Jueves de la III semana del Tiempo ordinario
«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
JUEVES 27 DE ENERO Mc 4, 21-25 «Al que tiene, se le dará más; al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene».
¿Qué significa esto para nosotros? Interpretémoslo a través de las Reglas Ignacianas de llDiscernimiento.
Para los que perseveran en la oración, la penitencia y la limosna o las buenas obras, las gracias que reciban se multiplicarán. Seguirán creciendo en el amor a Dios y al prójimo y, al mismo tiempo, seguirán alejándose del pecado, mortal y venial.
Para los que descuidan estas prácticas espirituales esenciales, las gracias que han recibido disminuirán, y se entregarán a los caminos del mundo, cayendo así en más pecados, mortales y veniales.
Ante este marcado contraste, el P. Ed nos ayudará a profundizar en las primeras Seis Reglas Ignacianas de Discernimiento de Espíritus. Deja que estas palabras calen hondo, aplícalas a tu vida, a tus propias experiencias. Deja que esto sea una prueba de fuego para saber cómo estás progresando espiritualmente.
REGLAS PARA COMBATIR EL BUEN COMBATE Y GANAR LA BATALLA por el P. Ed Broom, OMV
Tomado de su propia experiencia, después de la batalla de Pamplona que cambió su vida, San Ignacio de Loyola nos ofrece dos series de Reglas para ayudarnos en nuestra batalla por la salvación de nuestras almas inmortales. La primera serie se compone de 14 Reglas; la segunda, de 8 Reglas. Vamos a hablar de las primeras 14 Reglas.
¿ORIGEN? Después de la grave herida en sus dos piernas en la batalla de Pamplona, Ignacio tuvo mucho tiempo para recuperarse. En este período de convalecencia, su mente y sus afectos giraban de un lado a otro entre dos objetos contrarios: uno era la vida mundana, sensual, vana y material que había vivido; el otro consistía en leer y reflexionar sobre las vidas de los santos, así como sobre la vida de Cristo. Los pensamientos y los ensueños mundanos le proporcionaban cierto placer inmediato en la superficie de sus emociones, pero luego se hundía en un estado de desolación y tristeza. La alegría de vivir se disipó y se esfumó. Pero cuando elevaba su mente y su corazón al reino espiritual de Jesús y de los santos, su corazón se encendía y tenía el más ferviente deseo y anhelo de imitar a los santos. Ignacio dijo: «Si Francisco pudo hacerlo, yo también; si Domingo pudo hacerlo, yo también».
Entonces, según consta en su Autobiografía, «se le abrieron un poco los ojos y notó que algunos pensamientos le traían desolación y tristeza, mientras que, los otros, consuelo y alegría.» Esta experiencia de San Ignacio establece el trasfondo y el fundamento de sus renombradas Reglas de Discernimiento de Espíritus. Ignacio insiste en la conciencia de estos diversos movimientos interiores. Debemos rechazar los malos que conducen a la desolación; debemos reconocer, aceptar y seguir los buenos que conducen a la consolación. Conocer estas diversas mociones interiores y aplicar estas Reglas es indispensable para vivir la Espiritualidad Ignaciana, y consecuentemente perseguir una apertura al buen espíritu, y una pronta disposición a rechazar el mal espíritu. En este breve ensayo queremos dar un breve resumen de la primera serie de 14
Reglas y algunos medios concretos para aplicarlas a nuestra vida.
REGLA PRIMERA: TÁCTICA DEL BUEN ESPÍRITU VS. EL MAL ESPÍRITU: EL ALMA EN PECADO MORTAL.
