¿Cómo podemos tener una vibrante y creciente vida de oración, y qué podemos hacer para perseverar en ella? porque en verdad, nuestra salvación, la salvación de nuestras familias, de nuestros seres queridos y del mundo entero depende de hombres y mujeres que han decido dedicar sus vidas al sublime arte de la oración – ¡la llave para llegar al cielo!
1. EL DESEO DE QUERER RESAR. Pida que Dios le conceda la gracia de querer rezar y de rezar mejor. San Agustín dice que el hombre segue lo que el corazón desea. San Agustín también dice: »Elijamos con cuidado el objeto de nuestro amor, y amémosle entonces con todo el corazón.» Y por supuesto, el objeto de nuestro amor debe de ser Dios.
2. CONVICCIÓN. Creamos con convicción lo importante que es la oración. Lo que el aire es para los pulmones, la oración es para el alma. Un carro sin gasolina no marcha e igual la oración nos da fuerza espiritual. Para rascar el cielo el águila necesita dos alas, para rascar las alturas de la vida mística, el alma necesita la oración. Tal como el cuerpo hambriento anhela el alimento y la bebida, el alma sedienta deberá anhelar la oración. El salmista lo expresa con esta poesía: »Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por Tí, oh Dios, el alma mía.»
3. UN LIBRO SOBRE LA ORACIÓN. Santa Teresa de Ávila, Doctora de la oración, dice, que como principiantes, nunca debemos entrar en la oración sin tener en nuestras manos un buen libro. Esto nos ayudará a formar buenos pensamientos y prenderá en nuestro corazón nobles aspiraciones. Debemos formarnos y capacitarnos en la oración.
4. ¿QUÉ LIBRO DEBO LLEVAR CUANDO VAYA A SER ORACIÓN? Por supuesto, el libro por excelencia y el primero que debemos llevar es la Biblia, la Palabra de Dios. Porque Dios nos habla por medio de ella. Al abrirla, diríganse al corazón de la Biblia, los Evangelios. También puede leer los Salmos que son el mejor libro de oración. El autor de los Salmos es el Espíritu Santo y su instrumento fue el rey David.
6. OTROS LIBROS DE ORACIÓN. Hay muchos textos que se han escrito sobre la oración, que son de gran utilidad para formarnos en lo que es la oración. El Catecismo de la Iglesia Católica, cuarta parte, es un fuete extraordinaria para formarnos. ¡Léalo y siga sus indicaciones
7. UN RETIRO. Cuando se va a un retiro, es el momento y lugar preciso para crecer en la oración. En particular, en un retiro Iganciano bajo la dirección de un director competente, ha probado ser de gran éxito. Si el tiempo le permite, haga un retiro de treinta días, o ocho días o un retiro de un fin de semana. La mejor forma de aprender a orar es precisamente, rezando. En un retiro, la meta de ejercitante es profundizar en la oración. Cada año, aparte tiempo para hacer un retiro. Jesús mismo hizo esta invitación a sus Apóstoles, a que se apartaran por un tiempo y descansen – para estar con Él por medio de la oración. Es un tiempo de reorientarnos en el camino del Señor.
8. PERSEVERANCIA EN LA LUCHA. Rezar no siempre es fácil! El Catecismo de la Iglesia Católica compara la oración un enfrentamiento, y toma como ejemplo de la oración, a Jacob quién luchó toda la noche con el ángel. Santa Teresa de Ávila, lo dice esto: »Debemos tener una determinada determinación de nunca dejar la oración.» Porque el enemigo hará todo para hacernos creer que estamos perdiendo el tiempo, hará todo para convencernos que hay otras más nobles que la oración.
9. NUESTROS AMIGOS NOS AYUDARÁN. Para mí es de gran ayuda en mi tiempo de oración, pedir a mis amigos su intercesión. Estos amigos son también los amigos fieles de Dios quién ahora disfrutan de Él por toda la eternidad; los ángeles y los santos. Ellos también pasaron por esto y ahora están confirmados en la gracia, contemplando la visión Beatífica. E igual son nuestros más grandes intercesores ante el trono de Dios, y quieren y están prestos para interceder por nosotros. La oración de los santos nos ayudará en iluminar nuestro entendimiento y a mover nuestra voluntad para unirnos a Dios. Cuando lea la vida de los santos, vera que todos son únicos, en diferentes tiempos, lugares y culturas, pero todos, como nosotros, eran pecadores y tenían su propio temperamento. Pero todos tenían algo en común: LA ORACIÓN! Los santos mientras vivían en la tierra, eran hombres y mujeres de oración, quienes tenazmente se aferraron a la oración, y sabían que la oración era el aliento de vida para sus almas y la clave para el éxito de sus vidas apostólica.
10. EL ESPÍRITU SANTO: EL MAESTRO INTERIOR. San Pablo nos dice que no sabemos rezar como conviene, pero el Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos inefables para que podamos decir »Abba, Padre.» Santa Teresa de Ávila batallaba en la oración y un sacerdote Jesuita le dio este consejo, le dijo »reza al Espíritu Santo.» Al hacerlo, hubo una notable mejoría. Vemos también que la primera novena de la Iglesia se hizo en preparación para Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles, transformándolos en guerreros de la oración, guerreros de Cristo y en grandes santos.
Gloria al Espíritu Santo – el Maestro Interior. Acudamos también a san Juan XXIII, quién fue canonizado santo hace poco, pidiendo que interceda ante Dios por nosotros en nuestra lucha.
CONCLUSIÓN: Que el Señor nos conceda, por intercesión de la dulce Virgen Maria, un deseo ardiente de amar la oración y crecer en la oración, para así crecer diariamente y perseverar en la oración. San Agustín nos anima con estas palabras: »Quién reza bien, vive bien; quién vive bien, muere bien; quién muere bien, todos está bien.»
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