tiene derecho a la galleta más grande, el coraje porque el otro pegó el
cuadrangular ganador en el juego de béisbol y a yo me “ponche” (no llegue ni a
primera base), mirarse al espejo y oprimirse por no ser tan guapa como la
amiga, cuestionar tristemente por qué el vecino tiene muchos amigos y yo apenas
un perrito que me acompaña, comparar su coche pequeño, su pobre casa cuando el
compañero de clase tiene un Jaguar de último modelo, una casa multimillonaria
con piscina — estos individuos tienen la carga de la tristeza en común: ¡todos
ellos se han dejado llevar por el Pecado Capital de la ENVIDIA!
¿Quién la tiene? ¿Que dice la Biblia sobre la envidia? ¿Como
afecta la envidia a la persona que sucumba a ella? Finalmente, ¿cómo podemos
vencer la envidia?
como estar triste por no tener lo que otro tiene y ¡alegrarse cuando algo malo
le sucede! Es verdaderamente un pecado muy feo que frustra la virtud más
importante: ¡la caridad fraterna, amar y desear el bien al prójimo!
envidia proviene del Pecado Original y es uno de los siete pecados capitales.
Todos heredamos y fuimos concebidos con pecado original por ser hijos e
hijas de Adán y Eva. Estas malas
tendencias de nuestra naturaleza son lo que se conoce como «los pecados
capitales». Santo Tomás de Aquino le llama concupiscencia—la
tendencia innata, propensión o inclinación al mal y al pecado. Si estas
tendencias — pecados capitales—no se controlan, entonces sí se convierten en
pecados y si se da lugar a que aumenten, entonces se convierten en vicios, ¡y
un vicio es esclavitud! ¡Jesús dice que el pecado es esclavitud!
categorías: 1) los que se refieren más directamente a la naturaleza corporal —
la gula, la lujuria, la avaricia y la pereza;
2) aquellos que se refieren más a la naturaleza espiritual e
intelectual—la ira, la envidia y el orgullo.
Biblia, tanto en pasajes del Antiguo como en el nuevo Testamento, la envidia,
esa serpiente fea que asoma la cabeza y se manifiesta claramente venenosa,
produce consecuencias letales cuando no se vence y domina. ¡Vamos a ver!
entró al mundo por la envidia del diablo. Adán y Eva fueron tentados por
la serpiente en el jardín y sucumbieron, dándole entrada al pecado en el
mundo. Sin embargo, ¡detrás el pecado de
nuestros primeros padres estaba la presencia insidiosa y envidiosa del maligno!
de nuestros primeros padres, Adán y Eva, el efecto social del pecado saca su
cabeza fea en los hijos de Adán y Eva, los hermanos Caín y Abel. Movido
por los celos y la envidia porque Dios había preferido la ofrenda de Abel sobre
la de Caín, Caín permitió que la envidia se convirtiese en coraje, de coraje a
rencor, y de rencor a una amarga ira, esto causó que él llevara a su hermano al
campo y ahí lo asesina — ¡fratricidio, la muerte de su hermano! Este es el resultado de la envidia
desenfrenada — ¡el asesinato de su propio hermano!
ofrece para luchar contra Goliat, el filisteo feroz, despiadado y victorioso — ¡en
tamaño y peso era un verdadero gigante! La historia es bien
conocida. David con resortera y piedra contra Goliat quien tenían espada,
escudo y portaba armadura (como una hormiga contra un elefante), David lanzó un
cohete que se clavo en la cabeza de Goliat, Goliat se viene abajo, como las
torres gemelas de Nueva York. Extrayendo
la espada de la vaina, David decapitó fácilmente al gigante Goliat. ¡Que
victoria! ¡Saúl presencio todo con
asombro! David demuestra una extraordinaria destreza militar
ganando batalla tras batalla, y Saúl también pero en menor grado. ¡Entonces sucedió!
¡Después de las
victorias de David y triunfo tras triunfo, llega el momento culminante cuando
comienza el perecimiento de Saúl, el rey y general del pueblo de Israel!
