Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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Mar 10 2022

LECTURAS DEL DIA | 10 DE MARZO 2022

Jueves de la I semana de Cuaresma

«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)

JUEVES, 10 de marzo Mt. 7,7-12 «Jesús dijo a sus discípulos: ‘Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá la puerta. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá la puerta'».

Si Jesús dijo esto, ¿por qué a veces pedimos y no recibimos; buscamos y no encontramos; llamamos y no se nos abre la puerta? 

La respuesta está en la siguiente frase del Evangelio: «¿Quién de vosotros le daría a su hijo una piedra cuando le pide un pan, o una serpiente cuando le pide un pescado?  

Dios sabe que lo que pedimos es perjudicial para la salvación de nuestra alma. O, a veces, Dios tiene en mente un bien mayor para nosotros, incluso en esta vida, del que podríamos imaginar. «Porque yo sé los planes que tengo para vosotros -declara Yahveh-, planes de prosperaros y no de perjudicaros, planes de daros esperanza y futuro». (Jer 29:11)

Un hombre pidió una vez al Padre Pío que le curara de su ceguera. El Santo respondió que podía curarlo, pero que si lo hacía, el hombre perdería su alma para toda la eternidad. Hay que tener en cuenta nuestro bien terrenal, pero al mismo tiempo, hay un bien eterno mucho mayor. Esta vida es corta; la eternidad es para siempre, y para siempre, y para siempre. 

Aun sabiendo esto, el problema es que cuando no recibimos, o encontramos, o la puerta no se abre, a veces caemos en el desánimo o la desolación. ¡Necesitamos ayuda para luchar contra esto!

¿LUCHAR LA BUENA BATALLA CONTRA QUÉ? ¡EL DESÁNIMO! SÍ, ¡EL DESÁNIMO! Por el P. Ed Broom, OMV

¡El enemigo número uno es el pecado!  Después de la realidad del pecado, debemos estar constantemente en guardia, día tras día, mañana y tarde, y en todas las circunstancias para luchar con fuerza contra el demonio del desánimo.

SAULO Y EL JOVEN DAVID.  A pesar de haber sido elegido como rey y líder de los israelitas, el rey Saúl experimentaba frecuentes ataques de desánimo que lo llevaban fácilmente a la depresión. El joven David acudía en ayuda del rey Saúl y tocaba una melodía musical en el arpa. Esto apaciguaba y aliviaba a Saúl, al menos temporalmente, del mal espíritu del desánimo.

Como Saúl, todos nos enfrentamos a personas, lugares, circunstancias, situaciones de salud, que pueden llevarnos fácilmente por el camino del desánimo.

SAN IGNACIO DE LOYOLA Y EL DESALIENTO  El gran San Ignacio de Loyola comprendió muy bien la realidad del desánimo. Tanto comprendió esta realidad que escribió catorce reglas, Las Reglas para el Discernimiento de Espíritus de la primera semana, y varias de estas reglas tratan este tema. Una de las manifestaciones de un estado de desolación es la del desánimo: la tristeza, la falta de fe, de esperanza y de amor, un tirón hacia lo sensual; en una palabra, ver el mundo como si fuera un túnel oscuro e interminable.

NO HAY QUE AVERGONZARSE DE ESTAR DESOLADO O TENTADO POR EL DESÁNIMO.  Ninguno de nosotros debe avergonzarse si se encuentra inmerso en un estado de desánimo. A menudo es el propio diablo quien provoca el desánimo. Sin embargo, a todos nos corresponde ser conscientes de esta tentación, a menudo sutil, y debemos luchar con fuerza contra ella.   En efecto, si cedemos al desánimo, éste puede hacer verdaderos estragos en nuestra vida. 

ESTRATEGIA ESPIRITUAL.  Dicho esto, nos gustaría ofrecer a todos un plan de juego, una estrategia que podemos utilizar para salir victoriosos en nuestra batalla contra la realidad omnipresente del desánimo.   

