El sacerdote debe estar motivado con gran amor para celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. Además, el sacerdote debe tener un gran deseo de devolver las almas errantes a Jesús el Buen Pastor por medio del Sacramento de la Reconciliación.

Nuestra oración, deseo y esperanza es que San Juan Evangelista, presentado como modelo para los sacerdotes en In Sinu Jesús, sirva como modelo y patrón para que cada sacerdote medite, ore e imite. Más que nada, San Juan permitió que el amor de Jesús penetrara en todo su ser, hasta la fibra misma de su ser. Para San Juan, y ojalá para todo sacerdote, Jesús es el fin de todo, el alfa y el omega, el Principio y el Fundamento de su existencia. Para San Juan, Jesús fue su Señor y Dios, su Maestro y Profesor, su Redentor y Salvador, y sobre todo, su Mejor Amigo. Que todos los sacerdotes tomen a San Juan como modelo de sacerdote en el que modelar la esencia de su vida sacerdotal. ¡¡¡En efecto, Jesús es y será siempre el MEJOR AMIGO QUE NUNCA NOS FALLARÁ!!!

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: LECTURAS DEL DIA

Ene 25 2022

SAN JUAN EVANGELISTA Y EL SACERDOCIO

En la portada del libro In Sinu Jesu, figura Nuestro Señor y Salvador Jesús en la Última Cena. Con el pan en una mano y en la otra el signo de la bendición aparece también un Apóstol apoyado en su hombro: la persona de San Juan Evangelista. Sobre la mesa, delante de Jesús y de San Juan, hay un cáliz.

Esta escena artísticamente bíblica retrata en modo gráfico dos Sacramentos que fueron instituidos en el contexto de la Última Cena: el Sacramento de la Santísima Eucaristía, así como el Sacramento del Orden. Ambos están íntimamente entrelazados. Sin el Sacramento del Orden, la Sagrada Eucaristía no puede existir. El Cura de Ars expresó esta verdad más o menos con estas palabras: «Sin sacerdote, no hay Misa; sin Misa, no hay Consagración; sin Consagración, no hay Presencia Real de Jesús; sin Presencia Real de Jesús, no hay Santa Comunión, y nos convertimos en huérfanos espirituales».

La existencia y el propio carácter de la Iglesia depende del sacerdocio, no como algo secundario, ornamental o adorno, sino como algo imprescindible. Por ello, corresponde a todos, tanto a los laicos como a los que están conferidos las Órdenes Sagradas, la obligación de rezar por más sacerdotes, y no sólo por la cuantía, sino por sacerdotes santos, dotados del Sacramento de las Órdenes Sagradas, que se esfuercen sinceramente por alcanzar la santidad de vida.

Las personas dependen directamente de la gracia de Dios, pero la gracia de Dios emana y se derrama a través del vaso del Sacerdocio. Dios puede actuar incluso a través de un sacerdote pobre o mediocre. Ahora bien, la gracia de Dios suele manifestar su fuerza y su vigor más abundantemente a través del sacerdote que se esfuerza honestamente cada día por alcanzar la auténtica santidad de vida.

¿Cómo es posible que un lugar de abandono, saqueado y devastado por la Revolución Francesa, se haya transformado en una comunidad de personas fervientes y santas, siendo este lugar la pequeña ciudad de Ars? Hay una respuesta sencilla y directa: la santidad de aquel sacerdote que rogó al Señor que le enviara cualquier sufrimiento para salvar a su parroquia y a sus feligreses. Ese sacerdote era San Juan María Vianney, conocido comúnmente como el Cura de Ars.

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Ene 25 2022

LECTURAS DEL DIA | 25 DE ENERO 2022

Fiesta de la Conversión de San Pablo, Apóstol

«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)

MARTES 25 DE ENERO Mc 16,15-18 CONVERSION DE SAN PABLO EL APÓSTOL ALELUYA Verso: «Yo te elegí del mundo, para que fueras y dieras un fruto duradero, dice el Señor».

Hoy honramos la conversión de San Pablo, antes Saulo. Quizás nosotros también fuimos antes otra persona, antes de pertenecer a Cristo. Hoy, el P. Ed nos ayuda a honrar a nuestro hermano en Cristo, San Pablo, exhortándonos a perseverar, ¡una de las exhortaciones favoritas de San Pablo! 