Esto pasó en la procesión triunfal en Jerusalén. El rey Saúl caminaba
lado a lado con David por las calles de Jerusalén, las doncellas judías
cantaban en coro cantos de gozo y victoria, con estas palabras: «¡Saúl ha
matado a sus miles y David a decenas de miles»! ¡Esto fue la gota
que derramó el vaso! Sin resistir los celos que surgieron de su corazón,
Saúl le da lugar a la envidia, se deja transformar por la ira y el odio, y
decide acabar con David matándolo. ¡Saúl
y Caín se convierten en hermanos en un complot de asesinato!
pero David la esquiva y la lanza queda en la pared detrás de él. Saúl no
hace ningún esfuerzo para dominar o vencer la envidia que le consume. El fin de la vida de Saúl llega cuando Saúl
se siente abrumado y está en una batalla contra sus enemigos. Él consulta a una bruja (la bruja de Endor),
también consulta al profeta muerto Samuel quien prevé la derrota de Saúl — el
Señor había dejado a Saúl debido a la envidia. A media batalla, cuando
Saúl iba perdiendo, él acaba con su propia vida cayendo sobre su espada — ¡suicidándose!
manifestación más clara lo malévolo que son los celos y la envidia es la muerte
de Jesús. Jesús nació en Belén, creció y se crio en Nazaret un pueblo
pequeño —«algo bueno puede salir de Nazaret?»—Jesús el hijo de un
humilde carpintero, hablaba con elocuencia y poder, sanó a innumerables
enfermos y la gente acudía a él, ponían atención a cada palabra que él
pronunciaba. Muchos de los fariseos, maestros de la ley, no podían
aceptar que alguien tan desconocido y sin estudio pudiese hacer tan profunda
impresión en el pueblo. Por esa razón, se burlaban de él, le agredían,
le ridiculizaban, le contradecían y por último le crucificaron. ¡La
razón principal detrás de la crucifixión y muerte de Jesús fue la envidia y los
celos, que los llevo al odio, amargura y asesinato!
EFECTOS DE LA ENVIDIA EN EL CORAZON
estragos en el alma, ¡por no decir más!
Al darse cuenta que esta serpiente fea (la envidia) asoma la cabeza
dentro de nuestra alma, nos incumbe rechazarla de inmediato. Si no se hace, ¡estas son algunas de las horribles
consecuencias que se producen en nuestra persona!
La envidia causa que los ojos divaguen respecto a la persona envidiada y
que se hagan comparaciones. ¡»Las comparaciones son odiosas”!
La envidia roba la paz del alma. ¡La persona envidiosa es como un mar
agitado, nunca en paz!
A raíz de la envidia a menudo brotan palabras duras y perjudiciales, ya
sea el chisme, o algo más grave como la calumnia o difamación «asesinato
de carácter o reputación de otro». Jesús
dice, «De la abundancia del corazón habla la boca». ¡La envidia es síntoma de un corazón enfermo!
¡Las palabras odiosas lo demuestran!
tan preocupada por el progreso y el éxito de su «rival» (a menudo el
rival no tiene ni idea de esto) que de noche no puede dormir. Noches de insomnio obviamente le cobraran su
precio caro al cuerpo. La ira, la
impaciencia, la agresividad, ser excesivamente exigente, ser duro y amargo con
los demás—¡todo esto es el resultado de noches de insomnio provocadas por la
envidia!
ácidos líquidos en los intestinos causa la perforación en el intestino y una
úlcera! ¡El pecado es nuestro peor enemigo! El pecado puede provocar dolencias físicas,
que a veces aumentan en gravedad e incluso ¡causan la muerte!
hermanos tiene su raíz en que los hermanos y hermanas se celan, ellos piensan
que sus padres prestan poca atención a ellos y demasiada atención a su hermano
o hermana. Surgen riñas, peleas y
sospechas que roban la paz y la armonía de la familia, la paz y la harmonía que
son tan necesarias para vivir una vida familiar sana.