1. VIGILANCIA Y CONCIENCIA  El primer principio que debe enunciarse en la batalla contra el desánimo es la admisión del simple hecho de que en nuestra vida habrá constantes tentaciones de ceder al desánimo. Con esta conciencia reforzada no seremos tomados por sorpresa cuando el diablo del desánimo llame a la puerta de nuestro corazón. ¡Mantén la puerta de tu corazón cerrada con llave y cerrojo ante este demonio!

2. LA ORACIÓN Y EL REZO CONSTANTE.  Jesús dice que debemos orar siempre y sin perder la esperanza. San Pablo reitera la misma idea cuando dice que debemos orar constantemente y dar gracias a Dios en todas las circunstancias.

3. LA ACCIÓN DE GRACIAS: CULTIVAR UNA ACTITUD DE GRATITUD.  Siguiendo la idea anterior, debemos vivir en un modo constante de acción de gracias. Dios es bueno en todo momento y en todo lugar. Todo lo que tenemos en nuestra vida en el plano natural, en el plano artístico, en el plano de los talentos y, sobre todo, en nuestra vida sobrenatural de la gracia, son regalos del Padre de todos los bienes. Aunque parezca paradójico, cuando nos encontramos en un estado de desánimo debemos recordar algunos de los dones que nos ha concedido generosamente nuestro buen Dios. A menudo ocurre que el desánimo desaparece como el rocío de la mañana que se evapora en cuanto sale el sol. «Dad gracias al Señor porque es bueno, su amor es eterno». (Sal 136,1)

4. EXAMINAR TU CONCIENCIA.  Otro paso útil para vencer el desánimo es el del autoconocimiento, que puede alcanzarse mediante un Examen de Conciencia diario.   San Ignacio dice que aquellos que se toman en serio el crecimiento de su vida espiritual nunca deben descuidar el Examen Diario. Esto puede ser de un beneficio incalculable por la sencilla razón de que el Examen Diario bien hecho puede ayudarnos a llegar a la causa raíz de por qué estamos tentados a ceder al desánimo. Los autores espirituales clásicos insisten en la importancia capital del autoconocimiento. Los Padres del desierto acuñaron el axioma de dos palabras ¡¡¡CONÓCETE A TI MISMO!!!

5. DIRECTOR ESPIRITUAL.  También los santos insisten en que quienes persiguen una auténtica vida de santidad deben buscar alguna dirección espiritual periódica y sistemática.  Todos tenemos puntos ciegos y no podemos vernos realmente como somos. Un director espiritual experimentado, espiritual y bien educado puede ayudar a sacarnos del desánimo, así como ayudarnos a no caer en el pozo del desánimo. 

6. TRANSPARENCIA CON TU DIRECTOR ESPIRITUAL.  Como seguimiento, es sumamente importante y necesario que no ocultemos, difuminemos o camuflemos nuestro estado del alma a nuestro director espiritual. San Ignacio, en sus reglas de discernimiento, subraya que el demonio quiere que guardemos para nosotros nuestro estado interior de desolación, que muchas veces es el desánimo. Así, el diablo puede convertir fácilmente un grano de arena en una gran montaña. Por el contrario, revelar nuestro estado de desánimo a un director bien entrenado puede levantar la nube y la luz, la paz y la alegría de Dios volverán a nuestra alma. Con toda humildad, nos necesitamos mutuamente para ayudarnos a atravesar los pozos y valles, las noches oscuras y las luchas de la vida. 

7. REVISA TU SALUD Y DESCANSA.  A menudo podemos experimentar el desánimo por la simple razón de que nos sentimos débiles, enfermos, agotados de energía. Dos sugerencias: hazte un chequeo físico para ver si hay algo mal en el plano físico. A continuación, asegúrate de que descansas bien por la noche. Se sorprendería de cómo una buena noche de descanso puede cambiar literalmente la marea. Muchas tentaciones caen sobre nosotros por la simple razón de que no hemos descansado lo suficiente.

