Viernes de la XXXI semana del Tiempo ordinario
«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
Viernes, 5 de noviembre Lc. 16, 1-8 El Sacratísimo Corazón de Jesús Verso de aleluya: «Quien guarda la palabra de Cristo, el amor de Dios se perfecciona verdaderamente en él».
¡El viernes es el día en que celebramos el SACRATÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS!
¿Qué significa guardar la palabra de Cristo? ¡El mismo Jesús nos lo dice! «El que quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo? Quien se avergüence de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles». (Lc 9,23-26)
¡¡¡EL VERDADERO AMOR ES SACRIFICAR Y SUFRIR POR LA PERSONA AMADA!!! Por el P. Ed Broom, OMV
Jesús nos amó tanto que se sacrificó voluntariamente muriendo en la cruz por nosotros. No sólo Jesús sufrió y derramó hasta la última gota de su Preciosísima Sangre por la salvación de toda la humanidad, sino que sufrió todos esos dolores insoportables por ti y por mí.
Los santos señalan que si tú fueras la única persona que vive en el mundo, Jesús habría sufrido todos los dolores más espantosos y horribles de su Pasión Dolorosa sólo por ti. Como nos recuerda San Pablo en su Carta a los Gálatas «Jesús sufrió y se entregó por mí». (Gal. 2:20)
En el Diario «La Divina Misericordia en mi alma», la Secretaria de la Divina Misericordia, Santa Faustina, afirma que podemos comprender verdaderamente el significado del amor por la disposición a sufrir por la persona amada. Jesús nos ama tanto que estaría dispuesto a sufrir su Pasión no una, sino muchas veces, por todos y cada uno de nosotros. Él fue el Cordero inocente que sufrió por los pecadores culpables. Qué grande es el amor de Jesús por ti y por mí.
A nivel humano y natural, todos sabemos el sufrimiento que experimentamos cuando manifestamos un gran amor por alguien y esa persona se muestra fría e indiferente con nosotros, posiblemente hasta nos ignora. ¡¡¡Se nos rompe el corazón!!!
Lo mismo ocurre con nuestra relación con el más grande de los amantes: el Señor Jesucristo. Él nos ama con un fuego ardiente en su Sagrado Corazón. Jesús dijo: «He venido a echar fuego en la tierra, y no estaré tranquilo hasta que ese fuego se encienda». (Lc 12,49) La llama de amor que arde en el Corazón de Jesús por ti y por mí apenas puede contenerse, pero ¿cómo respondemos a este Fuego de amor?
Jesús se quejó a Santa Margarita María Alaqoque mientras mostraba su Sagrado Corazón rodeado de espinas con el fuego estallando: «Contemplad este Corazón que ha amado tanto y sólo ha recibido a cambio frialdad, ingratitud e indiferencia. Consolad mi Corazón».
Una de las formas de consolar al Sagrado Corazón de Jesús, Corazón desbordante de amor y misericordia, es amar lo que Él ama, ofreciendo sacrificios, aunque sean pequeños, por la conversión y la salvación de los pobres pecadores. Jesús no se fija tanto en la grandeza de la acción, sino en la intensidad del amor en la acción. ¡¡¡Recuerda la historia bíblica de la viuda y su pequeña ofrenda!!!
De hecho, las almas inmortales pueden salvarse del fuego del infierno y alcanzar la salvación eterna si, como los niños de Fátima, podemos formar el hábito de ofrecer pequeños sacrificios a los Corazones de Jesús y María con pureza de intención y gran amor. El Papa San Juan Pablo II llamó a Jacinta «una pequeña alma víctima» porque hizo precisamente eso.
Por eso, queremos ofrecerte una lista de pequeños sacrificios que puedes realizar y compartir con tu familia. Cada pequeño sacrificio es una manifestación concreta de tu amor a Jesús y de lo que Jesús más ama: ¡¡¡la conversión y salvación de los pobres pecadores por toda la eternidad!!!
SACRIFICIOS OFRECIDOS CON AMOR A JESÚS PARA LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS
1. MINUTO HEROICO (MOMENTO). Promovido por San Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei, en cuanto oigas el despertador, ponte en pie y haz tu Ofrenda Matutina del día. El Cura de Ars afirmaba que quien empieza bien el día, tiene más probabilidades de vivirlo bien, ¡y de terminarlo bien!
