Martes de la cuarta semana de Adviento
«Para cosas más grandes has nacido». (Ven. Madre Luisita)
MARTES 21 DE DICIEMBRE Lc. 1,39-45 «Dichosos los que habéis creído que se cumpliría lo que os dijo el Señor».
REFLEXIÓN:
La vida de María en la tierra no fue fácil, pero al dar su Sí incondicional a Dios esta humilde Virgen se convirtió en la Madre de Dios, Madre de la Iglesia y Madre de todos nosotros.
Nuestras vidas no son fáciles, cada uno de nosotros tiene sus propias cruces que llevar. Pero el Señor nos ha hablado también a nosotros: «¡No os desaniméis! El Señor, tu Dios, está en medio de ti, un poderoso salvador; se alegrará por ti y te renovará en su amor. Cantará con alegría por ti, como se canta en las fiestas». (Sof 3,17)
Aprendamos, pues, a vivir y a amar como lo hizo María, donde nos plantamos con la oración, el ayuno y la limosna, y sirvimos con paz y alegría a todos los que encontramos en nuestra vida cotidiana. Porque tenemos un Salvador. Él nos ha llamado a cada uno por su nombre y le pertenecemos. Ahora y para la eternidad.
10 COSAS BELLAZ SOBRE LA VISITACIÓN… por el P. Ed Broom, OMV
María es nuestro modelo, nuestra maestra, nuestra guía, nuestra inspiración, nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza, para todos los que levantan sus ojos hacia ella con amor. En la hermosa oración de San Bernardo, el Memorare, rezamos con confianza «Acuérdate, oh graciosísima Virgen María, de que nunca se supo que nadie que huyera a tu protección, implorara tu ayuda o buscara tu intercesión quedara sin ayuda».
El mes de mayo es el mes de María y concluye con una de las fiestas marianas más hermosas: la Visitación de la Santísima Virgen María a su prima Santa Isabel. De esta joya mariana, que es también el segundo misterio gozoso, se pueden extraer muchas y magníficas lecciones espirituales. Descendamos a esta «Mina de Oro Espiritual» y agarremos estos excelentes tesoros.
1. CONEXIÓN ENTRE LA ANUNCIACIÓN Y LA VISITACIÓN La última parte del misterio anterior -la Anunciación o Encarnación- termina con el Fiat de María, es decir, el Sí de María a convertirse en Madre de Dios. Sus palabras exactas fueron: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». (Lc 1,38) En ese momento se produjo uno de los acontecimientos más sublimes de la historia del mundo: la Encarnación del Hijo de Dios. Es decir, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad descendió de su trono celestial y se encarnó (se hizo hombre) en el seno purísimo de la Virgen María. ¡Con asombro, adoramos humildemente este sublime misterio!
2. COMUNIÓN Y CARIDAD FRATERNA. María no guardó para sí el «Don» de Jesús
para sí misma, sino que se apresuró a compartir el don con los demás. Emprendió un viaje de 130 kilómetros cuesta arriba hasta Ain Karim para visitar a su prima Isabel y también para ayudar a su prima en su necesidad. ¡El Papa Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica «Sacramentum Caritatis» insiste en que la Misa y la Santa Comunión deben transformarnos en ardientes misioneros que lleven la Buena Noticia de Jesús a todo el mundo!
3. EN HASTA. María no procrastinó, no pospuso, ni retrasó, o puso excusas, Ella no racionalizó, ni justificó el aplazamiento de su viaje, sino que siguió la inspiración del Espíritu Santo y se puso en marcha inmediatamente. ¡Lección! Al recibir buenas inspiraciones del Espíritu Santo, ¡debemos ser dóciles y prontos para responder!
4. VIAJAR CON MARÍA Y HABLAR CON ELLA Entra en una escena contemplativa ignaciana e imagina que viajas con María. Fíjate en su alegría, en su paso rápido, y en su conciencia de Jesús dentro de ella, en su determinación de llevar a cabo la voluntad de Dios a pesar de los posibles obstáculos: todo ello conforma tu largo viaje a Ain Karim con María. Admira su majestuosidad, pero también inspírate en su humildad y sencillez. Durante este largo viaje juntos, abre tu corazón y háblale a María de lo que pasa en tu vida. ¿Por qué no le cuentas incluso lo que más te pesa en el corazón? ¡María es la mejor de las oyentes!
