Igual que Francisco Xavier, todo seguidor de Cristo es llamado a ser profeta, evangelizador y misionero. Ambos el Beato Papa Juan Pablo II y el Papa actual, Benedicto XVI, insisten que todo seguidor de Cristo debe tener un encuentro con Jesús como Amigo y Señor y de esta forma salir a compartir a Jesús con el mundo. Sería una contradicción si como seguidores de Cristo guardamos este tesoro de valor infinito (la amistad con Jesús) para nosotros mismos. San Andrés nos da el ejemplo. Después de que Jesús lo llamó, Andrés lleno de júbilo corre para compartir las buenas noticias («Evangelio») con su hermano Pedro.
¿Cómo fue que en tan poco tiempo san Francisco Xavier convirtió, bautizó y enseñó la fe católica a miles de personas? ¿A qué se debió su éxito?
- EJERCICIOS ESPIRITUALES. San Ignacio dirigió a san Francisco Xavier en los Ejercicios Espirituales y fue así que se convirtió. Ignacio desafió a Xavier con esta cita bíblica: «¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?» Los Ejercicios Espirituales cuando hechos bien–iluminan, transforman y convierten en celosos apóstoles a quienes los hacen.
- OBEDIENCIA. El Santo Padre pidió a Ignacio que enviara algunos de sus seguidores de la Compañía de Jesús a la India y el extremo Oriente: Francisco Xavier obedeció. La obediencia a Dios, al Papa y a la Iglesia siempre es una señal infalible de santidad, por la cual Dios bendice con gracias abundantes. «¡No se haga mi voluntad, sino la tuya!» (Esta fue la oración de Jesús al Padre en el huerto de los Olivos).
- EL AMOR A LA POBREZA. Al llegar a la India, el corazón de Xavier se desbordó de amor por los pobres de ese país. Su amor no conoció límites. ¿Cómo se manifestó? En lugar de buscar la comodidad en un albergue cómodo, Xavier vivió con los pobres, durmió como los pobres, comió y bebió con los pobres y él mismo se hizo pobre. La primera Bienaventuranza de Jesús describe esta actitud del corazón: «Dichos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.» (MT. 5:3).
- AMOR POR LOS NIÑOS. Jesús predicó el amor por los niños. «Dejad que los niños vengan a mí porque de los que son como ellos es el reino de los cielos». Francisco Xavier amaba a los niños y ellos lo amaban a él. Les enseñaba el catecismo y a rezar. Tanto fue el amor que los niños le tenían a él que ¡apenas le daban tiempo de hacer sus oraciones e incluso comer!
- CREATIVIDAD APOSTÓLICA. Como maestro y misionero, Xavier fue un genio. Para ayudarles a memorizar el Catecismo, hacía uso del canto. Xavier enseñaba a los niños conceptos básicos del Catecismo con rima y versos sencillos. ¡Y esto tuvo un efecto de dominó! Los niños regresaban a casa y cantaban el Catecismo enseñándoles así a sus propios padres. El Papa Juan Pablo II exhorta a todo seguidor de Cristo dejarse guiar por el Espíritu Santo con creatividad apostólica y nuevas iniciativas. Jesús dijo a Nicodemo que el Espíritu sopla donde quiere. ¡Igual que Xavier debemos dejar que el viento del Espíritu Santo nos lleve en a donde Él desea que vayamos!
- ¡EL BAUTISMO! Todo comienza con el sacramento del Bautismo. Después de instruirlos, ¡Francisco Xavier bautizaba a cientos de miles! Pasaba a veces que al final del día ya no podría alzar su brazo debido al gran número de personas que bautizaba.
- PONER ORDEN AL DESORDEN / LA ORGANIZACIÓN. Este gran Santo después de terminar su tiempo en un lugar, dejaba catequistas bien formados para que ellos siguieran con la misión de formar a la comunidad. ¡AYUDANTES Y LÍDERES LAICOS! Hoy más que nunca sacerdotes con celo apostólico necesitan líderes seglares para ayudar en la tarea de la evangelización. «La mies es mucha pero los obreros son pocos».
- INCULTURACIÓN. Cuando viajó a Japón, Xavier tuvo que aprender las costumbres sociales de ese país. Pero tal fue el caso que el emperador japonés rechazó a Xavier al verlo vestido en harapos. Como dice san Pablo, «Me he hecho esclavo de todos para ganar los más que pueda para Cristo». Xavier se vistió con la ropa de moda más elegante y obsequió regalos al emperador, así ganándose la amistad del emperador quien abrió la puerta a la predicación del Evangelio en Japón.
- ORACIÓN Y PENITENCIA. Es imposible encontrar a un santo que no haya tomado en serio la ORACIÓN y la PENITENCIA. Al final de un día agotador, Xavier pasaba horas ante el Santísimo Sacramento, alabando al Señor, agradeciendo al Señor e implorando por la santificación y la salvación de las personas que Dios le había puesto en su camino. Fue intensísimo el consuelo que Dios dio a Francisco Xavier en su tiempo de oración (muy parecido a su contemporáneo san Felipe Neri) que Francisco Xavier rogaba al Señor «basta»—«¡Basta, Señor porque sino moriré de la intensidad!» ¡Que san Francisco Xavier nos alcance un fuego intenso en nuestra oración! ¿Y la penitencia? Con el fin de acompañar al Señor y ofrecerse como víctima, Francisco Xavier dormía muy poco, todo por la salvación de las almas.
- CELO APOSTÓLICO. La oración predilecta de Francisco Xavier fue «¡DAME ALMAS!» Juan Bosco es otro Santo cuyo lema era muy parecido y en cuya oficina estaba escrito sobre la pared: «Dame almas y toma todo lo demás». San Juan de la Cruz afirma: «la caridad autentica se manifiesta en el celo apostólico». Si en verdad amamos a Dios, debemos amar lo que Dios ama—la salvación de las almas inmortales. En el Oficio de Lecturas del Breviario de la fiesta de san Francisco Xavier, leemos la carta escrita a san Ignacio, es un llamado apasionado pidiendo más obreros para trabajar la cosecha, en particular reprochando a los soberbios y eruditos en las universidades de Europa (especialmente de París). Las palabras de Francisco Xavier estallan con celo apostólico e intenso sufrimiento por la salvación de las almas inmortales. Meditemos con atención las palabras de san Francisco Xavier.
«Muchos, en estos lugares, no son cristianos, simplemente porque no hay quien los haga cristianos. Muchas veces me vienen ganas de correr a las universidades de Europa, principalmente la de Paris, y de ponerme a gritar por doquiera, como quien ha perdido el juicio, para impulsar a los que poseen más ciencia que caridad, con estas palabras: »¡Ay, cuántas almas, por vuestra desidia, quedan excluidas del cielo y se precipitan en el infierno, gracias a vosotros!» ¡Ojalá pusieran en este asunto el mismo interés que ponen en sus estudios! Con ello podrían dar cuenta a Dios de su ciencia y de los talentos que les han confiado. (Oficio de Lecturas, 3 de diciembre, fiesta de san Francisco Xavier)
Que en este año de gracia y año de fe las últimas palabras de san Ignacio de Loyola a san Francisco Xavier inflamen nuestro corazón para que en nuestro mundo moderno seamos misioneros —¡ID, INFLAMAD TODAS LAS COSAS!
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