Después de Jesús, no hay corazón que nos ame más que el Corazón Inmaculado de María. Y, después de Jesús, no hay, ni habrá jamás, criatura que hay padecido más grande dolor o sufrimiento que María la madre de Dios.
LOS SIETE DOLORES DE NUESTRA SEÑORA. Los Dolores de María son tradicionalmente siete, y se relacionan con los misterios de la vida de Cristo. La Iglesia nos invita a contemplar la pasión de Jesús con los ojos y el corazón de María. Una de las notas características de la espiritualidad franciscana es su contribución a la preservación y promoción de esta poderosa devoción. La Devoción de los siete dolores son un conjunto de sucesos que comienzan con el Niño Jesús envuelto en pañales en los brazos de su Madre, hasta el momento en que ella recibe el cuerpo lacerado, destrozado y ensangrentado de su Hijo al pie de la Cruz; la escultura de la Piedad (La Pietá) de Miguel Ángel.
ENUMERACION DE LOS DOLORES DE MARIA. La siguiente es una lista en orden cronológico, de los siete dolores de María, desde la infancia hasta la muerte de Jesús en la cruz, y es puesto en los brazos de su madre.
- LA PROFECÍA DE SIMEÓN EN LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO JESUS: Una espada de dolor atravesará tu alma.
- LA HUIDA A EGIPTO: A poco de nacer, Jesús fue perseguido de muerte por Herodes.
- EL NIÑO JESUS PERDIDO DURANTE TRES DIAS: El dolor que sintió María al perder a su Hijo Jesús por tres días.
- EL ENCUENTRO DE JESUS CON LA CRUZ A CUESTAS CAMINO DEL CALVARIO: Madre e Hijo se encuentran camino hacia el calvario: Jesús con la cruz a cuestas.
- LA CRUCIFIXION Y LA AGONIA DE JESUS: María ve la crucifixión de su Hijo amado.
- EL RECIBIR EN BRAZOS A JESUS YA MUERTO: María recibe en sus brazos a su Hijo muerto.
- EL ENTIERRO DE JESUS: La separación de Jesús y María en el entierro de Jesús.
Cada uno de los siete dolores de la Virgen María, es una invitación a adentrarnos en el corazón, la mente y el alma de la Madre Dolorosa, aunque sea de forma muy imperfecta y limitada, un llamamiento a experimentar el dolor que atravesó su alma y Corazón Inmaculado, y a acompañarla y consolarla. Cuando realmente amamos, queremos compartir la vida con el ser amado, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de nuestra vida (Rito del matrimonio). Nuestro amor por Jesús y María debe trascender el amor humano. “El amor es más fuerte que la muerte…” (Cantar de los Cantares)
Queremos presentar en esta reflexión, algunas ideas prácticas para contemplar con hondura los dolores de María y consolarla en su dolor. El enamorado se regocija con su amado, llora y sufre con el ser amado.
1. LA PROFECIA DE SIMEÓN EN LA PRESENTACION DEL NIÑO JESUS. “Una espada de dolor atravesará tu alma” le profetizó Simeón. Una manera concreta de consolar el corazón de María en esta contemplación, es hacer una Confesión sacramental en honor a Virgen María. María nos alcanzará, con su poderosa intercesión, la gracia de hacer un buen examen de consciencia y revelar en el confesionario, los secretos más íntimos de conciencia al sacerdote quien representa a Cristo. El efecto o resultado de esta acción será la absolución, el perdón de nuestros pecados y el nacer a una vida nueva de gracia. María, la llena de gracia, título de la Madre de Dios, se regocijará en que hayas abierto to corazón, tu alma y tu mente a la misericordia de Jesús en el sacramento de la Confesión.
2. LA HUIDA A EGIPTO. San José no discute con el ángel, cree y se levanta, toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto. ¿Cómo podemos consolar el Corazón Doloroso e Inmaculado en este segundo dolor? Todos estamos inmersos en una luchan constante, en un combate espiritual, imitemos al buen San José, alejémonos y huyamos de toda tentación y todo mal moral, alejémonos del pecado. Si lo hacemos, daremos consuelo al Corazón Inmaculado de María. En las tentaciones, recurre y corre a María como un niño que corren al regazo de su madre cuando se ve acosado o en peligro; ¡busquemos refugio en el Corazón Inmaculado de María! ¡Su Corazón es un refugio seguro!
3. EL NIÑO JESUS PERDIDO DURANTE TRES DIAS Y HALLADO EN EL TEMPLO. Al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas… ¿Qué aplicación concreta podemos dar a este tercer dolor de María? ¿Cuántos padres y madres en los últimos cinco años, también han perdido a sus hijos en forma espiritual? Hijos que se han alejado de la fe, hijos que han dejado de asistir a Misa, o peor aún, hijos que viven deliberadamente una vida de pecado, y, esto ha pasado a pesar de la dedicación y esfuerzos de sus padres. Cuánta angustia la de María, el dolor de una madre que pierde a su Hijo amado. Hoy día, los padres sufren cuando un hijo se pierde moral o espiritualmente. Recemos e imploremos, como lo hizo santa Mónica por la conversión de su hijo san Agustín. Recemos muchos Rosarios por las almas de nuestros hijos perdidos, recemos para que estas ovejas que se han alegado del redil regresen. Con el rezo del Santo Rosario, estaremos colocando a estos hijos en el corazón doloroso e Inmaculado de María.
