En el quinto capítulo del Evangelio de san Lucas, Jesús se encuentra en su labor apostólica predicando la Palabra de Dios.  Los Apóstoles pescaban sin éxito.  Jesús entonces le pide a Pedro que le permita entrar al barco.  Jesús sigue predicando desde la barca de Pedro y cuando acaba, le manda tirar las redes para la pesca.  Toda la noche Pedro había estado pescando sin éxito y aunque no pensaba pescar nada en ese momento y ese lugar, obedece a Jesús y tira la redes.  Cuán grande fue el resultado que Pedro llamó a sus compañeros para que le ayudarán a jalar la abundante pesca.  ¿Por qué pescó tanto?  Porque Jesús estaba en la barca y porque había obedecido la Palabras de Jesús.

Igual que Pedro, tu y yo somos llamados de ser pescadores.  Jesús dijo, »Serás pescadores de hombres.»  Y esto es la finalidad de la vida apostólica — pescar hombres; tirar las redes y salvar almas.

Por consiguiente, presentaremos quince cosas concretas que podemos hacer para ser »pescadores de hombres»,verdaderos apóstoles que colaboran con Jesús para salvar almas para el Reino de Dios.  Lea y medite estas sugerencias.  Vea cuál le inspira el Espíritu Santo a llevar a cabo, comuníqueselo a su director espiritual y tire las redes!

1.  ORACIÓN EN FAMILIA.  ¡Anime a su familia a bendecir los alimentos antes de comer!

2.  ROSARIO EN FAMILIA.  »La familia que reza unida permanece unida.»

3.  IMÁGENES RELIGIOSAS.  Reemplace imágenes mundanas (como un calendario o almanaque) con imágenes de Jesús, María, los ángeles y los santos.

4.  ENTRONICE.  Entronice la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, el Inmaculado Corazón de María y la Divina Misericordia en su hogar.  Que Jesús reine en su hogar y María sea su Reina.

5.  BIBLIA. Entronice la Biblia en un lugar prominente, colocándolo en medio de dos veladoras.   Pero procure que nos sea sólo un adorno sino léalo y medítelo.  Cuan cierto es el dicho:  »Aquel cuya Biblia se esté desbaratando no tendrá una vida que se está desbaratando.»

6.  BIBLIOTECA/COLECCIÓN DE LIBROS RELIGIOSOS.  Tenga una biblioteca con buenos libros:  la Biblia, la vida de los santos, manual de examen de conciencia, los escritos de los papas, los escritos de los Doctores de la Iglesia y buenas revistas y diarios católicos.  Un alma se puede salvar leyendo un buen libro! (Como es el ejemplo de san Ignacio)

7.  COLECCIÓN DE VIDEOS.  Debemos mantenernos al día.  En los últimos diez a quince años, Ignatius Press ha hecho un trabajo maravilloso no sólo publicando buenos libros católicos sino sacando al mercado muy buenas películas en video y en dvd, como lo son la vida de los santos.  Vale mencionar la vida de san Juan Bosco, Padre Pío, Bakhita, Madre Teresa de Calcuta, Molokai y el P. Damián, santa Rita de Cascia, san Agustín y los Papas: el Papa Juan XXIII, Papa Pablo VI, Papa Juan Pablo I y por supuesto, el beato Papa Juan Pablo II — estos son sólo algunos cuantos de los numerosos que hay.

8.  ¡NOCHE DE CINE!  Estos vídeos no son sólo para agarrar polvo.  Organice una noche de familia cada semana, compre pizza, vean la película de la vida de un santo e y al final platíquen sobre lo que vieron.  Esto podría ser un medio muy eficaz de evangelizar a su familia usando los nuevos medios de comunicación.  ¡Hágalo!

9.  CONFESIÓN MENSUALMENTE.  Que el padre de familia organice y lleve a todos a confesarse cada mes.  ¡Y que todos vayan!  ¿Por qué?  Todos somos pecadores, ¡menos Jesús y María!  Que mamá y papá pasen primero para dar el buen ejemplo a sus hijos.  El ejemplo arrastra.  

10.  APOSTOLADO EN LA FAMILIA.  ¿Por qué no hacer algún apostolado en familia?   ¡Las opciones son muchas!  Puede caminar en frente de una clínica de aborto rezando el Santo Rosario por los niños no nacidos.  Este apostolado dejará una huella indeleble en sus hijos.  Que nuestra vida contemplativa se desborde a nuestra vida activa y nuestro apostolado.

