Sábado de la segunda semana de Adviento
«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
SÁBADO, 11 de diciembre Mt. 17: 9a, 10-13 Verso de aleluya: «Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos: Toda carne verá la salvación de Dios».
¡Qué mejor manera de preparar el camino del Señor que a través del Corazón Inmaculado de María!
EL CORAZÓN DE MARÍA Y EL CORAZÓN DE LA NAVIDAD por el P. Ed Broom, OMV
Para comprender el significado mismo, la profundidad, la sublimidad, la sencillez del acontecimiento de la Navidad, por qué no elevar nuestra mente, nuestro corazón y nuestra alma a María, que es verdaderamente la Madre de Dios, la Madre de la Iglesia y también la Madre de todos nosotros de manera individual, íntima y muy personal.
¿Quién mejor que María puede ayudarnos a penetrar en la profundidad y el auténtico significado de la Navidad? Pero, ¿cuántas veces, si es que alguna, hemos acudido a María pidiendo, y pidiendo de verdad, la gracia de comprender la altura, la longitud y la profundidad de la Navidad? Muchas gracias extraordinarias están a nuestra disposición en función de una simple cosa: nuestra petición de la gracia en la oración a María. Ella es la Mediadora de todas las gracias, lo que significa que Dios, en su Divina Providencia y en la economía de la salvación, ha escogido voluntariamente a María como el recipiente a través del cual fluyen las gracias en nuestra vida espiritual.
Por eso, ofrecemos humildemente para su meditación y contemplación estas ideas sencillas pero profundas para que, a través de María, la Navidad -el nacimiento de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo- nazca en lo más profundo de su corazón. «¡Ven Señor Jesús, ven por el Corazón de María, tu Madre!».
1. EL SÍ DE MARÍA CAMBIÓ EL MUNDO
Con sentida gratitud y desbordante amor, impregnados de humildad, debemos agradecer a María que diera su consentimiento al Arcángel Gabriel con las palabras: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». (Lc 1,38) Por consiguiente: «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». (Jn 1,14) En efecto, el SÍ de María dio lugar a la Encarnación del Verbo de Dios, segunda Persona de la Santísima Trinidad. A continuación, María fue eclipsada por el Espíritu Santo (Shekinah-en hebreo) y Jesús entró en su seno para la salvación del mundo entero. Sería imposible expresar adecuadamente la gratitud que le debemos a María por su SÍ a Dios ¡¡¡para tu salvación eterna y la mía!!!
2. MARIA, MODELO DE LA VERDADERA MATERNIDAD: LO QUE SIGNIFICA SER MADRE
María enseña con su ejemplo más poderoso la sublime dignidad de la mujer, más
específicamente, en la sublime dignidad y vocación de la Maternidad. Las mujeres que están llamadas a ser madres -que es una vocación sublime- deben dirigirse humildemente a María en busca de guía, ayuda, apoyo y consuelo para llevar a cabo esta sublime misión que Dios les ha encomendado. De todos los títulos que se le dan a María, el de Madre de Dios (Theotokus-portadora de Dios, en griego) es, con mucho, el más sublime.
3. MARÍA: MODELO DE ADORACIÓN EUCARÍSTICA ¡CORPUS CHRISTI!
Al enterarse de la buena noticia de la concepción de su prima Isabel, María, con gran alegría y rapidez, recorrió unos 145 kilómetros en la montaña para visitar a su prima, embarazada y anciana, con el fin de prestarle sus servicios. Durante todo el trayecto desde Nazaret hasta Ain-Karim (la residencia de Isabel), María fue una procesión eucarística viviente, si se quiere una procesión del Corpus-Christi. Llevaba a Jesús en su vientre y toda la región de las colinas fue bendecida y santificada por la presencia de María y del Niño Jesús en ella. María, como modelo y maestra, nos muestra cómo estamos llamados a adorar a Jesús en la Hostia Consagrada: «¡Venid, venid a adorarle, venid a adorarle, al Señor Eucarístico!».
4. MARÍA, JOSÉ Y LA LEY DEL SACRIFICIO
Ha llegado el momento de que María traiga al mundo a su Hijo, el Señor Jesús, Salvador del mundo. Sin embargo, un edicto ha sido emitido por César Augusto, según el cual todos tienen que ser inscritos en su ciudad de origen. A pesar de que el embarazo de María había llegado a los nueve meses, todavía tenía que hacer este largo, cansado y agotador viaje a la ciudad de Belén, la ciudad de su antepasado el rey David. Sin cuestionar, ni quejarse, ni perder tiempo, San José y María, con el Niño Jesús en su vientre, emprendieron su viaje a Belén. ¡Qué poderosa lección nos enseñan! La obediencia, la paciencia, la fortaleza, la confianza en Dios, la penitencia y la mortificación, el sacrificio y, sobre todo, el verdadero amor por cumplir la voluntad del Padre Eterno: todas estas lecciones de virtud, María nos las presenta para que las imitemos.
