«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
DOMINGO 19 DE JUNIO Mt 6, 24-34 SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO Antífona de la comunión: «El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él, dice el Señor».
En el capítulo 6 de Juan, Jesús precede la cita anterior con estas palabras: «En verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida». (Jn 6,53-54)
EL MAYOR REGALO DE DIOS: LA SANTA EUCARISTÍA por el P. Ed Boom, OMV
Lleno de miedo y temor a ser asesinado, el profeta Elías huyó de la malvada reina Jezabel, que planeaba asesinarlo porque Elías había matado a los falsos profetas de Baal. Después de un día de viaje a pie, en dirección a la Montaña Sagrada, la montaña de Dios, Elías fue consumido por el espíritu de desolación y desánimo y cayó en un profundo sueño, sin llegar a su destino. (I Reyes 19: 4-8)
EL ÁNGEL DE DIOS. Preocupado por el Profeta y su largo viaje, Dios envió un ángel para consolar, animar y motivar a Elías y de esta manera El ángel despertó a Elías de su profundo sueño animándole a seguir adelante ya que su viaje era largo.
EL PAN Y EL ALIMENTO PARA EL VIAJE. Con palabras de aliento, el ángel le ofreció a Elías un poco de pan para comer porque el viaje iba a ser realmente largo y agotador. Elías comió el pan, pero en lugar de levantarse y emprender su largo viaje, volvió a su sueño. Una vez más el ángel despertó a Elías insistiendo y animándole a comer el pan y a caminar hasta llegar al monte santo donde encontraría seguridad, protección y un refugio seguro en la presencia de Dios.
ELÍAS OBEDECE, COME Y CAMINA. Obedeciendo al ángel, Elías come por segunda vez el pan que le ofrece el ángel. Con la fuerza que le da ese pan -que no comió una sino dos veces- Elías se levanta y camina. La distancia era larga, caminó cuarenta días y cuarenta noches gracias a la energía y la fuerza que le proporcionó el estímulo del ángel, pero sobre todo gracias al pan que le llenó de nueva vida.
MONTE SANTO. El destino de Elías era el monte santo de Dios. Dios le habló no en el huracán, ni en el fuego, ni siquiera en el fuerte viento impetuoso. Más bien, Dios le habló a Elías en la suave y dulce brisa. El monte santo simboliza nuestro destino eterno: ¡el cielo! Una vez que lleguemos, estaremos con Dios para siempre y podremos hablar con Él como nuestro mejor amigo, cara a cara por toda la eternidad. Como Elías, todos deberíamos esforzarnos por
emprender el largo y penoso viaje para llegar al monte santo donde Dios nos espera para toda la eternidad.
ELÍAS Y NUESTRA PROPIA VIDA. Entremos en un tema que tiene un valor e importancia trascendental en nuestras vidas en el corto tiempo que tenemos en este peregrinaje terrenal hacia nuestro destino eterno. Tomaremos como modelo y ejemplo el pasaje bíblico y la persona de Elías. Si realmente deseamos llegar a nuestro destino eterno, que es el cielo, entonces debemos alimentar nuestras mentes, corazones y almas con el Pan de la Vida con la mayor frecuencia posible, pero también con el mayor fervor que los corazones y las almas puedan ejercer.
Al igual que el profeta Elías, todos tenemos nuestras luchas, nuestras batallas, nuestros días lúgubres, nuestras tentaciones, nuestros momentos de desolación, esos momentos en los que simplemente queremos tirar la toalla y rendirnos. La clave es que debemos levantarnos y comer, no de un pan común o corriente, sino que debemos alimentarnos del Pan de Vida. No una o dos veces, sino tan a menudo como sea posible. Es más, si está a nuestro alcance, alimentarnos del Pan de Vida todos los días.
Por lo tanto, este breve trabajo literario se centrará en cómo podemos actualizar, mejorar y magnificar los efectos de la recepción de la Sagrada Comunión en nuestras vidas. En una palabra, la acción más importante que podemos realizar a este lado de la eternidad es recibir a Jesús, el Pan de Vida, en el Sacramento de la Santísima Eucaristía. Ninguna acción de la persona humana puede sustituirla en importancia. Siendo así, establezcamos puntos de acción y pautas para recibir a Nuestro Señor y Salvador Jesucristo en la Sagrada Comunión con creciente fe, devoción, fervor y amor.
1. LA FE EN LA PRESENCIA REAL Durante los últimos cincuenta años las estadísticas han señalado que un gran número de católicos no creen en la presencia real de Jesús en la Eucaristía, o al menos tienen una noción muy poco clara y nebulosa de QUIEN está realmente presente en la Hostia Consagrada. Después de la doble consagración en la Misa, Jesús está verdadera y sustancialmente presente en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. No es una mera presencia simbólica como en el caso de los servicios protestantes, sino que es la ¡PRESENCIA REAL! Debido al materialismo y a que vivimos en una sociedad neopagana y secular, ¡debemos recordar constantemente esta augusta y sublime realidad!
