Viernes de la IV semana de Cuaresma
«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
VIERNES 1 DE ABRIL Jn 7,1-2.10.25-30 «Jesús se movía por Galilea; no quería viajar por Judea, porque los judíos intentaban matarlo».
REFLEXIÓN DE CUARESMA: UNIR NUESTROS SACRIFICIOS Y SUFRIMIENTOS CON LOS DE CRISTO por el P. Ed Broom, OMV
Nuestra corta vida en la tierra tiene un valor infinito. Tenemos tanto una gran dignidad como un destino eterno. ¿Nuestra dignidad? Somos hijos e hijas de Dios por el Sacramento del Bautismo. ¿Nuestro destino? Todos somos peregrinos en un viaje hacia nuestra patria eterna, que es el Cielo.
EL VALOR DEL SUFRIMIENTO. El sufrimiento tiene un valor inmenso para la persona humana a los ojos de Dios. Sin embargo, el sufrimiento en sí mismo, separado de una perspectiva sobrenatural, no tiene ningún valor real. Si se quiere, el sufrimiento nos hace mejores o nos amarga.
LOS ÁNGELES MIRAN CON DESPRECIO A LA HUMANIDAD. En el Diario de Santa Faustina, los ángeles miran a la persona humana con una santa envidia y por dos razones. En primer lugar, la persona humana es capaz de recibir el increíble Don de la Santísima Eucaristía: el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús en la Santa Comunión. Los ángeles en el cielo nunca tendrán este extraordinario privilegio. Además, los ángeles no pueden sufrir. Los ángeles entienden que el sufrimiento, si es visto y aceptado correctamente, tiene un valor infinito y puede ser muy agradable a Dios. De hecho, Jesús, el Verbo Encarnado, eligió el camino del sufrimiento como el medio por el que se consumaría la salvación del mundo.
EL MENSAJE DE NUESTRA SEÑORA DE FATIMA Nuestra Señora de Fátima dijo a los tres niños, Lucía, Francisco y Jacinta, que rezaran y ofrecieran sacrificios por los pecadores. Nuestra Señora expresó con tristeza que muchas almas se pierden porque no hay suficientes almas generosas que ofrezcan oraciones y sacrificios por la salvación de los pobres pecadores. Otro nombre para el sacrificio es el de aceptar voluntariamente alguna forma de sufrimiento. Este mensaje de la Virgen de Fátima puede aplicarse a nosotros mismos en nuestro estado de vida específico y a nuestros propios sufrimientos. Nadie en el mundo puede evitar la realidad del sufrimiento.
¡OFRECERLO! Estas tres breves palabras resumen todo el mensaje: ¡Ofrécelo! Cuando Dios, en su infinita sabiduría, decide visitarte con alguna forma de sufrimiento, es de enorme importancia aceptar el sufrimiento dado por las manos amorosas y providenciales de Dios y ofrecerlo. Recuerda que el sufrimiento puede hacernos mejores o amargarnos. El sufrimiento puede salvar almas o ser desperdiciado.
¿CÓMO OFRECER NUESTROS SUFRIMIENTOS? Cuando sufrimos, procuremos unir nuestro sufrimiento a la Cruz, a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Esto se llama a veces el Misterio Pascual de Cristo. Unidos a Jesús en nuestra vida, en nuestras acciones y, sobre todo, en nuestros sufrimientos, hay un valor infinito.
OFRECIMIENTO EN UNIÓN CON EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA. Jesús murió una vez en la cruz del Calvario hace unos 2000 años. ¡Jesús no muere más! Sin embargo, hay que decir que cada vez que el sacerdote celebra el Santo Sacrificio de la Misa, se renueva y se hace presente lo que ocurrió en el Calvario hace 2000 años. De manera real, en cada Misa Jesús se ofrece como Víctima inmaculada al Padre por la salvación del mundo. El Papa San Juan Pablo II añade que en cada Misa, como ocurrió en el Calvario, María está presente de forma mística pero muy real.
COMIENZA AHORA A OFRECER SUS SUFRIMIENTOS. Por lo tanto, no desperdiciemos más estas oportunidades de oro que Dios nos ofrece cuando sufrimos cualquier forma de sufrimiento, y comencemos a unir nuestros sufrimientos con el sufrimiento de Jesús en la cruz. Mejor aún, ¡en unión con María! Deposita tus sufrimientos primero en las manos de María, luego en su Corazón Doloroso e Inmaculado. Luego, pídele a María que deposite estos sufrimientos en el altar donde se celebra la Misa para unirlos a los sufrimientos de Cristo. Vivir este estilo de vida transformará incluso tus más pequeños sufrimientos en una reserva infinita de abundantes gracias.
SUFRIMIENTOS QUE SE PUEDEN OFRECER A JESÚS A TRAVÉS DE MARÍA EN LA MISA
La Virgen de Fátima, cuando los niños le preguntaron qué debían ofrecer a Dios, respondió «todo». Haced de vuestras vidas un holocausto, un sacrificio vivo de expiación, reparación y alabanza. Vamos a ofrecer algunas sugerencias concretas sobre lo que podemos ofrecer a Dios a través del Corazón de María.