EL MAL ESPÍRITU. Para el individuo que ha elegido vivir una vida de pecado, y de pecado grave o serio, el diablo tiene una táctica específica. El enemigo propone placeres aparentes, deleites sensuales y gratificaciones por medio de llenar la imaginación con estos deleites sensuales. ¿La táctica del diablo? Aumentar los vicios, aumentar los pecados, tentar a esa persona a cometer tantos y tan graves pecados como sea posible. El resultado neto será la ESCLAVITUD total. En realidad, Jesús afirma el hecho de que el pecado es una verdadera esclavitud. Además, la esclavitud y las cadenas se vuelven más poderosas. En lenguaje moderno, la persona se convierte en un ADICTO. El paso final del demonio es embotar y erosionar tanto la conciencia que tal adicto ya no tiene ningún remordimiento de conciencia. El Papa Pío XII declaró al respecto «El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado». Finalmente, si tal individuo muere en estado de pecado mortal sin arrepentimiento, pierde su alma para toda la eternidad. Es triste decir que, en nuestra época moderna, hay muchos adictos, pero lo peor es que no admiten su adicción. De hecho, un médico sólo puede curar a una persona que admite que está enferma.
EL BUEN ESPÍRITU. Ahora bien, el buen espíritu, al tratar con el alma de un individuo que vive en un estado de pecado grave, utiliza un enfoque totalmente diferente. En la reflexión silenciosa y mediante el uso de la razón, el buen espíritu aguijonea su conciencia y lo llena de remordimientos. ¡El camino de la conversión está ahora en marcha! Podría compararse a tener una espina en el costado, o una pequeña piedra en la sandalia, o algo de polvo en el ojo. Sólo hay que quitársela. Lo mismo ocurre con el Espíritu Santo. Él hace que te sientas incómodo con tu conciencia, con tu situación moral, para que sientas la necesidad real de cambiar. San Agustín menciona esto en sus clásicas Confesiones antes de su conversión. Al relacionarse con un hombre recién convertido al cristianismo que irradiaba alegría, Agustín se sintió triste porque no experimentaba esa alegría. Estaba en el camino de la conversión.
REGLA DOS: TÁCTICA DEL BUEN ESPÍRITU VS. EL MAL ESPÍRITU: EL ALMA EN GRACIA Y QUE LUCHA POR LA SANTIDAD.
EL MAL ESPÍRITU. En este estado del alma, el espíritu malo y el espíritu bueno cambian drásticamente de táctica. Ahora el espíritu malo se esfuerza por acosar a esta alma que se esfuerza por la perfección con pensamientos negativos, a menudo escrupulosos, con la intención de quitarle la paz. San Ignacio experimentó esto en Manresa. Después de hacer una confesión general que dura cerca de cuatro días, y de ocuparse diariamente de rezar, hacer penitencia y actos de caridad, en suma, de esforzarse por seguir realmente al Señor en santidad de vida, el demonio le asalta con pensamientos negativos que intentan robarle la paz. Pensamientos como los siguientes. ¿Tal vez no hizo una buena confesión después de todo? Además, ahora está rezando largas horas y practicando penitencias extremas, pero no hay manera de que pueda perseverar en esta forma de vida durante los próximos años. El diablo incluso tienta a Ignacio con pensamientos contra su propia vida, pensamientos de suicidio. Estos son los astutos trucos del diablo en este estado. El diablo trata de llenar el camino de la santidad con baches, zanjas, bloqueos, obstáculos, desvíos e incluso pinchazos. Hará todo lo posible para desanimarte, para que dejes de perseguir la santidad de vida y vuelvas a una vida pecaminosa o al menos a una vida mediocre.
EL BUEN ESPÍRITU. Todo lo contrario es la obra y la acción del buen espíritu sobre el alma que con toda sinceridad se esfuerza por purificarse del pecado y vivir una vida de verdadera santidad. El Espíritu Santo, en cierto sentido, se convierte en un animador, alentando al alma, enviando pensamientos y deseos de paz, alegría y felicidad. El alma experimenta la vida espiritual con el Señor como algo maravilloso, nada podría ser mejor. El buen espíritu da valor y fuerza, consuelo y paz, lágrimas de alegría, inspiraciones celestiales, y elimina todos los obstáculos.
Lo más evidente es que la vida espiritual es una lucha constante entre el espíritu bueno y el espíritu malo; esta lucha es continua y sólo termina en el momento de la muerte.
