6. Adornar y embellecer el santuario de Dios — El santo cura de Ars, san Juan María Vianney, vivió una pobreza y mortificación extrema. En los primeros años de su sacerdocio, acostumbraba hervir una hoya de papas para toda la semana y ¡se comía dos al día! Esa era su humilde dieta. Dormía en el suelo y se aplicaba la disciplina por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados. Su pobreza era extrema, por no decir más. Sin embargo, con respecto a su pequeña iglesia, las vestimentas, el cáliz, el santuario, las casullas y el adorno en general, el cura de Ars se esmeraba de forma majestuosa. Empleaba cuantiosas sumas de dinero para la casa de Dios. Decía, «Para el Señor, ¡lo mejor!» Por lo tanto, debemos hacer todo lo que podamos para adornar y embellecer la Iglesia — que es el Santuario de Dios vivo—como lo hizo el santo cura de Ars y muchos otros santos, seamos desbordantes de generosidad. No olvidemos que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo. ¡Démosle la debida reverencia!
8. La Santa Misa y la Comunión — Sobra decir, lo más grande que podemos hacer es asistir al Santo sacrificio de la Misa, participar plenamente, activamente y conscientemente y cada vez recibir la Santa Comunión con mayor amor. Ese debe ser nuestro objetivo que en cada Misa y en cada Comunión, ¡que recibamos a nuestro Señor y Salvador con mayor amor!
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