Es necesario que pongamos todo nuestro empeño para mejorar nuestra vida de oración. ¡La oración es el oxígeno del alma; es absoluta necesitad; es cuestión de vida o muerte! Los modos de oración son muy diversos, pero abordaremos solo cuatro: adoración, contrición, acción de gracias y petición.
- Oración de adoración y alabanza. La forma más elevada de oración que podemos dar a Dios es la adoración. ¡Todos los ángeles en el cielo dan honor, gloria y alabanza a Dios!
- Oración de arrepentimiento o contrición. ¿Qué es el arrepentimiento? Todos somos pecadores y estamos llamados a pedir perdón a Dios, somos llamados a arrepentirnos por nuestros pecados y confiar en su infinita misericordia!
- Oración de acción de gracias. Todo lo bueno que tenemos, absolutamente todo, lo hemos recibido de Dios, de la bondad y el amor de Dios.
- Oración de petición o súplica. `Suplica’ no es una palabra muy utilizada en el lenguaje común. Dice San Agustín muy claramente: “Todos somos mendigos delante de Dios” ¡Todos estamos necesitados de Dios en todo!
En este breve ensayo nos gustaría centrarnos en la oración de contrición; la contrición es el arrepentimiento que sentimos por haber obrado en desacuerdo con la voluntad de Dios y el propósito de no volver a actuar mal en adelante. Del corazón contrito debe suscitar el anhelo de reparar por nuestros faltas y por las faltas del mundo entero. En la Coronilla de la Divina Misericordia – oración dada a santa Faustina por Jesús – rezamos: “Ten piedad de nosotros y del mundo entero.” De modo que, cuando rezamos, nuestra oración toma una dimensión universal; en si la el origen de la palabra “católico” es un termino griego que significa “universal”. La palabra universal, algo de carácter universal abarca TODO, todos los pueblos, de todos los tiempos, incluso los que ya han pasado a la próxima vida. Sin más preámbulos, lanzémonos con ímpetu a los brazos amorosos de Dios, pidámosle perdón por nuestros pecados, hagamos reparación – aplacar la Justicia Divina – por nosotros mismos, por todos los pueblos y el mundo entero!
Quizás se pregunte: ¿por quién debo rezar? ¿quién debería ocupar primer lugar en mi lista de oración? ¿dónde debo rezar? ¿cuándo debo de rezar? ¿cómo debo rezar y con qué actitud de corazón? Presentaremos ahora una lista de ideas, una lista de personas por las cuales debemos de rezar; que nuestra oración sea una oración de reparación y contrición.
1. ¡YO, yo y yo! ¿Acaso es egoismo rezar por uno mismo? ¡Claro que no! Dios en su infinita bondad nos creo, y nos ha dado una misión que cumplir; esta misión que lo alabemos y salvemos nuestra alma. No es egoism o narcisimo implorar a Dios nuestra propia conversión, santificación y pedirle la gracia de amentar en santidad y la perseverancia final; es cuestión de vida o muerte. TODOS sin excepción debemos pedir y ocuparnos de nuestra salvación con “temor y temblor”, asi nos lo dice san Pablo.
2. Los miembros de nuestra familia. La oración debe incluir a todos con quienes vivimos; a los miembros de nuestras familias. Los esposos deben rezar el uno por el otro, deben de rezar por sus hijos, por sus padres y por sus otros familiares. Dios en su providencia los reunió en una familia; rece con fervor, ofrezca oraciones de reparación por los muchos pecados de su familia. Que sus oraciones sirvan para compensar el daño que han causado los muchos pecados de su familia.
3. Rece por toda la Iglesia Católica. La Iglesia Católica es la iglesia que posee el mayor número de miembros en todo el mundo; ¡actualmente, más de mil millones de católicos! Pero la verdad es que no todos practican la fe, cuantos de estos católicos podrían ser canonizados santos? Todos somos pecadores, pero el mal más grave es que pocos practican la fe; es decir, pocos van a Misa el día domingo. Esta sola realidad merece una doble dosis de oraciones de reparación de parte de las almas fervientes!
