IV Domingo Ordinario
«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
DOMINGO 30 DE ENERO Lc 4, 21-30 Verso de aleluya: «El Señor me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a proclamar la libertad a los cautivos».
En la lectura de hoy de la primera Carta de San Pablo a los Corintios, aprendemos el verdadero significado de «alegrar a los pobres» y «liberar a los cautivos». Comenzaremos con la introducción de Pablo que nos lleva a la explicación del P. Ed.
1 Cor 13: 1-3: «Si hablo en lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, soy un plato que resuena o un címbalo que choca. Y si tengo el don de profecía, y comprendo todos los misterios y toda la ciencia; si tengo toda la fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada. Si doy todo lo que he ganado, y si entrego mi cuerpo para poder presumir, pero no tengo amor, no gano nada».
SAN PABLO NOS MUESTRA LO QUE ES Y LO QUE NO ES EL AMOR Por el P. Ed Broom, OMV
Una de las mayores obras maestras espirituales jamás escritas sobre el tema del amor es de San Pablo en su capítulo 13 a los Corintios. En las bodas, ésta es a menudo una de las lecturas favoritas en el contexto de la Misa Nupcial. Si los novios, al igual que todos nosotros, leyeran seriamente, meditaran y se esforzaran por comprender la importancia y el significado de estos pocos versículos, la comprensión que tenemos del AMOR se transformaría radicalmente. Y por supuesto, como consecuencia, cambiaría la forma en que nos esforzaríamos por vivir esta virtud tan exigente.
Nos gustaría extraer cuatro breves versículos de I Corintios 13-versículos 4-7 y exponer y explicar estos pocos versículos relacionados con el amor.
«El amor es paciente, el amor es bondadoso. El amor no es celoso, no es pomposo, no es inflado, no es grosero, no busca sus propios intereses, no es irascible, no se preocupa por las injurias. El amor no se alegra por el mal, sino que se alegra con la verdad. Todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».
San Pablo, evidentemente guiado por el Espíritu Santo, se inspiró realmente para destacar las características de la caridad o amor sobrenatural y su aplicación concreta. En una palabra, el amor/caridad no es un mero sentimiento efímero, ni una emoción pasajera, ni una mirada o una sonrisa transitoria y romántica. Todo lo contrario: el amor sobrenatural, que en el lenguaje teológico se denomina caridad, es muy exigente. Según el Doctor Angélico, Santo Tomás de Aquino, es la mayor de las virtudes.
Dicho esto, nos gustaría enumerar lo que es y lo que no es el amor según San Pablo, y dar una breve explicación de estas palabras con la esperanza de que todos tengamos el valor audaz y la confianza en la gracia de Dios para poner en práctica diariamente esta sublime virtud.
1. EL AMOR ES PACIENTE
¿Eres paciente? Examina tu vida, específicamente en tres áreas básicas relacionadas con la paciencia.
¿Eres paciente con Dios y con la forma en que Él te trata en tu vida? ¿O cuestionas y te rebelas contra los designios providenciales de Dios? Luego, ¿eres paciente con los demás, especialmente con aquellos con los que te relacionas a diario? ¿O tu actitud y filosofía es «Aqui El que Manda soy yo»? Por último, ¿eres paciente contigo mismo? Con esto quiero decir que, cuando fracasas, ¿te rindes al desánimo o te levantas de la caída y vuelves a empezar? ¡Examínate sobre la paciencia en estas tres áreas!
2. EL AMOR ES BONDADOSO
Si realmente no entiendes todo el concepto de ser amable o de la bondad, te ofrecemos la antítesis, el vicio opuesto, y eso sería el comportamiento de una persona mezquina o de mal carácter. Una persona así suele ser amargada, enfadada, cortante, sarcástica, calculadora, susceptible.
Mientras que la persona bondadosa desprende alegría, misericordia, compasión, una sonrisa ganadora. Una persona amable es tierna, cariñosa y solidaria. Una persona amable no juzga, critica ni condena, sino que rápidamente pasa por alto los defectos y limitaciones de sus hermanos y hermanas.
3. EL AMOR NO ES CELOSO
Las personas celosas tienden a compararse con los demás y, como resultado, nunca están en paz consigo mismas. Los celos y la envidia están relacionados. Los celos pueden explicarse como la persona que se siente mal cuando otra persona tiene algo que ella no tiene.
La envidia es peor. ¡La persona envidiosa se alegra cuando le ocurre algo malo a la persona que tiene algo que ella no tiene! Lo contrario de los celos y la envidia sería la caridad fraterna: querer el bien del otro. San Pablo lo expresa perfectamente: «Alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran». (Rom 12,15)
Otra manifestación de la virtud opuesta sería la de la admiración. No se resta importancia a la buena fortuna del prójimo, sino que se le admira y se le felicita.
4. EL AMOR NO ES POMPOSO, NI INFLADO
Las palabras pomposo e inflado pueden ir unidas. Una persona así es orgullosa, engreída, fanfarrona, buscadora de sí misma, engreída, ostentosa, así como denigrante y despectiva hacia los demás. Esta persona es egocéntrica; quiere ser el centro de atención. Quiere ser en todo momento y lugar, por así decirlo, el alma de la fiesta. Posiblemente la mejor imagen del mundo animal sería la del pavo real, siempre dispuesto a mostrar su plumaje, su esplendor multicolor para que todos lo vean.