REGLA TERCERA: REGLA DESCRIPTIVA DE LO QUE ES LA CONSOLACIÓN ESPIRITUAL
En esta Regla San Ignacio describe sencillamente y de muchas maneras en qué consiste la CONSOLACIÓN. La mejor manera de entenderlo es ofrecer una lista ignaciana de signos de consolación:
SIGNOS DE CONSOLACIÓN ESPIRITUAL EN TU VIDA:
1. Tu alma está inflamada de amor por tu Creador.
2. Amas a las criaturas de Dios sólo relacionadas con el Creador.
3. Lágrimas movidas por el amor de Dios. Por qué las lágrimas?
4. Lágrimas de dolor por tus pecados: verdadero signo de arrepentimiento.
5. Lágrimas que se derraman al meditar la Pasión y el sufrimiento de Jesús.
6. Lágrimas derramadas en la alabanza y el servicio a Dios.
7. Aumento de la virtud teologal de la Fe en Dios.
8. Aumento de la virtud teologal de la Esperanza-confianza en Dios.
9. Crecimiento en la mayor de todas las virtudes: La caridad, el amor sobrenatural.
10. Alegría de ser atraído por lo que es celestial.
11. GOZO relacionado con la salvación de tu alma.
12. PAZ Y TRANQUILIDAD. Además, tu alma experimenta una gran paz y tranquilidad en el
Señor. San Pablo dice: «Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús». (Flp 4,7)
Todo lo anterior son claros signos de experimentar la CONSOLACIÓN. Podemos orar al Espíritu Santo para que experimentemos la consolación constantemente. Incluso en el sufrimiento, es posible experimentar la consolación si estamos unidos a Cristo. Hay que tener en cuenta que nuestra consolación está en el Dios de toda la creación, y no simplemente en la creación separada de Dios.
CUARTA REGLA: REGLA DESCRIPTIVA DE LO QUE ES LA DESOLACIÓN ESPIRITUAL
Como era de esperar, teniendo en cuenta el hecho de que Ignacio juega con los contrastes literarios, la DESOLACIÓN será el polo opuesto a la CONSOLACIÓN. En efecto, ¡así es! Para facilitarnos la tarea, al igual que en la última explicación de la regla, nos limitaremos a componer una lista de signos de DESOLACIÓN. Sin embargo, es muy importante que podamos detectar en nuestras almas, y en nuestras vidas, si estamos en un estado de consolación o de desolación. ¡Las reglas que siguen a los signos de desolación, nos dan prácticas concretas a realizar para reclamar la victoria sobre la desolación con la ayuda de la gracia de Dios!
SIGNOS DE DESOLACIÓN ESPIRITUAL EN TU VIDA
Oscuridad del alma: imagina que estás espiritualmente en un túnel oscuro, o en una mazmorra, o en una cueva. Ahí lo tienes, ¡pero dentro de tu alma!
Turbación del espíritu. Esto es diametralmente opuesto a la paz interior. Al contrario, toda la paz desaparece.
Inclinación a lo que es bajo y terrenal. En otras palabras, atraído por la carne/carnalidad-los pecados capitales. Como ejemplos, esto podría ser la gula, la lujuria, la pereza-ser atraído hacia las cosas terrenales y los deseos bajos.
Inquietud. Piensa en Caín después de matar a Abel. No estaba en paz en lo más mínimo. Más bien era un alma inquieta, errante y desamparada.
Perturbaciones. Ser tirado en muchas direcciones sin ninguna meta o propósito en la vida.
Las tentaciones: ¡éste es el papel del propio diablo! Santo Tomás de Aquino llama al diablo exactamente eso: EL TENTADOR.
Las tres Virtudes Teologales bajo ataque. En la consolación, las virtudes teologales florecen y crecen; no así en la desolación: son atacadas y debilitadas.
Falta de FE… La fe parece menguar y decaer. «De todos modos, ¿para qué sirve una vida centrada en Dios?».
Falta de ESPERANZA… Una tendencia y tentación de simplemente tirar la toalla, de rendirse. «¿De qué sirve?»
Falta de CARIDAD… En lugar de amor a Dios y al prójimo, absortos en el amor a uno mismo. En lugar de Teología, ¡es Meología!
Pereza. El alma es perezosa, anémica, carente de energía para hacer cualquier tipo de bien.