1. LAS INCLEMENCIAS DEL TIEMPO. Todos preferiríamos los días soleados, con el canto de los pájaros y el aroma fragante de las flores en plena primavera. Pero no siempre es así. El frío intenso, la lluvia, el aguanieve y los fuertes vientos caracterizan la previsión meteorológica real muchos días. En lugar de quejarte del tiempo, acéptalo, luego da gracias a Dios y únelo a Jesús en la cruz.
2. CONDICIONES DE SALUD. Como resultado del Pecado Original toda la humanidad sufre el debilitamiento de la salud, a veces las enfermedades, así como los virus. ¡Esto también es ineludible! ¿Por qué no unir tus propias condiciones de salud física, tu sufrimiento, a Jesús en la cruz? ¡El valor de esta ofrenda es infinito!
3. PANDEMIA: CORONAVIRUS (COVID). Una pandemia mundial como tal es única en la historia del mundo. En lugar de desperdiciar este sufrimiento universal, por qué no unirlo a la cruz de Jesús en el Calvario en el Santo Sacrificio de la Misa. El interés más especial debe ser el de aquellos que están en la última etapa de su vida, sea cual sea la causa, y están a punto de exhalar su espíritu al Padre Eterno. Que sus sufrimientos sean un sacrificio agradable a Dios para la salvación de las almas, incluida la suya.
4. SUFRIMIENTOS DE LA FAMILIA. Muchas mamás y papás fervientes y orantes sufren dolores insoportables al ver que los hijos que criaron como católicos, habiendo recibido todos los Sacramentos, lamentablemente se alejan del redil y abandonan la fe. A pesar de las invitaciones, exhortaciones y amargas lágrimas de sus padres, sus hijos viven ajenos a Dios, como si éste no existiera. En este caso, más que nunca, los papás y las mamás no deben caer en el desánimo, y mucho menos en la desesperación. Al contrario, los padres deben depositar sus sufrimientos y a sus hijos errantes en el altar de la Misa, donde Jesús ofrece sus heridas al Padre Eterno, ¡y el Padre se complace! Santa Mónica rezó por Agustín hasta que se convirtió a los 31 años ¡¡¡Paciencia!!!
5. SEQUEDAD ESPIRITUAL. Cualquier persona que se tome en serio su vida espiritual acabará encontrando sequedad o aridez, más concretamente, en su vida de oración. A esto se le llama la experiencia del desierto. En lugar de abandonar la lucha, tirar la toalla y darla por terminada, aguanta y reza igual. De hecho, esto puede suponer un gran sufrimiento, pero un sufrimiento espiritual muy eficaz y agradable a Dios. Une tu sequedad espiritual con la de Jesús en su Agonía en el Huerto y colócala en el altar del Santo Sacrificio de la Misa. Jesús experimentó un intenso estado de desolación. Sin embargo, oró con mayor intensidad y fervor. ¡Él es nuestro Modelo!
6. LA MUERTE DE LOS SERES QUERIDOS A veces, cuando nos enfrentamos a la muerte de nuestros seres queridos, nuestra fe y nuestra esperanza pueden tambalearse. En este momento crítico, qué importante es poner en el altar de la Misa a nuestros seres queridos que han pasado de este mundo al otro y rogar por su salvación eterna. «No es importante una vida larga, sino una vida santa». (Imitación de Cristo, Tomás Kempis) La aceptación y la conformidad con la voluntad providencial de Dios es nuestra única respuesta segura. No debemos preguntarnos por qué Dios les quitó la vida, sino qué podemos hacer en el presente por su alma, así como por la nuestra.
7. ALTERAR LOS PLANES EN EL DÍA A DÍA. Ninguno de nosotros se alegra de que la gente y las circunstancias interrumpan nuestra agenda, nuestros planes, nuestros proyectos bien pensados. Sin embargo, nos guste o no, nuestros planes y proyectos se verán interrumpidos con frecuencia. En lugar de perder la calma y la compostura, ¿por qué no aceptar simplemente las contradicciones y unirlas a la Cruz de la Contradicción de Jesús? Ponerlas en la cruz del Calvario en el Santo Sacrificio de la Misa. Para que el trabajo que no se realiza sirva para salvar almas.
En conclusión, amigos de Jesús y María, el sufrimiento es una realidad humana que nadie puede evitar. Seamos creyentes o no creyentes, católicos practicantes o ateos, grandes místicos contemplativos o materialistas empedernidos, el sufrimiento forma parte de la condición humana. Pero recuerda la breve máxima: «El sufrimiento te hace mejor o te amarga». Amargo, si sufrimos por el mero hecho de sufrir. Mejor, si unimos nuestro sufrimiento al de Jesús en la cruz en la Santa Misa y asi lo santificamos y crecemos en santidad
Por eso, a partir de hoy, recuerda cada día los sufrimientos de tu vida. Deposita estas preciosas joyas en las manos y en el Corazón de María. Ella las depositará en el altar de la cruz del Calvario. Tus sufrimientos, unidos a los sufrimientos de Jesús y de María, tendrán, en efecto, un valor infinito para la salvación de las almas: la tuya, la de tus seres queridos y la de muchos otros en el tiempo y en la eternidad.