En los dos artículos anteriores, hemos
presentado distintas prácticas para vivir una Cuaresma fructífera por medio de
una fuerte y ferviente vida de oración y acompañada de la práctica de la
penitencia. La penitencia da fuerza a la
vida oración — la oración puede mover montañas y lograr victorias como en el
ejemplo de Moisés.
la trilogía de »Vivir la Cuaresma».
Otra forma de decir «limosna» es »la práctica de la
caridad». La caridad tiene dos
dimensiones: la vertical que señala nuestra relación con Dios y la horizontal,
que es la relación con nuestro prójimo.
San Juan nos recuerda: «¿Cómo podemos decir que amamos a Dios a
quien no vemos, si odiamos a nuestro
prójimo que sí vemos?» Por
supuesto, este pasaje bíblico nos recuerda de la realidad clara y objetiva, que
el encuentro con Dios es posible en muchas partes, pero principalmente en
nuestro prójimo. Jesús dijo sin
reservas: «Cuando hiciste a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí
me lo hiciste.»(Mt 25)
importancia del amor, la caridad y el respeto a nuestro prójimo al igual que
ofrecer limosna. Tres de los escritos
del Papa Benedicto XVI abordan precisamente sobre el tema de la caridad — que
es otra palabra para el »amor sobrenatural».
Primeramente, la primera encíclica del Santo
Padre lleva por título «Dios es amor«. El Santo Padre inició su pontificado
escribiendo y publicando sobre la importancia del amor. Que por cierto, es la encíclica más comprada
en la historia de la iglesia. El Santo
Padre, como maestro universal, resalta la esencia de quién es Dios — Dios es
amor. Fuimos creados por un
desbordamiento del amor de Dios; fuimos creados para ser amados; fuimos creados
para responder a este amor, dando amor a los demás; finalmente somos llamados
para morir en el amor y vivir por toda la eternidad amando a Dios en el cielo,
¡en donde el amor es total y supremo!
Segundo, el Papa Benedicto XVI promulgó una
Exhortación Apostólica titulada «El
Sacramento de la Caridad«. Esta
obra maestra nos ofrece los medios por los cuales podemos verdaderamente vivir
el Evangelio del amor. Recibir el amor
de Jesús en el Santo Sacrificio de la Misa y recibir la Sagrada Comunión, es
vivir el Evangelio del amor. Al llevar
a cabo esta acción más sublime, de recibir la Sagrada Comunión, recibimos el
amor de Jesús – verdaderamente recibimos el Sacratísimo Corazón de Jesús en la
Sagrada Hostia – y es así, que somos capaces, ¡de amar con el mismo amor con
que Dios nos amó!
Benedicto XVI nos da un
breve y fuerte mensaje de Cuaresma sobre la importancia de la limosna (obras de
caridad) — esta es la tercer práctica que Jesús sugiere en el Evangelio para
el Miércoles de Ceniza. En este mensaje
alentador, el Santo Padre le presenta al mundo entero, como modelo que seguir,
la viuda pobre quien dio su pequeña ofrenda monetaria al templo. El mensaje es el siguiente. Jesús no se fija en la enormidad de la
contribución económica, sino en la pureza de corazón, la pureza de intención y
el simple anhelo de dar. Un famoso
predicador protestante lo resume de esta forma: «Dios elige a personas pequeñas, con pequeñas cosas, pero con corazones
grandes para obrar maravillosos milagros a través de ellos. (Adrian Rogers)
sobre la caridad, y su relación con la limosna, sumerjamonos en las
profundidades del amor de Dios, presentando cinco sugerencias concretas sobre
cómo dar limosna, cómo dar hasta que duela, cómo vivir el «¡Evangelio de
amor!»
1. La
caridad empieza por casa — Dice el
refrán : «Candil de la calle, oscuridad de la casa.» ¿El significado? En ingles se diría «El complejo Rip van Winkle». Rip van Winkle, era un personaje muy amable,
era la persona más caritativa de la ciudad, pero en casa, era un desastre. En otras palabras, Rip van Winkle siempre
estaba listo para ayudar a todo el mundo, menos a su propia familia. Quizás padezca usted del complejo «Rip
van Winkle». Propósito esta Cuaresma:
Trate de ser amable, cariñoso, manso y hable con voz suave, ¡empezando con los
miembros de su propia familia! Recuerde
el proverbio: «¡La caridad empieza en casa!»
de misericordia corporales: Lea el
Evangelio de san Mateo, capítulo 25: 31-45.