en ver la caída de su supuesto «rival» — como vimos con Caín y Abel,
David y Saúl y algunos de los judíos con Jesús. Por lo tanto, la persona envidiosa
busca oportunidades para poner piedras de tropiezo en el
camino de su rival y así destruirlo, pero en realidad él está destruyéndose a
sí mismo.
más de una vez en los ejemplos bíblicos, la envidia es como una bola de nieve
que está en la cima de una montaña, una vez que avanza, la fuerza del impulso
puede acelerar la bola de nieve a tal grado que las repercusiones son desastrosas e
incalculables. Los celos abren el
camino a la envidia, la envidia a la
coraje, el coraje al resentimiento, el resentimiento al rencor, rencor al odio,
y el odio completamente asentado culmina en asesinato — todo comienza primero en el corazón y luego se manifiesta
externamente en los hechos. ¡Traigan a
la memoria lo que sucedió con Caín y rey Saúl!
mal y el fracaso del prójimo; la caridad
desea el bien del otro. La caridad es la virtud más importante y al final
de nuestra vida seremos juzgados por nuestra caridad. San Juan de la
Cruz claramente expresó: «En el ocaso de nuestra existencia seremos
juzgados sobre el amor.»
inseguridad; su aparente valentonería masculina es realmente un disfraz de su
propia inseguridad. Por lo tanto,
para engrandecer su propio orgullo, ego y autoestima e inseguridad–¡si acaso
está casado, impide que su esposa avance en sus estudios, trabajo o que cultive
otros talentos, todo por temor a que el éxito de su esposa lo empequeñezca a él!
¿Que feo es esto, pero tan común!
ESPIRITUAL San Juan de la Cruz, el doctor místico
presenta dos imágenes los pecados capitales: físicamente (materialmente) y
espiritualmente. La envidia espiritual
se manifiesta a menudo en personas que sinceramente buscan una vida de gran
profundidad espiritual. Sin embargo, el
diablo nunca duerme, especialmente cuando ve un alma generosa que verdadera
busca una vida de santidad. El diablo
puede tentar a esa persona para que empiece a comparar su vida espiritual con
la de otra persona que también está en la misma búsqueda o camino de
santidad. Las comparaciones son cosas
de odio, sobre todo en la vida espiritual!
La envidia espiritual puede ser devastadora si no se resiste esta
tentación! En lugar de fijar
sus ojos en Dios como el centro de su vida, esa persona está mas bien observando
y comparándose con su «rival espiritual», esperando que su
«rival» ore menos, disminuya la intensidad de su propósito espiritual
y así ocupar un lugar subordinado en la búsqueda de la santidad. La envidia espiritual va tan en contra de la
caridad y desagrada a Jesús, cuyo último y más grande mandamiento fue, ¡»Améis
unos a otros como Yo os he amado»!
tenemos la semilla de la muerte germinando dentro del jardín de nuestra
alma. A esto se le llama, los Pecados
Capitales. Si estos pecados no se detectan, resisten y dominan con la gracia
de Dios y como dice Santa Teresa de Ávila, con una determinada determinación de
nuestra parte, entonces podemos sucumbir fácilmente a ellos, ser víctimas de
ellos y peor aún convertirnos en esclavos de ellos. Por eso Jesús dice que el pecado es verdaderamente
esclavitud. ¡Él vino como Salvador para
liberar a los cautivos!
examine sus intenciones. Es tan fácil
padecer de un ceguera espiritual debido al orgullo innato — el orgullo es la
causa principal de todos nuestros pecados — que ni siquiera se puede ver o
estar consciente de los celos, la envidia o envidia espiritual que acecha en
los recovecos más profundos de nuestra alma.
espiritual aunque a veces sea doloroso, es reconocer el mal y admitirlo.
Un ciego no puede guiar a otro ciego; irían directamente y caerían al
foso. Por medio de adecuada dirección
espiritual y la confesión, la luz puede iluminar nuestra alma para poder ver la
herida interior y de esta forma, ¡Jesús el médico divino puede tocar la herida
y sanarla! En un artículo posterior de blogito, ¡señalaré la estrategia
y el remedio para vencer los celos y la envidia en nuestra vida!