4. ENCUENTRO DE MARIA CON JESUS CAMINO DEL CALVARIO. En la subida al Calvario Jesús encuentra a su madre... Una manera concreta de consolar a la Virgen María es imitar a Jesús y llevar nuestra propia cruz. Pero, con esta importante condición, compartamos nuestras cruces con María. Su sola presencia, contemplando a Jesús con la Cruz sobre sus hombros, fue un precioso bálsamo de consuelo a Jesús. Ahora mire en lo profundo de su corazón, y, identifique cuáles son sus cruces, las grandes y las pequeñas, luego, déselas a María, deposítelas en su doloroso e Inmaculado Corazón. Y como un niño(a) en brazos de su madre, hable con ella de estas cruces. A María le interesas mucho, quiere ayudarte a llevar tu cruz con fe, con confianza y con amor. A menudo, nuestras cruces nos abrumen, son demasiado pesadas, espinosas y llenas de astillas porque las queremos llevarlas solas sin la ayuda de María – Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
5. LA CRUCIFIXION, AGONIA Y MUERTE DE JESUS – MARIA AL PIE DE LA CRUZ. En este dolorosísimo misterio del momento cumbre de la crucifixión, pasión y muerte de Jesús, María, ¡la madre dolorosa estaba junto a la cruz presenciando todo! Y Jesús, dirigiéndose a su amadísima Madre y a Juan les dijo: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” luego dijo al discípulo, “Ahí tienes a tu madre”, y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. En aquel momento, Jesús nos la dio como Madre. Al pie de la cruz san Juan representa a todos los hombres cuando Jesús le entregó a María como madre a al discípulo. ¿De qué manera podemos consolar a María en este misterio? Imitemos a san Juan Diego, o si le gusta, al niño en la película de Marcelino Pan y Vino. ¿Cómo? De la forma más sencilla: seamos pequeños, seamos como niños, confiemos todo lo que nos pase a María. ¡Que nuestra confianza en su presencia amorosa maternal sea plena y total!
6. MARIA RECIBE EN SUS BRAZOS EL CUERPO SIN VIDA DE SU HIJO. El artista Miguel Ángel representó esta imagen en su escultura magistral – La Pietà. El productor cinematográfico Mel Gibson, en la película La Pasión de Cristo, captó esta escena de la manera más conmovedora y profunda. ¿Cómo podemos consolar el corazón de María? Quien ve a Jesús ve a María, quien ama a Jesús ama a María, María y Jesús son inseparables. El Cuerpo sufriente de Jesús que está presente en su Iglesia (la Iglesia es el Cuerpo místico de Jesús) viene a nosotros, de manera singular y poderosa, mediante la Eucaristía en la santa Misa. El gesto más grande que podemos hacer sobre la faz de la tierra es recibir a Jesús, el Hijo de María, en la Sagrada Comunión. Por lo tanto, si queremos consolar el Corazón Inmaculado de María, recibamos a Jesús en la Santa Comunión. Antes de comulgar, supliquemos a esta bondadosa Madre que nos preste su corazón para recibir en él a su Hijo. ¡Jamás ha habido alguien sobre la faz de la tierra que recibió a Jesús con mayor amor que el Inmaculado Corazón de María!
7. JESUS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO. En esta última reflexión de los siete dolores, presenciamos a Madre e Hijo separados; el Cuerpo de Jesús es colocado en el sepulcro. Sin duda, la manera más excelente de dar consuelo y gozo al doloroso e Inmaculado Corazón de María, es pedirle a María la gracia de morir cada día al pecado; ¡el pecado es el mayor mal que existe! Y pedir a María la gracia de una buena muerte, y lo hacemos mediante el rezo del santo Rosario. Con la ayuda de la gran Madre de Dios nos estamos preparando para el momento más importante de nuestra existencia, ¡el momento de nuestra muerte! Este momento determinará nuestro destino por toda la eternidad: la salvación o la condenación eterna. Es nuestra fe y esperanza, seguros que, por su intercesión, ella obtendrá de su Hijo toda gracia necesaria para nuestra salvación. Que esta sea nuestra oración cada noche y en el momento de nuestra muerte:
Jesús, José y María, os doy mi corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, en vos descanse en paz el alma mía.
Alabemos en cada instante y momento, al Santísimo y Divinísimo Sacramento.
El padre Ed Broom, OMV (Oblato de la Virgen María), conocido también como Padre Escobita, fue ordenado sacerdote por san Juan Pablo II en 1986. Es asistente del párroco en la Iglesia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens (California). Allí imparte retiros, da los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, organiza y dirige su propio programa de radio y televisión en Guadalupe Radio –Barriendo Conciencias, y da un curso de preparación a los fieles en diversas parroquias de la archidiócesis de Los Ángeles para la Consagración total a Jesús mediante María. Para leer artículos o escuchar audios en inglés o en español, por favor vaya a www.fatherbroom.com
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