Meister Eckhart dijo: «Si la
única oración que brota del corazón es una oración de gratitud, en verdad esto
bastaría.» ¿Por qué debemos dar
gracias a Dios? Por la simple razón que
Dios es la esencia de toda bondad, belleza y generosidad. ¿Qué nos ha dado Dios? Absolutamente todo, ¡todo! Con excepción de una cosa: ¡nuestros
pecados! Tristemente, ¡nuestros pecados
los escogemos nosotros mismos!
mismo. Este don es la vida sobrenatural
que nos fue concedida en el momento de nuestro bautismo, cuando el sacerdote pronuncia estas palabras: «Yo te bautizo en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Todo comenzó en ese momento — nuestro segundo
nacimiento, nuestro nacimiento sobrenatural que Jesús explica a Nicodemo:
«El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de
Dios.» (Jn. 3)
Navideña y celebramos el bautismo de Jesús, debemos recordar nuestro propio
bautismo y con agradecimiento elevar el corazón a Dios por todos los dones recibidos.
lluvia de gracias sobrenaturales que Dios ha derramado sobre nosotros desde el
momento de nuestro bautismo. Por qué no hacemos de estas gracias recibidas, una letanía de gratitud al Señor. Al mismo tiempo debemos suplicar que nuestro
Señor nos conceda la gracia de ser responsables, de utilizar a la mayor medida posible estas gracias y privilegios, sin olvidar que cada don recibido es acompañado
por una correspondiente responsabilidad, un responsabilidad de responder a este
regalo.
Letanía de Acción
de Gracias por las gracias recibidas en el Bautismo —
alma es purificada de la mancha del pecado.
Hay una hermosa expresión poética «la inocencia bautismal», ¡y
es cierto! Escribe el poeta John Milton:
Paraíso perdido y paraíso recuperado. De
cierta forma en el bautismo el alma recupera el paraíso.
bautismo transforma nuestra relación con Dios.
Al nacer somos criaturas, creadas a imagen y semejanza de Dios, sin
embargo, no es hasta el momento que somos bautizados que nos transformamos en
hijos e hijas de Dios. ¡Qué dignidad tan
extraordinaria! — ¡Hijos de Dios eterno, infinito y todopoderoso!
un hermano mayor, debe responderle de forma afirmativamente: «¡Sí,
Jesucristo!» Nuestro deber en la
vida es llegar a conocer más a Jesús, amarlo con más fervor y seguirle más de
cerca. (Ejercicios Espirituales de San Ignacio y el fruto)
4. EL AMIGO ÍNTIMO: EL ESPÍRITU SANTO — En esta sociedad muchos sufren
de depresión, soledad y abandono, pero ésta no debe ser nuestra situación
porque nunca estamos solos. Jesús dijo:
»No os dejaré huérfanos, mandaré el Espíritu Santo.» Consolador, Consejero, Paráclito, Maestro
Interior, Dulce Huésped del alma, «El don de dones» (CIC)—todos
estos son títulos del Espíritu Santo. El
Espíritu Santo desea ser vuestro amigo íntimo.
Jesús dijo que estaría siempre con nosotros hasta el fin de los tiempos;
Dios está presente con nosotros en la Persona del Espíritu Santo.
no hay separación, o división. En donde
está el Padre, está el Hijo, y en donde está el Hijo está el Espíritu
Santo. Dicho esto, en cada persona
bautizada habitan las tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad. Uno de los sellos distintivos de la
espiritualidad Carmelita es una mayor concienciación de la inhabitación en el
interior de nuestra alma de la Santísima Trinidad – esta inhabitación es una
gracia que recibimos desde el momento del bautismo. ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
que habita en mi alma desde el bautismo!
6. LA FE — Con el bautismo recibimos las tres virtudes
teologales: la fe, la esperanza y la caridad.