Tibio. Otra palabra para tibio es LUKEWARM. El libro del Apocalipsis condena
esto: «No eres ni frío ni caliente, sino tibio; te escupiré de mi boca». (Ap 3:16)
TRISTEZA. Sin alegría alguna, perdido en el valle de la tristeza y de las tinieblas, la melancolía y la perdición dominan el alma.
SEPARACIÓN DEL CREADOR. Más aún, el alma que se encuentra en el estado de desolación parece estar separada de Dios el Creador. «Dios, ¿dónde estás?»
¡Aunque sea doloroso leer y estudiar la realidad del estado de DESOLACIÓN, es indispensable en la vida espiritual nombrarlo, reclamarlo y domarlo por la gracia de Dios y siguiendo las siguientes reglas que Ignacio tan sabiamente nos expone!
REGLA CINCO: EN LA DESOLACIÓN, NUNCA HAGAS CAMBIOS EN TU VIDA ESPIRITUAL.
San Ignacio es muy firme y claro en esta regla. Cuando te encuentres en el estado de DESOLACIÓN, nunca hagas cambios en tu vida espiritual y en tus propuestas. Al contrario, debes permanecer firme y sólido como una roca. ¿Por qué? La razón es muy simple: la realidad del DIABLO. Cuando te encuentras inmerso en ese estado de oscuridad, tristeza y, por así decirlo, desesperanza, es precisamente en ese estado donde el diablo lanza sus armas más poderosas. Si abandonas la oración y tus prácticas de devoción, tu meditación y tu examen de conciencia, entonces eres un blanci de batalla para los ataques del diablo. Seguid rezando aunque no tengáis ganas; especialmente cuando no tengáis ganas. Como los buenos soldados que son atacados, hay que ser firmes para no abandonar la lucha. San Pablo nos invita a pelear el buen combate hasta el final.
SEXTA REGLA. LA REGLA DEL AGERE CONTRA.
Las palabras en latín AGERE CONTRA son puro Ignacio. Lo que las palabras significan es simplemente esto: Haz exactamente lo contrario de lo que el diablo te está tentando a hacer. En otras palabras, no puedes ceder a la pereza de ninguna manera. En esta regla Ignacio ofrece cuatro prácticas específicas, que vamos a enumerar:
ORACIÓN. No descuides la oración bajo ninguna circunstancia, pero especialmente cuando estés en estado de DESOLACIÓN. Dedica algún tiempo a las oraciones vocales rezadas con fervor: El Padre Nuestro, el Ave María, el Gloria, el Ángel de Dios, los Actos de Fe, Esperanza y Amor, el Avemaría… Todos ellos son escudos contra el enemigo.
MEDITACIÓN. Además, bajo ninguna circunstancia se debe descuidar la meditación diaria. Esto podría ser fatal. Si tienes la costumbre de hacer tu Hora Santa diaria, como la llama el Ven. Fulton Sheen, LA HORA DEL PODER, sé diligente y fiel, incluso añade uno o dos minutos, en lugar de reducirla rezando menos.
EXAMEN DIARIO. Ignacio insiste en el EXAMEN DIARIO. Sin embargo, esto es más importante en la desolación para detectar el por qué o la razón de la desolación. Repasando tu día y tus acciones podrás detectar alguna infidelidad al Señor que esté provocando la desolación.
ALGUNA PENITENCIA ADECUADA. Por último, Ignacio recomienda alguna forma adecuada de
penitencia. Jesús lo dijo claramente: «Algunos demonios sólo pueden ser expulsados con la oración y la penitencia». (Mt 17,21) Renunciar a una galleta o a un refresco, rezar unas cuantas oraciones más, rezar de rodillas, renegar de un programa que te gusta: cualquier cosa puede servir para ayudar a desatar el nudo de la desolación.
Al encontrarte en este estado de desolación, es de suprema importancia recordar estas cuatro prácticas y la práctica de la Contra-Acción, lo que significa no seguir al diablo de la pereza y la negligencia, sino ser un soldado fiel: ¡vigilante, trabajador y obediente!
¡Mañana continuaremos con las Reglas Ignacianas para el Discernimiento de Espíritus!