Jueves de la I semana de Cuaresma
«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
JUEVES, 10 de marzo Mt. 7,7-12 «Jesús dijo a sus discípulos: ‘Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá la puerta. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá la puerta'».
Si Jesús dijo esto, ¿por qué a veces pedimos y no recibimos; buscamos y no encontramos; llamamos y no se nos abre la puerta?
La respuesta está en la siguiente frase del Evangelio: «¿Quién de vosotros le daría a su hijo una piedra cuando le pide un pan, o una serpiente cuando le pide un pescado?
Dios sabe que lo que pedimos es perjudicial para la salvación de nuestra alma. O, a veces, Dios tiene en mente un bien mayor para nosotros, incluso en esta vida, del que podríamos imaginar. «Porque yo sé los planes que tengo para vosotros -declara Yahveh-, planes de prosperaros y no de perjudicaros, planes de daros esperanza y futuro». (Jer 29:11)
Un hombre pidió una vez al Padre Pío que le curara de su ceguera. El Santo respondió que podía curarlo, pero que si lo hacía, el hombre perdería su alma para toda la eternidad. Hay que tener en cuenta nuestro bien terrenal, pero al mismo tiempo, hay un bien eterno mucho mayor. Esta vida es corta; la eternidad es para siempre, y para siempre, y para siempre.
Aun sabiendo esto, el problema es que cuando no recibimos, o encontramos, o la puerta no se abre, a veces caemos en el desánimo o la desolación. ¡Necesitamos ayuda para luchar contra esto!
¿LUCHAR LA BUENA BATALLA CONTRA QUÉ? ¡EL DESÁNIMO! SÍ, ¡EL DESÁNIMO! Por el P. Ed Broom, OMV
¡El enemigo número uno es el pecado! Después de la realidad del pecado, debemos estar constantemente en guardia, día tras día, mañana y tarde, y en todas las circunstancias para luchar con fuerza contra el demonio del desánimo.
SAULO Y EL JOVEN DAVID. A pesar de haber sido elegido como rey y líder de los israelitas, el rey Saúl experimentaba frecuentes ataques de desánimo que lo llevaban fácilmente a la depresión. El joven David acudía en ayuda del rey Saúl y tocaba una melodía musical en el arpa. Esto apaciguaba y aliviaba a Saúl, al menos temporalmente, del mal espíritu del desánimo.
Como Saúl, todos nos enfrentamos a personas, lugares, circunstancias, situaciones de salud, que pueden llevarnos fácilmente por el camino del desánimo.
SAN IGNACIO DE LOYOLA Y EL DESALIENTO El gran San Ignacio de Loyola comprendió muy bien la realidad del desánimo. Tanto comprendió esta realidad que escribió catorce reglas, Las Reglas para el Discernimiento de Espíritus de la primera semana, y varias de estas reglas tratan este tema. Una de las manifestaciones de un estado de desolación es la del desánimo: la tristeza, la falta de fe, de esperanza y de amor, un tirón hacia lo sensual; en una palabra, ver el mundo como si fuera un túnel oscuro e interminable.
NO HAY QUE AVERGONZARSE DE ESTAR DESOLADO O TENTADO POR EL DESÁNIMO. Ninguno de nosotros debe avergonzarse si se encuentra inmerso en un estado de desánimo. A menudo es el propio diablo quien provoca el desánimo. Sin embargo, a todos nos corresponde ser conscientes de esta tentación, a menudo sutil, y debemos luchar con fuerza contra ella. En efecto, si cedemos al desánimo, éste puede hacer verdaderos estragos en nuestra vida.
ESTRATEGIA ESPIRITUAL. Dicho esto, nos gustaría ofrecer a todos un plan de juego, una estrategia que podemos utilizar para salir victoriosos en nuestra batalla contra la realidad omnipresente del desánimo.
1. VIGILANCIA Y CONCIENCIA El primer principio que debe enunciarse en la batalla contra el desánimo es la admisión del simple hecho de que en nuestra vida habrá constantes tentaciones de ceder al desánimo. Con esta conciencia reforzada no seremos tomados por sorpresa cuando el diablo del desánimo llame a la puerta de nuestro corazón. ¡Mantén la puerta de tu corazón cerrada con llave y cerrojo ante este demonio!
2. LA ORACIÓN Y EL REZO CONSTANTE. Jesús dice que debemos orar siempre y sin perder la esperanza. San Pablo reitera la misma idea cuando dice que debemos orar constantemente y dar gracias a Dios en todas las circunstancias.
