«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
MIÉRCOLES, 15 de junio Mt 6, 1-6, 16-18 «Cuando ores, entra en tu cuarto interior, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará».
La oración más importante y eficaz del mundo es el Santo Sacrificio de la Misa. Todas las demás oraciones son obra nuestra; la Misa es el Opus Dei, ¡la obra de Dios!
LA MISA: ¡CURACIÓN DE NUESTRO PASADO, PRESENTE Y FUTURO! Por el P. Ed Broom, OMV
En el tiempo de Adviento una de las lecturas del Evangelio es la larga lista del Origen Genealógico de Jesús, en los tres grupos de 14 nombres. Atemorizado por la larga lista y desconcertado sobre cómo predicar una homilía sobre esta larga lista de nombres se me ocurrió este pensamiento: la curación de nuestro propio Árbol Genealógico.
HERIDAS ORIGINALES. Todos los que venimos al mundo como hijos de Adán y Eva, heredamos la Herida Original así como sus consecuencias. Con la excepción de la Inmaculada Concepción de María y el Nacimiento Virginal de Jesús, todos heredamos el Pecado Original y sus consecuencias en el mismo momento de nuestra concepción. Es cierto. El Bautismo lava la mancha del Pecado Original pero no las consecuencias que Santo Tomás de Aquino denomina concupiscencia.
PECADOS CAPITALES. Aquellas malas tendencias que se definen como Pecados Capitales permanecen en nuestro ser hasta que morimos. Son los siguientes: Gula, Lujuria, Avaricia, Pereza, Envidia, Ira y Soberbia. Con la ayuda de la gracia de Dios y de nuestra colaboración con él hay que domar estas malas tendencias y practicar las virtudes opuestas.
LA HUMANIDAD HERIDA. Toda la humanidad tiene, pues, la herida mortal derivada del Pecado Original. Sin embargo, para agravar el estado de nuestra naturaleza humana herida, está nuestra propia culpabilidad moral que fluye de nuestro propio pecado personal. El Pecado Original hiere desde el principio; el pecado personal y actual agrava el estado de nuestra condición de heridos.
LA HUMANIDAD HERIDA QUE CAMINA. Vivimos en un mundo que camina al lado de una humanidad herida que camina y añadimos nuestra propia cuota a este mundo herido y roto.
HERIDO QUE HIERE O HERIDO QUE SANA. Teniendo en cuenta nuestra condición de heridos hay dos posibilidades u opciones. O somos heridos-que hieren o nos convertimos en heridos-sanadores. Si no aceptamos nuestra condición de heridos, nuestra herida crece, se encona y se extiende como una enfermedad, como una pandemia moral. Herimos a los demás con nuestra condición de heridos.
SANADOR HERIDO. Sin embargo, si reconocemos que estamos verdaderamente heridos y lo admitimos, y nos esforzamos por buscar la curación, entonces ésta puede hacerse realidad. ¿Cómo? La única solución es correr hacia Jesús. Sólo Jesús puede curarnos de verdad. De hecho, sólo Él es el Sanador Herido. El profeta Isaías hizo referencia a la venida de Jesús y a su misión cuando dijo «Por sus heridas hemos sido curados».
SU PASIÓN: LAS HERIDAS Y NUESTRA CURACIÓN. En su Pasión, Jesús fue herido por nuestra causa. Su flagelación en el Pilar, su coronación de espinas, su caída bajo el peso de la cruz, los clavos que le atravesaron las manos y los pies, su costado atravesado por la lanza: todo ello manifiesta las heridas abiertas de Jesús.
ENCONTRAR REFUGIO EN ESTAS HERIDAS Si buscamos sinceramente refugio en las heridas de Jesús, podemos experimentar su curación. En concreto, la curación de nuestras heridas morales puede tener lugar en el contexto de los Sacramentos y, muy especialmente, en el Sacramento de la Confesión. De hecho, cada Sacramento comunica no sólo la gracia, sino una gracia sacramental específica que lo diferencia de los demás. La Sagrada Eucaristía confiere alimento y fuerza espiritual. El Sacramento de la Confesión confiere la curación moral de las heridas que hemos contraído a causa del mal moral que llamamos pecado.