8. ¡SAL DE TI MISMO Y SIRVE, AYUDA A LOS DEMÁS!  El Padre Aldunate, S.J., un director espiritual formado en Chile, logró reformar a innumerables personas heridas que sufrían desolación, desánimo y depresión. Formuló este programa: 1) Confesión, 2) Oración mental diaria y compartir, 3) ¡Servir/ayudar a los demás! Qué programa tan sencillo pero tan grande y tan eficaz formuló este sacerdote jesuita chileno. En primer lugar, volver al estado de gracia a través del Sacramento de la Confesión y recibir la Sagrada Comunión. Pero también, la oración mental, nosotros la llamamos meditación, durante una hora al día; Fulton Sheen la llamaba la Hora Santa. Por último, sal de ti mismo y entra en la vida de los demás sirviéndoles. ¿Cómo? Ayudando a los pobres, visitando a los pacientes en los hospitales; yendo a las residencias de ancianos y visitando a los residentes, y finalmente, ¡sonriendo a los desanimados! Este programa hizo milagros y todavía puede hacerlo hoy, ¡si estamos dispuestos a seguirlo!

9. HABLAR CON LOS SANTOS  A menudo los que sufren el desánimo experimentan al mismo tiempo un cierto sentimiento de soledad. Sienten que nadie parece preocuparse realmente por ellos, o si se preocupan, es muy poco. Aunque así fuera, nunca estamos realmente solos porque tenemos a los santos. Los santos son los amigos de Dios en el cielo, pero también son nuestros amigos. A pesar de sus muchas pruebas en la vida, los santos vivían en una atmósfera de alegría casi constante. ¿Por qué? Porque estaban convencidos de que Dios los amaba de verdad. Cuando te sientas desanimado, recuerda que Dios te ama infinitamente, pero también los amigos de Dios -los santos en cielo- te aman y son tus amigos siempre. Acostúmbrate a hablar con ellos.

10. NUESTRA SEÑORA: CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA  Por supuesto, nuestro ensayo estaría incompleto si no invitáramos a la Virgen a nuestra vida. Después de su muerte, Santo Domingo Savio se le apareció a San Juan Bosco y le dijo que su mayor alegría en la tierra era su tierna y amorosa devoción a la Santísima Madre-Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos. En medio de los densos nubarrones de la confusión, la depresión y el desánimo, elevemos nuestra mirada a María y gritemos: Dios te salve Reina Santa, Madre de la misericordia, nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza…Amén.

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Mar 09 2022

JONAS

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El padre Ed Broom, OMV (Oblato de la Virgen María), cariñosamente conocido como el Padre Escobita, fue ordenado sacerdote por san Juan Pablo II en 1986. Es asistente del párroco en la Iglesia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens (California). Allí imparte retiros, da los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. El Padre Broom presenta con regularidad diversos temas en EL SEMBRADOR TV y Radio e organiza e imparte un curso de preparación a los fieles en diversas parroquias de la archidiócesis de Los Ángeles para la Consagración total a Jesús mediante María. Para leer artículos o escuchar audios en inglés o en español, por favor vaya a www.fatherbroom.com

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Mar 09 2022

LECTURAS DEL DIA | 9 DE MARZO 2022

Miércoles de la I semana de Cuaresma

«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)

MIÉRCOLES, 9 de marzo Lc. 11,29-32 Verso antes del Evangelio: «También ahora, dice el Señor, vuelve a mí con todo tu corazón, porque soy clemente y misericordioso». 

LA MISERICORDIA: ¡EL REGALO DE JESÚS PARA TI AHORA MISMO! Por el P. Ed Broom, OMV

Jesús vino a salvar a los pecadores. El nombre JESÚS significa SALVADOR. El propósito principal de la Encarnación y del Misterio Pascual -la Pasión, el sufrimiento, la muerte y la Resurrección de Jesús, el Señor- fue salvarnos de la perdición eterna y llevarnos al cielo. Por la realización del Misterio Pascual de Jesús, las puertas del cielo se abrieron de par en par, y ahora todos nosotros tenemos acceso a la unión con la Santísima Trinidad para siempre. Todos podemos salvarnos si éste es el deseo y el anhelo más ardiente de nuestro corazón.

