¡Qué fascinantes son los santos!, dinámicos, atractivos, carismáticos, de épocas, lugares, culturas y temperamentos diferentes, y atraen y ameritan ser imitados por todos.
El Catecismo de la Iglesia Católica da dos motivos poderosos por los que debemos venerar, honrar y confiar en la presencia de los santos. No olvidemos las tres dimensiones de la Iglesia: la Iglesia Sufriente, las almas del purgatorio; la Iglesia Militante, los soldados de Cristo que luchan por Cristo y por la salvación («nosotros vivientes»); y, además, la Iglesia Triunfante, los santos del Cielo. La Iglesia Triunfante, la Comunión de los santos, que, aunque hayan muerto físicamente, viven ahora más que nunca de forma espiritual.
Concretamente, las dos formas mediante las cuales los santos pueden ayudarnos son las siguientes: 1) El poder de intercesión; 2) El magnífico ejemplo que nos han dejado para imitar y seguir. Ellos son, en efecto, nuestros admirables amigos en el Cielo.
INTERCESION. Los santos pueden interceder por nosotros. Cada vez que pensamos en ellos y o conversamos con ellos, los santos interceden con gran fervor por nuestra conversión, santificación y salvación eterna. Es decir, cada vez que hablamos con ellos en la oración, ellos interceden por nosotros. Su intercesión es muy poderosa porque son amigos íntimos de Dios en el Cielo y lo seguirán siendo por toda la eternidad.
IMITACIÓN. Todos necesitamos modelos, héroes, figuras para imitar, que nos animen, sobre todo en lo que se refiere a la virtud y la santidad.
DIFERENCIAS Y SIMILITUDES ENTRE LOS SANTOS. Cada santo tiene una época, una cultura, una capacidad intelectual, un carácter y un temperamento distinto. Sin embargo, existe un punto en común entre ellos. El denominador común que los une es, sencillamente, su amor a Jesús, el Más Santo de todos los santos, Jesús, verdadero Amigo, el CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA…
LLAMADA UNIVERSAL A LA SANTIDAD. Los santos están en el cielo y Dios les ha confiado el don de colaborar en nuestras vidas aquí en la tierra. Si los invocamos, ellos escuchan nuestras oraciones, y las presentan ante el trono de Dios, y Él escucha nuestras oraciones y nos ayuda. Un dato que desconoce la gran mayoría de los creyentes se encuentra en el Capítulo V de Lumen Gentium, la Constitución Dogmática sobre la Iglesia. «La llamada universal a la santidad». Lumen Gentium, considerada la Constitución Dogmática más importante del Concilio Vaticano II, el Capítulo V insiste en que la santidad, llegar a ser santo es una llamada universal. Todos y cada uno de nosotros individualmente estamos llamados a ser santos, y ¡grandes santos!
A continuación, presentamos algunos pasajes bíblicos, y daremos dichos de santos sobre la llamada universal a la santidad. Repito, no es algo opcional ser santo, sino que ¡es un deber! Si le gusta que lo expresemos en sentido gramatical: ¡no es un condicional, sino un imperativo! ¡Es preciso hacerlo! No se trata de un capricho o de un deseo, sino de un imperativo.
PRIMERO: ¿QUÉ NOS DICE LA BIBLIA, LA PALABRA DE DIOS? JESÚS DICE…
- «Sed santos como es santo vuestro Padre celestial».
- » Dichosos los que tienen hambre y sed de santidad, ellos serán saciados».
- San Pablo a los Tesalonicenses: «Esta es la voluntad de vuestro Padre celestial, vuestra santificación…».
DOS, QUÉ HAN DICHO LOS SANTOS SOBRE LA LLAMADA A LA SANTIDAD
1. Santa Madre Teresa de Calcuta decía a las jóvenes: Si quieres llegar a ser hermana (monja) tienes que llegar a ser santa, si no, no entres a ser Misionera de la Caridad. Madre de Teresa afirmaba con insistencia: «La santidad (hacerse santo) no es privilegio de unos pocos, sino deber de todos».
2. LEÓN BLOY. (FAMOSO ESCRITOR CATÓLICO FRANCÉS) «La peor tragedia que podemos sufrir en la vida es no habernos convertido en el santo que Dios nos ha llamado a todos a ser.»