3. LA ACCIÓN DE GRACIAS: CULTIVAR UNA ACTITUD DE GRATITUD. Siguiendo la idea anterior, debemos vivir en un modo constante de acción de gracias. Dios es bueno en todo momento y en todo lugar. Todo lo que tenemos en nuestra vida en el plano natural, en el plano artístico, en el plano de los talentos y, sobre todo, en nuestra vida sobrenatural de la gracia, son regalos del Padre de todos los bienes. Aunque parezca paradójico, cuando nos encontramos en un estado de desánimo debemos recordar algunos de los dones que nos ha concedido generosamente nuestro buen Dios. A menudo ocurre que el desánimo desaparece como el rocío de la mañana que se evapora en cuanto sale el sol. «Dad gracias al Señor porque es bueno, su amor es eterno». (Sal 136,1)
4. EXAMINAR TU CONCIENCIA. Otro paso útil para vencer el desánimo es el del autoconocimiento, que puede alcanzarse mediante un Examen de Conciencia diario. San Ignacio dice que aquellos que se toman en serio el crecimiento de su vida espiritual nunca deben descuidar el Examen Diario. Esto puede ser de un beneficio incalculable por la sencilla razón de que el Examen Diario bien hecho puede ayudarnos a llegar a la causa raíz de por qué estamos tentados a ceder al desánimo. Los autores espirituales clásicos insisten en la importancia capital del autoconocimiento. Los Padres del desierto acuñaron el axioma de dos palabras ¡¡¡CONÓCETE A TI MISMO!!!
5. DIRECTOR ESPIRITUAL. También los santos insisten en que quienes persiguen una auténtica vida de santidad deben buscar alguna dirección espiritual periódica y sistemática. Todos tenemos puntos ciegos y no podemos vernos realmente como somos. Un director espiritual experimentado, espiritual y bien educado puede ayudar a sacarnos del desánimo, así como ayudarnos a no caer en el pozo del desánimo.
6. TRANSPARENCIA CON TU DIRECTOR ESPIRITUAL. Como seguimiento, es sumamente importante y necesario que no ocultemos, difuminemos o camuflemos nuestro estado del alma a nuestro director espiritual. San Ignacio, en sus reglas de discernimiento, subraya que el demonio quiere que guardemos para nosotros nuestro estado interior de desolación, que muchas veces es el desánimo. Así, el diablo puede convertir fácilmente un grano de arena en una gran montaña. Por el contrario, revelar nuestro estado de desánimo a un director bien entrenado puede levantar la nube y la luz, la paz y la alegría de Dios volverán a nuestra alma. Con toda humildad, nos necesitamos mutuamente para ayudarnos a atravesar los pozos y valles, las noches oscuras y las luchas de la vida.
7. REVISA TU SALUD Y DESCANSA. A menudo podemos experimentar el desánimo por la simple razón de que nos sentimos débiles, enfermos, agotados de energía. Dos sugerencias: hazte un chequeo físico para ver si hay algo mal en el plano físico. A continuación, asegúrate de que descansas bien por la noche. Se sorprendería de cómo una buena noche de descanso puede cambiar literalmente la marea. Muchas tentaciones caen sobre nosotros por la simple razón de que no hemos descansado lo suficiente.
8. ¡SAL DE TI MISMO Y SIRVE, AYUDA A LOS DEMÁS! El Padre Aldunate, S.J., un director espiritual formado en Chile, logró reformar a innumerables personas heridas que sufrían desolación, desánimo y depresión. Formuló este programa: 1) Confesión, 2) Oración mental diaria y compartir, 3) ¡Servir/ayudar a los demás! Qué programa tan sencillo pero tan grande y tan eficaz formuló este sacerdote jesuita chileno. En primer lugar, volver al estado de gracia a través del Sacramento de la Confesión y recibir la Sagrada Comunión. Pero también, la oración mental, nosotros la llamamos meditación, durante una hora al día; Fulton Sheen la llamaba la Hora Santa. Por último, sal de ti mismo y entra en la vida de los demás sirviéndoles. ¿Cómo? Ayudando a los pobres, visitando a los pacientes en los hospitales; yendo a las residencias de ancianos y visitando a los residentes, y finalmente, ¡sonriendo a los desanimados! Este programa hizo milagros y todavía puede hacerlo hoy, ¡si estamos dispuestos a seguirlo!
9. HABLAR CON LOS SANTOS A menudo los que sufren el desánimo experimentan al mismo tiempo un cierto sentimiento de soledad. Sienten que nadie parece preocuparse realmente por ellos, o si se preocupan, es muy poco. Aunque así fuera, nunca estamos realmente solos porque tenemos a los santos. Los santos son los amigos de Dios en el cielo, pero también son nuestros amigos. A pesar de sus muchas pruebas en la vida, los santos vivían en una atmósfera de alegría casi constante. ¿Por qué? Porque estaban convencidos de que Dios los amaba de verdad. Cuando te sientas desanimado, recuerda que Dios te ama infinitamente, pero también los amigos de Dios -los santos en cielo- te aman y son tus amigos siempre. Acostúmbrate a hablar con ellos.
10. NUESTRA SEÑORA: CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA Por supuesto, nuestro ensayo estaría incompleto si no invitáramos a la Virgen a nuestra vida. Después de su muerte, Santo Domingo Savio se le apareció a San Juan Bosco y le dijo que su mayor alegría en la tierra era su tierna y amorosa devoción a la Santísima Madre-Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos. En medio de los densos nubarrones de la confusión, la depresión y el desánimo, elevemos nuestra mirada a María y gritemos: Dios te salve Reina Santa, Madre de la misericordia, nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza…Amén.