2. FRENAR LA LENGUA. Todos deberíamos leer el capítulo 3 de Santiago, el mejor capítulo sobre los pecados de la lengua. Un gran sacrificio que podemos hacer, especialmente cuando nos encontramos frustrados y enfadados, es seguir el consejo de Santiago: «Debemos ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enfadarnos». (Sant. 1:10)
3. PALABRAS AMABLES Y ALENTADORAS. No dejes pasar ni un solo día sin dar las gracias a Dios y a los demás. Decir por favor y gracias son condimentos que dan un sabor especial a la vida doméstica. (Leer el libro titulado KINDNESS del padre Lovasik)
4. SONRÍE INCLUSO CUANDO NO TE APETEZCA Un dolor de cabeza persistente, un resfriado, un dolor de estómago, todos los experimentamos a veces. A menudo, los anunciamos con bombo y platillo. Qué difícil, pero qué agradable sería para Dios, que cuando no nos sintamos bien físicamente, sonriamos a nuestro marido o esposa o a otro miembro de la familia. La tristeza y el ceño fruncido son contagiosos; pero la sonrisa y la alegría también lo son. ¡Una sonrisa sincera y radiante es uno de los signos más claros de ser un seguidor de Cristo!
5. ¡DESTERRAR INMEDIATAMENTE LOS MALOS PENSAMIENTOS! Pensamientos indecentes y malos, ¡todos los tenemos! Sin embargo, la cuestión es qué hacemos con ellos. Una vez un sacerdote le preguntó a un hombre si tenía malos pensamientos. El hombre respondió: «Si, padre, ¡me entretienen!». ¡Tan pronto como seamos conscientes de cualquier pensamiento malo, impuro, indecente o pecaminoso, debemos rechazar inmediatamente, de forma varonil y contundente, ese pensamiento en nuestra voluntad e invocar la gracia de Dios y la ayuda de María Purísima!
6. CORTAR EL PASO EN LA AUTOPISTA: ¡REZA Y NO MALDIGAS! Todos nosotros hemos experimentado a lo largo de los años de conducción en la autopista o en las calles residenciales, que la gente se cruza delante de nosotros y nos corta el paso. Y si somos sinceros, ¡¡¡a veces hacemos lo mismo!!! ¡Nuestra reacción inmediata es maldecirlos o insultarlos! Sin embargo, el Señor Jesús prefiere que oremos por ellos. ¡Jesús dice que tenemos que amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen! La próxima vez que un conductor te corte el paso, reza un Ave María por él para que tenga un buen viaje ahora y llegue sano y salvo al Cielo después. Qué difícil es eso -la carne retrocede, pero ¡qué agradable para Dios cuando vencemos nuestra resistencia!
7. ¡REZAR INCLUSO CUANDO NO SE TIENE GANAS! Desgraciadamente, muchas personas siguen más sus sentimientos que la fe y la razón. Los santos rezaban a menudo, incluso cuando no tenían ganas de rezar. Jesús experimentó una profunda desolación y tristeza en el Huerto de los Olivos, pero rezó con más fervor. Que Jesús sea nuestro sublime ejemplo, especialmente en la oración.
8. LEER UN CAPÍTULO DE LA BIBLIA CADA DÍA, O CADA NOCHE ANTES DE ACOSTARSE. La disciplina mental/espiritual de la lectura, especialmente de los mejores libros, puede ser un verdadero sacrificio para muchos. Comience con los Evangelios y lea un capítulo cada noche. Si haces esto, empezarás a conocer, amar y desear seguir a Jesús más de cerca en tu vida. Es imposible amar a alguien que no conocemos bien. Llegamos a conocer a Jesús leyendo y meditando la Biblia, ¡¡¡la Palabra de Dios!!!
9. 9. ¡HAZ MEJOR TU TAREA, TU TRABAJO DIARIO! Todos nosotros tenemos asignado por Dios un trabajo o labor que realizar cada día. Puede ser estudiar si somos estudiantes, o realizar el trabajo de un ama de casa, de un trabajador de fábrica u oficina, de un profesor, de una enfermera o de un médico, etc. Si somos sinceros con nosotros mismos, ¡todos sabemos que podríamos mejorar nuestra ética de trabajo! Qué fácil es llegar tarde, tomar atajos y hacer el trabajo a medias. Como dice el refrán: «Si un trabajo vale la pena hacerlo, entonces vale la pena hacerlo bien». San Pablo nos lo recuerda: «Ya sea que comas o bebas, hazlo todo para el honor y la gloria de Dios». (1 Cor 10,31)
10. TOMAR EL ÚLTIMO LUGAR Y LA PORCIÓN MÁS PEQUEÑA. Debido al orgullo, la vanidad y la gula, naturalmente preferimos el lugar de honor. También, preferimos las mejores y más grandes porciones. Por eso no nos acostumbramos a buscar el último lugar y la menor porción. Jesús nos recuerda la verdadera grandeza: «Dios derriba a los soberbios, pero exalta a los humildes». (Lc. 1:52)
Para terminar, hemos ofrecido una lista de diez formas concretas en las que podemos hacer pequeños sacrificios en nuestra vida diaria. Tal vez, elija uno o dos al día y sea fiel a su propuesta. No olvides nunca que el amor se manifiesta en la disposición a sufrir por la persona amada. Cuánto nos ama Jesús y sufrió por nosotros. ¡¡¡Qué estamos dispuestos a sacrificar y sufrir por Jesús, el Más Grande de los Amantes!!!