GRACIA A PEDIR:
- Conocer más íntimamente a Jesús, para amarle más ardientemente, y seguirle.
- Tener una amistad profunda y permanente con Jesús.
TERCER DÍA: EL ANUNCIO DEL REINO DE DIOS INVITANDO A LA CONVERSIÓN.… Mc 2, 3-12
1. GRACIA A PEDIR. Imploremos a Dios que nos conceda la gracia de conocer íntimamente a Jesús, para amarlo más ardientemente y seguirlo. Contemplamos a Jesús en su vida activa y su trato con el pueblo. A dondequiera que fuera, Jesús atraía a grandes multitudes con un irresistible magnetismo y atracción. Señor, concédeme esa gracia de ser atraído a TI, como la fuerza de un imán. Te pido Señor que yo atraiga a otros a TÍ. Porque la santidad en verdad atrae.
2. JESÚS EL MAESTRO. Jesús predicó y enseñó la Palabra de Dios en todo momento y en todo lugar y atraía a gente de todos los pueblos. Hoy también, Jesús es MAESTRO. Pero no solo Maestro de las multitudes, sino vuestro Maestro. Él es el Maestro por excelencia. Roguemos con fervor que Dios nos conceda la gracia de ser perpetuos discípulos/aprendices, dispuestos a estar a los pies de Maestro, dispuestos a embeber de la fuente de Sabiduría – esto es lo que hacer una HORA SANTA todos los días. Renovemos nuestro compromiso de ser fiel a nuestra HORA SANTA todos los días, porque esta hora es la HORA DE PODER. De esta HORA emanará un magnetismo irresistible que conducirá a otros a Jesús, el CAMINO, la VERDAD y la VIDA.
3. JESÚS SANA. Jesús no solo es mi Maestro, sino que Jesús me sana. No encontraremos sobre la faz de la tierra a más grande Maestro o mejor Médico que Jesús, el Señor de Señores y Rey de Reyes. Entre en la siguiente escena: Jesús vino al mundo para sanar, para dar salud al enfermo. Acérquese al Señor con todos sus males, sus enfermedades y dolencias de cuerpo, pero aún más importante, con las enfermedades del alma, porque Jesús es ‟Sanador- Herido”. Presentemos a Jesús todas nuestras heridas, para que Él, el Médico Divino, nos sane. Recordemos esta verdad: Una de dos, seremos heridos que hieren o heridos que sanan. Si vamos a Jesús con nuestras heridas y se las damos, podremos ser heridos sanados y ser capaces de sanar a la humanidad quebrantada. (Enseñanza del reconocido escritor de libros espirituales Henri Nouwen.)
4. EL PARALÍTICO Y SUS CUATRO AMIGOS. Es digno de señalar y meditar la forma en que el paralítico llegó a Jesús. Claro, ¡no pudo haber llegado por su propia cuenta! Este hombre tenía a cuatro amigos que lo amaban. Los amigos del paralítico, lo amaban y sufrían con él (compasión) y estaban despuestos a hacer lo que fuera necesario para aliviar su sufrimiento o conseguir una sanación total. El remedio: contacto con el más grande Médico – ¡Jesús el médico del cuerpo y alma!
5. EMPEÑO Y PERSEVERANCIA. Los cuatro amigos del paralítico pusieron mucho tiempo y esfuerzo para llegar a Jesús. El Evangelio no especifica, pero no sabemos qué distancia tuvieron que viajar para llegar a donde estaba Jesús, quizas fueron varios kilómetros. Las manos de los cuatro amigos quizás estaban ampolladas. ¡Qué amor tan grande tenían por su amigo! El amor no tiene límites. Cuando les preguntaban si su amigo pesaba mucho, la respuesta fue ‟Él no pesa, es nuestro hermano.” Lo cargaron todo el camino hasta llegar a Jesús. ¿Qué lección podemos tomar? Si verdaderamente amamos a alguien, haremos todo sin contar el precio. Vemos el supremo ejemplo de Jesús.