11.  APÓSTOL MARIANO.  Antes que nada, sea fiel y fervoroso en su rezo diario del Rosario.  Ahora, en el ámbito apostólico trate de que otros recen el Rosario.  Empiece con su propia familia que es la »Iglesia doméstica».  Anime el rezo del Rosario en su parroquia y promuévalo cada vez que la situación se presente.

12.  REZO DEL ROSARIO EN LA COMUNIDAD.  Organice a otras familias a rezar el Rosario para que cada semana se turne una familia.  Arregle un altar con una imagen de María, con veladoras y los rosarios en un canasta.  Prenda la veladora y que comience la oración.  Tenga también folletos y rosarios para regalar.

13.  NOVENARIO DE ROSARIOS.  Cuando alguien fallezca, es tiempo oportuno de rezar.  Rece con no creyentes y con católicos que se han distanciado del rebaño — el número supera millones — son vulnerables y se abren a la oración para pedir por sus seres queridos.  Incluso puede visitar esa casa y rezar el Rosario por nueve días consecutivos.  Esto puede fortalecer la fe de aquellos que ya tienen fe y a los que están débiles en su fe a recuperarla.

14.  APÓSTOL DEL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN.  El Papa Pío XII dijo: »El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado.»  El llamado es urgente, la conciencia de los creyentes se debe formar.  No hay mejor forma de hacerlo que invitarlos a hacer una confesión sacramental.  Tenga a la mano un Boletín de la Iglesia para regalar.  Consiga quizás un buen manual de Examen de Conciencia.  Si gusta, he escrito un Nuevo Manuel de Examen de Conciencia y esta disponible gratuitamente en el internet en FrEdBroomblogitospot.com.  Con que frecuencia sucede que muchos al repasar un examen de conciencia detallado dicen »Yo no sabia que eso era pecado…»  ¿Y por que es esto?  Por que hoy en día hay una carencia en cuanto a la formación de la conciencia.  La Escritura nos dice que en el tiempo de Jonas la gente no sabia distinguir entre su mano izquierda y su mano derecha.  Igual hoy, muchos no saben distinguir entre su mano izquierda y su derecha respecto a la vida espiritual.  Seamos entonces un apóstoles del sacramento de la Confesión.

15.  APÓSTOL DE LA DIVINA MISERICORDIA.  Jesús nos comunicó mediante su »Apóstol de la Divina Misericordia», santa Faustina Kowalska, que Su más grande atributo es su infinita misericordia.  El beato Papa Juan Pablo II reitera este mismo concepto cristiano en su encíclica Dives Misericordia — Dios es rico en misericordia.  Quizás usted esté llamado a ser apóstol de la misericordia.  ¿Cómo?  ¡Lea el diario de santa Faustina y vívalo!  Una forma concreta de ser apóstol es animar y alentar a otros a que recen al coronilla de la Divina Misericordia a las 3 de la tarde, la hora de la misericordia.  Pero igual se podría rezar la coronilla a cualquier hora.  Pero hay una hora especial y un lugar especial de promover esta hermosa practica de la Divina Misericordia.  Es al lado del lecho de muerte de un moribundo lecho de muerte, antes de encontrarse con Jesucristo nuestro Salvador y Redentor.  Cargue consigo estampas de la Divina Misericordia y repártalas para que los que estén alrededor del moribundo puedan rezar.  Jesús hizo esta maravillosa promesa, el alma de esa persona por morir alcanzará la misericordia de Dios y la salvación eterna cuando se rece la Coronilla de la Divina Misericordia.  ¡Sea entonces Apóstol de la Divina Misericordia!  ¡Qué forma tan excelente de expresar celo apostólico!

Cuentan las crónicas que, cuando San Ignacio envió a San Francisco Javier al Oriente a salvar almas, le dijo: “¡Id, inflamad todas las cosas!”  Estos dos gran amigos no se volverían a ver hasta el día que se reencontraran en el cielo!

Los santos tienen dos cualidades (como una arma de doble filo):  un amor ardiente a Dios que les consumía y hambre y sed insaciable por la salvación de las almas.

El P. John Hardon, S.J. afirma que el Sacramento de confirmación es una llamada ardiente al apostolado.  Al recibir una efusión del Espíritu Santo, ¡una pasión ardiente de amor a Dios y la salvación de las almas nos debiera consumir!