EL REQUISITO ÚNICO E INCONDICIONAL PARA LA SALVACIÓN  Aunque parezca cierto y fácil, la salvación depende principalmente de una condición -la disposición primaria, indispensable e inmutable de nuestro corazón-, que es confiar plena y totalmente en la MISERICORDIA que Jesús nos ofrece en todo tiempo, en todo lugar, en toda cultura y a cada persona. 

EJEMPLO.  Si quieres, imagina esta escena. Un hombre rico tiene un huerto en el que hay deliciosas frutas de todo tipo, tamaño y forma. Este hombre rico resulta ser tu amigo. Un día te dice: «Escucha, en cualquier momento del día eres libre de ir al huerto y coger y comer cualquiera de las frutas que tu corazón desee. La única condición es que tienes que proporcionar tu propio medio de transporte para llegar al huerto. Entonces, ¡recoge y come a gusto de tu corazón!». Dios tiene un HUERTO y ese es el Sagrado Corazón de su Hijo Jesús. Él invita a todos a visitar el Sagrado Corazón de Jesús y a comer y beber de él en abundancia. ¡¡¡La comida y la bebida de Su Corazón es Su MISERICORDIA!!!

CONFESIÓN Y MISERICORDIA.  Al leer y reflexionar sobre este mensaje, la siguiente pregunta que podría surgir en tu mente podría ser la siguiente: Si este es el caso, ¿cómo puedo llegar a este huerto donde puedo alcanzar este precioso y gratuito fruto? La respuesta es sorprendentemente sencilla: ¡¡¡EL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN!!! Jesús, presente en el sacerdote ordenado, nos espera a todos en el confesionario. Cuando recibimos el sacramento de la confesión y recibimos la absolución -es decir, el perdón de nuestros pecados- no es tanto el sacerdote el que perdona nuestros pecados, sino que es Jesús el que verdaderamente perdona. El sacerdote es el mero instrumento y Jesús, Hijo de Dios vivo, es el que perdona.

EL DON DE LA MISERICORDIA INFINITA DE DIOS Y LA PROMESA DE LA MISERICORDIA EL DOMINGO.  Ahora es el momento de una manera muy especial que queremos aprovechar la Misericordia Infinita del Sagrado Corazón de Jesús. El domingo siguiente a la Pascua es el DOMINGO DE LA MISERICORDIA. San Juan Pablo II admitió que el Domingo de la Misericordia del año 2000 fue el día más feliz de su vida por dos razones concretas: 1) La primera razón fue que el santo pontífice proclamó que ese día se celebrara solemnemente como DOMINGO DE LA MISERICORDIA, en realidad el momento culminante de la Pascua, la Octava de Pascua. 2) Ese mismo día San Juan Pablo II canonizó a SANTA FAUSTINA KOWALSKA -conocida como la Secretaria de la Divina Misericordia-. Con estos dos actos pontificios, San Juan Pablo II se llenó de una inmensa y desbordante alegría. Por cierto, Santa Faustina fue la primera santa canonizada en el nuevo milenio.

CONTENIDO DE LA PROMESA DE LA MISERICORDIA DIVINA.  Al hacer una Confesión bien preparada y sincera en el Tiempo de Cuaresma, y luego participar en el Santo Sacrificio de la Misa en el Domingo de la Divina Misericordia, y por supuesto el elemento más importante de la Misa, recibir la Sagrada Comunión con fervor, entonces se recibe el gran regalo o promesa. Esto significa que después de haber recibido la Santa Comunión -el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús, nuestro Salvador Misericordioso- tu alma se vuelve absolutamente pura, blanca como la nieve, inocente como una paloma, brillante y resplandeciente como el sol del mediodía, preciosa como el más valioso de todos los diamantes. Otra forma de expresarlo: es como si fueras bautizado por segunda vez. ¿Qué sucede en el Sacramento del Bautismo para los adultos? Lava todos sus pecados y todas las penas temporales que les corresponden. Esto significa que si usted muriera en ese momento después de recibir la Sagrada Comunión en el Domingo de la Divina Misericordia, no tendría que pasar ni un instante en el Purgatorio, sino que volaría como un águila al Cielo para estar con la Santísima Trinidad, con María y con los ángeles y los santos por toda la eternidad.

