Sábado después de ceniza
«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
SÁBADO 5 DE MARZO Lc. 5, 27-32 «Los sanos no necesitan médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos al arrepentimiento, sino a los pecadores».
Nosotros somos los enfermos que necesitamos desesperadamente un médico. Jesús nos dio a su Madre para que aprendiéramos a vivir y a amar como ella. María, auxilio de los cristianos, ¡ayúdanos!!!
¡APRENDAMOS A VIVIR Y A AMAR A TRAVÉS DE MARÍA! Por el P. Ed Broom, OMV
María es el camino más rápido, más corto y más fácil para llegar a Jesús. Podemos llamarla el atajo. Todos estamos llamados a la santidad, es decir, a ser santos. Jesús dijo: «Sed santos como vuestro Padre celestial es santo». ¡Esto es un mandato! Por lo tanto, la Santa Madre de Dios, María Santísima, puede ayudarnos en nuestra alegre búsqueda de la santidad que termina en el cielo.
EL SANTÍSIMO ROSARIO. Uno de los instrumentos más eficaces, o incluso podríamos llamarlo arma espiritual, que debemos utilizar para librar el buen combate y correr la buena carrera para alcanzar la victoria y el premio de la vida eterna es el SANTÍSIMO ROSARIO. A lo largo de los siglos, los santos y los papas han animado vivamente a los fieles a rezar el Rosario y a confiar en la poderosísima intercesión de María. La oración de San Bernardo encierra esta verdad en la famosa oración mariana El Acordaos, con estas palabras Nunca se supo que alguien que huyera a tu protección quedara sin ayuda.
MISTERIOS DE LA ALEGRÍA, MISTERIOS DEL AMOR: En este breve ensayo nos centraremos en cómo podemos aprender a vivir para amar a Dios y ser verdaderamente felices, ofreciendo unas breves sugerencias tomadas de los cinco Misterios Gozosos del Santísimo Rosario de la Santísima Virgen María. El Rosario es una mina de oro espiritual en la que podemos profundizar.
LA ANUNCIACIÓN (Lc 1, 26-38). María se encuentra con Dios a través de su mensajero angélico, el arcángel Gabriel. Ofrecemos tres preciosas perlas para espigar y pulir de este profundo encuentro.
1) ESCUCHAR Y HABLAR CON DIOS. María nos enseña la importancia del silencio en nuestras vidas. María nos enseña la importancia de escuchar a Dios, especialmente a través de la Palabra de Dios. María nos enseña la importancia de hablar con Dios, es decir, la importancia real de la oración, de hablar con Dios con fervor y devoción desde lo más profundo de nuestro corazón. ¡María me enseña a rezar!
2) DECIR «SÍ» A DIOS: LA CLAVE DE LA FELICIDAD. Todos tenemos libertad para elegir entre el bien y el mal; podemos usar o abusar de nuestra libertad. María dijo SÍ a Dios con estas palabras: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. (Lc 1,38) Esta es una verdad universal: todos queremos ser felices en este mundo y siempre. ¿Por qué, entonces, tantas personas hoy quieren ser felices pero andan con una cara triste que muestran al mundo entero? La razón es muy clara: le dicen NO a Dios. La Virgen nos enseña la verdadera libertad y la clave de la verdadera alegría: ¡aprender a decir SÍ a Dios! A partir de hoy, por intercesión de María, aprendamos a decir Sí a Dios.
3) MARÍA ENSEÑA A RECIBIR A JESÚS EN NUESTRO CORAZÓN. Diciendo SÍ a Dios, María concibió a Jesús en su purísimo vientre y en las profundidades de su purísimo e Inmaculado Corazón. San Juan Pablo II hace un hermoso paralelismo entre el SÍ de María a Dios y nuestro AMÉN cuando recibimos a Jesús en la Santa Comunión. El resultado final del SÍ de María y nuestro AMÉN en la Sagrada Comunión es la recepción de Jesús en nuestros corazones. Pidamos por la intercesión de María para que digamos SÍ a Dios y recibamos a Jesús con amor ardiente en nuestros corazones en la Santa Comunión.