Debemos tener una fe y creencia firme e inquebrantable de que la Santa Comunión en el contexto del Santo Sacrificio de la Misa es verdadera y sustancialmente el Pan de los Ángeles, el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús, el Hijo del Dios vivo. Que nuestra oración sea: «Señor, creo, pero refuerza mi creencia».
Santo Tomás de Aquino señala que una de las condiciones más importantes en la recepción eficaz de la Sagrada Comunión es el hambre real de Dios, el hambre real de Jesús, el Pan de Vida. Que la oración del salmista resuene en lo más profundo de nuestro corazón: «Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así mi alma te anhela a ti, Señor, Dios mío». (Salmo 41:1) Como un moribundo tiene hambre de comida, así debe tener nuestra alma hambre y sed de Jesús el Dios vivo, Jesús el Pan de Vida.
2. CONCEPTO TEOLÓGICO: ¡LA GRACIA DISPOSITIVA! Uno de los conceptos teológicos más importantes para vivir la teología sacramental es el de la gracia dispositiva. En pocas palabras, esto significa que la gracia que nos llega, especialmente por la recepción de la Santísima Eucaristía, es proporcional o está en proporción directa con la disposición de nuestra alma. En otras palabras, no hay culpa en el Sacramento, sino que la culpa, si la hay, está en el receptor del Sacramento. ¿Por qué? Por la sencilla e inequívoca razón de que la Sagrada Eucaristía, y su recepción de la Sagrada Comunión, es la recepción de Jesús mismo: el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Dios de los Dioses, el Dios Verdadero y el Hombre Verdadero. ¡Se ha dicho que una Santa Comunión bien recibida puede transformarte en un santo!
3. PREPARARSE MEJOR. Una continuación natural del concepto de gracia dispositiva es la de nuestra preparación antes de recibir la Santa Comunión. En efecto, debería ser una tarea y un objetivo constante en nuestra vida el trabajar en una mejor preparación para recibir la Sagrada Comunión. Siendo honestos con nosotros mismos, todos debemos admitir y confesar con la mayor sinceridad y humildad que podemos progresar, y mucho, en nuestra preparación para recibir al Señor Jesús en la Sagrada Comunión.
4. EJEMPLO HUMANO: LA NOVIA Y SU BODA En el Diario de Santa Faustina sobre la Divina Misericordia, en el último libro del Diario-Libro VI, da excelentes pautas sobre cómo recibir mejor a Jesús en la Santa Comunión. (Diario, La Divina Misericordia en mi alma #1804-1828) Una de las comparaciones o analogías que Santa Faustina plantea es la de una Novia que se prepara para encontrar y casarse con el Esposo. A nivel humano todos entendemos esta analogía. ¿Cuántos detalles innumerables pone en práctica la futura novia para que sea el día más feliz de su vida? Estos son sólo algunos: el vestido con su talla, color y diseño; el salón de belleza, incluyendo su cabello, maquillaje y la manicura de sus uñas; el largo de su velo, y sus zapatos. Y no sólo su aspecto físico, sino muchos otros detalles: los invitados y la sala de banquetes, la iglesia, la alfombra, el coro, el sacerdote, las lecturas y la homilía, los monaguillos. ¡Cuánto tiempo, dinero y energía se emplean para el día de la boda, que ojalá sea el más feliz de sus vidas! Partiendo de esta analogía, Jesús es el novio de nuestra alma cada vez que lo recibimos en la Santa Comunión. ¿No deberíamos ser más exigentes con nosotros mismos en el tiempo, en el esfuerzo y en el modo de recibirle en la cámara interior de nuestra alma?
5. CON UN POCO DE AYUDA DE NUESTROS AMIGOS: ¡LOS SANTOS! El grupo musical más famoso, los Beatles, compuso una canción titulada «With a little Help from My Friends». Nuestros verdaderos, fieles y más auténticos amigos son los santos. Son luminarias brillantes que nos señalan a Jesús, la Luz del mundo, y al Cielo, donde el Rostro de Jesús será nuestra lámpara y luz eternas. Los santos son los que recibieron a Jesús con una disposición ferviente y amorosa en la Santa Comunión. En consecuencia, al morir, Jesús los recibió con calor y entusiasmo en el Cielo. Su mayor deseo en la tierra era amar a Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerzas. Por eso, toda su vida giraba en torno a la Santa Misa y a la recepción de la Santísima Eucaristía. Por eso, un medio eficacísimo para hacer mejores y más fervorosas Santas Comuniones es rogar humildemente a los santos del cielo que recen e intercedan por nosotros para que nuestras Comuniones se conviertan en ardientes explosiones de amor al Señor Jesús.
6. SACERDOCIO COMÚN DE LOS FIELES: ¡VIVE EL OFERTORIO! Si es posible, ve la película El Gran Milagro o The Greatest Miracle. (Esta película explica de manera clara, atractiva y dinámica el Santo Sacrificio de la Misa con plastilina, todo en 70 minutos. Entre los temas dignos de mayor elogio está la presentación de cómo el Ángel de la Guarda enseña la importancia de vivir la Misa participando, plena, activa y conscientemente y viviendo plenamente el OFERTORIO de la Misa.
