La Iglesia Católica es una iglesia SACRAMENTAL, nuestra santificación viene por medio de Jesucristo nuestro Señor y Salvador, pero específicamente a través de su Cuerpo Místico la Iglesia y a través de los 7 canales de gracia que son los ¡SACRAMENTOS!
EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (CIC) se divide en 4 partes; una parte trata sobre los sacramentos.
- Los Sacramentos fueron instituidos por Jesucristo.
- Los Sacramentos son siete. ¡A este número nunca se le añadirá ni restará uno!
- Los sacramentales, por el contrario, los instituyó la Iglesia y hay muchos; aún se pueden agregar nuevos sacramentales.
- DEFINICIÓN: «Un Sacramento es un signo sensible instituido por Cristo, que comunica la gracia». — ¡Es la definición clásica!
- Iglesias protestantes —históricas— tienen dos sacramentos: Bautismo y el matrimonio.
- Los Sacramentos se pueden dividir en tres categorías: a) Sacramentos de Iniciación – Bautismo, Santa Comunión y Confirmación. Al recibir estos tres sacramentos la persona debe ser un adulto maduro en su fe; b) Sacramentos de Sanación – Penitencia y Unción de los Enfermos; c) Sacramentos de servicio – Orden Sacerdotal y Matrimonio. ¡Ahí los tenemos!
- Los sacramentos son «fuente de poder» de gracia. Tal como la electricidad (potencia y vatio) ilumina y transmite energía en un plano meramente natural, los sacramentos en un plano sobrenatural comunican y transmiten una poderosa energía espiritual que llamamos «gracia».
- Son de gran valor los sacramentales, las oraciones, las novenas, las letanías, las peregrinaciones y aún los exorcismos. Sin embargo, las gracias comunicadas a través de los Sacramentos son infinitamente más poderosas — si sirve la comparación es como la diferencia entre niños de las ligas menores jugando béisbol y las Ligas Mayores de béisbol. Por lo tanto, debemos hacer uso de estas «fuentes de poder» espirituales que están a nuestra disposición.
- GRATIS. Este don de Dios que llega a través de los sacramentos, es absolutamente gratis, a nuestro alcance, para nuestra elección y nuestro tomar. Es como un cofre lleno de diamantes, rubíes y oro cuyo dueño nos ha dado permiso absoluto de (por así decirlo) meter mano y ¡tomar a manos llenas! ¡Qué insensatez sería no tomar a manos llenas!
- ¡LA FE! El primer requisito es — Fe. Jesús realizó muchos milagros, pero con una condición muy importante, tener FE. ¡En verdad la fe puede mover montañas! ¡La fe puede resucitar muertos! ¡La fe puede transformar vidas!
- GRACIA RECIBIDA SEGÚN LA DISPOSICIÓN. Otro punto clave para entender los sacramentos es «la disposición a la gracia». Este principio teológico afirma que recibimos la gracia—poca o mucha — en proporción directa a la disposición de nuestra alma. Entre mejor sea la disposición del alma mayor es la gracia recibida. Por ejemplo, veamos la recepción de la Sagrada Comunión. Una escena seria la siguiente: A este adolescente se le ha obligado venir a Misa el Domingo, en el camino a Misa se ha peleado con sus hermanos en el coche, llega tarde a Misa, durante la Misa se la pasa mandando mensajes de texto en el celular, también se la pasa pensando en lo que va a comer después de Misa, llega el momento de recibir la Sagrada Comunión y lo hace sin pensar y sale antes que acabe la Misa. En la otra escena tenemos una madre devota y piadosa que llega a Misa media hora antes, antes de comenzar la Misa reza con fervor por su familia, por su propia conversión, por las almas del Purgatorio y coloca sobre el altar sus muchas intenciones (La película: El Gran Milagro). Cada parte de la Misa es importante para ella y ella participa plenamente, activa y consciente. (Vaticano II, Sacrosanctum Concilium). Esta misma mujer conforme se va acercando a comulgar, pide humildemente a la Virgen María que interceda por ella para que su Comunión sea la más ferviente Comunión de su vida. Ella recibe la Sagrada Comunión con fe, reverencia, humildad y amor: La Santa Comunión es el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús, el Señor de señores y Rey de Reyes. Después de Misa ella se queda para prolongar su acción de gracias, agradeciendo y amando al Señor con todo su corazón. También reza el Rosario, implorando a la Santísima Virgen María que le ayude a dar las debidas gracias al Señor. Hoy en día, estas dos escenas son demasiado comunes al recibir el más grandes de todos los sacramentos, la Santa Eucaristía. El adolescente recibe la Eucaristía, pero con poco o ningún beneficio. La mujer piadosa recibe la Sagrada Comunión y se produce una explosión de gracias y santificación en su corazón y en su alma. ¿Dónde cae usted en estas dos escenas? ¡Probablemente en medio de los dos extremos! Incluso otro contraste muy marcado es el siguiente: Recuerde y compare como fue que Judas Iscariote recibe la Sagrada Comunión en la Última Cena y después sale de prisa de noche para traicionar a Jesús; ¡ahora contemple a la Santísima Virgen María recibiendo el Cuerpo y la Sangre de Jesús de manos del Apóstol San Juan! Uno recibió la Comunión para su propia condenación y ¡María para su santificación y la del mundo entero!
- PREPARACIÓN. En resumen, es indispensable hacer una buena preparación y tener la mejor disposición para recibir los sacramentos debidamente. San Pablo, en su carta a los Corintios, les advierte de no comer o beber el Cuerpo y la Sangre del Señor a su propia condenación, sino les pide examinar sus conciencias antes de acercarse a la mesa del Señor. Todo catequista, padre de familia, maestro y sacerdote debe proponerse firmemente llegar a un entendimiento correcto de los sacramentos al igual una debida preparación. El conocido escritor y profesor, Scott Hahn, en una de sus presentaciones compara los sacramentos al fuego. El fuego se puede utilizar para un fin bueno o puede causar daños irreparables; por ejemplo, el fuego puede dar calor a un excursionista congelado o el fuego puede quemar todo el bosque. Asimismo, los sacramentos –especialmente la Eucaristía—¡nos puede santificar inmensamente o ser causa de nuestra perdición y condenación! ¡Utilicemos este fuego debidamente!
- ¡APRECIAR EN TODO MOMENTO! En cuanto a los sacramentos debemos siempre estar bien conscientes del peligro de no darles la debida importancia. Sobre todo, si usted tiene la oportunidad de asistir a Misa diariamente o puede acudir al sacramento de la Confesión, no tomarlos como cosa rutinaria. Las monjas de la Beata Madre Teresa de Calcuta tienen en sus sacristías una placa en la pared que sirve como recordatorio a los sacerdotes — pero este recordatorio también debería ser para todos— lee así: «¡Sacerdote, hombre de Dios, celebra esta Misa como si fuese tu primera Misa; ¡tu última Misa y tu única Misa!» Como nos recuerda el Libro del Apocalipsis, debemos siempre tener cuidado de no perder nuestro primer amor.
- MARÍA Y LOS SACRAMENTOS. En las tres muy conocidas apariciones Marianas aprobadas por la Iglesia — Guadalupe, Lourdes y Fátima– María pidió que se construyera una iglesia. ¿Por qué? Porque en las iglesias se celebran los SACRAMENTOS y se ofrecen al pueblo de Dios, especialmente el sacramento de la confesión y la Eucaristía. María nunca nos aleja de Jesús sino al contrario, siempre nos conduce al Sagrado Corazón de Jesús, verdaderamente presente en cada Santa Misa.