3. SAN JOSÉ MARÍA ESCRIBA BALAGUER. El Fundador del Opus Dei, santo de nuestra epoca, insistía a todos los miembros del Opus Dei -la obra de Dios- en que todos debían trabajar por la santidad según su propio estado de vida. El fontanero, el profesor, la mujer casada, la monja, el jardinero, el sacerdote, el obispo, el limpiabotas… todos están llamados a ser santos según su propio estado de vocación en la vida. Se sabe que San José declaró: «La mayor crisis del mundo es la falta de santos».
4. SANTO DOMINGO SAVIO Y SAN JUAN BOSCO. Santo Domingo Savio, patrono de la juventud, que murió a los 14 años, pidió a San Juan Bosco una gracia especial. Domingo Savio le dijo a Bosco: «Yo soy la tela y tú el sastre; ¡haz de mí un santo!». Dejemos nuestra vida en manos de los santos, los verdaderos amigos de Dios, y roguémosles que intercedan por nosotros para que lleguemos a ser los santos que Dios nos ha destinado desde toda la eternidad.
5. SAN FRANCISCO DE SALES: INTRODUCCIÓN A LA VIDA DEVOTA. San Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia, manso, amable y gentil, es autor de un clásico literario-espiritual: Introducción a la Vida Devota. Este clásico universal de la literatura contiene en su totalidad pasos prácticos, que nos enseñan las decisiones y acciones que debemos emprender para llegar a vivir la santidad heroica, para convertirnos en el santo que Dios quiere para nosotros.
6. SIERVA DE DIOS LUCIA DE LOS SANTOS (VIDENTE DE FATIMA). El día de su Primera Comunión, siendo solo una pastorcita, al recibir por primera vez a Jesús Eucaristía pidió esta gracia: ¡Señor Jesús, hazme santa! ¡Qué verdad!
7. BEATO CARLO ACUTIS: Como santo Domingo Savio, Carlo fue un joven santo, montó una página web sobre Milagros Eucarísticos, orientó su vida a hacerse santo. El Beato Carlos afirmaba: «El camino más rápido a la santidad es la Sagrada Eucaristía». Sigamos el consejo de este santo adolescente.
8. SAN JOSÉ LUIS SÁNCHEZ RÍOS. Otro joven santo que murió como mártir en la Revolución Cristera en México, que fue torturado, acuchillado y finalmente fusilado se convirtió en santo gracias a la Eucaristía. Cuando estaba encarcelado, su tía le llevaba a escondidas la Sagrada Eucaristía. La película moderna Mirando al Cielo presenta al santo de 14 años como anhelando morir mártir. ¿Por qué? Él decía que porque anhelaba ardientemente ir al cielo para estar con Dios para siempre. Decía que era fácil. Sufrir por poco tiempo; morir como un mártir y ¡el Cielo es tuyo! ¡Un santo en compañía del Señor para siempre!
9. EL CURA DE ARS Y EL DIABLO El Cura de Ars pasó la mayor parte de su vida como sacerdote en las afueras de la ciudad ay de Ars, recluso en el confesionario, donde pasaba entre 13 y 18 horas cada día. Al final de su vida, el diablo se le apareció y le dijo que si había otros cinco hombres como el Cura de Ars, acabaría con su reino.
10. NUESTRA SEÑORA Y LA SANTIDAD Los santos coinciden en que la santidad consiste en una relación profunda con Jesús, y, en palabras de Santa Luisa de Montfort «María es el camino más rápido, más fácil y más corto hacia la santidad… (el atajo hacia el cielo….)
Y para terminar, queridos amigos en Jesús, María, los ángeles y los santos, ¡no lo pospongamos más! Esforcémonos por llegar a ser el santo que Dios nos ha llamado a ser. Recordemos las palabras de Santa Madre Teresa de Calcuta: «La santidad (llegar a ser santo no es el privilegio de unos pocos, sino el deber de todos». Esforcémonos todos ahora y colaboremos con la gracia de Dios ahora, con la ayuda de María, la llena de gracia, ¡y entonces podremos descansar para siempre en el Cielo con Dios, María, ¡los ángeles y los santos!