En la tierra, la vida es un constante
combate, una guerra, un lucha, una resistencia contra tres enemigos: el diablo, la carne y el mundo. Hasta el momento de nuestro último suspiro,
estamos en una constante lucha contra el mal. Trabajemos hoy arduamente y luchemos con valentía para un día descansar en el cielo por toda la eternidad. Este es
el plan de trabajo y la estrategia de los santos, nuestros hermanos y hermanas
en el cielo.
duerme. Él trabaja 366 días al año, 8
días a la semana, 25 horas al día. En
verdad, nunca se toma unas vacaciones; y cuando nosotros vamos de vacaciones,
él nos acompaña. Este escrito dará los distintos nombres del diablo, tomados de la Biblia y de los santos. Se desarrollarán cinco cosas que el diablo
utiliza para meterse a nuestra vida, para tentarnos y sumergirnos en el
pecado. Los Padres del Desierto de forma
insistente nos recordaban de la importancia del autoconocimiento. Este conciso pero penetrante axioma puede ser
una luz para nosotros en la defensa contra el demonio:
nombres al diablo. Para comenzar,
veremos los nombres que la Biblia da al diablo:
Satanás, Lucifer (portador de luz), demonio, diablo, príncipe de este
mundo, la antigua serpiente y el acusador.
Jesús llama al diablo, »Un mentiroso y asesino desde el principio» (Jn
8) y Belcebú, que significa »dios de las moscas».
forma de llamar o describir al diablo.
Cada nombre manifiesta una descripción o dimensión del diablo. San Agustín lo llama, un perro rabioso atado
a una cadena. Santo Tomás de Aquino,
famoso por sus concisas definiciones teológicas, lo define por su función,
«¡El tentador!» San Ignacio de
Loyola, quien nos dio la meditación de las Dos Banderas (El combate mortal
entre Jesús y Satanás), le llama, «el enemigo de nuestra naturaleza
humana». San Martín de Tours le
describe como «la bestia sangrienta».
Finalmente, el Príncipe de los Apóstoles, san Pedro, llama al diablo
«un león rugiente que busca a quien devorar…» Tanto los nombres bíblicos como nombres que
los santos han acuñado, nos ayudan a entender la intención malévola del diablo.
El objetivo del diablo — El diablo tiene un odio
intenso a Dios. Por eso, el diablo odia
todo lo que Dios ama. De toda la
creación de Dios, el hombre es la corona de la creación — el hombre y la
mujer. El diablo odia a la persona
humana quien es creada a imagen y semejanza de Dios. La intención y el objetivo del diablo es
destruir al hombre, tentándole para que caiga en el pecado — sobre todo, el
pecado mortal, y lo tienta a que caiga repetidamente en pecado mortal, porque
así, se convierte en hábito, o más bien, en vicio. El vicio esclaviza, encadena, adiciona,
aprisiona, para que cuando la persona muera en este estado, pierda a Dios por
toda la eternidad, será condenado al fuego del infierno, será eternamente
torturado y atormentado por el mismo diablo.
Lo horrible que es esto, ¡pero cierto!
Debemos conocer el objetivo del diablo para luchar valientemente contra
sus ataques.
¿CUANDO LANZA SUS ATAQUES EL DIABL?
descansamos y a veces demasiado, ¡el diablo nunca duerme, no descansa! Nunca debemos bajar la guardia y decir,
«no hay moros en la costa, reina la calma, todo está tranquilo, el diablo
no nos puede atacar». Jesús con
palabras y parábolas constantemente nos advierte: ¡Velad! ¡Estén alerta! ¡Estén atentos! Vendrá como ladrón en la noche, cuando menos
lo esperes. En el jardín de Getsemaní,
Jesús advirtió a sus apóstoles, «Velen y oren, para que no caigan en
tentación, que el espíritu está dispuesto pero la carne es débil».
las Reglas de Discernimiento, san Ignacio de Loyola nos advierte sobre el
estado de desolación. ¿Qué es la desolación?
Veamos lo que dice el mismo san Ignatius: «Oscuridad del alma.
Agitación del espíritu, inclinación a lo que es bajo y terrenal,
inquietud debida a las muchas perturbaciones y tentaciones que conducen a la
falta de fe, falta de esperanza, falta de amor.
El alma está en un estado de pereza total, tibia, triste, y separada,
por así decirlo, de su Creador y Señor…» (Reglas de Discernimiento, Regla 4,
San Ignacio de Loyola). Cuando el
alma se encuentra en este estado, es entonces que somos blanco para el diablo,
que por cierto todos pasamos por esto.
Debemos conocer que armas espirituales y estrategia emplear para entrar
en combate mortal contra el enemigo. De
lo contrario, ¡el diablo nos vencerá con sus artimañas y engaños!
está también enfermo y cansado de atacarle!
Al contrario, cuando le ve agotado, sin energía y desgastado, agrupa sus
fuerzas y ¡redobla sus maniobras para matar!
Es doblemente necesario mantenerse vigilante y alerta espiritualmente.
aprovecha de la debilidad de los animales.
Es particularmente cierto, que los buitres detectan cuando un animal
está herido, incluso podría ser una persona humana. Cuando el buitre detecta un animal con alguna
herida abierta y que está por morir, ¡el buitre se prepara para el ataque con
otros buitres, vuelan y rondan a su víctima, descienden para matar y devoran
sin piedad! Como el buitre, el diablo
sabe bien cuando la persona está herida.
Una herida podría ser cuando la persona esta: llena de ira, amargura,
venganza, indispuesta a perdonar o lista para vengarse. La persona es presa fácil para la astuta
»serpiente antigua», para el »perfecto mentiroso», que se insinúa,
persuade, seduce, tienta y derrota.
veamos como analogía la conocida serie de Superman. El personaje de Superman tenía una fuerza
sobrehumana: volaba, corría a fuertes velocidades, brincaba paredes y edificios,
y tenía una fuerza hercúlea. Sin
embargo, si se le exponía a cierto elemento químico (ficticio), sus fuerzas se
agotaban completamente. Este elemento
químico era kriptonita. Cuando Superman
tenía contacto con kriptonita, era débil, era vulnerable como cualquier otro
ser humano. La kriptonita era su
«punto-débil». Vemos
nuevamente la decimacuarta regla de discernimiento de san Ignacio. San Ignacio describe al diablo como un
comandante, el líder de un ejército. Él
diablo se instala cerca de donde quiere conquistar; ¡una vez que el diablo
descubre el punto débil, se lanza al ataque para saquear, para matar y para
huir con el tesoro! Por lo tanto, ¡le
incumbe a todo seguidor de Cristo Rey conocerse a si mismo, conocer su
debilidad, conocer su «kriptonita» para protegerse y evitar una
catástrofe moral!
pasos prácticos (armas espirituales) en la lucha contra el diablo, para pelear
la buena batalla y para evitar sus asechanzas en el camino al cielo.