APROVECHA EL MOMENTO.  Siendo así, ¿por qué no aprovechar la Misericordia Infinita que Jesús, a través de su Cuerpo Místico la Iglesia, te ofrece ahora mismo? Recuerda la analogía del hombre rico y el huerto. Dios es el hombre rico que es infinitamente rico; el huerto y los abundantes frutos simbolizan su Misericordia, que es la mayor de todas sus virtudes. A ti te corresponde hacer el esfuerzo de confesarte y confesar honesta y sinceramente tus pecados al sacerdote que representa a Jesús. Esto da como resultado el perdón, y luego en el Domingo de la Misericordia, el perdón total de tus pecados y el castigo temporal debido por tus pecados.

ALABEMOS LA MISERICORDIA DE DIOS.  Con el salmista alabemos con todo nuestro corazón, mente y alma a Dios y su infinita misericordia: DAD GRACIAS AL SEÑOR PORQUE ES BUENO Y SU MISERICORDIA ES ETERNA. (Salmo 107:7)

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Mar 08 2022

EL PADRE NUESTRO

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Mar 08 2022

LECTURAS DEL DIA | 8 DE MARZO 2022

Martes de la I semana de Cuaresma

«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)

MARTES, 8 de marzo Mt. 6,7-15

El Padre Nuestro es la oración que Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, nos enseñó a rezar. Es un manual de santidad. Porque sólo lo que es santo puede entrar en el cielo. Hemos sido creados por Dios, para conocer, amar y servir a Dios, para estar con él para siempre en el cielo.

Padre nuestro, que estás en los cielos, 

santificado sea tu nombre. 

Venga a nosotros tu Reino. 

Hágase tu voluntad, 

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día. 

Y perdona nuestras ofensas, 

como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. 

Y no nos dejes caer en la tentación 

y líbranos del mal. Amén.

Aunque esta oración es sencilla, debido a nuestra naturaleza caída, no es fácil de poner en práctica, como todos hemos experimentado. La meditación del Padre Ed es una ayuda bienvenida para perseguir la santidad.   

¡SÉ SANTO COMO TU PADRE CELESTIAL ES SANTO! Por el P. Ed Broom, OMV

Todos nosotros estamos llamados a ser santos. ¿Cómo lo sabemos? Jesús nos lo ordenó: «Sed santos como vuestro Padre celestial es santo». (Mt 5:48) En otras palabras: ¡Conviértete en un santo! La mayoría de los santos no han sido canonizados oficialmente, sino que son anónimos, desconocidos salvo por Dios.

Dado que se trata de un mandato serio dado por el propio Jesús, de ser santos, de convertirse en santos, vamos a destacar brevemente diez de las notas o características más destacadas de los santos. Esto servirá para motivar a todos y cada uno de nosotros a convertirnos en lo que Dios nos ha llamado a ser: ¡un santo!

1. ANTÍTESIS DE LA SANTIDAD: EL PECADO.  

Empecemos por lo negativo. Los santos aborrecen, detestan verdaderamente el único mal mayor del mundo: la realidad del pecado. La cultura moderna glorifica e incluso promueve el pecado; los santos luchan contra él. El lema de Santo Domingo Savio para su primera comunión fue la siguiente afirmación inmortal ¡MUERTE ANTES QUE PECADO!

2. ORACIÓN 

Es absolutamente imposible encontrar y leer la vida de algún santo que no se haya tomado en serio su vida de oración y haya dedicado grandes bloques de tiempo a ella, que es unión y amistad con Dios (Santa Teresa de Ávila). Asúmelo, todos podemos mejorar en nuestra vida de oración; podemos rezar más y siempre podemos rezar mejor. Que el Espíritu Santo nos ilumine e inspire para mejorar nuestra vida de oración en nuestra búsqueda de la santidad.

3. HUMILDAD.

Los santos son verdaderamente humildes. Por humildad entendemos lo siguiente: los santos atribuyen todo el bien que han hecho a Dios, origen, autor y fin de todo bien. Cuando se le felicita por algún bien hecho, casi espontáneamente el santo responde ¡Gracias a Dios!