San Alberto Hurtado, sacerdote Jesuita, chileno y santo moderno, amó a Dios y las almas hasta el punto de una entrega y agotamiento total.  Una de las frases retadoras que decía era: »Hay dos lugares para descansar, el cementerio y el cielo.»  En una ocasión un amigo suyo pensaba que se le estaba pasando la mano, que estaba trabajando demasiado, otro santo Jesuita, San Pedro Canisio le replicó: »Tendremos toda la eternidad para descansar, ahora es tiempo de trabajar.» 

¿Qué motivaba a estos santos?  Un amor ardiente a Dios les motivaba al igual que el perfecto conociemiento del valor de una sola alma inmortal.  Santo Tomás de Aquino lo afirmó: »Una sola alma inmortal vale más que todo conjunto de la creación.»  Y si eso fuera poco para motivarnos en celo apostólico, pensemos en la Preciosa Sangre de Jesús.  Cada gota de la Sangre Preciosa que Jesús derramó el Viernes Santo en el Calvario la derramó por la salvación de todas las almas y en particular por ¡mi alma y tu alma!

San Pedro afirma: »Habéis sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo» (1 Pe 1, 18-19)

En la oficina de san Juan Bosco se encontraba escrito sobre la pared en latín.  Decía: »Dame almas y quítame todo lo demás.»  Esto fue el lema que motivó la vida de este gran santo quien trabajo incansablemente para salvar a tantos jóvenes cuya salvación corría peligro.

San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales, nos conduce primero en un ejercicio sobre el pecado, estas meditaciones culminan con la Confesión General y la contemplación del »Llamamiento del Rey temporal».  En esta meditación, pedimos la gracia de no ser sordos a su llamamiento.  Esta contemplación Ignaciana es para infundir en nosotros una hambre insaciable y celo por la salvación de las almas. 

El Doctor místico de la Iglesia, san Juan de la cruz, dijo que el celo apostólico es manifestación de una caridad autentica porque cuando se ama a Dios también se ama lo que Dios ama.  ¿Qué es lo que Dios más ama en toda su creación?  Sin lugar a dudas, ¡la salvación de las almas!

Si el testimonio de estos santos fuese poco para prender en vuestro corazón el fuego del amor y celo por las almas, que las palabras de Jesús nuestro Salvador, Dios y Señor le mueva!  Veamos estos tres versículos alentadores: «¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?  Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?»  Estas palabras se las repetía san Ignacio a san Francisco Xavier para llegar a su corazón y moverlo a la conversión.  También Nuestro Señor dijo: «He venido a traer fuego a la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!»  Ahora, en este tercer versículo, Jesús nos da un ejemplo de la naturaleza y nos desafía a vencer la pereza y a que despertemos de la autocomplacencia. «La mies es abundante y los obreros son pocos, rogad pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10, 1-12)

El arzobispo Fulton J. Sheen, predicaba una vez sobre Jesucristo nuestro Salvador y Señor y dijo que Jesús era el más grande de todos los maestros.  Pero su misión principal y fundamental y la razón de su venida a la tierra fue para ser nuestro ¡SALVADOR!!!!

Jesús fue concebido en el vientre purísimo de María, nació, vivió, sufrió y murió en la cruz para salvar a la humanidad, y en forma más específica, a ti y a mí de las garras del diablo, de la esclavitud del pecado y del fuego del infierno.  Es por esto que su Nombre, que fue dado por el arcángel Gabriel a la Santísima Virgen María en la Anunciación fue JESÚS.  ¿Por qué?  »Porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.» (Lc 1, 31)

Tengamos siempre el más grande respeto por el Nombre que está por encima de todo nombre:  ¡JESÚS!  ‘‘Al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra.» (Flp 2,10)

CONCLUSIÓN:  En su oración, ofrezca esta reflexión a Jesús y al Espíritu Santo.  Pregúntese, ¿en verdad amo a Dios?  Si lo amo, ¿le demuestro mi amor con hechos?  ¿Tengo un celo ardiente como los amigos de Dios, los santos?  ¿En mi corazón arde la pasión que me consume para oír la voz de Cristo Rey y para trabajar arduamente con Él por la salvación de las almas?  Medite sobre esto.  Pida a María Santísima, la Reina de los apóstoles, quien con celo llevó a Jesús en su vientre a santa Isabel y Juan Bautista, para que prenda en su corazón un fuego insaciable y celo.   “Id, inflamad todas las cosas”