4. Rece por su parroquia. ¡En su comunidad parroquial también hay pecadores! Muchos de los que pertenecen a su parroquia no van a Misa los domingos; muchos no creen en lo que enseña la Madre Iglesia; muchos sufren dolor por las enormes llagas que deja el pecado, pero no hace nada por remediarla. Muchos no imploran la misericordia o el perdón de Dios por sus pecados o los pecados de su familia. Recemos por los feligreses de nuestras parroquias, porque a esta familia pertenecemos; ofrezcamos fervorosas oraciones de reparación: “Por Su dolorosa pasión; ten piedad de nosotros y del mundo entero”.
5. Los pecados sociales que se ha entretejido y calcificado en la fibra sensible de la sociedad. San Juan Pablo II es quien acuño esta expresión teológica sobre el “pecado del mundo” o “pecado social”. Que conlleva esta expresión “pecado social”. Hay pecados que no solo son pecados individuales sino que se en incrustrado en la msma fibra, la médula, o en el mismo corazón de la sociedad. En una sociedad estructurada existen también el pecado estructurado, y son los siguientes: el aborto, la legalización de las uniones del mismo sexo, la legalización en algunos Estados de la eutanasia; donde se pretende acabar con los ancianos y enfermos. Por estos pecados que se han calcificado e incrustrado en el tejido y corazón de nuestra sociedad; Señor, te ofrecemos actos de reparación; Señor perdónanos. Cada 20 segundos, es asesinado un inocente en el vientre de su madre; por este abominable delito del aborto, Señor ten piedad y misericordia de nosotros y del mundo entero.”
6. Pidamos a Dios por los pecadores del mundo que niegan serlo. Hay una clase de personas, de hecho, esta clase prevalece en nuestra sociedad, que afirman no tener pecado. El Papa Pio XII dijo: “El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado.” No son pocos los católicos que no se acercan al Sacramento de la confesión por años, o incluso, por décadas; y con desdén y arrogancia balbucean: “¿qué pecado tengo?” Pecados tienen muchos; pero han suprimido, sofocado o incluso, matado su conciencia! Por esta masa de individuos que pretenden ser grandes santos, debemos pedir perdón y ofrecer súplicas de reparación por sus pecados y por su eterna salvación!
7. Recemos por los moribundos. Una clase muy importante de personas por quienes debemos rezar con urgencia – en el Diario de Santa Faustina, Jesús repetidamente le pide que rece por ellos – son por los que están en el lecho de muerte, y que lamentablemente están en pecado mortal y cuya salvación está en peligro. Por eso mismo, la gran Doctora de la Iglesia, santa Catalina de Siena afirmó: “Los dos momentos más importantes de nuestra vida son: ahora y la hora de nuestra muerte.” ¿Por qué? Porque sólo tenemos el momento presente – el ahora – y de igual importancia es el momento de nuestra muerte. Si morimos estando en gracia de Dios, nuestra alma se salva por toda la eternidad; pero si morimos estando en pecado mortal, nos condenamos al infierno por toda la eternidad; perderemos nuestra alma. Imploremos la misericordia, el perdón y la conversión por los pecadores; ofrezcamos pequeños actos de reparación por los que están por morir en este momento. “Señor ten piedad y misericordia de los moribundos y los que van a morir hoy en todo el mundo.”
8. Recemos por sacerdotes, obispos y religiosos. Igual es de suma importancia rezar con fervor por aquellos que han consagrado sus vidas al servicio de Dios y su Iglesia – por sacerdotes, obispos, religiosos y religiosas. Ellos están llamados a una sublime vocación y misión en la Iglesia, e como todos, también son pecadores. Por lo que escribe san Pablo en su carta a los Hebreos: “Todo sumo sacerdote es tomado de entre los hombres, y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados; y puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados, por estar también él envuelto en flaqueza. Y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por los pecados propios igual que por los del pueblo.” (Heb 5, 1-3) El diablo a menudo tienta más a los sacerdotes, a los obispos y religiosos, porque si caen, causarán un mayor escándalo al pueblo y mayor daño a toda la Iglesia. Te pedimos Señor por los pecados de estos hombres consagrados y por las religiosas, ten misericordia de ellos; Señor te ofrecemos oraciones de reparación por el daño que han causado a tu Iglesia y el mundo entero!