4. HAMBRE DE SANTIDAD.

Un auténtico santo tiene verdadera hambre y sed precisamente de eso: de santidad, de llegar a ser santo. Si se quiere, el santo vive el primer verso del Salmo 41: «Como el ciervo anhela las aguas corrientes, así mi alma te anhela a ti, Señor, mi Dios». Un santo admite que no es un santo, pero realmente anhela serlo algún día. Este anhelo es realmente la mitad de la batalla para alcanzar la corona de la santidad, el triunfo de ganar la corona de la santidad. Muchos anhelan el dinero, el poder, el placer, el éxito y las posesiones. ¡No así el santo! Su único deseo es amar a Dios plenamente, totalmente y sin reservas, y así convertirse en el santo que Dios le ha llamado a ser.

5. CARIDAD.  

El santo está motivado para asimilar y llevar a cabo de palabra y obra el mayor de todos los Mandamientos: el Mandato de amar a Dios y al prójimo. Si quieres ver una imagen gráfica de la caridad, levanta los ojos a Jesús crucificado, a Jesús colgado de la cruz, y tendrás una imagen clara de la caridad. Estamos llamados a amar a Dios totalmente y a amar al prójimo como a nosotros mismos. En una ocasión, Jesús se le apareció a Santo Tomás de Aquino, después de haber alcanzado enormes logros, y le preguntó al santo qué don deseaba más. Inmediatamente, Aquino respondió Señor, concédeme la gracia de amarte cada día más». San Juan de la Cruz afirmó: «En el ocaso de nuestra existencia seremos juzgados por el amor». Santa Francisca de Sales añade con estas palabras: «La medida con que debemos amar a Dios, es amarlo sin medida».

6. EL CELO POR LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS.  

Dos santos se encontraron, uno era un joven y el otro, un sacerdote. El joven levantó la vista y vio en la pared unas palabras escritas en latín y le preguntó al sacerdote qué eran esas palabras y qué significaban. El sacerdote le respondió que esas palabras eran su lema y que eran: «Dame almas y llévate todo lo demás». El niño respondió con: «Yo soy el paño, tú eres el sastre; ¡hazme santo!». El sacerdote era San Juan Bosco; el joven era Santo Domingo Savio. Un auténtico santo ama a Dios y ama lo que Dios ama: la salvación de las almas inmortales, incluida la suya. Un alma vale más que toda la creación del mundo natural. La razón del dolor insoportable que Jesús sufrió voluntariamente en su Pasión y el derramamiento de su Preciosísima Sangre fue precisamente ésta: salvar almas inmortales para toda la eternidad. Los estigmas durante cincuenta años de San Padre Pío, las 13-18 horas diarias en el confesionario en la vida del Cura de Ars-San Juan Vianney, los sacrificios heroicos de los niños pequeños de Fátima, el victimismo de Santa Faustina, tenían una sola razón y fuerza motivacional: el amor a Dios y el hambre y sed de la salvación de las almas.

7. PECADORES EN APUROS QUE SE LEVANTAN AL CAER.  

Muchos han sido engañados con una visión artificial, azucarada y un tanto romántica del santo como alguien exento de las debilidades humanas y de los fallos morales. Nada más lejos de la realidad. Los santos nacen pecadores. Sin embargo, una característica común del santo es que, al caer, pecador como es, se recupera con resistencia; vuelve al Señor a través de la confesión con buena voluntad, verdadera contrición y un firme propósito de enmienda. El venerable Bruno Lanteri enseñaba NUNC CAEPI, es decir, que si caemos, debemos levantarnos inmediatamente y confiar aún más en la gracia y la misericordia del amoroso Corazón de Jesús. No es de extrañar que en el Diario de Santa Faustina, Jesús nos recuerde que el mayor pecador puede convertirse en el mayor santo si confía plenamente en su misericordia. El Venerable Fulton Sheen nos recuerda que el primer santo canonizado fue un asesino, un insurrecto y un ladrón que colgó de una cruz junto a Jesús en el Calvario. Como señala Sheen «Y murió como un ladrón porque robó el cielo». Lee y medita sobre la Parábola del Hijo Pródigo que también se puede denominar, la Parábola del Padre Misericordioso». (Lc 15,11-32)