LA VISTITA DE MARÍA A ELIZABETH (Lc 1,39-56). Al igual que la Anunciación, este Misterio es rico en enseñanzas y en crecimiento en santidad para nosotros si hablamos con María y tratamos de imitarla. Tomemos tres lecciones.
1) EVITAR LA PEREZA. Una vez que María supo cuál era la voluntad de Dios, no esperó, ni postergó, ni dejó para mañana. Por el contrario, se apresuró. Evitemos la pereza en todo momento, lugar y circunstancia. El proverbio es muy cierto: «La ociosidad es el taller del diablo».
2) SALUDAR CON ALEGRÍA. Aprendamos de María a no esperar a que los demás nos saluden, sino a saludar PRIMERO y con ALEGRÍA. Esto es humildad y caridad, es decir, poner a los demás en primer lugar y valorarlos por su dignidad innata.
3) EL SERVICIO ES NUESTRA FUENTE DE ALEGRÍA. María fue a visitar a su prima anciana, Santa Isabel, que estaba embarazada en su vejez, para estar al servicio de su prima en sus necesidades. San Pablo nos enseña: Hay más alegría en dar que en recibir. (Hechos: 20:35) Santa Madre Teresa de Calcuta decía: «Debemos aprender a dar hasta que nos duela. A partir de hoy hagamos un propósito firme: Buscaré oportunidades para servir a los demás a imitación de María que fue a visitar y servir a Santa Isabel. Si lo hacemos, experimentaremos una profunda alegría en nuestro corazón y en nuestra alma.
EL NACIMIENTO DE JESÚS EN BELÉN (Lc 2,1-7). En este misterio celebramos el cumpleaños más importante de la historia del mundo: el nacimiento de Jesús, que llamamos NAVIDAD. El nacimiento de Jesús separó la división del tiempo en años B.C. y A.D. Las lecciones que María puede enseñarnos son innumerables. Nosotros ofreceremos tres.
1) LA VIDA ES UN VIAJE. María hizo un largo viaje y llegó a su destino, Belén. Nuestra vida es un viaje hacia el cielo. Pidamos a María, a San José y, por supuesto, a Jesús que nos acompañen en cada paso del camino en medio de las pruebas y sufrimientos de la vida en nuestro viaje hacia nuestro destino final, ¡el CIELO!
2) ACEPTAR LAS PRUEBAS Y EL RECHAZO. María experimentó muchas pruebas, contradicciones y sufrimientos en su vida, pero confió aún más en Dios. Al llegar, experimentó el rechazo: ¡No había sitio para ellos en la posada! Cuando experimentamos pruebas, sufrimientos y rechazos en nuestra vida, debemos correr a María y buscar refugio. ¡Corazón Inmaculado de María sé mi refugio seguro!
3) LA POBREZA. María y la Sagrada Familia eligieron experimentar y vivir una vida de pobreza. Uno de los mayores obstáculos de la sociedad moderna es el MATERIALISMO, es decir, estar demasiado apegado a las cosas materiales. Si se quiere: Nuestras posesiones pueden poseernos. Jesús nació de la Santísima Virgen María en un pobre, frío, húmedo y maloliente establo (refugio de animales) en Belén. María, por favor, enséñame que la verdadera felicidad no viene de poseer cosas, sino de dejar que Dios me posea.
LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO (Lc 2,22-40) Cuando Jesús tenía sólo 40 días, fue presentado en el Templo por manos de la Santísima Virgen María y del buen San José. Una vez más, vamos a ofrecer tres maravillosas lecciones de este cuarto Misterio Gozoso.
1) OBEDIENCIA. María y San José obedecieron a Dios presentando a su hijo primogénito en el Templo de Jerusalén, tal y como prescribía la Ley Mosaica. Si realmente queremos experimentar la alegría en lo más profundo de nuestras almas, debemos aprender a imitar a María en la virtud de la obediencia. Los habitantes del mundo moderno desean con demasiada frecuencia seguir su propia voluntad, lo que conduce a la tristeza y a la destrucción final. Que, como María, aprendamos a obedecer la Palabra de Dios, la Iglesia y sus enseñanzas magisteriales con una conciencia bien formada.
