Padre Edward Broom, OMV (P.Escobita)

Espiritualidad Católica Ignaciana y Mariana

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Jun 17 2013

¡Llamados a Consolar y Alentar!



Una de las características distintivas de la persona y vida de san Barnabé apóstol, fue su forma de animar y alentar a otros.  Bernabé significa «Hijo de exhortación», el que anima y entusiasma.  Por donde pasaba, a pesar de las muchas pruebas y tribulaciones, en particular con san Pablo, solía ser optimista, alentaba, apoyaba y consolaba. ¡Qué cualidades tan maravillosos!

 

¡Todos somos llamados a hacer lo mismo!   Nos deberían también llamar «Bernabé»—hijo (hija) de exhortación. ¿Por qué no hacer el firme propósito en este momento de buscar oportunidades para alentar a otros, apoyar a otros, consolar a otros y levantar a los desvanecidos como lo hizo Bernabé, como lo hizo Simón el Cirineo y el Buen Samaritano.

 

EL ESPÍRITU SANTO.   Entre los muchos títulos para el Espíritu Santo están «El Consolador» y «Dulce Huésped del alma».   El  «Dulce Huésped del alma» ha colmado nuestro corazón, nuestra mente y nuestra alma de abundantes consuelos, ¿por qué no compartir estos dones con los demás?

 

Por lo tanto, ¿cuáles son algunas formas prácticas en que podemos ser un Bernabé — un verdadero hijo/hija de consolación.  De hecho, hay muchas formas, ¡pero nos limitaremos a dar cinco!


1. LA ORACIÓN.  Al percatarse que alguien está pasando por un periodo de desolación, ¡rece por esa persona!  Dice san Ignacio, que la desolación es ese estado del alma en donde la fe, esperanza y caridad se encuentra débil.  La persona se siente triste y deprimida, tibieza en el servicio de Dios, una inclinación a cosas bajas, terrenas y sensuales, siente la tentación de ‘tirar la toalla’, de abandonar la lucha.  Por cierto, todos pasamos por este estado; aún Jesús pasó por esto en su agonía cuando oraba en el jardín de Getsemaní.  Cuando se encuentre con alguien en este estado, rece un Avemaría por él o ella y una corta y fervorosa oración al Espíritu Santo.  Estas oraciones, dichas con fervor y fe, ¡pueden disipar la nube de desolación!


2.  ¡SONRÍA!  La sonrisa es una señal clara de pertenencia a Cristo.  La sonrisa refleja la alegría presente en el fondo del alma.  Aunque es cierto que la tristeza es contagiosa, igualmente es cierto que la alegría es contagiosa, especialmente mediante ¡el simple gesto cariñoso de una sonrisa!


3. PALABRAS AMABLES Y ALENTADORAS.  Se podría decir que nuestras palabras son como un ascensor.  Si pulsamos el botón «arriba» el ascensor sube, si pulsamos el botón «abajo» el ascensor ¡baja al sótano!  Las palabras tienen el mismo efecto.  Palabras negativas y poco caritativas pueden arrastrar hacia la tristeza y la desolación.  En cambio, una palabra alentadora y positiva — como el ascensor que sube — ¡puede levantar el espíritu! ¿Por qué no seguimos las Reglas sobre el discurso de san Buenaventura: «Debemos abrir la boca en tres ocasiones: Para alabar a Dios, para acusarnos a nosotros mismo de nuestras faltas y para edificar al prójimo.»   ¡Gracias! san Buenaventura.  Este es un consejo excelente para ser un verdadero Bernabé — ¡un hijo/hija que alienta!

 
4.  SERVICIO.  Nuestra vida no debe ser sólo palabras, sino acciones.  Una vez conscientes que alguien necesita ayuda, sin perder tiempo, demos de nuestro tiempo, fuerzas y buena voluntad para servir —como Nuestra Señora que sin demora fue presurosa a servir a santa Isabel!  ¡Hechos son amores y no buenas razones!

 
5.  ¡ACOSTUMBRE DAR CUMPLIDOS A OTROS CON FRECUENCIA Y GENEROSIDAD!!!   Forme el hábito de hacer resaltar las buenas obras y logros de los demás y de halagarlos.  Algunos ejemplos podrían ser: ¡Una madre después de largas horas de preparar la cena merece reconocimiento y afirmación!  ¿Por qué no simplemente decir: mamá (o mi amor si es su esposa) que rica estuvo la cena!  Otro ejemplo: Su hijo saca buenas calificaciones en su boleta: «¡Buen trabajo hijo, Dios está contento con tu trabajo!»  Por último, cuando el marido regresa de un arduo día de trabajo y escucha las palabras alentadoras de su esposa: «¡Mi amor, gracias!  Gracias por tu dedicación, por tu trabajo, por proveer para las necesidades de la familia!  ¡Un millón de gracias!»

