Cuán bueno es Dios que nos ofrece tan generosamente cada año este tiempo de gracia y bendición que es la Cuaresma. En efecto, es un verdadero don que debemos recibir y vivir en plenitud.
Igual que el Tiempo de Adviento, la Cuaresma es un tiempo de preparación con vistas a celebrar el acontecimiento culminante o el cénit de nuestra vida espiritual, que llamamos el Misterio Pascual. Es decir, la Cuaresma nos prepara para la Semana Santa, el Triduo Pascual: Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo, que culmina con la Gloriosa Resurrección de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Los cuarenta días de Cuaresma constituyen una peregrinación espiritual hacia el Calvario, la cruz de Cristo, su muerte en la cruz. No obstante, la última palabra no es la muerte, sino la Vida. Cristo murió; Cristo resucitó y volverá. Los israelitas pasaron cuarenta años en el desierto; Jonás predicó que Nínive sería destruida en cuarenta días, si no se arrepentían. Pero hay algo aún más importante: Jesús pasó cuarenta días y cuarenta noches en el desierto, orando, ayunando y luchando contra el diablo, dándonos un ejemplo a seguir.
Nuestro caminar y peregrinación cuaresmal fue delineado y preparado por Jesús, quien es nuestro modelo; Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no es por Jesús. De hecho, si queremos vencer al diablo y a sus secuaces, la carne y el mundo que nos rodea, Jesús es nuestro camino hacia la victoria.
Con el Miércoles de Ceniza iniciamos la temporada sagrada de Cuaresma. Con la imposición de la ceniza, se nos recuerdan dos verdades inevitables que deben quedar profundamente presentes en nuestra mente a lo largo de estos cuarenta días santos. Primero, que un día moriremos; sólo Dios conoce el día, la hora, el momento y el modo. Segundo, la conversión de vida debe convertirse en nuestra clave tanto en Cuaresma como en todos los días de nuestra vida: «Convertíos y creed en el Evangelio». (Mc 1,15)
Aún más importante que recibir la ceniza el Miércoles de Ceniza es asistir a la Santa Misa y participar plena, activa y conscientemente en ella y, si se está en estado de gracia, recibir la Sagrada Comunión.
En la Misa del Miércoles de Ceniza, las lecturas, y más concretamente el Santo Evangelio, marcan el tono y el enfoque de la jornada cuaresmal de 40 días.
Tomado del Sermón de la Montaña, el Señor y Maestro y el más grande de los Maestros presenta las bases de la disciplina cuaresmal (Mt. 6). (Mt. 6) Esta Estrategia espiritual o Plan de Vida puede resumirse en tres prácticas fundamentales.
El Padre Al Hall, O.M.V. presenta un modelo tridimensional de este programa espiritual: 1) SUBIR – a través de la oración; 2) ENTRAR- a través de la penitencia o el ayuno; 3) SALIR – a través de la práctica de la limosna o, digamos, de las obras corporales de misericordia. (Lee Mt. 25)
En este breve ensayo queremos ofrecer varias maneras de acercarnos a Dios mediante el ejercicio de una vida de oración más frecuente y ferviente. Efectivamente, si elevamos nuestra oración a Dios, Dios derramará sobre nosotros un torrente abundante de gracias y bendiciones. El camino de la santidad será nuestra guía hacia el cielo.
Recomendamos a todos que lean con atención, y mejor aún, que mediten detenidamente estas ideas. Luego, elija aquellas prácticas que se sienta inspirado a emprender para vivir una Cuaresma fructífera. Todo ello culminará en una Resurrección gozosa y gloriosa cuando el sol de Pascua salga y brille sobre nosotros.
DIRIJÁMONOS A DIOS CON LAS MANOS EN ALTO PARA QUE HAGA LLOVER SOBRE NOSOTROS GRACIAS EN ABUNDANCIA, UN DILUVIO DE GRACIAS…
1. ORACIÓN DE LA MAÑANA. Comienza cada día ofreciendo tus primicias a Dios en la oración. Imita a Abel, cuya ofrenda agradó a Dios porque le dio lo mejor de sí. Reza tu «Oración de la mañana», en la que das todo lo que tienes, todo lo que eres y todo lo que emprenderás a Jesús por medio del Inmaculado Corazón de María. Entonces besa tu Escapulario y habrás comenzado el día de un modo agradable a Dios. Si empezamos bien el día, elevando nuestra mente y nuestro corazón a Dios, lo más probable es que vivamos el día de un modo agradable a Dios y que terminemos espiritualmente triunfantes.
Oh señora mía, oh madre mía, yo me ofrezco todo a tí.
Y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día: Mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo, oh madre de bondad, guárdame, defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.
2. LITURGIA DE LAS HORAS. Emprender la Oración Litúrgica que conocemos como Breviario o, lo que es más completo, la Liturgia de las Horas. Sacerdotes, Diáconos y Religiosos (tanto varones como mujeres) se comprometen a rezar la Liturgia de las Horas. Uno de los principales objetivos es santificar las Horas del día, pero también rezar e interceder por el mundo, los pobres, los enfermos, los moribundos y los necesitados. Todas las necesidades de la Iglesia.