9. Oraciones por aquellas cosas que guardamos en el corazón. Todos, sin excepción, guardamos cosas en el corazón que queremos presentarle al Señor. Imploremos al Espíritu Santo que nos dé luz para reconocer nuestras propias fallas e implorar la misericordia y el perdón de Dios y hacer reparación. Y al acudir al sacramento de la Confesión, tengamos la humildad de confesar nuestras faltas con sinceridad y formar el firme propósito de no volver a ofender a Dios. Aun más, hay otro elemento importante que es parte de hacer una buena Confesión Sacramental, y es, cumplir la penitencia impuesta por nuestro confesor. Al cumplir la penitencia mejor impuesta por nuestras culpas, estamos haciendo reparación! Aceptemos de todo corazón la penitencia dada por el sacerdote e incluso podemos hacer dos veces más de lo que se nos imponte para reparar por nuestras culpas y los pecados de nuestra vida pasada. Esta idea nos la dio nuestro sacerdote-formador, que nos formaba como futuros sacerdotes, él fue el que dijo: hagamos lo doble de lo que nos pida el sacerdote. Qué sabio y gran consejo para vivir la oración de reparación!
10. Oraciones por las benditas almas del purgatorio. Estaría incompleto este escrito si no mencionamos un grupo especial del purgatorio; las almas más olvidadas y necesitadas; pidamos por ellas con gran fervor! Estas almas, que ya pasaron por esta vida, son benditas porque se han salvado de la condenación eterna, pero están en un lugar donde están purificando de las manchas de los pecados que cometieron en su vida. Estas almas dependen completamente de la misericordia de Dios. Un medio por el cual Dios derrama su misericordia sobre ellas es a través de nosotros, la Iglesia militante; nosotros podemos ofrecer sacrificios y plegarias por ellas. Vivamos la Regla de Ora: “Hagamos por ellas lo que queramos que hagan por nosotros”. Si fuéramos nosotros los que estuviésemos en el purgatorio, sin duda alguna, quisiéramos que pidieran por nosotros, que ofrezcan sacrificios para que podamos ir al cielo. De modo que, estas almas que una vez vivieron esta vida, y que ahora se están purificando antes de ir al cielo, están necesitadas de nosotros; ¡Dios nos llama a nosotros los vivos a esta noble y sublime misión!
Conclusión. Enriquezcamos nuestra vida de oración aprendiendo una forma de oración que quizás nunca hemos hecho – ORACION DE REPARACIÓN. El Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María están heridos por las espinas incrustadas en ellos. Hagamos actos de reparación para sacar estas espinas; es nuestro deber hacerlo! Remplacemos estas espinas con suaves rosas y coloquémoslas en el Inmaculado Corazón de María y el Sagrado Corazón de Jesús; ellos se regocijaran y guardaran un lugar muy especial en sus corazones para nosotros en el tiempo y la eternidad. Amén.
El padre Ed Broom, OMV (Oblato de la Virgen María), conocido también como Padre Escobita, fue ordenado sacerdote por san Juan Pablo II en 1986. Es asistente del párroco en la Iglesia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens (California). Allí imparte retiros, da los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, organiza y dirige su propio programa de radio y televisión en Guadalupe Radio –Barriendo Conciencias, y da un curso de preparación a los fieles en diversas parroquias de la archidiócesis de Los Ángeles para la Consagración total a Jesús mediante María. Para leer artículos o escuchar audios en inglés o en español, por favor vaya a www.fatherbroom.com
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