5. RECHAZOS.
Al llegar a Belén, sin duda exhaustos, con frío, con hambre, agotados física y emocionalmente, esperaban al menos encontrar alojamiento para la noche -nada lujoso, simplemente un techo que les protegiera del frío, del viento y de las posibles precipitaciones-. No fue así: ¡nunca ocurrió! Estas son algunas de las palabras más tristes que se han pronunciado: «¡No había sitio para ellos en la posada!». (Lc 2,7) Hay una inmensa cantidad de material para nuestra meditación en estos faidos intentos por alojarse en una casa, pues San José probablemente se detuvo en más de una posada. ¡Ofrecemos algunas ideas! A pesar de los rechazos que recibieron María y José, nunca se dejaron llevar por el resentimiento. ¿Y tú y yo? ¿Cómo reaccionas ante el rechazo? Lo más probable es que lo hagamos de forma humana: ira, resentimiento, amargura y, tal vez, ¡deseo de venganza! A continuación, una pregunta muy dolorosa pero necesaria: ¿cuántas veces hemos imitado a los posaderos rechazando a Dios? Entre las muchas definiciones de pecado está la de rechazar a Dios. Nuestro firme propósito en este momento debería ser el siguiente: «¡Sí, definitivamente sí, hay lugar para ti Señor Jesús, María y San José, en la posada de mi corazón y de mi alma!».
6. LA CONDICIÓN DEL ESTABLO DE BELÉN
Los rechazos llevaron a descubrir finalmente un lugar desamparado, oscuro y pobre que servía de refugio a los animales de las inclemencias del tiempo. Lo llamamos el establo de Belén. El venerable arzobispo Fulton J. Sheen comenta: «El Creador del universo no tenía lugar para nacer en su propia creación». ¿Cuáles eran algunas cualidades de la condición de este Establo de Belén donde iba a nacer el Creador del mundo? Frío, humedad, moho, oscuridad, mal olor (de los animales), el suelo duro, sucio, polvoriento: todo esto y más describe la atmósfera o el medio donde el Salvador del mundo eligió nacer por el consentimiento de la Virgen María, Su Madre y nuestra Madre. Todas estas palabras descriptivas pueden aplicarse fácilmente al estado de nuestra alma y a la realidad del pecado en nuestras propias cuevas interiores. La frialdad, la oscuridad, el mal olor, la dureza, reflejan con demasiada frecuencia el estado interior de nuestra alma. ¡Que el Niño Jesús nos alcance la verdadera conversión del corazón!
7. POBREZA Y DESPRENDIMIENTO DEL ESCLAVO DEL MATERIALISMO.
No se puede presentar a nuestros ojos y a nuestro corazón un mensaje más claro y desafiante para la meditación. Qué fácil es para nosotros convertirnos en verdaderos esclavos del mundo material que nos rodea, nos envuelve, nos embelesa, que nos cautiva, nos seduce y nos hace creer que las cosas pueden hacernos verdaderamente felices. El Nacimiento del Niño Jesús en Belén de la Virgen María, con la presencia de San José, es una llamada de atención para que todos busquemos nuestra verdadera felicidad en el Creador por encima de la criatura, en lo espiritual por encima de lo material, en las personas por encima de las cosas, en el deseo del Cielo por encima de la búsqueda de la felicidad mundana. Las palabras de Jesús resuenan con fuerza: «Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura». (Mt 6,33)
8. BELÉN: ¡LA CASA DEL PAN!
La auténtica interpretación de Belén es la de «¡Casa del pan!». Qué apropiado y qué rico en simbolismo, mejor aún, ¡simbolismo sacramental! Uno de los discursos más importantes que pronunció Jesús en su vida pública fue en la sinagoga de Cafarnaúm, conocido como el discurso del Pan de Vida. Un breve resumen de ese discurso son estas palabras de Jesús: «Yo soy el Pan de Vida; el que come mi cuerpo y bebe mi sangre tendrá vida eterna y yo lo resucitaré en el último día». (Jn 6:48, 54-Discurso del Pan de Vida). Qué paralelismo tan profundo y hermoso. Jesús, nacido en Belén, que significa Casa del Pan, predicaría más tarde la más sublime enseñanza sobre su identidad en el Sacramento de la Eucaristía al declararse como el verdadero Pan de Vida bajado del Cielo. Que todos tengamos hambre y sed insaciables del Pan de Vida.
9. CONTEMPLAR A JESÚS EN BRAZOS DE MARÍA
Dedica un tiempo a la contemplación profunda de Jesús en brazos de María, su Madre. Luego contempla a Jesús en los brazos del Buen San José. Ahora te toca a ti: pide a María y a San José que coloquen muy suavemente a Jesús recién nacido en tus brazos. Abraza a Jesús junto a tu corazón y dile cuánto le amas de verdad, y cómo quieres crecer en tu amor por Él. En verdad, esto puede ocurrir cada vez que recibas dignamente la Santa Comunión: el Niño Jesús está ahora presente en el Belén de tu corazón. «¡Oh, venid, adorémosle!»
10. NOCHE SILENCIOSA, NOCHE SANTA, NOCHE DE PAZ
En oración silenciosa, contemplativa, profunda y, si es posible, prolongada, hazte presente a la Sagrada Familia -Jesús, María y San José- en el nacimiento de Jesús. Contempla a Jesús en silencio a través de los ojos y el Corazón Inmaculado de María. Deja que el Espíritu Santo mueva tu corazón para expresar estos nobilísimos sentimientos: gratitud desbordante, alegría, alabanza y adoración, humilde reparación, asombro y maravilla, pero sobre todo un gran amor. «Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo unigénito para que los que creen en él no mueran, sino que tengan vida eterna». (Jn 3,16) Jesús, Hijo de María, que nazcas cada día en lo más profundo de mi Belén interior. ¡Ven, Señor Jesús, ven a através del Corazón de María!