Aquí encontrará las «Obras de misericordia corporales». Dar de comer al hambriento, dar de beber al
sediento, vestir al desnudo, dar posada al extranjero, visitar a los enfermos o
presos — todas estas son obras de misericordia. Ore sobre esto, y pídale al Espíritu
Santo—con la ayuda de su Director Espiritual — ¡que descubra cuál de estas
obras Dios le está llamando a vivir plenamente en esta temporada de Cuaresma! «¡Habla Señor, que tu siervo
escucha!»
3. ¡Palabras
amables! — Que importante es una palabra amable,
cariñosa, caritativa, humilde y una palabra oportuna edificante. Las palabras nos pueden derribar o edificar.
Recuerde el refrán de san Buenaventura: «Debemos hablar en tres ocasiones: Para alabar a Dios, para acusarnos a
nosotros mismos y para edificar a nuestro prójimo (que significa, animar a
nuestro prójimo) San Francisco de
Sales lo dijo así: «Se puede atraer a más moscas con una cucharada de miel
que con un barril de vinagre». Para
ayudarnos en este ámbito, al discurso apliquemos la «¡Regla de
Oro!» Y es: «¡Todo cuanto
quieras que os hagan a ti, hazlo también a otros…. todo cuanto queréis que os
digan, decís a otros también»!
4. ¡Dar
de tu tiempo a tus seres queridos!
— Otra forma, no-material, de
dar, es dar generosamente de su tiempo a sus seres queridos, familiares o
alguien que tiene el corazón hecho pedazos o que se siente solo. El arte de saber escuchar es un talento
precioso, ¡pero pocos son expertos en ello!
Al sacerdote se le debe formar para saber dar de su tiempo, atención y
caridad a los que se sientan solos, abandonados y con el corazón roto. Al tratar con situaciones pastorales tensas,
pasa con frecuencia que a ellos que se sienten solos y deprimidos, el simple
prestar un oído y escuchar, les puede sacar del hoyo de la desesperación, y
dejar caer un resplandor de esperanza en su corazón! ¿Cuántos suicidios se podrían prevenir si
formáramos una nueva sociedad, un nuevo grupo parroquial llamado «¡La Cofradía
presta para escuchar!»
ofrecer limosna, ayuda monetaria, a la iglesia, los pobres o a alguna
institución benéfica, dé con generosidad y con gran confianza en la Divina
Providencia. La clave en dar o ofrecer
limosna, es estar perfectamente consciente que a quien damos es a Jesús. Jesús está verdaderamente presente en los
pobres, los enfermos, los que tienen hambre, los que tienen sed y los presos. «Lo que hagáis al más pequeño de
vuestros hermanos, lo hacéis a MÍ.»
Ofrecer el 10% de nuestros ahorros a alguna causa, más que dar dinero,
es confiar en el amor y cuidado de un Dios providencial, que dijo: «Mira
las aves del cielo y los lirios del campo….; Buscad primeramente el Reino de
Dios y su justicia y todo lo demás se te dará por añadidura …» (Sermón de la Montaña – Mt 6:25-34). Si damos a Dios a través de los pobres, con
generosidad y confianza ilimitada, ¡Dios nos dará abundantemente y por todas
nuestras necesidades! ¡Confianza! ¡Confianza!! ¡Confianza!!!
En conclusión, para alegrase en Cristo
Resucitado el día de Pascua, y durante la primera semana – la Octava de Pascua
– y los cincuenta días de la temporada de Pascua, debemos vivir la Cuaresma con
fervor, generosidad y una total confianza.
Entonces, oremos con todo el corazón, debemos sacrificarnos hasta el
punto de «dar hasta que duela», y amemos a los pobres en el Sagrado
Corazón de Jesús. ¡Dios dejará caer una
lluvia torrencial de bendiciones en esta vida y por toda la eternidad! ¡Que el
«sí» de Nuestra Señora sea nuestro «sí»!