La fe es una virtud intelectual por la cual creemos en Dios, un Dios a
quien no vemos con los ojos, pero sí con los ojos del alma. Este Año de la fe roguemos que el Señor nos
conceda un fe más profunda, y pidamos con estas palabras bíblicas: «Señor,
fortalecer mi fe…» Igual recemos
como Tomás el incrédulo: ¡»Señor mío, y Dios mío»!!!
alma la virtud teologal de la esperanza.
La esperanza tiene que ver con la confianza, confianza en el misterio de
un Dios amoroso y providencial. ¿Qué es
la esperanza? La virtud de la esperanza
es confianza, confianza en Dios, porque sé que Dios está conmigo, apesar de los
problemas y tribulaciones, apesar del sufrimiento y los momentos oscuros en mi
vida, Dios está conmigo. Recuerde las
palabras del salmista: «El Señor es mi Pastor, nada me falta… aunque
pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo, con tu vara
y tu cayado…» (Salmo 23, El Buen Pastor).
derramado en nuestros corazones…»
La mayor de las virtudes es la caridad.
Es un amor sobrenatural en el cual amamos a Dios con todo el corazón,
toda la mente, todo el alma y todas las fuerzas y a nuestro prójimo como a
nosotros mismos.(Lc 10) San Pablo
escribe en su himno sublime sobre el amor, que de todas las virtudes, el amor
es el mayor.(I Cor 13) San Juan de la
Cruz dice, «En el ocaso de nuestra existencia seremos juzgados sobre el
amor». San Francisco de Sales quien
escribió la obra maestra espiritual titulada, «Tratado del Amor de
Dios», lo afirma con estas palabras: «La medida del amor a Dios es
amarlo sin medida». Estas tres
virtudes teologales que nos unen a Dios, son regalos gratuitos que Dios nos
concede desde el momento de nuestro bautismo.
¡Den gracias y alaben al Señor por su bondad!
recibe en el bautismo. Según santo Tomás
de Aquino, esta virtud, vinculada a la religión, nos enseña a dar a cada
persona lo que le corresponde. Cuando
enseñamos a los niños les decimos, «¡Aprende a ser justo!»
recibimos también la virtud moral o cardinal que modera la atracción de los placeres
y nos enseña a procurar el equilibrio adecuado, ordenado y moderado de los
bienes creados. Por lo tanto, la
templanza nos ayuda a poner en orden los hábitos de los apetitos sensibles como
son el comer, ejercicio, dormir y el
dominio del imperioso y exigente de los impulsos sexuales. Una de dos, se dominan estas tendencias por
medio de la virtud de la templanza y se experimenta la verdadera libertad de
los hijos e hijas de Dios o ellos nos dominan y ¡nos convertimos en esclavos de
nuestras pasiones!
una más de las virtudes morales o cardinales, es el uso del razonamiento
adecuado que conduce a obrar correctamente.
El don del Espíritu Santo que perfecciona la prudencia es el
consejo. Según el Doctor Angélico, santo
Tomás de Aquino, es necesario tomar tres pasos para actuar prudentemente: 1.)
Deliberación – Considerar y reflexionar detenidamente el tema. 2.)
Decisión – Una deliberación
seria debe conducir a la acción. Por que de lo contrario nos convertimos en
desidiosos informales y ¡nunca lograremos nada!
3.) Ejecución – Esto significa
que, después que se haya hecho la decisión,
por el «Poder de gobierno» (Imperium según S. Tomás de
Aquino), se hace una firme determinación y se lleva a cabo la acción. Lo importante es saber razonar debidamente y
tomar decisiones rectas. ¡Una decisión
equivocada podría ser catastrófica! ¡La
prudencia nos ayuda a tomar decisiones importantes!
fortaleza. En todos los tiempos y
lugares, esta es la virtud de los mártires.
El Espíritu Santo sopla su poderoso respiro sobre nosotros y nos da la
gracia para tener paciencia en las pruebas, para defender la verdad, para
denunciar los errores, para aceptar contradicciones y persecuciones y para
estar dispuestos a derramar sangre e incluso morir como mártir—¡todo esto es
posible por la fortaleza!