2) LUZ PARA TODO EL MUNDO. Jesús en brazos de María es presentado al anciano Simeón que llama a Jesús LUMEN GENTIUM-Luz para el Pueblo. María nos enseña que Jesús debe ser nuestra verdadera y desbordante Luz. María, Madre mía, dame ojos para percibir la Luz de Jesús en el mundo, en mi vida y en todas las circunstancias de mi vida.
3) LA ESPADA DEL DOLOR. La Profecía de Simeón implicaba anunciar que Jesús sería un signo de contradicción, y que una espada de dolor penetraría en el corazón de María. El significado puede ser difícil de entender para nosotros, y posiblemente aún más difícil de poner en práctica: el valor del sufrimiento. Debemos aprender a ofrecer nuestros sufrimientos a los
Corazones de Jesús y de María, para que estos sufrimientos tengan un valor infinito. Te adoramos, oh Cristo, y te alabamos, porque con tu santa cruz has redimido al mundo».
EL ENCUENTRO DE JESÚS EN EL TEMPLO (Lc 2,41-51). En este quinto y último Misterio Gozoso está presente un dolor oculto, pero una gran alegría. La pena, por supuesto, es que María y José pierden a Jesús durante tres largos días. Su alegría es encontrar a Jesús. Hay mucho que meditar en este Misterio. Sin embargo, ¡daremos tres pepitas de oro!
1) MUCHOS PADRES PIERDEN A SUS HIJOS. Hoy en día muchos padres pueden identificarse muy fácilmente con este Misterio porque pierden a sus hijos en el sentido de que sus hijos ya no practican su fe. Esto atraviesa el corazón de los padres. María nos enseña a no perder la esperanza, sino a perseguir a nuestros hijos mediante la oración, la paciencia y la confianza en que encontrarán el camino de vuelta a Dios. Santa Mónica lo hizo y su hijo, el hijo pródigo errante del siglo V, se convirtió en el gran SAN AGUSTÍN.
2) JESÚS Y MARÍA COMO NUESTROS MAESTROS. Después de tres largos días de dolorosa búsqueda, la Virgen encontró por fin a su Hijo, Jesús. ¿Dónde estaba? Jesús estaba en el Templo enseñando a los ancianos. Entre las numerosas lecciones que podemos recoger está la siguiente: Jesús y María deben ser nuestros Maestros. ¡FORMACIÓN PERMANENTE! Una de las principales luchas y fracasos de muchos adultos es su falta de voluntad de estudiar para crecer en su fe; así se quedan estancados y anquilosados en su fe. Jesús y María nos enseñan la obligación primordial que tienen los padres de transmitir su fe a los hijos. Sin embargo, ¡no se puede dar lo que no se tiene! Pidamos a la Virgen la gracia de desear realmente aprender mejor nuestra fe para ser mejores maestros de nuestros hijos.
3) MARÍA REFLEXIONA EN SU CORAZÓN. Al encontrar a Jesús, María y José se alegraron aunque no entendieron bien las palabras de Jesús: «¿No sabíais que tenía que estar en la casa de mi Padre?» (Lc 2,49) María meditaba estas cosas en su Corazón Inmaculado. María nos enseña a todos la importancia de rezar, meditar y ponderar en nuestro corazón la Palabra de Dios, las circunstancias de nuestra vida, incluso las sorpresas y contradicciones que todos encontramos con frecuencia. Oremos a María y supliquémosle a menudo que nos alcance un corazón contemplativo. Pidamos a la Virgen la gracia de percibir la obra de Dios en nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
CONCLUSIÓN. Esperamos y rezamos para que todos comprendan la llamada a la ALEGRÍA en nuestras vidas. Esta alegría se puede aprender a través de la vida, las palabras y el ejemplo de la Santísima Virgen María, especialmente a través de los misterios del Rosario, empezando por los MISTERIOS DE LA ALEGRÍA. La Virgen enseña esta lección en su Magnificat: Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador. (Lc 1, 47) Invocando a María aprendemos que la verdadera alegría viene de una unión más profunda con Dios: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.