El libro de los 150 salmos, libro de oraciones por excelencia e inspirado por el Espíritu Santo, expresa los sentimientos y afectos más profundos del corazón humano. En una palabra, una de las ayudas más eficaces para aprender a orar, para crecer en la oración y para perseverar en ella, sería sumergirse en el océano infinito de espiritualidad presente en los Salmos.
En la oración que nos ofrece el Libro de los Salmos encontramos expresiones de alabanza y de adoración, de agradecimiento y de oblación, de súplica y de petición, de asombro y de admiración, de contrición y de reparación, y muchas más.
CÉLEBRE Y MÁS AMADO DE TODOS LOS SALMOS. Entre los 150 salmos, el más conocido y amado es, para muchos, el Salmo 23, al que se conoce como el Salmo del Buen Pastor, que se abre con las consoladoras palabras: «El Señor es mi pastor»: «El Señor es mi pastor, nada me falta….».
LOS MOMENTOS DE OSCURIDAD Y DESOLACIÓN Cuando todo parezca oscuro, lúgubre, frío, inútil e incluso sin esperanza, eleva tu mente, tu corazón y tu oración al Salmo 23: el Buen Pastor.
LA HORA, EL LUGAR Y EL SILENCIO Encuentra un espacio de tiempo, un lugar (tu espacio de oración) y un silencio en el que puedas estar a solas con el Señor y permite que el Buen Pastor camine delante de ti, te acompañe e incluso permite que el Buen Pastor camine también detrás de ti. En todos estos espacios y situaciones, el Buen Pastor está contigo, cuida de ti y te ama.
Al percatarse de la persona del Buen Pastor -que es verdaderamente Jesús mismo- y de su gran amor y cuidado por ti, será un medio seguro para dejar la desolación y experimentar la paz y la alegría del consuelo de Dios.
Así pues, te invitamos a que, en cualquier momento de tu jornada, busques la presencia amorosa y amistosa del Buen Pastor, pero especialmente en aquellos momentos en los que las nubes oscuras del desaliento descienden sobre tu alma.
En este breve ensayo ofreceremos algunas ideas para que podamos llegar a conocer y amar al Buen Pastor de nuestras almas: Jesús, nuestro Señor, Salvador y Dios.
SALMO 23: EL BUEN PASTOR DE MI ALMA
«El Señor es mi Pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace reposar; a aguas seguras me conduce; me renueva mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo, por causa de su nombre.
Aunque camine por un valle tenebroso, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas la mesa ante mí, enfrente de mis opresores; me unges la cabeza con ungüento, y mi copa rebosa.
Felicidad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida.
Mi morada es la casa del Señor, por días sin término.
CONOCE Y AMA AL BUEN PASTOR: PUNTOS DE MEDITACIÓN Y ORACIÓN…
1.JESÚS ES REALMENTE EL BUEN PASTOR de mi vida en su totalidad. Jesús, el Buen Pastor, quiere guiar, gobernar y proteger todas las dimensiones de mi vida.
2. NADA ME FALTA. Hasta si perdiera todo a nivel humano -dinero, casa, amigos, apoyo, salud y estima-, con Jesús como mi Buen Pastor, en realidad no me falta nada. Jesús es, en verdad, el Camino, la Verdad, la Vida, mi Alfa y Omega, mi principio y fin, mi Principio y Fundamento. Él es mi apoyo seguro y firme. Con Jesús en el centro de mi vida, poseo todo lo que preciso.
3. VERDES PRADERAS Y FUENTES SEGURAS. En verdes praderas el Buen Pastor me sustentará con alimento suficiente, vestido y abrigo. Me alimentará con su Palabra – la Biblia – la Palabra de Dios y con la Sangre y el agua brotaron de su costado abierto en la cruz. Su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía son el alimento de mi alma. Las aguas han limpiado mi alma a través del Bautismo. Esta agua también simboliza el poder limpiador del Sacramento de la Confesión para que mi alma quede limpia, blanca como la nieve.