3. VÍA CRUCIS. Una práctica muy piadosa y recomendada por la Iglesia, los santos y los Papas es el Vía Crucis. Se trata simplemente de pasar de una estación a otra, deteniéndose en cada una, y ofrecer una oración a Jesús que lleva la cruz, cargada con nuestros pecados, por la salvación del mundo. Esta oración nos pone en contacto con el amor infinito de Jesús, que padeció por propia voluntad dolores indecibles por mi salvación. «Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos porque con tu cruz redimiste al mundo».
4. EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA. El sacrificio de la Misa es la oración más grande que existe bajo el sol. Esta oración une el Cielo a la tierra. En ella Jesús, el cordero de Dios que quita los pecados del mundo, se ofrece al Padre Eterno para la salvación de toda la humanidad, es decir, para cada uno de nosotros. La mejor práctica de Cuaresma sería participar en la Santa Misa y recibir la Sagrada Comunión con un corazón puro y un amor desbordante. ¡Anímate! ¡Y traiga a su familia con usted!
5. CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA. Esta oración, corta pero muy eficaz, contiene en pocas palabras la esencia del Misterio Pascual: «Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amadísimo Hijo en expiación de nuestros pecados y de los del mundo entero… Por su dolorosa pasión, ten piedad de nosotros y del mundo entero….». La Coronilla de la Divina Misericordia se reza cinco veces alrededor de las cuentas del Rosario. Estas pequeñas pero hermosas palabras ponen de relieve el Misterio Pascual: la Sagrada Eucaristía, así como la Pasión y la Sangre que Jesús derramó para la redención del mundo.
6. CONTEMPLAR LOS SIETE DOLORES DE MARÍA. Si realmente queremos sondear el dolor que padeció Jesús por nuestra salvación eterna, debemos encomendarnos a Nuestra Señora, en especial a Nuestra Señora de los Dolores. Dedica tiempo a contemplar cuánto sufrió María por amor a Jesús y por amor a nosotros. Los siguientes son los siete dolores de María: 1) La profecía de Simeón; 2) La huida a Egipto; 3) el niño Jesús hallado en el Templo; 4) Jesús encuentra a María con su cruz en el Calvario; 5) Jesús muere y María está bajo la cruz; 6) Cristo muerto en brazos de María. (Piedad de Miguel Ángel); 7) Jesús es tomado de los brazos de María y enterrado. Los santos han obtenido infinitas gracias al Contemplar los siete dolores de María, Nuestra Señora de los Dolores.
7. EL ÁNGELUS. Recemos el Ángelus todos los días. Y si es posible, recemos esta oración mariana tres veces al día. En ella se resumen los dos misterios clave en la vida de Cristo: la Encarnación y el Misterio Pascual. Procure rezar el Ángelus a las 9 de la mañana para santificar las horas de la mañana; a las 12 del mediodía, para santificar las horas de la tarde; a las 6 de la tarde, para santificar la noche. Esté cerca de María y ella le mantendrá cerca de Jesús.
8. VIVIR EN PRESENCIA DE DIOS. Fray Lorenzo, un hermano muy santo, llegó a la conclusión de que si nos esforzamos por vivir diariamente en la presencia de Dios, evitaremos el pecado y haremos lo que es agradable a Dios. Toma el hábito de vivir en la Presencia de Dios rezando en el curso del día pequeñas pero fervientes aspiraciones -Jesús, te amo, salva las almas… Dulce Corazón de María, sé mi salvación, Jesús confío en ti- son sólo algunos ejemplos entre muchos…
9. HORA SANTA CADA DÍA. El Venerable Arzobispo Fulton J. Sheen exhortó vivamente a la práctica de la Hora Santa diaria. La llamaba la HORA DEL PODER… A lo largo de más de cincuenta años de sacerdocio y de algunos años como Obispo, este gran Siervo de Dios no dejó de ser fiel ni una sola vez a su Hora Santa diaria. Él atribuía a esta práctica y a su profunda unión con el Señor Eucarístico la clave de su éxito como predicador, escritor y misionero y evangelizador mundial. Pruébalo: ¡Ahora haz tu propia HORA DE PODER!
10. LA VIRGEN Y EL SANTO ROSARIO. Además de practicar los siete dolores de María, en esta Cuaresma debemos esforzarnos por rezar el Santísimo Rosario y, muy especialmente, la contemplación de los Misterios Dolorosos del Santo Rosario. Lo ideal sería reservar un tiempo cada día para rezar el Rosario en familia. Qué verdad resuenan las palabras del padre Patrick Peyton, sacerdote del Rosario: «La familia que reza unida permanece unida… un mundo y la oración es un mundo en paz».
Hermanos en Jesús y María, el éxito de la celebración depende de la preparación previa. Más importante aún: la alegría rotunda y jubilosa del día de Pascua y del Tiempo Pascual depende de cómo vivamos el Tiempo Santo de la Cuaresma. Vivamos esta Cuaresma como si fuera la última. Muramos de verdad al pecado para vivir a la luz de la Gloriosa Resurrección del Señor Jesús Resucitado.