TENGA PERSEVERANCIA EN SU CARRERA AL CIELO por el P. Ed Broom, OMV

Hay una escena fabulosa en el clásico del cine Carros de Fuego, donde el héroe de la película, Eric Liddell, está corriendo los 400 contra otros tres velocistas. Casi al comienzo de la carrera, el corredor que está al lado de Liddell le da un codazo. Al caer al suelo, Liddell levanta la mirada contemplando el polvo que levanta el corredor.

Hay dos opciones: tirar la toalla y dar por terminada la carrera, o ponerse en pie, disparar e ir a por la victoria. Liddell eligió lo segundo. Con toda la energía de cada fibra de su fuerte cuerpo atlético, Liddell se lanza a por la victoria. Pasa a uno, luego pasa a otro, pero el corredor que lo tiró al suelo todavía tiene la ventaja. No por mucho tiempo. 

Eric Liddell da una última ráfaga de tremendo esfuerzo y atraviesa la línea de meta, ganando por una fracción de segundo, antes de desplomarse y caer al suelo. Jadeando como un pez fuera del agua, su oponente vencido, la victoria es de Eric Liddell.

Un entrenador comentó: «No ha sido la victoria más bonita, pero sin duda ha sido la más valiente, la más corajuda». Contra todo pronóstico, por pura determinación, fuerza de voluntad y agallas, Eric Liddell ganó los 400 y eventualmente ganaría la Medalla de Oro de los 400 en los Juegos Olímpicos de Francia a principios del siglo XX.

Nuestra carrera por la salvación:

Criado y educado en el medio social y el contexto cultural de los Juegos Olímpicos griegos, San Pablo alude con cierta frecuencia a las hazañas atléticas o a los acontecimientos relacionados con la competición deportiva. Las dos competiciones deportivas más comunes mencionadas por el Apóstol de los Gentiles serían, en primer lugar, la del boxeo -estamos llamados a librar el buen combate- y, a continuación, la carrera y el maratón. 

San Pablo nos desafía a correr la buena carrera y a recibir la merecida corona que espera al vencedor.

En otro pasaje, Pablo anima a los seguidores de Cristo a luchar no por una corona que perece, sino por la corona que durará para la vida eterna. La victoria y la ganancia terrenales son como una corona de laurel colocada sobre nuestra cabeza; pronto se secará, se marchitará y perecerá. Nuestra corona eterna en el cielo nunca perecerá, sino que brillará para siempre.

El teólogo y Doctor de la Iglesia, San Alfonso de Ligorio, afirma: «La gracia de todas las gracias es morir en estado de gracia». Si somos capaces de apreciar la gracia, de vivir en estado de gracia, de crecer en gracia y de terminar nuestra carrera en la tierra en estado de gracia, entonces seremos agraciados con nuestra salvación eterna.

En efecto, diariamente debemos implorar, rogar, suplicar al Señor Jesús, a su Madre Celestial María, a los ángeles y a los santos la gracia de todas las gracias: morir en estado de gracia. No existe mayor gracia en el mundo. Debemos suplicar esto para nosotros mismos, nuestra familia, nuestros seres queridos y para el mundo entero. 

Señor, concédenos esta gracia de todas las gracias.

Por lo tanto, nos gustaría exhortar a cada uno de ustedes a realizar estas cinco prácticas específicas para que todos puedan alcanzar la gracia de todas las gracias: ¡morir en estado de gracia y alcanzar la salvación eterna!

1. Vive cada día como si fuera el último:

Nuestro Señor y Salvador Jesucristo nunca nos prometió otro año, otro mes, otra semana, otro día, otra hora, ni siquiera otro segundo. La vida que vivimos y el momento en que morimos son inciertos. Puede que vivamos otros 25 años, pero puede que vivamos otros 25 segundos. Esto depende de los misteriosos designios de Dios.

2. Salir inmediatamente del pecado mortal:

Si tu casa se incendiara por la noche, obviamente no esperarías hasta el amanecer para llamar a los bomberos. En pecado mortal, nuestra casa espiritual está en llamas y debemos apagarlas primero haciendo un Acto Perfecto de Contrición inmediatamente, y luego recurriendo a la Confesión Sacramental lo antes posible. ¡No juegues a la ruleta rusa con tu salvación eterna!