Lo contrario es una persona de voz suave, sin pretensiones, oculta, modesta, nunca exagerada, que busca el honor de los demás antes que el suyo propio.
5. EL AMOR NO ES GROSERO
Todos hemos conocido a personas maleducadas y posiblemente hayamos cedido a serlo nosotros mismos. ¿Cuáles son las cualidades de una persona grosera? Son prepotentes, nunca pueden esperar, se cuelan en las colas, se abren paso a codazos hasta el primer lugar y se quejan perpetuamente. Una persona maleducada es grosera, vulgar y tosca al hablar, y está hinchada de autoestima. Si somos sinceros, puede que incluso hayamos cedido a esta actitud de ser un tipo grosero en detrimento de nuestro entorno familiar y laboral.
Todo lo contrario que un caballero o una dama. Una persona así es cortés, amable, refinada, de voz suave, pulida y con buenos modales en casa y en cualquier otro lugar.
6. EL AMOR NO ES IRASCIBLE
Por temperamento rápido se entiende que esa persona tiene una mecha muy corta. Se enfurece en un abrir y cerrar de ojos. Cualquier cosa -ya sea una persona, un lugar, una cosa o una circunstancia- que no fluya y no esté en armonía con sus necesidades, deseos y anhelos particulares, puede provocarles una pequeña rabia. La persona de temperamento rápido suelta cualquier cosa que se le ocurra sin un momento de reflexión y, en consecuencia, puede causar un daño irreparable a la familia, a los parientes, a los amigos y a un sinfín de personas. Esta reacción impulsiva, impetuosa, explosiva y visceral ante todo lo que no es de su gusto, es como vivir o relacionarse con alguien que tiene petardos en el bolsillo y cerillas a mano.
Lo contrario es una persona capaz de sufrir tensiones, decepciones, contratiempos, malas palabras e insultos, incluso sufrimientos físicos en silencio, uniéndose a Jesús en su Pasión y sufrimientos.
7. EL AMOR NO SE PREOCUPA POR LAS HERIDAS
La persona que se obsesiona con las heridas no ha aprendido a perdonar, no ha comprendido la importancia de la mayor virtud del Corazón de Jesús: la misericordia.
Lo contrario de rumiar las injurias es perdonar de inmediato y de corazón a quienes nos ofenden. Es poner en práctica la oración de Jesús en el Padre Nuestro: en la petición «Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Jesús es el ejemplo más sublime, sobre todo cuando cuelga en la cruz y desde lo más profundo de su Corazón amoroso y sagrado clama «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». (Lc 23,34)
8. El amor no se regocija en el mal, sino que se regocija en la verdad. El amor y la verdad deben trabajar y colaborar juntos. Una persona motivada por el verdadero amor nunca llamará al pecado, virtud, ni al bien, mal. Es imposible.
El amor es honesto; el amor es sincero; el amor es transparente y no turbio. El amor se esforzará por corregir el mal. Esto se llama la virtud de la corrección fraterna. Al ver a alguien en pecado o en el error, una persona motivada por el amor tendrá el coraje, la honestidad y el celo para tratar de llevar a la oveja errante de vuelta al redil, de vuelta al rebaño, de vuelta a los brazos de Jesús que es el Buen Pastor incluso de las ovejas errantes.
9. EL AMOR TODO LO SOPORTA, TODO LO CREE, TODO LO ESPERA
Al cargar con todo, estamos llamados a contemplar a Jesús en su Pasión, mientras lleva la cruz, una cruz cargada con el peso de todos los pecados de toda la humanidad, desde Adán y Eva hasta el último hombre del mundo, y eso incluye nuestros propios pecados personales. Si la persona que está cargada de pruebas, tribulaciones, aflicciones y contradicciones de todo tipo, levanta sus ojos a Jesús cargando la cruz con los pecados de todo el mundo, sus fuerzas se renovarán. Orar y meditar sobre la paciente resistencia de Jesús en la cruz es una poderosa motivación para imitar al Señor y su infinito amor.
Creyendo en todas las cosas, recordamos el clásico de la Secretaria de la Divina Misericordia, Santa Faustina, en su Diario: La Divina Misericordia en mi alma. Uno de los sellos de este clásico es el de creer a Jesús en todas sus palabras y promesas.
Esperar todas las cosas es confiar en Jesús en todo momento y lugar, resumido en estas cinco sencillas pero profundas palabras: JESÚS, ¡CONFÍO EN TI!
10. EL AMOR LO AGUANTA TODO
Una de las virtudes clave de los seguidores del Señor Jesús es la de soportarlo todo; otra forma de expresarlo es la virtud de la perseverancia. El mismo Jesús afirmó: «El que persevere hasta el final se salvará». (Mt 24,13)
Utilizando una imagen del deporte, San Pablo afirma que no todos los corredores del estadio, del maratón, ganarán la carrera, sino sólo uno. Nosotros estamos llamados a ser ese uno en el Corazón de Jesús. San Alfonso María Ligorio insistió en la importancia de aguantar hasta el final con el concepto de perseverancia final.
Al concluir, meditemos en oración las palabras de San Alfonso con respecto a la perseverancia final: «La gracia de todas las gracias para perseverar en el estado de gracia». Supliquemos a la Santísima Virgen María esta altísima gracia. Supliquemos a María la llena de gracia, para vivir en gracia, crecer en gracia, perseverar en gracia y morir en estado de gracia, para alcanzar nuestro mayor premio: el Cielo para toda la eternidad.