 

En resumen, muchos se dan a la desesperación y tristemente, y por diversas razones contemplan el suicidio.  El corazón humano es un misterio.  Sin embargo, una de las razones es porque vivimos en un ambiente en donde el negativismo, la crítica, el chisme y la amargura abundan — ¡todo esto derriba en vez de edificar!

 

¿Por qué no hacer el firme propósito, en este mismo momento, y asumir en la forma de vivir, este nuevo nombre de «Bernabé», hijo/hija de consuelo.  Ruegue al Espíritu Santo, el Consolador, que acuda en su ayuda.  Implore a la Virgen Santísima, a quien invocamos bajo el nombre de «Causa de nuestra alegría», para que seamos verdaderos Bernabés, ¡hijos/hijas de consolación!



¡Un último desafío!  He aquí un corto pasaje del Apóstol san Pablo que resalta este tema de alentar a otros.  ¡Un reto!  Cuente el número de veces que san Pablo nos exhorta a que animemos a otros.  Entonces, ¡póngalo en práctica!

¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios!  Pues, así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda también por Cristo nuestra consolación.  Si somos atribulados, lo somos para consuelo y salvación vuestra; si somos consolados, lo somos para el consuelo vuestro, que os hace soportar con paciencia los mismos sufrimientos que también nosotros soportamos.  Es firme nuestra esperanza respecto de vosotros; pues sabemos que,como sois solidarios con nosotros en los sufrimientos, así lo seréis también en la consolación. (II Corintios 1: 3-7)

 


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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Jun 17 2013

Que nuestro amor por la Eucaristía crezca

  

Antes de ascender al cielo, Jesús dijo que no nos dejaría huérfanos, dijo que estaría con nosotros siempre, hasta el fin de los tiempos.  En la Ultima Cena, Jesús celebró la primera Misa y nos dejó el regalo más grande.  Este regalo fue el regalo de sí mismo en la Sagrada Comunión.

En cada Misa celebrada por todo el mundo, y hasta el fin de los tiempos, Jesús desciende para estar con nosotros — Emmanuel — «Dios con nosotros».  Él está con nosotros en la Eucaristía.  Así como la comida nutre el cuerpo, la Sagrada Comunión verdaderamente nutre el alma.  En la Sagrada Comunión, por gracia sacramental especifica, el alma se nutre y se fortalece. 

El fruto de recibir la Comunión con amor, devoción, fervor y debida fe es nada menos que la vida eterna, con los ángeles, los santos y la Santísima Trinidad.  Esta fue la gran promesa de Jesús: «Yo soy el pan de vida.  Quien come mi Cuerpo y bebe mi Sangre tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».  Las puertas del cielo están abiertas para toda persona que abra el corazón a Jesús, el Pan de Vida, que llega a morar en nuestra alma en la Santa Comunión.

 

Las siguientes son diez sugerencias de cosas que podemos hacer para verdaderamente ser almas eucarísticas.  Leamos, meditemos y pongámoslas en práctica.  Lo que el mundo necesita hoy más que nunca, ¡son almas verdaderamente eucarísticas!
1. Acción de Gracias —  Debemos en cada instante y momento dar gracias a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, por el don más sublime que ha dejado a la humanidad.  Dios se regocija con un corazón humilde y agradecido.  La palabra «Eucaristía» significa «acción de gracias».  Con el salmista, elevemos el corazón en oración: «Demos gracias al Señor porque él es bueno; porque es eterna su misericordia.»

2. Visitas Eucarísticas — Como sacerdote y religioso, que gran bendición es tener a Jesús viviendo bajo el mismo techo en el tabernáculo de nuestra pequeña capilla.  Por esto, ¡se nos facilita hacer una pequeña visita eucarística!  Sin embargo, los laicos también deberían esforzarse por hacer pequeñas visitas a Jesús Sacramentado cuando tengan una oportunidad.  Aun una visita de cinco minutos, hecha con profunda fe y amor ardiente, es un gesto que enciende el corazón Eucarístico de Jesús y Él a su vez encenderá tu corazón por tu esfuerzo y atención.  Este es un pequeño poema que aprendí cuando era niño: «Cada vez que veo un templo, me detengo y entro por un momento, para que cuando yo muera, el Señor no diga, ¿a quién es que contemplo?»   Démosnos la oportunidad de conocer a Jesús, a quien estaremos amando y adorando ¡para toda la eternidad!    