3. Comuniones fervientes, frecuentes y ardientes:

Asiste con la mayor frecuencia posible a la Santa Misa. En estado de gracia, recibe a Jesús en la Santa Comunión con gran fervor. Recibe al Señor Jesús Eucarístico como si fuera tu primera comunión, tu última comunión y tu única comunión. ¡El Señor quiere fervor y amor en tus recepciones!

4. Haz lo que haces sólo por Dios:

El secreto de los santos es vivir lo que a veces llamamos El Sacramento del Momento Presente. Esto significa: vivir cada día, cada hora y cada minuto de tu jornada con la intención de complacer a Dios y alabarlo mientras salvas y santificas a las almas, a las tuyas y a las de los demás. La pureza de intención en todo lo que decimos y hacemos es muy importante para Dios y para crecer en santidad de vida. San Pablo afirma: «Ya sea que comas o bebas, hazlo todo para el honor y la gloria de Dios». (1 Cor. 10:31) El tema de San Ignacio son las cuatro letras: A.M.D.G. -¡Todo para la mayor gloria de Dios! Santa Teresa lo expresa bien: «La santidad no depende de hacer grandes cosas, sino de hacer las cosas ordinarias de la vida diaria con un amor extraordinario».

5. El Ave María y el Santo Rosario:

Finalmente, como ancla segura para nuestra salvación eterna, nos dirigimos a la Santísima Virgen María. Como rezamos en el Memoráre: «Nunca se supo que alguien que huyera a tu protección quedara sin ayuda». El Ave María puede ser una oración de incalculable valor para alcanzar la gracia de morir en estado de gracia y lograr nuestra salvación eterna. Mejor aún, rezar el Ave María cincuenta o más veces; lo llamamos el santísimo Rosario. 

Si podemos rezar diariamente esta poderosa arma, rezando con fervor «ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte», sin duda la Santísima Virgen María estará presente en nuestros últimos y moribundos momentos rezando fervientemente por nuestra alma y para ayudarnos a arrepentirnos de nuestros pecados, confiar en la misericordia de Dios y terminar amando a Dios. Entonces el Cielo será nuestro, la gracia de todas las gracias será nuestra. Amen

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: LECTURAS DEL DIA

Ene 24 2022

LECTURAS DEL DIA | 24 DE ENERO 2022

Memoria de San Francisco de Sales, obispo y doctor de la iglesia

«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)

LUNES 24 DE ENERO Mc 3,22-30 Jesús dijo: «Os aseguro que todos los pecados y todas las blasfemias que la gente pronuncie les serán perdonados. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá nunca perdón, sino que será culpable de un pecado eterno.’ Porque habían dicho: «Tiene un espíritu impuro».

El Catecismo de la Iglesia Católica #14 nos enseña sobre nuestro Dios Trino -Tres Personas en un solo Dios- refiriéndose a «nuestra fe bautismal en el único Dios: el Padre todopoderoso, el Creador; su Hijo Jesucristo, nuestro Señor y Salvador; y el Espíritu Santo, el Santificador». ¿Qué tan bien conocemos y qué tan seguido invocamos al Espíritu Santo? He aquí dos versículos bíblicos para meditar que se refieren al Espíritu Santo. «En la espera y en la calma serás salvado; en la quietud y la confianza está tu fuerza». (Is 20,15) Y, «Oirás una voz detrás de ti que te dirá: «Este es el camino; camina por él». (Is 30,21) 

El P. Ed hace una exquisita exposición de esta Persona de la Santísima Trinidad, la más desconocida y quizás para muchos la más misteriosa.

CONOCE AL ESPÍRITU SANTO-¡EL REGALO DE DIOS PARA TI! Por el P. Ed Broom, OMV

El sentido común nos enseña que es casi imposible amar realmente a una persona si no la conocemos. Este principio se puede aplicar a nuestra relación con Dios, a nuestra relación con la Santísima Trinidad, y a nuestra relación con el Espíritu Santo.

CONOCER A DIOS PADRE Y A JESÚS  En el Diario «La Divina Misericordia en mi alma», Jesús le indicó a Santa Faustina que una de las formas de acercarse a Dios Padre, y de conocerlo mejor, sería meditar en algunos de sus atributos. Por atributo se entiende una cualidad descriptiva. Omnipotencia, Omnisciencia, Sabiduría, Eterno, Infinito, Amor: estos son algunos de los atributos que se le otorgan a Dios Padre. Con respecto a Jesús, hay muchos que se desprenden simplemente del texto evangélico: Señor, Dios, Salvador, Camino, Verdad, Vida, Buen Pastor, Pan de Vida, Cordero de Dios, Luz del Mundo, Alfa y Omega, etc. Siguiendo esta línea de pensamiento, apliquemos ahora esto a la Persona del Espíritu Santo. Son muchos los títulos que se pueden atribuir al Espíritu Santo, sobre todo en la oración llamada La Secuencia que la Iglesia reza en la Solemnidad de Pentecostés, así como en la oración que la Iglesia llama «Letanía del Espíritu Santo».