LA SANGRE DEL PODER CURATIVO DE CRISTO. Cada vez que nos acercamos al Sacramento de la Confesión con buena disposición, entonces con la Confesión de los pecados y la absolución Sacramental, la Preciosa Sangre de Jesús que fue derramada en la cruz del Calvario aquel Primer Viernes Santo lava nuestros pecados. La Preciosa Sangre nos limpia y nos sana.
SANACIÓN DE NUESTRO ÁRBOL GENEALÓGICO. Recientemente se ha escrito mucho sobre la curación de nuestros antepasados, de nuestros parientes del pasado, de las heridas abiertas de épocas pasadas. Por muy fascinante que parezca este tema y la variedad de formas de abordar la curación de nuestro árbol genealógico, creo que hay realmente una manera, un medio o una práctica muy eficaz que podemos emprender. En efecto, si nos remontamos a nuestros primeros antepasados, Adán y Eva, hay muchas heridas, heridas abiertas, heridas no curadas del pasado que repercuten en el presente y pueden extenderse hasta el futuro.
EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA Y LA CURACIÓN UNIVERSAL De todos los remedios posibles para curar a la humanidad herida, pasada, presente y futura hay un medio todopoderoso que tenemos a nuestra disposición: el Santo Sacrificio de la Misa.
LA MÁS PODEROSA DE TODAS LAS ORACIONES. De todas las oraciones que se pueden ofrecer en el pasado, en el presente y en el futuro, no hay una oración más poderosa y eficaz que el Santo Sacrificio de la Misa. Es verdaderamente el OPUS DEI, la gran obra de Dios mismo. En realidad es Dios ofreciéndose a Dios; Jesús (la Segunda Persona de la Trinidad) se ofrece a sí mismo en las manos de su Padre Celestial a través del poder del Espíritu Santo y para la salvación de la humanidad.
CALVARIO: LA MISA QUE TRASCIENDE TODOS LOS TIEMPOS Y LUGARES. Si bien es cierto que Jesús murió en el Calvario, el Viernes Santo, hace más de dos mil años, la presencia y el poder del Calvario se extiende a todos los tiempos y lugares, incluso hasta el final de los tiempos. ¿Cómo se produce esto? En cada Sacrificio de la Misa, hoy, mañana y hasta el final de los tiempos, esto nos remite al Calvario. Aquel primer Viernes Santo, mientras Jesús colgaba de la cruz, derramó su preciosísima Sangre. Esa misma Sangre que Jesús derramó voluntariamente y en abundancia se hace presente en cada Misa. Y es a través del derramamiento de la Sangre del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo que la purificación de nuestros pecados y la salvación se hacen realidad.
OFRECIENDO EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA PARA SANAR NUESTRO PASADO, PRESENTE Y FUTURO. Ahora al punto de nuestro tema: ¡OFRECER LA MISA PARA LA CURACIÓN! Ahora ofrece el Santo Sacrificio de la Misa por tu familia y las dos líneas diferentes (si estás casado) el marido y su familia del pasado; luego la esposa y su familia del pasado.
LAS INTENCIONES. Ahora bien, esa intención de la misa se puede especificar de la siguiente manera: (Familias: López y García-sanación del pasado, del presente y del futuro). Por lo tanto, esta intención incluye el lado materno y su pasado, presente y futuro; luego también incluye el lado paterno, el pasado, presente y futuro. Esta intención es universal, omnicomprensiva. En un sentido real, es católica, es decir, universal. Expliquemos ahora las tres dimensiones temporales del pasado, el presente y el futuro.
LA SANTA MISA: ACONTECIMIENTO METAHISTÓRICO Por metahistórico se entiende que trasciende todo tiempo, lugar, acontecimiento y cultura. El poder y la eficacia de la Santa Misa se remontan al Calvario (hace 2000 años); su fruto y sus efectos están presentes ahora mismo, pero también su poder se extiende en el futuro hasta el final de los tiempos. Es a través de la Preciosa Sangre de Jesús derramada en el Calvario que las heridas se curan realmente y los heridos pueden convertirse en sanadores heridos.