3. Comuniones Espirituales — No siempre es posible recibir a Jesús en el Sacramento de la Eucaristía.  Diversos factores nos pueden impedir comulgar diariamente, pero nada puede impedir que hagamos comuniones espirituales.  La comunión espiritual se puede hacer las veces que uno lo desee, en cualquier momento y en cualquier lugar.  ¿Cómo se hace?  Con una oración espontánea o con la siguiente oración: «Jesús, en este momento no puedo recibirte sacramentalmente en la Sagrada Comunión, pero ven espiritualmente a mi alma.  Amén.»  Esta pequeña oración hecha con gran fervor — como fuelle que aviva la llama — aviva la llama de amor por Jesús Sacramentado.  La Exhortación Apostólica del Papa Benedicto XVI, «Sacramentum Caritatis» anima vivamente esta práctica, al igual que el gran Doctor de la Iglesia que tenía un amor infinito por Jesús Sacramentado — san Alfonso María Ligorio.

4.  La Hora Santa —  Una visita larga es aún mejor aún que una visita corta a Jesús Sacramentado.  ¿Por qué no formar el hábito de hacer una hora santa diaria.  Uno de los más grandes en promover esta práctica fue el venerable arzobispo Fulton J. Sheen.  Este hombre de Dios quien escribió 66 libros, fue uno de los primeros tele-radio evangelistas, encabezó la Asociación para la Propagación de la Fe y fue arzobispo, fue tenazmente fiel a su Hora Santa diaria.  A pesar de sus muchas obligaciones, este gran y santo arzobispo siempre hizo tiempo para estar con su Dios y Señor, Jesús Sacramentado.  Fue él quien acuñó la expresión, ‘‘la Hora de Poder».

5. La finalidad de la Misa: Las 4 siglas A.C.T.S — Al rezar tenga presente el objetivo, la finalidad de la Santa Misa: Adoración (A), Contrición (C), Te damos gracias (T), Súplica (S).  Es bueno memorizarse estas cuatro siglas –A.C.T.S.— apréndase y memorice estas importantes finalidades de la Misa.  Estos cuatro sentimientos son de valor incalculable con respecto a la Hora Santa y al sumergerse en la realidad sublime de la Santa Misa!  San Ignacio nos recuerda en Principio y Fundamento, lo que es nuestro primer deber en la vida y en la eternidad: «El hombre es creado para alabar y hacer reverencia a su creador…» (Ejercicios Espirituales #23).

6. Adornar y embellecer el santuario de Dios — El santo cura de Ars, san Juan María Vianney, vivió una pobreza y mortificación extrema.  En los primeros años de su sacerdocio, acostumbraba hervir una hoya de papas para toda la semana y ¡se comía dos al día!  Esa era su humilde dieta.  Dormía en el suelo y se aplicaba la disciplina por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados.  Su pobreza era extrema, por no decir más.  Sin embargo, con respecto a su pequeña iglesia, las vestimentas, el cáliz, el santuario, las casullas y el adorno en general, el cura de Ars se esmeraba de forma majestuosa.  Empleaba cuantiosas sumas de dinero para la casa de Dios.  Decía, «Para el Señor, ¡lo mejor!»  Por lo tanto, debemos hacer todo lo que podamos para adornar y embellecer la Iglesia — que es el Santuario de Dios vivo—como lo hizo el santo cura de Ars y muchos otros santos, seamos desbordantes de generosidad.  No olvidemos que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo.  ¡Démosle la debida reverencia!