TÍTULOS PARA EL ESPÍRITU SANTO  Este breve ensayo tiene como objetivo y propósito destacar diez de los títulos más notables dados al Espíritu Santo. Esperamos que todos conozcan mejor y más profundamente al Espíritu Santo, que le hablen más a menudo como su Mejor Amigo y, lo más importante, que se enamoren de la Persona del Espíritu Santo. De hecho, ¡es el propio Espíritu Santo quien puede enseñarnos a amar sinceramente!

1. EL SANTIFICADOR.  

Iniciemos nuestra descripción del título del Espíritu Santo con el título «El Santificador».  Lo que esta palabra significa realmente es que el Espíritu Santo es el que nos hace santos. El Papa San Juan XXIII afirmó: «Los santos son las obras maestras del Espíritu Santo». En efecto, tú estás llamado a convertirte en santo. Por eso, ¿por qué no confiar tu objetivo y tu misión a la Persona del Espíritu Santo? Reza cada día esta sencilla oración «¡Espíritu Santo, hazme santo!» A modo de nota biográfica, te animamos a que leas la obra maestra espiritual del santo Obispo de la Ciudad de México, Luis Martínez en su obra sobre el Espíritu Santo con el título (seguro que lo adivinas) ¡El Santificador!

2. CONSOLADOR. 

La vida puede ser dura. La cruz a veces puede ser excesivamente pesada y agobiante; las pruebas, las contradicciones e incluso las persecuciones pueden visitarnos con frecuencia. Cuando la cruz pesa sobre nuestros hombros, todos necesitamos a veces el consuelo de un buen amigo. Ese consuelo no puede venir de nadie mejor que del Espíritu Santo, al que se invoca como El Consolador. En la clásica oración al Espíritu Santo rezamos: «Que siempre nos regocijemos en su consuelo». Invócalo y comparte tus cargas con Él; te traerá consuelo y fuerza.

3. CONSEJERO.  

El Espíritu Santo no sólo es conocido como el Consolador, sino también como el Consejero. Cuando estés en duda, cuando la pesada nube de la incertidumbre descienda sobre ti, cuando el cansancio, la frustración y la confusión parezcan oscurecer tus poderes de razonamiento, entonces es el momento de retirarte del campo de batalla y de invocar y orar fervientemente al Espíritu Santo para que te de luz, para que te aconseje, para que te dé una visión, para que puedas tomar la decisión correcta para el honor y la gloria de Dios y para la salvación de tu alma inmortal y de las almas de muchos otros. Reza así: «¡Espíritu Santo, expulsa mis tinieblas y dame luz!».

4. MAESTRO INTERIOR DE LA ORACIÓN.

Cualquiera que se tome en serio su vida espiritual y su vida de oración, tarde o temprano encontrará obstáculos en el camino. Esto es normal en la vida espiritual. Por lo tanto, cuando parece que tu vida de oración está estancada o incluso paralizada, que estás en una rueda de molino espiritual que no va a ninguna partte, entonces es ciertamente el momento y la hora de invocar la asistencia del Espíritu Santo. Incluso el gran Apóstol San Pablo, en su Carta a los Romanos, expresó su lucha en la oración con estas palabras: «No sabemos orar como es debido, pero el Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos inefables para que podamos decir Abba-Padre». (Rom 8,26) Efectivamente, el Espíritu Santo es el Maestro Interior de tu alma y está muy dispuesto a ayudarte a orar si se lo pides con un corazón abierto y dócil.

5. EL DON DE LOS DONES.

Uno de los títulos más sencillos pero más sublimes que se dan al Espíritu Santo en el Catecismo de la Iglesia Católica es el de ¡Don de Dones! La naturaleza de la teología del Don es que se da libremente, gratuitamente. ¡Simplemente tenemos que abrir nuestros corazones para recibirlo! Simplemente reza: «¡Ven, Espíritu Santo, ven!». Si Dios quiere darte El Regalo de los Regalos, entonces ¡por qué no abrir tu corazón en humilde gratitud y recibirlo!