PASADO. Mediante la ofrenda del Santo Sacrificio de la Misa -este acontecimiento metahistórico- la Preciosa Sangre de Jesús puede aplicarse a los miembros de la familia -tanto materna como paterna- durante años, décadas e incluso siglos. En concreto, en la familia López y García son innumerables. Muchos de estos miembros no estaban preparados para acceder directamente al Cielo, sino que están detenidos en el Purgatorio. Por lo tanto, esta Misa ofrecida en el presente puede servir como un medio eficacísimo para purificar estas almas detenidas en el Purgatorio; no sólo eso: ¡algunas pueden ser liberadas del Purgatorio y llegar finalmente a su Casa Celestial para toda la eternidad! ¡La Curación es total y completa!
PRESENTE. Estas dos familias tienen muchos miembros directos, así como parientes de sangre, como primos y tíos. Ahora el Santo Sacrificio de la Misa en el presente puede servir como un medio poderosísimo para santificar a muchos, convertir a otros, evitar que otros cometan atroces errores morales, puede servir como un escudo contra los astutos pero persistentes ataques del enemigo, el diablo que siempre está al acecho como un león rugiente que busca devorar. ¡Innumerables luces, inspiraciones, percepciones, fluyen invisible pero poderosamente a los miembros de la familia y todo por medio de la Preciosa Sangre de Jesús derramada en la cruz del Calvario el Viernes Santo pero aplicada en el momento presente!
EL FUTURO. Es Dios mismo quien creó el tiempo con todas sus ramificaciones. Sin embargo, Dios mismo no está confinado en el tiempo y en el espacio como lo experimentamos los vivos. En un sentido real, Dios vive en el presente eterno. En este caso, aunque la misa se ofrezca por la familia López-García en el momento presente, sus efectos pueden extenderse hacia el futuro. En verdad, los efectos de cada Santo Sacrificio de la Misa pueden extenderse hacia el futuro, muy hacia el futuro. Si quieres, esta Misa ofrecida ahora mismo puede extenderse en su poder y eficacia hasta el final de los tiempos y en la eternidad. ¿Cómo puede ser esto? Bien, un miembro de la familia García-López que vive en el año 2500 está en su lecho de muerte después de vivir una vida inmoral y pecaminosa durante muchos años. Poco antes de expirar recibe una luz, y una visión, una inspiración para arrepentirse y volver su corazón a Dios. Sus últimas palabras antes de entregar su espíritu son: Jesús, ten piedad de mí, pecador; Jesús, confío en tu amorosa misericordia. Estas palabras no sólo se expresan con los labios, sino que están profundamente pensadas en su corazón. Se ha salvado. Lo fascinante es lo siguiente: la misa ofrecida cerca de quinientos años antes por un miembro de la familia del clan García-López fue el medio por el cual, en su lecho de muerte, este pecador empedernido recibió la gracia de la conversión final.
En conclusión, todos nosotros podemos aprovechar una fuente de valor infinito: ¡el Santo Sacrificio de la Misa! Incluso una misa ofrecida por nuestros familiares puede tener una repercusión universal. La Preciosa Sangre de Jesús, derramada en el Calvario, pero aplicada en cada Misa tiene una extensión universal. La Santa Misa puede purificar a nuestros familiares difuntos que quizás vivieron cientos de años en el pasado. El Santo Sacrificio de la Misa puede servir para convertir, santificar y salvar a los familiares que viven en la época actual. Finalmente, qué grande y poderoso es Dios a través de su Pasión, muerte y Resurrección, todo ello aplicado en el Santo Sacrificio de la Misa. En los años futuros, la Santa Misa puede prevenir el pecado, santificar las almas y convertir a los pecadores más endurecidos. Recemos para que, a través de la Santa Misa, la Preciosa Sangre de Jesús, no seamos heridos, sino sanadores heridos en un mundo roto y herido. Amén.