Sábado de la V semana de Cuaresma
«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
SÁBADO, 9 de abril Jn. 11, 45-56 Verso antes del Evangelio: «Echad de vosotros todos los delitos que habéis cometido, dice el Señor, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo».
Preparémonos para entrar en la Semana de la Pasión meditando y contemplando los siete dolores de María. ¡Pidamos la gracia de sufrir con y por nuestra Madre Dolorosa y Jesus Salvador Sufriente!
LOS SIETE DOLORES DE MARÍA por el P. Ed Broom, OMV
La Iglesia nos invita a contemplar la Pasión de Jesús a través de los ojos y el Corazón de María. Clásicamente, hay Siete Dolores de María. Especialmente los franciscanos tienen un carisma para promover esta poderosa devoción. Estos siete dolores comienzan cuando Jesús es un pequeño bebé en los brazos de María, hasta el Cuerpo destrozado, ensangrentado y atravesado por la espada de Jesús en los brazos de María al pie de la cruz, si se quiere, la Pieta de Miguel Ángel.
LA LISTA CRONOLÓGICA DE LOS DOLORES DE MARÍA. A continuación se presenta una lista ordenada y cronológica de los Siete Dolores de María, desde la Infancia de Jesús hasta su muerte y yacimiento en los brazos de María, concluyendo con su sepultura.
PROFECÍA DE SIMEÓN-¡Una espada atravesará tu corazón!
VUELO A EGIPTO-Herodes en persecución para matar al Niño Jesús.
JESÚS PERDIDO EN EL TEMPLO-¡El dolor de María al perder a Jesús durante tres días!
MARÍA SE ENCUENTRA CON JESÚS EN EL CAMINO DEL CALVARIO-Los ojos de María se encuentran con los de Jesús mientras éste lleva su cruz al Calvario.
CRUCIFICACIÓN DE JESÚS-María está al pie de la cruz presenciando la crucifixión de su amado Hijo.
BAJADA DE JESÚS A LOS BRAZOS DE MARÍA-El cuerpo sin vida de Jesús, ya muerto, es bajado a los brazos de su madre, María.
ENTIERRO DE JESÚS-Separación de Jesús y María con el entierro de Jesús.
En cada uno de estos Siete Dolores de María, se nos invita a entrar en la mente, el alma y el corazón de María para experimentar al menos parte del dolor de María, y luego consolarla. Si amamos de verdad a una persona, queremos compartir nuestra vida con ella, en los buenos y en los malos momentos, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte nos separe (promesas de matrimonio). Nuestro amor a Jesús y a María debe trascender con creces nuestro amor a nivel humano y natural. Como lo expresa el Cantar de los Cantares El amor es más fuerte que la muerte.
Por eso, vamos a ofrecer algunos medios concretos con los que podemos contemplar los dolores de María y, al mismo tiempo, ofrecerle nuestro consuelo. El amante se alegra con el amado, pero también está dispuesto a llorar y sufrir con los dolores y las penas del amado.
1. LA PROFECÍA DE SIMEÓN.
«Una espada de dolor atravesará tu corazón para que se revelen los pensamientos de muchos». Una forma concreta de consolar al Corazón de María en esta contemplación sería confesarse en honor a María. Las poderosas oraciones y la presencia de María te alcanzarán la gracia de examinar tu conciencia y revelar tus más íntimos secretos de conciencia al sacerdote, que representa a Jesús. El resultado final será la absolución, el perdón y el renacimiento a una vida de gracia. María, cuyo título está lleno de gracia, se alegra cada vez que abres tu mente, tu corazón y tu alma a la Misericordia de Jesús en la Confesión.
2. LA HUIDA A EGIPTO.
«San José se levantó y tomando a la Madre y al Niño huyó a Egipto». ¿Cómo puedes consolar al Corazón de María en esta dolorosa pena? Todos vivimos en un combate espiritual perpetuo, en una guerra espiritual. Puedes consolar al Corazón de María imitando al buen San José, en este caso huyendo del mal moral, llamado tentación de pecado. Cuando tengas la tentación de pecar, corre a María; échate en los brazos de María; busca refugio en el Corazón Inmaculado de María. ¡Ella es tu refugio seguro!
3. PERDER Y ENCONTRAR A JESÚS EN EL TEMPLO.
«Después de tres días de dolorosa búsqueda, María y San José encuentran a Jesús en el templo escuchando y enseñando a los maestros judíos». ¿Cuál puede ser una aplicación concreta de este tercer dolor de María? Muchas madres y padres en los últimos cincuenta años han perdido a sus hijos espiritualmente. Es decir, a pesar de los duros esfuerzos de sus padres, los hijos siguen alejándose de la fe, dejan de asistir al Santo Sacrificio de la Misa y, lo que es peor, eligen voluntariamente un estilo de vida pecaminoso. Al igual que Jesús se perdió y María sufrió dolores atroces, ¡los padres sufren intensamente la pérdida moral y espiritual de sus hijos a los que tanto quieren! Al igual que Santa Mónica y la eventual conversión de San Agustín, por qué no rezar, rezar y rezar -especialmente muchos Rosarios- para que sus hijos e hijas pródigos, perdidos y errantes, esas ovejas perdidas del redil, regresen. En otras palabras, por medio del Santo Rosario, poned a estos hijos en el Corazón de María.
