Viernes de la V semana de Cuaresma
«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
VIERNES, 8 de abril Jn. 10, 31-42 Verso antes del Evangelio: «Tus palabras, Señor, son Espíritu y vida; tienes palabras de vida eterna».
Tres prácticas tradicionales en nuestro camino diario con Cristo son la Oración, el Ayuno y la Limosna. Éstas se intensifican en Adviento, pero aún más en Cuaresma, cuando meditamos sobre el sufrimiento, la Pasión y la muerte de Nuestro Señor y Salvador. Ayer meditamos sobre el valor del sufrimiento por el P. Ed. El sufrimiento es una forma de ayuno: estamos llamados a rendir nuestra voluntad a la de Dios.
Isaías 53: 4-6
Ciertamente, él tomó nuestro dolor
y soportó nuestro sufrimiento,
pero lo consideramos castigado por Dios,
golpeado por él y afligido.
Pero fue traspasado por nuestras transgresiones
fue aplastado por nuestras iniquidades;
el castigo que nos trajo la paz recayó sobre él
y por sus heridas hemos sido curados.
Todos nosotros, como ovejas, nos hemos extraviado,
cada uno de nosotros se ha desviado hacia su propio camino;
y el Señor ha hecho recaer sobre él
la iniquidad de todos nosotros.
Hoy nos ocuparemos de la Oración…
LA ORACIÓN ENCIENDE NUESTROS CORAZONES CON EL AMOR A DIOS por el Padre Ed Broom.
Hay una técnica tridimensional para vivir la Cuaresma de forma fructífera y eficaz: ¡¡¡subir, entrar y salir!!! Subir a Dios, a través de una profunda vida de oración. Entrar en nosotros mismos a través de la penitencia y la conversión del pecado. Por último, salir hacia los demás mediante la limosna o la caridad activa. «Todo lo que hagáis por los demás, lo hacéis por mí». (Mt 25,40)
Es absolutamente imposible encontrar algún santo que no haya comprendido el valor y la importancia de la oración, pero también, la extrema urgencia de ponerla en práctica.
En resumen, independientemente de la época, el lugar, la cultura, el bagaje intelectual o el medio social, todos los santos sabían que sin una vida de oración profunda, dinámica y ferviente, serían perdedores espirituales, desastres morales. Si se quiere, lo que el oxígeno es para los pulmones, así es la oración para el alma: ¡nuestros pulmones espirituales! Si no hay aire, ¡se asfixia! Del mismo modo, sin oración hay asfixia espiritual.
La oración es esencial para todas las personas, en todo momento y lugar, y en cualquier estación del año. Sin embargo, hay que afirmar que la Cuaresma es un tiempo muy propicio para profundizar en nuestra vida de oración, dando un tiempo de calidad para implementar o renovar nuestra práctica de la oración diaria.
Para animarnos y motivarnos a vivir una Cuaresma muy fructífera mediante el crecimiento en la oración, vamos a ofrecer una amplia variedad de santos y su propia experiencia de oración en unos pocos trazos concisos pero penetrantes.
LOS SANTOS SOBRE LA PODEROSA PRESENCIA DE LA ORACIÓN…
1. «Vas a rezar para convertirte en una hoguera, en una llama viva, que da luz y calor». (San Josemaría Escrivá)
Jesús dijo que había venido a echar fuego en la tierra y que no estará tranquilo hasta que ese fuego se encienda. (Lc 12, 49) La oración nos transforma, en efecto, en hornos espirituales ardientes y explosivos. ¡Que nuestras vidas de oración profunda enciendan los corazones de los fríos e indiferentes!
2. «La oración mental no es otra cosa que estar en términos de amistad con Dios, conversando frecuentemente en secreto con Él». (Santa Teresa de Ávila).
Jesús llamó a sus Apóstoles «amigos». Él desea ardientemente tu amistad y la mía. En efecto, ¡Él es el Amigo que nunca nos fallará!
3. «La oración es poderosa más allá de los límites cuando nos dirigimos a la Inmaculada, que es Reina incluso del corazón de Dios». (San Maximiliano Kolbe)
Si rezamos a Dios a través del Corazón de María, esa oración es realmente poderosa. El primer milagro de Jesús se produjo por la poderosa intercesión de María, que dijo: «Haced lo que Él os diga». (Jn 2,5)
4. «No te preocupes por cosas que generan preocupación y ansiedad. Una sola cosa es necesaria: levantar el espíritu y amar a Dios». (San Padre Pío)
Si queremos vencer la tentación de la preocupación, el verdadero espíritu de oración puede vencer todas las preocupaciones y temores. «Jesús, confío en ti».