6. PERSEVERAR HASTA LLEGAR A JESÚS. Al llegar a donde estaba Jesús, se encuentran con un verdadero dilema. Habían hecho el viaje largo y ahora se encontraban con una multitud que también quería ver a Jesús. No había forma de acercarse a Él. ¿Y ahora qué hacer? ¿Acaso tendrían que regresar a casa sin verlo? ¡Claro que no! Se les ocurre una idea brillante, deciden subirse al techo, hacer un agujero y bajar a su amigo por ese agujero precisamente en frente de Jesús. Sabían que Jesús se encargaría de todo lo demás.
7. CONTEMPLACIÓN / VEA ESTA ESCENA CON LOS OJOS DE LA IMAGINACIÓN. Estos hombres probablemente tuvieron que encontrar una escalera, y con unas cuerdas, subir a su amigo paralítico con mucho cuidado para que no se lastimara o rompiera un hueso. Como sea que usted se lo imagine, lo logran colocar en el techo; ahora comienzan a hacer un agujero en el techo de forma que puedan bajarlo por allí. Mientras se ocupan de abrir el techo, cae tierra y polvo encima de todos los que están dentro de la casa. Casi podríamos decir que hay algo cómico en esta escena. Pero lo que verdaderamente es admirable es la persistencia y perseverancia tenaz de estos cuatro amigos. ¿Qué lección podemos sacar de esto? Debemos hacer todo lo que esté dentro de nuestro alcance para llegar a Jesús y para tener una profunda amistad con Él. ¡Jesús nos dará fortaleza, nos sanará y nos consolará!
8. CUÁL FUE LA REACCIÓN DE JESÚS. Jesús se ha de haber regocijado de ver a estos hombres con su amigo el paralítico. Vemos que Jesús no sana primero la parálisis del enfermo sino su parálisis espiritual, su enfermedad moral – el PECADO. Es interesante, Jesús se encarga no solo del cuerpo sino también del alma, de toda la persona. Pero Jesús primero sana el alma. En otra parte de las Sagradas Escrituras Jesús nos amonesta: ‟¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” Claro, debemos cuidar de nuestro cuerpo, pero primero debemos ocuparnos de nuestra salvación eterna, de nuestra alma inmortal. El cuerpo está destinado a morir; pero el alma, a la vida eterna con Dios.
9. LA SANACIÓN INTEGRAL DEL PARALÍTICO. Como de costumbre, los Fariseos juzgan y condenan las acciones de Jesús. (¿Hay algo de fariseo en usted? ¿Al ver algo, juzga y condena a la gente? Dejemos que Jesús sea el que juzgue.) Jesús conocía los pensamientos de los fariseos. Está usted consciente de esto – que Jesús lo conoce a usted completamente. Jesús sabe lo que usted está pensando en este preciso momento. Regresamos al paralítico – Después de perdonarle los pecados, Jesús obra un milagro, sana la parálisis de este hombre. ¡Qué estupendo milagro que trajo a muchos a creer en el poder y la bondad de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo! Jesús sanó el cuerpo y el alma de este hombre, ¡pero lo más importante fue la sanación de su alma!
10. YO SANADO. Debo reconocer con humildad que el hombre sobre la camilla que fue llevado a Jesús soy YO. Apliquemos esto a nuestra vida espiritual – Padezco de un mal; sufro de una enfermedad; estoy paralizado; no puedo caminar bien. Pero a pesar de mis caidas y mi tendencia al pecado, mis adicciones, mi pasado y la carne que se revela, nunca es tarde para comenzar de nuevo. Jesús me puede sanar en este momento si tan solo presento con humildad al Médico Divino todas mis enfermedades e imploro que me sane. Pida a Jesús que le sane para poder así ser el HERIDO quien fue sanado por el poder de Dios y llevar al mundo quebrantado la sanación de Cristo.
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