6. EL VÍNCULO DEL AMOR  

En el Misterio de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo es el vínculo de amor entre el Padre y el Hijo. En una palabra, el Espíritu Santo es el amor increado. San Pablo afirma que la caridad -el amor sobrenatural- es el vínculo de la perfección. ¿Por qué no suplicar ahora mismo al Espíritu Santo que incendie tu corazón con el amor a Dios y al prójimo? San Juan de la Cruz escribe con gran belleza «En el ocaso de nuestra existencia seremos juzgados por el amor».

7. DULCE HUÉSPED DEL ALMA. 

Uno de los títulos más poéticos y bellos que se encuentran en la Oración al Espíritu Santo en Pentecostés, llamada la Secuencia, es el siguiente: «Espíritu Santo, dulce huésped del alma». En esencia, su significado es el siguiente: por el Bautismo nos convertimos en Templos vivos de la Santísima Trinidad, y esto incluye, por supuesto, la Presencia del Espíritu Santo. No sólo es un Huésped en la parte más íntima de nuestro ser, que es nuestra alma, sino que además es el DULCE Huésped. Como la miel es para nuestra bocaa, y la fragancia de las rosas de primavera para nuestro olfato, así es el Espíritu Santo para el alma dócil, humilde y amante. En medio de los valles amargos y los túneles oscuros que todos debemos atravesar, en lo más profundo de nuestro ser podemos invocar al Espíritu Santo como el Dulce Huésped de nuestra alma. Él aportará una dulzura a nuestras pruebas más amargas.

8. EL ALMA DE LA IGLESIA

Con respecto a la Eclesiología básica, el estudio y conocimiento de la Iglesia, el Espíritu Santo tiene un papel primordial y esencial. Jesús es la Cabeza del Cuerpo Místico, la Iglesia; nosotros somos los Miembros del Cuerpo Místico, la Iglesia; y el Espíritu Santo es el ALMA del Cuerpo Místico, la Iglesia. Por definición, el alma es el principio vivificador. En efecto, si realmente queremos experimentar la vida y la vida en abundancia en el Señor y en su Iglesia, debemos invocar constantemente la presencia del Espíritu Santo. «En Él vivimos, nos movemos y existimos». (Hechos 17:28)

9. EL PURIFICADOR.  

Uno de los símbolos o imágenes más comunes para el Espíritu Santo es el del FUEGO. En Pentecostés, el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles como FUEGO, como lenguas de fuego. Nuestro Dios es un fuego devorador. Al acercarnos a este fuego devorador que es el Espíritu Santo, Él desea quemar en nosotros todo lo que no es agradable a Dios. San Juan de la Cruz utiliza la imagen de un trozo de metal oxidado arrojado a un fuego furioso y abrasador. Con el tiempo, todo el óxido se desprende y el metal se pone al rojo vivo como el fuego. Así también este fuego consumidor que es el Espíritu Santo actúa eficazmente para limpiar, quemar y purificar de nuestra alma todos nuestros pecados y los efectos residuales del pecado. Hasta que podamos decir con San Pablo: «Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí». (Gal 2,20)

10. EL ESPOSO MÍSTICO DE MARÍA 

Finalmente, el Espíritu Santo en su relación con la Santísima Virgen María es su Esposo Místico. Fue por la poderosa sombra del Espíritu Santo que la Santísima Virgen María concibió a Jesús en su seno, la sublime realización de la Encarnación del Hijo de Dios. San Luis de Montfort hace esta conexión consoladora: «A los que aman a María, el Espíritu Santo se arroja en sus almas».

En conclusión, rezando y meditando estos diez títulos, nombres o descripciones del Espíritu Santo, te rogamos que conozcas a este Dulce Huésped de tu alma, que entres en conversación más frecuente con tu Maestro Interior y, finalmente, que aprendas el arte de amar verdaderamente a Dios con todo tu ser, así como a tu prójimo creado a imagen y semejanza de Dios, por el poder del Espíritu Santo que es «amor increado». Ven Espíritu Santo, ven a mí por el Corazón de María. Amén.

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: LECTURAS DEL DIA

Ene 23 2022

LECTURAS DEL DIA | 23 DE ENERO 2022

III Domingo Ordinario

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