4. JESÚS ENCUENTRA A MARÍA EN EL CAMINO DE LA CRUZ
Cuando Jesús sube al Calvario camino de su crucifixión, se encuentra con su Madre María. Una manera concreta de consolar a María es imitando a Jesús al llevar sus cruces. Sin embargo, con esta importante estipulación: comparte tus cruces con María primero. La sola presencia de María al contemplar a Jesús con la cruz a cuestas, consoló a Jesús. Profundiza en tu corazón para identificar tu cruz más grande, así como las más pequeñas. Luego, lleva estas cruces al Corazón Doloroso e Inmaculado de María. Imitando a un niño pequeño en brazos de su madre, habla con María sobre estas cruces. Ella está muy interesada en ayudarte a llevar tus cruces con fe, confianza y amor. A menudo nuestras cruces parecen abrumadoras. Son demasiado pesadas, espinosas y astilladas para llevarlas porque intentamos llevarlas solos, sin invitar a María a que nos ayude. ¡Invoca a María! Te adoramos, oh Cristo, y te alabamos, porque por tu santa cruz has redimido al mundo.
5. JESÚS SUFRE Y MUERE EN LA CRUZ, CON MARÍA AL PIE DE LA CRUZ.
En este dolorosísimo misterio de la crucifixión, pasión, sufrimiento y muerte de Jesús, María, Nuestra Señora de los Dolores, estuvo presente todo el tiempo. Jesús habló desde la cruz a San Juan y a María: «‘Mujer, he aquí a tu hijo; hijo, he aquí a tu madre’. Desde entonces, el discípulo la acogió en su casa». (Jn. 19, 26-27) En ese momento -en la persona de San Juan- Jesús entregó a María al mundo como nuestra Madre espiritual universal, como tu Madre. ¿Tu manera de consolar a María en este doloroso misterio? Imitar a San Juan Diego y al niño de la película Marcelino, Pan Y Vino, alias El Milagro de Marcelino (versión de 1955). ¿De qué manera? Muy sencillo: vuélvete como un niño pequeño y cuéntale a María todo lo que pasa en tu vida. Luego confía totalmente y sin reservas en la Presencia Maternal y en el Corazón de tu amorosa Madre María.
6. JESÚS EN BRAZOS DE MARÍA.
El artista Miguel Ángel lo representó magistralmente en la famosa Piedad. El productor de cine Mel Gibson lo presentó en la película La Pasión de Cristo de forma impactante y conmovedora. ¿Cómo podemos consolar al Corazón de María? Amar a Jesús es amar a María; ¡son inseparables! El Cuerpo sufriente de Jesús está presente en su Cuerpo Místico, la Iglesia. El Cuerpo de Cristo viene a nosotros, de manera muy poderosa y especial, en el mayor de los Sacramentos, la Santísima Eucaristía, en el contexto del Santo Sacrificio de la Misa. El mayor gesto que podemos hacer sobre la faz de la tierra es recibir a Jesús, el
Hijo de María, en la Sagrada Comunión. Por lo tanto, una forma magnífica de consolar al
Corazón de María es rezar para recibir a Jesús en la Sagrada Comunión a través del purísimo e Inmaculado Corazón de María. Ningún corazón ha recibido a Jesús con mayor amor que el
Corazón Inmaculado de María.
7. JESÚS ARREBATADO A MARÍA Y ENTERRADO EN EL SEPULCRO
En este último de los Siete Dolores de María, asistimos a la separación de Jesús y María cuando los restos de Jesús son depositados en el sepulcro. Sin duda, una de las mejores maneras de consolar y alegrar al Corazón Doloroso e Inmaculado de María es rogarle a María la gracia de morir diariamente al pecado, el mayor mal que existe. Luego, lo más importante, pedirle a María la gracia de una muerte santa y feliz. Rezando constantemente a María el Ave María y el Santo Rosario, con la ayuda de María nos preparamos para el momento más importante de nuestra vida: ¡el momento mismo de nuestra muerte! Esto determinará nuestro destino eterno: la salvación eterna o la pérdida eterna. Confiamos en que a través de las oraciones de María alcanzaremos nuestra salvación eterna.
Que esta sea nuestra oración cada noche, y en el momento de nuestra muerte:
Jesús, María y José, os doy mi corazón y mi alma.
Jesús, María y José, haz que mi corazón sea como el tuyo.
Jesús, María y José, ayúdame en mi última agonía.
Jesús, María y José, exhala mi alma hacia ti.
Oh Sacramento santísimo, oh Sacramento divino, toda la alabanza y toda la acción de gracias sean en todo momento tuyas.