8. AMOR FERVIENTE A LA FUENTE DE TODA SANTIDAD: LA SANTA EUCARISTÍA.  

La fuente última de la gracia, de la pureza, de la fuerza y de la santidad es el mismo Jesús. El medio más eficaz por el que podemos unirnos a Jesús en su Cuerpo Místico es a través de los Sacramentos. El más grande de todos los Sacramentos es la Santísima Eucaristía, por la sencilla pero profunda razón de que la Eucaristía es realmente Jesús: ¡Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad! ¡Jesús es el Santo de los Santos! Jesús es Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Aunque pueda sonar banal o incluso trivial o hasta un cliché, hay un verdadero truismo detrás de esta frase: «¡Nos convertimos en lo que comemos!» Los malos hábitos alimenticios pueden producir problemas de salud; los buenos hábitos alimenticios pueden contribuir a la salud y a la longevidad. En un sentido paralelo, pero real, cuando alimentamos nuestras almas con el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús, con fe, amor, devoción y fervor, entonces empezamos a pensar como Jesús, a sentir como Jesús, a actuar como Jesús, a ser como Jesús, hasta que podemos decir con San Pablo: «Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí.» (Gal 2,20)

9. ABIERTOS Y DÓCILES AL ESPÍRITU SANTO 

El padre Jacques Philippe escribió una breve obra maestra sobre este tema con el título «En la escuela del Espíritu Santo». En este breve pero inspirador libro, el Padre Jacques recuerda constantemente a sus lectores que la santidad depende esencialmente de una actitud, una acción y un plan de vida básicos: ser dóciles al Espíritu Santo y a sus inspiraciones celestiales. Como Consolador, Consejero, Maestro Interior, Paráclito, Dulce Huésped del Alma, el Espíritu Santo habla suave pero insistentemente al alma pura, humilde y dócil, guiándola en el curso adecuado de acción que conduce a la santidad de vida, que nos lleva a convertirnos en los santos que todos estamos llamados y destinados a ser. San Pablo nos recuerda: «No sabemos orar como es debido, pero el Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos inefables para que podamos invocar Abba, Padre». (Rm 8,26) Precisamente por eso el Papa San Juan XXIII afirmaba: «Los santos son las obras maestras del Espíritu Santo».

10. MARÍA Y LOS SANTOS 

Nuestra Señora, María Santísima, es la Reina de los Ángeles, la Reina de las Vírgenes, la Reina de los Confesores, Reina de los Mártires, Reina y belleza del Carmelo, Reina del Santísimo Rosario, y finalmente María es Reina de todos los Ángeles y Santos. Después de su muerte, Santo Domingo Savio se le apareció bañado en la gloria celestial a San Juan Bosco y le dijo al santo sacerdote lo que le dio la mayor alegría en su corta vida en la tierra (14 años y 11 meses). Fue precisamente esto: su gran amor y confianza en la Santísima Virgen María. Santo Domingo terminó este encuentro con San Juan Bosco exhortándole a difundir la devoción a María en la mayor medida posible. María inspira a los santos a rezar con fervor. María inspira a los santos a volver a Dios después de pecar. María anima a los santos a amar a Jesús con todo su ser. La presencia de María ayuda a los santos a evitar los peligros morales. La presencia maternal y amorosa de María ayuda a los santos a pasar de la desolación a la consolación. Por eso, los santos claman a María con estas palabras: «Salve, Santa Reina, Madre de la misericordia, nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza».

Nuestra última oración y esperanza es que todos nuestros lectores se conviertan en santos y grandes santos. Nuestra esperanza y oración es que todos vosotros seáis un día una joya preciosa, resplandeciente y gloriosa en la corona de María para contemplar y alabar a la Santísima Trinidad por toda la eternidad. 

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros para que alcancemos la gracia de convertirnos realmente en el santo que Dios nos ha destinado para toda la eternidad.

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