5. «El sufrimiento soportado en la voluntad tranquila y pacientemente es una oración continua y muy poderosa ante Dios». (Santa Juana Francisca Chantal)
Si podemos unir suave pero firmemente nuestros sufrimientos a los sufrimientos de Jesús en la cruz en nuestra oración personal, entonces las montañas pueden ser movidas. La oración, la paciencia y el sufrimiento son poderosos ante el trono de Dios.
6. «La oración del enfermo es su paciencia y su aceptación de la enfermedad por amor a Jesucristo. Haz de la enfermedad misma una oración; porque no hay ninguna más poderosa, salvo el martirio». (Santa Francisca de Sales)
El sufrimiento puede hacernos mejores o amargarnos. Si va unido a la oración, sin duda el sufrimiento nos hace mejores, más santos y más parecidos a Jesús en su Pasión.
7. «La oración es el lugar de refugio para toda preocupación, un fundamento para la alegría, una fuente de felicidad constante, una protección contra la tristeza». (San Juan Crisóstomo).
En la caridad, debemos a los demás evitar una apariencia sombría e irradiar alegría. ¿Cómo? ¡Cultivando una profunda vida de oración!
8. «Dadme una persona de oración, y esa persona será capaz de realizar cualquier cosa». (San Vicente de Paúl)
Las grandes y nobles empresas sólo se pueden realizar ofreciendo en la oración todos los esfuerzos y las obras a Dios, que es ciertamente omnipotente. ¡Nada está fuera del alcance del poder de Dios!
9. «Cuando pases por delante de una capilla y no tengas tiempo de detenerte un rato, dile a tu Ángel de la Guarda que realice tu encargo a Nuestro Señor en el Sagrario. Él lo cumplirá y aún tendrá tiempo de alcanzarte». (Santa Bernadette Soubirous)
No debemos olvidar nunca caminar, hablar y conversar a menudo con nuestro Ángel de la Guarda. Él reforzará nuestras oraciones -¡enviadas como están en las alas del mensajero de Dios!
10. «Quien más reza, más recibe». (San Alfonso de Ligorio)
Hay muchísimas bendiciones que nunca recibimos -en el plano humano y sobrenatural- por una razón: no pedimos/reclamamos a Dios por esos dones y bendiciones. San Agustín lo resume: «Todos somos mendigos ante Dios».
11. «Reza y trabaja». (San Benito)
No te confundas: ¡la oración no es nuestro trabajo! Debemos orar y trabajar a la vez. Si nuestra oración es nuestro trabajo, esto se traduce en la herejía del Activismo.
12. El camino sencillo… «El fruto del silencio es la oración; el fruto de la oración es la fe; el fruto de la fe es el AMOR; el fruto del amor es el SERVICIO; el fruto del servicio es la PAZ». (Santa Madre Teresa de Calcuta)
La bondad y la virtud están unidas, ¡pero todo a través del superglue de la oración!
13. «No hagas nada en absoluto si no empiezas con la oración». (San Efraín el Sirio)
Si comenzamos nuestro día con la Ofrenda Matutina, dándole todo a Jesús a través de María, ¡entonces nuestro día estará impregnado de la presencia y la bendición de Dios!
14. «Un alma se arma con la oración para todo tipo de combate». (Santa Faustina Kowalska)
Seguir a Cristo es entrar en un combate espiritual. Nuestra arma más poderosa es la oración. Con poca o ninguna oración, entramos en combate sin arma y la batalla estará perdida.
15. «Así como una madre sostiene el rostro de su hijo entre sus manos para cubrirlo de besos, así nos sostiene Dios». (San Juan Vianney)
¡Qué puede animarnos más que esta imagen del amor íntimo y tierno de Dios por cada uno de nosotros!
Ojalá todos nos tomemos en serio la llamada universal a la santidad. Todos estamos llamados a ser santos. El camino más corto, más rápido y más eficaz para llegar a la santidad es esforzarse diariamente por crecer en nuestra vida de oración.
Que la Virgen, con todos los ángeles y los santos, nos anime con sus oraciones a emprender la nobilísima empresa de buscar una vida de oración profunda. Si lo hacemos, nuestra cosecha será rica tanto en esta vida como en la venidera.