7. Lectura —  En verdad, la buena lectura espiritual puede encender nuestro amor a la Eucaristía.  Dos formas de  lectura son altamente recomendables: la lectura doctrinal y lectura devocional.  Doctrina sin devoción puede dejar sequedad en el corazón; devoción sin doctrina, por el contrario, puede llevar a un sentimentalismo de semblanza piadosa.  ¡Debemos nutrir tanto cabeza como corazón!  Son ilimitados los escritos sobre la Santa Eucaristía, tanto en el ámbito doctrinal como devocional.  Por lo tanto, daré solamente unas cuantas sugerencias.  En el ámbito doctrinal, en este Año de la fe, el Papa Emérito Benedicto XVI sugiere que leamos los documentos del Vaticano II.  La perla de valor infinito sería  «Sacrosanctum Concilium» – el documento que da una explicación precisamente sobre la Sagrada Eucaristía, la Santa Misa y la liturgia en general.  Además, es altamente recomendable leer la Exhortación Apostólica Postsinodal del Papa Benedicto XVI «Sacramentum Caritatis«.  Esta obra maestra espiritual resume de forma clara y sucinta los desafíos que el mundo moderno enfrenta para conocer la Liturgia, para amarla y para ¡vivirla al máximo!  Lea esta Exhortación Apostólica; ¡es una necesidad!   Ahora, en el ámbito de la lectura devocional, también abundan los escritos sobre la Eucaristía.  Por lo tanto, sugiero tres.  Primero, «El Diario de of santa Faustina: La divina misericordia en mi alma», Cuarto libro (números del 1804 -1826).  Aunque son pocos números, son muy ricos en contenido, describen cómo esta gran santa moderna preparaba su alma para recibir a Jesús en la Santa Comunión.  Todos podemos sacar gran provecho de esta breve lectura, o más bien dicho, ¡de esta meditación!  Segundo, el libro de Tomás Kempis,  «Imitación de Cristo».   Esta obra maestra espiritual es una de los grandes clásicos en la historia del cristianismo.  La obra está compuesta de cuatro partes llamados libros, el último libro trata exclusivamente del Santísimo Sacramento del Altar y cómo recibir la Santa Comunión con fervor.  Por último, san Pedro Julian Eymard, ferviente apóstol de la Santísima Eucaristía, es autor de una colección de libritos devocionales, que manifiestan diferentes aspectos del mayor tesoro de la iglesia.  Estos escritos tratan temas como:  la Santa Misa, la Santa Comunión, María y la Santa Eucaristía, preparación y acción de gracias —cada escrito si se lee en forma de meditación ¡puede transformar nuestra vida!

8. La Santa Misa y la Comunión  — Sobra decir, lo más grande que podemos hacer es asistir al Santo sacrificio de la Misa, participar plenamente, activamente y conscientemente y cada vez recibir la Santa Comunión con mayor amor.  Ese debe ser nuestro objetivo que en cada Misa y en cada Comunión, ¡que recibamos a nuestro Señor y Salvador con mayor amor!

9. Misa diaria y la Santa Comunión — Es interesante, en el Padrenuestro decimos «Danos hoy nuestro pan de cada día».  En este segmento daremos una interpretación eucarística a la oración más conocida en el mundo.  Es necesario nutrir nuestro cuerpo diariamente; porque de lo contrario la debilidad y la enfermedad nos acogerá!  La importancia de nuestra alma prevalece sobre la de nuestro cuerpo.  Por lo tanto, ¿acaso no deberíamos tener como objetivo comulgar diariamente? y así poner en práctica el Padrenuestro en forma »Eucarística».  «¡Danos hoy nuestro pan de cada día!»  La acción más grande que el ser humano puede hacer en esta vida es recibir a Jesús, «el Pan de vida», recibirlo en la Santa Comunión con viva fe, con frecuencia y con amor ardiente!  ¡Por qué no empezar hoy!

10. Alma Eucarística — Misionero de la Eucaristía  —  Hay una lazo estrecho entre el misterio de la Anunciación y la Visitación.  En la Anunciación, María recibe a Jesús en su Inmaculado Corazón.  Se podría decir que fue la Primera Comunión de María.  Como respuesta a esta efusión de amor en su Inmaculado Corazón, de la madre de Dios, sin demorar, sale presurosa para llevar a Jesús a los demás, a su prima santa Isabel, quien a su avanzada edad estaba esperando a san Juan Bautista.  ¡La interpretación!  Igual que María, después de recibir a Jesús en nuestros corazones en la Sagrada Comunión, se debería prender la chispa de celo apostólico en nosotros, para llevar a Jesús a otros y acercar a otros a Jesús.  La Eucaristía debería transformarnos en un «imán eucarístico» — imán que atrae a otros a Jesús y a su Cuerpo Místico, la Iglesia.  Como dice san Pablo,: «Ya no soy yo que vive, sino Cristo que vive en mí.»  O como la oración de acción del beato Juan Enrique Newman: «Deja que alcen la mirada y ya no me vean a mí, sino a ti, Señor.»
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Jun 17 2013

UN ESPOSO SANTO, UN REGALO DE DIOS

»Sed santos como es santo vuestro Padre Celestial.»  Estas palabras de Jesús, tomadas del Sermón de la Montaña, ¡son un mandato universal!  Esto debe llevarse a cabo segun la vocación especifica de cada uno.