5. PROCESIÓN EUCARÍSTICA. Recuerda. El pequeño Jesús ya está presente en el vientre de María. Por lo tanto, mientras viajas, recuerda que se trata de una «Procesión Eucarística», ¡una procesión del Corpus Christi! María siempre quiere acercarnos a Jesús. Sus últimas palabras en las bodas de Caná fueron: «¡Haced lo que Él os diga!» (Jn 2,5) ¡Un gran consejo! ¡Pide la gracia de tener más fe, amor y devoción por Jesús realmente presente en la Eucaristía!
6. ALEGRÍA. Este es el 2º Misterio Gozoso. Estar con Jesús y María es la verdadera y auténtica fuente de alegría. El cántico de María, su Magnificat, subraya esta verdad: «¡Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador!» (Lc 1,46-47) Ojalá busquemos siempre la alegría en esta auténtica fuente: ¡JESÚS EL SEÑOR!
7. SALUDO Lo más probable es que María saludara a Isabel con el típico saludo judío, SHALOM -¡la paz sea contigo! Nuestros hogares, familias, comunidades, parroquias, grupos y actividades deberían caracterizarse por una atmósfera de «Shalom». Hay que crear un ambiente cálido, acogedor y atractivo. Una nota esencial de la eficacia apostólica es la de crear este ambiente cálido y acogedor. ¡María nos lo enseña con su saludo!
8. EL NIÑO JUAN SALTA DE ALEGRÍA Al oír el saludo de María, el niño Juan salta de alegría en el vientre de Santa Isabel. ¿Qué sucede aquí? Jesús, incluso antes de nacer, actúa como Redentor al liberar a su primo Juan de la esclavitud del Pecado Original. ¡Mensaje! Nuestro contacto con Jesús y María a través de la oración servirá, sin duda, como un poderoso medio para disminuir el poder del pecado sobre nosotros y eventualmente romper la fuerza vinculante y la esclavitud del pecado. El pecado es realmente una esclavitud y Jesús y María vinieron a darnos la libertad, la verdadera libertad de los hijos e hijas de Dios. «Oh María, concebida sin pecado, ruega por nosotros que recurrimos a ti».
9. ¡PASAJE PRO-VIDA «POR EXCELENCIA»! Estas dos mujeres en la sociedad moderna serían candidatas al aborto. ¿Por qué? María era muy joven; mientras que Isabel era muy mayor. Sin embargo, ¡ambas mujeres tenían una confianza infinita en la Divina Providencia de Dios! Por eso, Isabel dio a luz al gran San Juan Bautista, y María dio a luz a JESÚS, EL HIJO DE DIOS. Por nuestra meditación del misterio de la Visitación, seamos en todo momento defensores acérrimos de la vida humana, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. ¡Dios es el Autor y el Origen de la vida y sólo Él tiene el derecho de tomar la vida para sí mismo!
10. MARÍA Y EL SERVICIO ACTIVO El amor a Dios no puede limitarse a las palabras, sino que debe manifestarse en las acciones, en el servicio, en ver a Jesús realmente presente en los demás. María no sólo saludó a Isabel, sino que sirvió activamente a su prima anciana y embarazada en su necesidad. ¡Con un poco de imaginación (Contemplación Ignaciana), podemos imaginar a María y acompañarla en el servicio activo!
¿Cuáles habrían sido algunas de las actividades que María habría realizado con alegría y amor? Ir al pozo a por agua -¡entonces no había agua corriente! Barrer el polvo y la suciedad de su humilde hogar-¡no había aspiradoras hace 2000 años! Lavar y tender la ropa, sin costosas lavadoras y secadoras que agilizaran el trabajo. Cocinar y hornear, preparar las comidas, poner la mesa, lavar los platos y limpiar la cocina después de comer: ¡no había Pollo Loco, Burger King, Pizza-Hut o KFC! ¡Tampoco había sobrantes en el refrigerador que había que revisar y vaciar cada semana!
Todas estas humildes tareas domésticas las habría realizado María con el mayor amor y atención para ayudar a su prima Isabel. ¡Recuerda! La santidad no depende de la grandeza del acto, sino del gran amor que acompaña cada acción, aunque parezca pequeña e insignificante a los ojos del mundo. El secreto de la santidad de Santa Teresa, y de María en el misterio de la Visitación, es hacer las cosas ordinarias de la vida cotidiana con un amor extraordinario. Eso es la santidad.
En conclusión, contemplemos la vida, las palabras, los gestos y las acciones de María, santísima, especialmente en el Misterio de la Visitación, y motivémonos a trasladar nuestra vida contemplativa al servicio activo de nuestros hermanos, que son realmente Jesucristo. Porque «todo lo que hagáis al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo hacéis». (Mt 25,40)