y nuestra propia determinación. ¿Qué medidas podemos tomar para vencer
este pecado capital de la envidia?
nunca podremos desarraigarla. ¡El que no
quiere ver sus defectos no los vence sino los agrava! Hay una
expresión que dice: «No hay peor ciego que aquel que no quiere
ver; no hay peor sordo que aquel que no quiere oír”. ¡Cuántos alcohólicos
no aceptan que tienen una adicción y acaban por mortir de alcoholismo!
sacramento de la Confesión y confesamos este pecado, el alma sana. Porque la gracia sacramental específica que otorga el sacramento de la confesión es la sanación.
CONTRA» IGNACIANA. Esta es
una expresión Ignaciana que significa: “no cedas a ella, sino haz lo contrario”! En vez de hacerle daño a la persona que
envidias, ¡hazle el bien ya sea rezando
por él o haciendo una buena obra por él!
traemos a Dios nuestras malas inclinaciones — especialmente la envidia, es
entonces que Dios hace milagros; ¡Él puede mover la inmensa montaña de nuestro
orgullo, ira y envidia! «Déjala ir y deja que Dios obre!»
Solos, somos la personificación de la debilidad y la miseria. Pero Dios es omnipotente. «¡Dios
todo lo puede»!
se arraiga en el corazón, la tendencia en cuanto a la forma de expresión es de
criticar, chismear, denigrar y degradar a la persona. ¡ Vence la envidia alabando
o felicitando a esa persona por sus buenas cualidades! ¡Hazlo en su presencia o en presencia de
otros!
corazón da gracias a Dios por los maravillosos talentos que les ha dado a todas
las personas en el mundo, pero en especial la persona a quien más envidias.
¡Qué tontería es envidiar! ¡Lo que
nosotros estamos envidiando es simplemente un talento que Dios ha dado a esa
persona y que nosotros reconocemos y que esa persona ha sabido cultivar! ¿¡Por
qué envidiar los dones de Dios!
equipo de béisbol, si un jugador pega el cuadrangular ganador, no es el jugador
individual quien gana el partido, sino todo el equipo gana. Cuando
rezamos el Padre Nuestro reconocemos que Dios es el padre de toda la humanidad
y de cada uno de nosotros muy particularmente.
Concretamente, esto significa que todos somos hermanos de un mismo Padre
Celestial. Por lo tanto, ¡tu victoria es
mi victoria; tu derrota es mi derrota! Recuerden las palabras del Apóstol
San Pablo: «¡Alégrense con los que están alegres; lloren con los que
lloran!» St Therese de Lisieux, conocida por su camino de la
perfección que era hacer las cosas ordinarias con extraordinario amor, dijo que
cuando se hace el mal todo el mundo desciende.
Sin embargo, ¡cuando se hace el bien el mundo entero se eleva más cerca
del cielo! ¿Por qué no celebrar las victorias espirituales de otros?
¡Así la tierra se elevará más cerca del cielo!
vigésimo quinto capítulo del Evangelio de San Mateo hay una parábola muy
reveladora. Se les da talentos a tres hombres. Dos de ellos multiplican los talentos
trabajando arduamente. El último, por
miedo y pereza, hace un agujero y entierra el talento. A su regreso, el
maestro hace un examen de la cuenta. Los
primeros dos siervos trabajadores y fieles son halagados y premiados por su
dedicación. Sin embargo, ¡el siervo
perezoso fue reprendido porque escondió su talento por debajo de la tierra!
¡Todos tenemos talentos! Arte,
música, deportes, estudio, comunicación, pintar, escribir, cocinar, oración,
espiritualidad—todos estos son talentos dados por Dios.
Los talentos se pueden cultivar y así
prosperar y usarse para fomentar la «civilización del amor» o pueden
permanecer en un barbecho, oxidados, deteriorados y desintegrados. De hecho nos incumbe a todos descubrir
nuestros talentos y luego cultivarlos a lo máximo. Al hacer esto nos enfocaremos en nuestros talentos
y no en los talentos y éxito de nuestro «rival» y así, ¡no permitir
que la envidia nos posee y venza a nosotros! En la famosa historia de la
malabarista de Notre Dame, un joven entra en el monasterio y no puede estudiar
o llegar a sublimes dones místicos, se sentía carente de talento. Pero podía hacer una sola cosa: ¡hacer
malabares! Así que a solas, ante de la
imagen de Nuestra Señora, hacía sus acrobacias malabares. ¡Nuestra Señora,
viendo esto sonrió con jubilo! Este fue el regalo que podía ofrecer a
Dios y a su Santísima Madre. ¿Qué tipo
de acto de malabarismo puede usted hacer por Dios y así evitar fijarse en los
talentos de otros y caer en la envidia?
S.J. En la vida del joven Jesuita, San Juan Berchmans, S.J., está
escrito algo relacionado y pertinente a nuestro tema de conquistar y aplastar
la horrible cara de envidia. Juan vivía
en una comunidad de hermanos y sacerdotes. Lleno de un auténtico espíritu
de caridad, Berchmans estaba plenamente consciente de los talentos y dones que
Dios habían dado a cada uno de ellos.
Juan Berchmans escribió una lista con los nombres de todos los miembros
de la comunidad jesuita. Luego al lado
del nombre de cada uno de ellos anotó una virtud o atributo positivo. Luego compuso una letanía de acción de
gracias a Dios por esa virtud. ¡Una
nota interesante! Sólo el nombre de una persona no aparecía en esa lista.
¿Puede usted adivinar de quién? ¿Por qué
no hacer una lista de los miembros de tu familia y junto a cada nombre escribe
un atributo positivo y dar gracias a Dios por ese regalo! ¡Gran manera de vencer la envidia!
la ocasión próxima de caer en la envidia.
Rece sin demora un Avemaría cuando sienta la tentación de los celos! Agradezca y alabe a Dios con el himno de
alabanza de María. «Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi
espíritu se alegra en Dios mi Salvador…»