¿Cuáles son algunas formas específicas en que el hombre que haya elegido el estado matrimonial, puede vivir este llamado y mando universal, de ser santo como es santo nuestro Padre Celestial?

Este breve ensayo, se centrará en la relación del esposo con Dios y con su esposa.  Para el hombre casado, la jerarquía de importancia debe ser la siguiente: Dios, esposa, hijos y entonces los padres y familiares.  Cuando esta orden está al revés, ¡los problemas y la confusión inundan a la familia!  He aquí cinco elementos para construir una familia sólida y santa.

1. Rezar por su esposa — Un esposo santo y noble, debe ser un hombre de oración. Debe rezar con fervor y con frecuencia por toda su familia; pero, primero en la lista de oración debe estar su esposa.  Debe diariamente rezar por su conversión, su santificación y su salvación eterna.

2. Rezar con su esposa —
No sólo debe rezar por su esposa, sino debe tener el hábito de rezar con su esposa.  Con frecuencia, el »típico hombre macho» le pede a su esposa que rece por él y quizás le dice que el rezará a solas o en privado, y pone excusas para no rezar con ella.  ¡Esto está mal!  ¡San José se destaca como ejemplo brillante a seguir!  Sin duda, este gran Santo elevaba oraciones fervientes y frecuentes cuando estaba a solas, pero también rezaba con su esposa—la Santísima Virgen María.

3. El momento perfecto para rezar — Entre todas las actividades, la oración se puede considerar la más fácil, y al mismo tiempo la más difícil. ¿Por qué?  Porque, podemos rezar en cualquier momento, en cualquier lugar y con las palabras que deseemos —¡parece fácil!   Pero hay cuatro cosas que hacen difícil la oración, y las cuatro empiezan con la letra »D»: el diablo, las distracciones y los deberes diarios.   Todo esto tiende a sofocar la oración.  Por lo tanto, los esposos deben dar prioridad a »momentos óptimos» para rezar juntos: La oración de la mañana, bendecir los alimentos, el santo Rosario y si es posible asistir a Misa y comulgar juntos.  Cuando el esposo toma la iniciativa para orar juntos, esto sirve como una especie de «adhesivo indestructible» que los hace un conjunto armonioso y unificado.  Con que verdad resuenan las palabras del sacerdote del Rosario, el P. Patrick Peyton: «La familia que reza unida, permanece unida

4. Ofrezca Misas por su esposa — Toda esposa que toma en serio su vida espiritual se alegraría inmensamente, si el día de su cumpleaños, al igual que el día de su aniversario de boda, su marido ofrece la Misa por las intenciones de ambos.  De hecho toda oración es buena y agradable a Dios si se ofrece con pureza de intención y con un  noble propósito.  Pero la oración más grande por amplio margen es el Santo Sacrificio de la Misa.  Una Misa vale más que todas las oraciones privadas.  ¿Por qué?  La Misa es OPUS DEI — la obra de Dios.  Maridos, la próxima vez que cumpla años su mujer, o en su aniversario de bodas, por qué no con tiempo pedir una Misa por el tesoro de su vida, ¡su querida esposa!

5. ¡Consagrar a la familia al Inmaculado Corazón de María y al Sagrado Corazón de Jesús! — Todo padre de familia es llamado a ser el «jefe» de familia, así como el »sacerdote» de la familia.  ¡Qué gesto tan sobrenatural y sublime de ese marido, que toma la iniciativa de consagrar a su esposa, hijos y toda su familia al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María!  Esto tomaría un poco de trabajo: tendría que comprar el material (libros o folletos), obtener las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, fijar la hora e invitar al sacerdote para entronizar las imágenes.  ¿Cuántas esposas no estarían desbordantes de alegría, al ver que sus esposos toman la iniciativa de consagrar su vida y su familia a los ¡Corazones de Jesús y María!
El esposo es llamado a ser la cabeza y jefe de familia; o si le parece esta analogía, es llamado a ser el »sacerdote» de la familia.  Esto significa que es llamado a una profunda vida de oración que se manifiesta en su oración privada, en la oración familiar, y aun más, cuando busca tiempo y lugar para rezar con el tesoro de su vida, ¡su esposa!  Que tan cierto es: »La familia que reza unida permanece unida.» 
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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: ARTICULOS

Jun 16 2013

Corpus Christi

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Padre Ed Broom, OMV es miembro de los Oblatos de la Virgen María y Pastor Asociado en la Iglesia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens, California.

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Written by Fr. Ed Broom, OMV · Categorized: Podcast

Jun 16 2013

Pasos para Superar la Pornografía

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