Ciencia, Fortaleza, Piedad y Temor de Dios… — Estos siete dones se reciben no en el
momento de la Confirmación, sino en el momento del Bautismo. Como pequeñas semillas sembradas en el jardín
del alma, requieren de un cultivo y cuidado constante para que sean
operativos. Ya cultivados y operativos
son ayuda extraordinaria en el camino a la santidad! Los Patriarcas de la Iglesia comparan nuestra
alma a un velero con siete velas. En
esta comparación dicen que el marinero o capitán debe conocer el viento. El barco es nuestra alma, las tempestad es el
mundo que nos rodea, las 7 velas son los siete dones del Espíritu Santo, el
viento es el soplo del Espíritu Santo y el capitán del alma eres tú, y soy
yo. Nuestro destino: ¡la patria celestial! El día de nuestro bautismo fuimos bendecidos
con estos siete dones del Espíritu Santo.
¡Bendito sea Dios por siempre!
Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo —
Con el bautismo, somos incorporados a una nueva familia, la
Iglesia. Llegamos a formar parte de una
familia compuesta de, 1,3 billones de Católicos por todo el mundo, todos los
santos del cielo, y las almas del purgatorio — ¡Todos formamos una sola familia!
¡Dios derrama sobre nosotros una lluvia de gracias y bendiciones! Una vez bautizados, poseemos el derecho de
recibir «gracia actual». Las gracias actuales son impulsos divinos e
inspiraciones que obran maravillas en nuestro corazón y nuestra mente. Luz celestial llena nuestra mente y nos
impulsa a hacer el bien y promover la gloria de Dios. Y para fortalecer nuestra voluntad, Dios nos
da paz, alegría y entusiasmo en su servicio.
Cuando somos tentados, la gracia nos ayuda a resistir el mal y hacer el
bien.
La Santísima Trinidad y la Misa |
la «puerta» de la Iglesia — es la forma en que entramos en la vida
de la Iglesia. Una vez bautizados la
puerta a la recepción de los otros sacramentos se abre. El más grande de los sacramentos es la Santa
Eucaristía – el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús. Según santo Tomás de Aquino, ¡todos los
sacramentos se dirigen a un mismo punto y convergen en la Eucaristía!
hombre está en un estado constante de guerra mortal. Los tres enemigos principales de nuestra
salvación son el diablo, la carne y el mundo.
En el contexto del sacramento del bautismo el ministro realiza el rito
de exorcismo. Es un «exorcismo
menor» (no un exorcismo mayor). ¿Qué significa esto? El sacramento del bautismo es la primera
derrota del enemigo. La unción con el
óleo de los catecúmenos nos recuerda de las intrigas insidiosas del
enemigo. Sin embargo, ¡Dios, María, sus
ángeles y santos son mucho más poderosos!
el sacramento del bautismo, los padres y padrinos encienden la vela tomando la
luz del Cirio Pascual; el Cirio Pascual simboliza Cristo resucitado. El Señor verdaderamente ha resucitado,
¡Aleluya! Los padrinos de la persona
bautizada lo apoyan con su buen ejemplo y oraciones. (¡Esto es lo ideal!) Más aún, el niño tiene las oraciones,
sacrificios, buen ejemplo y enseñanza de los padres. Los padres que de hecho son llamados a ser
luz radiante ante los ojos del niño por su ejemplo de santidad. La tendencia del hombre es – ¡imitar lo que
ve!
la vida eterna! ¿Qué podría ser más
consolador que saber que un día estaremos con el Padre, el Hijo, el Espíritu
Santo, los ángeles y los santos por toda la eternidad. ¡Y todo comienza con esa pequeña semilla
sembrada en el alma en el momento del bautismo!
es nuestro Padre, Jesús nuestro hermano mayor y el Espíritu Santo nuestro
íntimo amigo, entonces María también ocupa un lugar especial. María es la hija del Padre, madre del Hijo y
esposa del Espíritu Santo. Eso significa
que María verdaderamente llega a ser, ¡nuestra Madre Espiritual!