Con esto se quiere decir que el sacerdote ofrece el Santo Sacrificio de la Misa, pero los fieles que participan en la Misa están llamados a hacer su propia ofrenda -¡el Ofertorio! Esto se hace haciendo una ofrenda espiritual de uno mismo y colocándola en la patena donde se deposita la Hostia del sacerdote. Además, estáis llamados a poner vuestras intenciones en el cáliz donde el vino se transformará en la Preciosa Sangre de Jesús. Si esto se hace con seriedad, tus Comuniones tendrán un valor y una eficacia infinitos para ti, para la Iglesia y para el mundo entero, ¡incluso para las almas del Purgatorio!
8. ¿CUÁLES PUEDEN SER LOS ELEMENTOS DE TU OFRENDA PARA VIVIR EL OFERTORIO? En realidad, puedes ofrecer cualquier cosa que se te ocurra. Si se ofrece con buena voluntad y pureza de intención, ¡Dios lo acepta todo! ¡Las posibilidades son infinitas! ¡Sin embargo, hay tres áreas que podrían emplearse para ayudarte a vivir más fervientemente tu ofertorio y obtener innumerables e incalculables bendiciones!
1) LAS ALMAS DEL PURGATORIO. Las almas que sufren en el Purgatorio ya están salvadas, pero aún deben ser purificadas por los fuegos de la amorosa justicia de Dios. Recuerda las palabras del último libro de la Biblia, el Apocalipsis: «Nada impuro puede entrar en el Reino de Dios». (Ap 21,27) El medio más eficaz para purificar, santificar y liberar a las pobres almas detenidas en el Purgatorio es, con mucho, el Santo Sacrificio de la Misa ofrecido por ellas, y la digna recepción de la Santa Comunión recibida por ellas. San Nicolás de Tolentino, O.S.A. deseaba ser sacerdote principalmente para poder ayudar a liberar a las almas del fuego del Purgatorio ofreciendo el Santo Sacrificio de la Misa por ellas.
2) LA CONVERSIÓN DE LOS PECADORES. Lo que más desean Jesús y María en este mundo es la conversión y la salvación de los pecadores. Ofreciendo vuestras misas y comuniones por la conversión y la salvación de los pecadores, los corazones de Jesús y de María rebosan de alegría.
3) EL TRASPLANTE PERSONAL DE CORAZÓN. Todos debemos trabajar día y noche en nuestra propia conversión personal. El medio más eficaz y poderoso para convertir nuestros corazones de pecadores en corazones de santos es la recepción digna, frecuente, ferviente y fiel de la Sagrada Comunión. En efecto, toda recepción digna de la Sagrada Comunión es un TRANSPLANTE ESPIRITUAL DE CORAZÓN. En verdad, el Corazón de Jesús toma posesión de nuestro corazón y se produce una verdadera transformación. ¡Nos convertimos en lo que comemos! Consumimos el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús y nos hacemos como Él. Con el tiempo podremos decir con San Pablo: «Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí». (Gal 2,19-21)
9. TU PRIMERA, ÚLTIMA Y ÚNICA COMUNIÓN En las sacristías de algunos conventos hay una placa en la pared que se invita a leer al sacerdote mientras se reviste y se prepara para la Santa Misa. Dice así: «Sacerdote, hombre de Dios, di esta misa como si fuera tu primera misa, tu última misa y tu única misa». ¿Qué pasaría si a partir de hoy tomaras la decisión, con respecto a tu participación en la Misa y a la recepción de la Santa Comunión, de recibir tu Santa Comunión como si fuera tu primera, tu última y tu única Santa Comunión? Lo más probable es que tus comuniones sean mucho más fervorosas. ¿Qué opinas?
10. NUESTRA SEÑORA DE LA EUCARISTÍA Y LA SANTA COMUNIÓN Como nota final, debemos contemplar a la Santísima Virgen María y rogar su poderosísima intercesión en nuestra recepción de la Sagrada Comunión. En un sentido muy real, María recibió su primera Comunión cuando dijo SÍ al Arcángel Gabriel con las palabras: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». (Lc 1,38) Luego el Evangelio de San Juan afirma: «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». (Jn 1, 14) El Papa San Juan Pablo II hizo esta conexión paralela: «El SÍ de María al Ángel y nuestro AMÉN cuando recibimos la Sagrada Comunión tienen una verdadera similitud; ambos tienen como resultado la recepción de Jesús en lo más profundo del corazón». Por lo tanto, imploremos humildemente a la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de la Eucaristía, las gracias más especiales para recibir al Señor Jesús en la Sagrada Comunión con fe viva, con frecuencia y con un fervor y amor ardientes, ¡para que podamos incendiar el mundo entero con el amor de Dios!